sábado, 27 de junio de 2015

Hace 100 años. 12 de octubre de 1914.

A 100 años.
12 de octubre de 1914.

Se lucha en el Artois y en Messines. Los alemanes conquistan Lille, Gante, Ostende y Zeebrugge. En tierra, individualmente, ningún país es tan fuerte como Alemania, ni siquiera el veterano, pero muy pequeño ejército regular británico ha sido capaz de igualar la eficiencia militar germana. Pero para mantener la máquina de guerra funcionando, es necesario controlar las líneas mundiales de comunicación marítima y, en ese sentido, los Imperios Centrales son como una gigantesca fortaleza asediada, que necesita una victoria rápida o corre el riesgo de ser vencida por las carencias de todo tipo.

Sí, el dominio del mar es fundamental. En la época de la que hablamos, los reyes absolutos de los mares eran los "Acorazados", enormes buques erizados de cañones de gran calibre, cuyo único propósito era destruir a las flotas de guerra enemiga en grandes batallas de buques similares, alineados unos contra otros. Al menos, eso decía la teoría.

El acorazado de la primera mitad del siglo XX es descendiente de una larga línea de buques blindados desarrollados en el siglo XIX, desde los primitivos "ironclads", usados en la Guerra de Secesión norteamericana (el "USS Monitor" y el "CSS Merrimack", entre los más famosos), hasta los sofisticados monitores (el glorioso "Huáscar"), fragatas blindadas (el "Blanco Encalada", el "Cochrane" y la "Independencia"), cruceros protegidos (como el "Esmeralda", tal vez, el buque más poderoso del mundo al momento de ser lanzado a las aguas) y cruceros acorazados. La culminación tecnológica de este tipo de naves fue el revolucionario "HMS Dreadnought", terminado en 1906 por los británicos y que supuso dejar en la obsolescencia a todos los acorazados en existencia, al punto que todos los acorazados construidos hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, son denominados "Dreadnoughts", mientras que los obsoletos anteriores se denominan "Pre-Dreadnoughts".

La aparición del Dreadnought impulsó a las demás potencias a igualar las innovaciones británicas, llevando a una carrera naval de armamentos, especialmente intensa entre Gran Bretaña y Alemania, en los años previos a la Gran Guerra. Una competencia similar se desarrolló en Sudamérica, donde Chile, Argentina y Brasil también protagonizaron una carrera similar, con los acorazados argentinos de la Clase "Rivadavia", los brasileños de la Clase "Minas Gerais" y el chileno "Latorre". Este último fue, durante muchos años, el buque más poderoso del subcontinente.

Los acorazados tipo Dreadnought fueron amos y señores de la Mar Océana hasta la consolidación del portaaviones, que los desplazó como arma principal de las marinas de aguas profundas. En la imagen (tomada de http://www.history.navy.mil/photos/images/h63000/h63367.jpg), se ve una fotografía del "HMS Dreadnought" (1906), que marcó la pauta de la tecnología naval durante casi 50 años.


 

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