sábado, 30 de mayo de 2015

A 100 años de la tragedia. 16 de septiembre de 1914.


A 100 años de la tragedia.
16 de septiembre de 1914.

Mientras, en el Pacífico, la Nueva Guinea Alemana y las colonias circundantes deben capitular ante las fuerzas australianas, en Europa, serbios y austrohúngaros llegan a una especie de empate en el frente balcánico.
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Una de las razones que empujaron al gobierno de Viena a decidirse tan temerariamente por presionar a Serbia hasta hacer estallar la guerra, fue la idea de que los serbios serían una presa relativamente fácil. En el papel, Serbia parecía un país pequeño y pobre, con un ejército desgastado por las numerosas guerras en que se había enfrascado durante los años previos a la Primera Guerra Mundial. El Imperio Austro-Húngaro, en cambio, era el tercer estado más poblado de Europa, con dos grandes centros de poder en Hungría y en Austria, capaz de movilizar millones de soldados y de producir material tan avanzado como el “Howitzer” Skoda de asedio de 305 mm de la imagen (tomada de http://www.pacificempirecorporation.com/html/images/Austrian%20Skoda%20305mm%20Howitzer.jpg), que era tan efectivo, como para que los alemanes pidieran algunos prestados a la hora de machacar los fuertes belgas y franceses.

Pero Austria-Hungría estaba afectada por múltiples fuerzas centrífugas. Desde Viena, se gobernaban múltiples grupos étnicos, muchos de ellos deseosos de independizarse de los Habsburgo. Muchas veces, los soldados no hablaban alemán, ni húngaro, y tenían fuertes lazos religiosos e históricos con los enemigos del Imperio. Pasó alguna vez que, en las batallas planteadas ante los rusos, unidades completas del Ejército Imperial se rindieran y retornaran al campo de batalla bajo las banderas del Zar o del Rey de Serbia. La crisis del verano de 1914 fue, tal vez, una movida desesperada para salvar a un Imperio en peligro de desintegración.
 
 
 
 
 
 

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