domingo, 20 de noviembre de 2005

Ser Hombre (Masculinidad y Virilidad)


He estado muy ausente de la blogósfera . Desgraciadamente, dispongo de menos tiempo del que quisiera para dedicarlo a escribir el blog y hasta he tenido algunos problemas técnicos, debidos a unas desconfiguraciones, que terminaron borrando el último post que había hecho. Pensé en rehacerlo, pero las segundas partes nunca son buenas, así que aquí vamos con algo totalmente distinto.

Hace pocos días, tuve una interesante conversación con una amiga. Me criticaba, a propósito de un comentario que hice, que era un obsesionado con la idea de que uno tenía que ser siempre varonil y masculino. Según ella, yo erraba, por un lado, porque juzgaba desaprensivamente a los hombres que, según mi criterio, eran poco masculinos o viriles. Además, según afirmó, la masculinidad y la virilidad no son cosas importantes que una mujer busque en un hombre.

Reconozco que, a lo largo de la vida, he aprendido que de mujeres uno siempre aprende menos de lo que quisiera, pero su afirmación me dejó muy intrigado, porque siempre he supuesto que las cosas que atraen a las mujeres son, precisamente, aquellas que nos hacen ser hombres, comportarnos como tales y vernos así.

Luego de reflexionarlo mucho, llegué a la conclusión de que hay una cierta confusión de conceptos. La raíz latina “vir” tiene, al menos, una doble dimensión. Por un lado, designa al “varón”, no simplemente al hombre. El “vir” es el sujeto que trata de ser justo, honrado, fuerte, valiente, es decir, que intenta desarrollar las “vir-tudes” propias de un hombre cabal. Precisamente, la raíz da origen a “virtus”, la “virtud”, el valer moral. La idea latina proviene de la idea griega de la “areté”, una muy amplia expresión que podría traducirse por “virtud” o “excelencia”.

Los griegos (no tanto los romanos), estimaban que las mujeres eran personas de segunda categoría, por eso no existe una designación de virtudes morales en la concepción mental antigua para el conjunto de notas del temperamento de las mujeres. En Occidente, eso tuvo dos efectos muy perniciosos.

Por un lado, como las mujeres, según los griegos, no podían practicar la filosofía y alcanzar las virtudes (a pesar de las historias de Aspasia y Diotima, maestras de Pericles y Sócrates, respectivamente), no podían desarrollar plenamente las notas nobles del carácter humano. Hubo quienes estimaron, incluso, que no eran capaces de amar y, desde luego, la valentía, la fortaleza, la templanza, la lealtad y, sobre todo, el honor, les resultaban inalcanzables.

Por otro, se degeneró la idea principal al punto de estimar que las virtudes viriles sólo se podían considerar como tales en cuanto fueran el opuesto de los rasgos físicos y espirituales de lo femenino, que se estimaba como impuro, manchado, malo, en suma. Las actividades asociadas a la guerra se convirtieron en el epítome de la virilidad, desechando todos los demás componentes de la “areté”, lo que resultaba lógico en un mundo griego en guerra constante, decadente y desfigurado, que terminó absorbido por los macedonios y, más tarde, por Roma.

El Cristianismo devolvió a la mujer el lugar rector de la vida social y familiar, pero subsistió la idea de que, por el hecho de no participar en la guerra y la política, las mujeres no podían aspirar a ser plenamente virtuosas o, cuando menos, habría un amplio campo de virtudes morales a las que no podían acceder, puesto que se estimaba que las virtudes heroicas del campo de batalla, más que ninguna otras, eran las que otorgaban el verdadero valer espiritual.

Desde luego, todo ello, fue una gran cadena de errores. La cosa no opera así; lo que ocurre es que una mujer puede ser tanto o más valiente que un hombre y ser mucho más fuerte y luchadora: no hay nada más peligroso que una mujer o una hembra de cualquier especie que ve amenazados a sus cachorros. Pero a las mujeres, a diferencia de los hombres, les desagrada profundamente la violencia. Nosotros, seguramente, hemos heredado atávicamente el gusto por las artes de la fuerza, generadas probablemente en las actividades de nuestros más remotos antepasados, que se veían obligados a cazar sus alimentos, matándolos, claro está; mientras las mujeres quedaban en la cueva o choza cuidando del fuego.

En definitiva, tienden menos a la violencia física que nosotros. Por eso, erróneamente, hemos estimado que, como no les gusta pelear a puñetazos, deben ser menos valientes ¿Habrá razonamiento más idiota y más difundido? Y créanme, hay mucha gente (y muchas son mujeres) que piensa que la cosa es así.

Ahora, nosotros, los hombres. Por mucho tiempo y por idénticas razones, se identificó la virtud moral del hombre con las aplicaciones de la fuerza bruta y, me imagino que eso es precisamente lo que le desagrada a mi amiga. A mí me desagrada igualmente y, ciertamente, no me refiero a eso cuando destaco la masculinidad y la virilidad como algo deseable, algo que todo hombre debería conquistar y cultivar.

Finalmente, hemos entendido en los últimos decenios que las mujeres deben tener los mismos derechos civiles y políticos que los hombres. Pero en el proceso tengo la impresión de que no hemos sabido administrar el cambio y hemos ido extraviando nuestra identidad masculina. He pensado en algunos puntos que no debieran perderse de vista para que eso no pase:

1. La mayoría de los problemas no se solucionan con la violencia, pero algunos pocos sólo pueden arreglarse con los puños. Muchachos, sin miedo, por algunas cosas y personas vale la pena sangrar. Siempre teniendo en cuenta que nunca se pelea con alguien más débil y que las peleas, si se pueden evitar, se evitan. Hay que tratar de no empezar ninguna, pero terminar todas las que se empiecen.

2. Las mujeres son tanto o más inteligentes, fuertes, valientes y determinadas que nosotros, no necesitan que les andemos resolviendo todo y ahogándolas, pero en ciertas cosas, siempre van a necesitar que uno las cuide. Hay que estar ahí para ellas, sin la autoridad omnímoda del “pater familias”, pero por último, a veces, haciéndoles sentir que, si estamos cerca, nada malo les puede pasar. A veces, no es mucho lo que puede hacer uno en sus problemas y ellas los resuelven mucho mejor que lo que nosotros lo haríamos, pero sí es nuestro deber otorgarles la sensación de que pueden estar seguras de que estaremos y que, si necesitan que las rodeen con brazos gruesos, esos brazos van a estar ahí y se van a dejar quebrar, antes que permitir que las dañen.

3. Como contraparte. Somos sus maridos, sus pololos, sus amantes, sus amigos, etc. No somos el papá. Son mayores de edad, insisto, tanto o más inteligentes y valientes que nosotros. No es bueno meter la cuchara en todo; la ayuda se da, más que nada, cuando es necesaria y pedida.

4. La masculinidad tiene que ver más específicamente con las notas externas del “ser hombre”. La manera de vestirse, de caminar, de hablar. Hay que ser más que parecer, de acuerdo; pero quien se esfuerza en el parecer, también colabora con el ser. Un hombre que me da un apretón de manos flácido y con la vista en el suelo, sin duda se ganará mi confianza con mayor esfuerzo. Un señor con ambo rosado, a lo mejor combina muy bien los colores, pero no resulta muy serio. La mayor parte de la inteligencia es adaptarse. Y buena parte de la virilidad y la hombría de bien, se refleja en la masculinidad. En relación con lo mismo, una parte esencial y a menudo olvidada de la masculinidad es la caballerosidad. En el trato con las mujeres hay que ser corteses, atentos y virilmente delicados. Y, por supuesto, galantes. La mano de un caballero ha de ser firme, pero también debe ser suave para acariciar una mujer. Así como debe ser capaz de empuñar una espada, debe ser capaz de ofrecer una flor con elegancia y naturalidad.

5. Lo más destacado de un hombre que merezca tal denominación, tiene que ver con el carácter. Un hombre de verdad ha de ser leal, honrado, valiente, comprometido, veraz, esforzado, trabajador, sincero, auténtico, atento, virilmente sensible, comprensivo, solidario, justo. En suma, tratará de cumplir siempre lo que dice y vivir de acuerdo con ello cada segundo. Lo último que nos pueden quitar no es la esperanza... ES EL HONOR. Con honor hay que vivir, con él hay que morir y, si es necesario, por honor, hay que dar la vida.


Como ya sugerí, todas estas virtudes, en su modo específico, también corresponden a las mujeres. Por culpa de nuestros filósofos clásicos, no se les inventó ningún término particular para ellas, equivalente a “virilidad”. Y “feminidad” es muy estrecho, porque alude más a cosas externas, que pueden ser muy relevantes, pero no son lo más importante.

Y como hombres y mujeres somos iguales, pero no idénticos, ellas disponen de una manera mucho más agraciada que nosotros de desarrollarlas, acompañándolas de una delicadeza y tino de los que nosotros no somos capaces siempre. Además, las mujeres están adornadas de algunas virtudes que para nosotros resultan inalcanzables, relacionadas con la gracia, que siempre las rodea; la ternura, que ellas traen desde la cuna, mientras nosotros la tenemos que desarrollar; la suavidad, que las define, por dentro y por fuera; y la hermosura, porque resulta evidente que toda la belleza de la especie humana se concentró en ellas. A nosotros nos tocó poco y nada. No les gustamos por lindos, eso está claro.

De esas diferencias, de esas virtudes específicamente femeninas y de las virtudes comunes al género humano desarrolladas particularmente por las mujeres; de ese “ser mujer”, es que los hombres nos enamoramos. Supongo —y aquí arrancaba el desacuerdo con mi buena, sabia y querida amiga— que las mujeres se enamoran de las virtudes y rasgos propios del “ser hombre”. Eso espero, porque no pienso cambiar y empezar a verme o comportarme como algo distinto.

¿Ustedes qué opinan...? ¿Las mujeres encuentran atractiva la virilidad y la masculinidad? Yo espero que sí.



Frase de Hoy: El carácter de cada hombre es el árbitro de su fortuna. (Publio Siro)

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12 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Pues lo que es hoy no. Si no compartes se brillantina, un poco de cremas hidratantes, los rayos uvas y lo que es ya un auténtico vicio en los grupos y reuniones de juventud en españa son "el arreglo de cejas que ellas les practican a ellos". Y va a más.

20 noviembre, 2005 20:54  
Anonymous Anónimo said...

Leoncito, tu evidente virilidad me ha dejado muda!!!!, me encanta eso del macho recio protector!.... duro, peluo, feo y hediondo!!!! jajaj...

Si es cierto...... me gusta eso, que quieres que te diga.... pero!, que con una tengan un trato delicado y amoroso...

MMMMMM,.. la combinación perfecta, a mi modo de ver, del machote ideal....

Bueno, por lo visto tu nick y foto son la fiel prueba de tu calidad de MACHOTE RECIO....

Me encantas Leo.... y no te digo mas amigo, no quiero caer en tus fornidos brazos, tal debil mujercita sufriente...... PERO,.. esta bueno saberlo.... ja!

Me encantó tu post, como siempre, su sustancial contenido, refuerza mi aleonada pasión por leerte....

Un abrazo...

Ahhhh, visitaré la dirección que me dejaste en un momento,.. ya que debo dejar por un instante el "atrayente teclado"........ espera mi comment

21 noviembre, 2005 07:33  
Anonymous Anónimo said...

Atcharya: recio, matriculado, duro, peludo y hasta feo, sí; pero todo menos hediondo, jejeje. Un caballero andante tiene que presentarse siempre con la armadura bien limpiecita. Andar matando dragones no es excusa para aparecerse mal presentado ante las princesas.

Y lo del trato delicado y amoroso, creo que por ahí lo dije o lo sugerí, pero por supuesto que es indispensable. La cortesía y la galantería son también parte insustituible de la virilidad.

Y no se trata de que uno busque mujeres débiles. Como buen león, me gustan las leonas, que son criaturas fuertes, con las que se pueda contar en las horas difíciles, cuando se presentan ante ese consorcio de amor que es la vida en pareja. Si eso es una pareja, es una "par", una socia. Pero que se deje regalonear y cuidar, y que nos deje sentirnos reyes de la selva de cuando en cuando.

21 noviembre, 2005 07:54  
Anonymous Anónimo said...

Me gustó mucho la idea que planteas de que los hombres deben cuidarnos y defendernos, pero también permitiéndonos hacer nuestras cosas. Padre hay uno solo, no creo que se necesite otro.
Apuesto por aquellas relaciones amorosas que permiten a sus miembros ser independientes uno del otro.
Por otro lado, la virilidad apunta a muchas de las características que defines en el punto 5, pero también es comúnmente asociado a lo físico.
Ahora, en relación a tu pregunta, personalmente prefiero lo masculino antes que aquellos hombres que cuidan su cuerpo más que una mujer.
Saludos Leo.

21 noviembre, 2005 09:05  
Anonymous Anónimo said...

No se puede negar que como mujer se busque un macho recio, incluso se ha comprobado que en ciertos dias de nuestro ciclo hormonal las mujeres nos fijamos en el prototipo de macho fuerte con el solo fin de preservar la especie para luego bajar los niveles de hormonas y seguir queriendo a nuestros gorditos o flaquitos amores
Personalmente concuerdo en la busqueda del macho ideal aquel que protege pero que no ahoga , que ama pero sin ser una niña mas, el amigo sensible pero con la franqueza caracteristica de los hombres un macho recio con aspecto muy cuidado sin ser tan o mas pretencioso que nosotras
Tantas cosas , en definitiva un ser ideal que en una de esas anda por ahi
como siempre un exelente tema que deja mucho para pensar
saludos
chau

21 noviembre, 2005 12:58  
Anonymous Anónimo said...

leonidas, me encantó tu post, son reflexiones que dejan muuucho para pensar y conversar. Estoy de acuerdo con todo lo que planteas y con respecto a tu pregunta final, creoq eu la mayoría de nosotras buscamos un hombre que se considere a sí mismo macho, más que aquellos que siendo hombres se afanan por parecerse más a nosotras que por desarrollar su masculinidad.
Es más, muchas veces las mujeres nos fijamos más en aquellos hombres que son brutos, que nos tratan mal, y no nos fijamos en aquellos que de verdad nos van a tratar como nos merecemos, esos son generalmente "los mejores amigos". Ahora, por qué sucede esto? ... no lo sé, da para largo también.
te sigo leyendo
besitos
Cony

21 noviembre, 2005 20:19  
Anonymous Anónimo said...

me gusta la masculinidad, esos hombres que se ponen cremas para ocultar las arrugas que los hacen ser mas auténticos... yo creo que el tema va por compartir roles, por ser guarida y guerrero y no solo uno de ellos, asi se complementan los roles y ambos puedes ser débiles y también fuertes... un abrazo leoncito

21 noviembre, 2005 22:14  
Anonymous Anónimo said...

Adán y Eva, dicen las escrituras, "pecaron".En definitiva desobedecieron las leyes, y por ello fueron castigados, pero siguen juntos nunca se separaron, puesto que el castigo fué la expulsión del paraíso y cada uno ha de "pagar" en éste mundo.Por tanto como pareja hemos de construir éste mundo, con virtudes y no tantas.Con las diferencias que existen en entre los mismos hombre, y entre las mismas mujeres.Todos con distintos gustos,pues en gustos no hay nada escrito.Hay mujeres que se derriten por hombres que se han declarado homosexuales o que a vista y paciencia "atornillan" para el otro lado, así como mujeres estupendas,bonitas,unas diosas que son las delicias de hombres pero que finalmente son la atracción de lesbianas.He incluso,existen hombres "camuflados" que se rodean de mujeres bellas para atraer a sus eventuales parejas.Pero para la galucha,hombres y mujeres son uno, son nuestros hijos, nuestro mundo, y a veces nuestro carrete.Lo Viril,femenino y adjetivos son tan relativos, puesto que éstos conceptos dependen del gusto de dos y no de uno.

23 noviembre, 2005 11:05  
Anonymous Anónimo said...

Con esto de que las mujeres la llevamos (esta de moda) el rol del hombre se ha visto untanto despreciado y ha pasado también desapercibido, yo no quiero un metrosexual a mi lado, pero si que sea rudo, peludo y fragante cuando lo necesito asi como dices tu,e sta bien compartir las labores pero no dar vuelta los roles tienes mucha razón al decir que somos parecidos pero no idénticos, debemos sacar lo mejor de cada uno de nosotros unirlos y TRIUNFAR

24 noviembre, 2005 05:38  
Anonymous Anónimo said...

Buena carta, amigo Leonidas, creo que estás publicando lo que puede ser un libro,(¡Quién sabe!)
Séneca también escribió Cartas a Lucilio, en este caso nosotros seríamos Lucilio.

28 noviembre, 2005 17:38  
Anonymous Anónimo said...

Me sigue gustando lo que leo. Eres re- lúcido y ojalá se propague mucho tu blog, la menos yo trataré.

26 abril, 2006 09:24  
Anonymous Anónimo said...

Que onda compadre??? Pues aqui te firma un MACHOTE de los de a deveras, y no precisamente por andar matando dragones, si de eso se tratara, yo no los mataria, Devoraria un Dragon crudo... Pero en realidad esa concepcion de "matar dragones" se hizo para las toscas bestias que se hacen llamar hombres solo con parecerlo... Un verdadero hombre macho busca siempre la solucion pacifica y donde el y los suyos salgan ganando... Cuando era flaquito de niño tenia el pegue normal con las chicas, igual que cuando engorde traia un pegue normal, ahora que hago ejercicio no lo hago por atraes mujeres ni nada de eso, pues las que se fijan mayoritariamente en lo externo, creeme amigo, no te las recomiendo para nada, ahora hago ejercicio simplemente para volverme mas fuerte, mas agil, mas rapido con tal de que si me veo involucrado en una pelea, tratar de tener una victoria APLASTANTE...
Mira amigo, lo que te recomiendo para ser un verdadero Macho es:
1.-La inteligencia aplicada nos vuelve mas hombres y a las mujeres mas femeninas.
2.-El cultivo del carisma para llegar con una chica.
3.-Detallista, pero de modo natural con las dama que quieres.
4.-Amar la victoria y siempre buscar un plan de accion con el unico fin de lograrla.
5.-Tener una autoestima del 1000%, ya que de esta forma ni los insultos, ni las adulaciones, ni el dinero, ni la fama, ni las derrotas, ni la perdida de un ser querido, ni nada de eso hagan mella en ti.
6.-El ejercicio como un bien en si mismo, ya que hay gente que solo hace ejercicio para bajar de peso y verse atractiva, siendo que luego del gym se largan a pistear y ya borrachos fuman (mi abuelo hacia mucho ejercicio y era casi un atleta, pero tambien tomaba mucho, sin embargo gracias al ejercicio lleva como 8 años agonizando...) El ejercicio no es un escalon para llegar a donde quieres, debes aprender a tomarle cariño a la verdadera salud.
7.-Hay hombria para gays y heteros y hombria exclusivamente para nosotros los heteros: La hombria y virilidad exclusiva de nosotros depende al 100% de nuestra capacidad de convivencia y relaciones con el SEXO BELLO, la mujer... Mientras que la otra hombria de la que tu hablas se puede manejar ambivalentemente por gays y heteros.
8.-La capacidad para convivir con las otras formas de vida nos vuelven finalmente...MAS HUMANOS.

21 diciembre, 2008 01:59  

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