sábado, 1 de octubre de 2005

Pasar el Rubicón.


Siglo I a. de C. Un general romano, llamado Cayo Julio César, montado en un alazán pálido, observa inquieto, pero con expresión decidida, el discurrir tranquilo de las aguas del Rubicón, convertidas en fluido argentífero por la luz de la luna del cielo italiano.

Si sus legiones, victoriosas en cien campañas, vadean el río sin autorización del Senado, no habrá marcha atrás posible. Realizar el cruce será declararle la guerra al patriciado de la República Romana. Podría significar una nueva guerra civil. Para evitar las conmociones, el Senado ha dispuesto que ningún cuerpo de ejército traspase la frontera del río Rubicón sin su venia expresa. Para los transgresores, la advertencia es clara: quien realice ese acto rebelde, se convierte en enemigo de la aristocracia senatorial y tendrá que vérselas con su poder y con sus fuertes aliados.

César es popular y conocido en Roma. Es un héroe. Los botines de guerra lo han convertido en un magnate, y está a punto de arriesgar su fortuna y posición. Si termina vencido por sus enemigos políticos, perderá todo, hasta la fama, pues la historia relega a los derrotados a un segundo plano. Vae victis (¡Ay de los vencidos!). Una salus victis, nullam sperare salutem (la única salvación de los vencidos, es no esperar ninguna salvación). Pero si alcanza la victoria, será capaz de realizar el sueño de su vida: convertir la vetusta república en un imperio regido por él mismo, erigido en dictador.

¿Por qué lo arriesga todo? No es pura ambición. César ama a Roma, quiere servirla. Pero la ama completamente, y desea servirla por completo. No se conforma con las migajas de un sistema enfermo y pasado de moda; Caius Iulius Caesar quiere la reforma. Y la única vía posible para la reforma, consiste en inventar un trono imperial y ocuparlo él mismo.

Ordena pues, a sus legiones, cohortes, manípulas, centurias y decurias, cruzar la frontera entre Roma y la Galia Cisalpina, demarcada por el Rubicón. Alea jacta est (La suerte está echada).

César, sin tomar el título, de hecho, fue el primer emperador, tanto así, que sus sucesores quisieron tomar el nombre de César. Es verdad que terminó asesinado por sus enemigos, pero ya era tarde para la república. Julio César había llevado la historia—la de Roma y la suya— a un punto sin retorno la noche en que alcanzó las orillas del Rubicón.

Emulando a César, en todos los tiempos y lugares, millones de hombres se atrevieron a pasar el Rubicón, permitiendo con su valentía darle dinámica a la existencia, por todos los que dudaron y temieron traspasar la frontera.

Millones de hombres arriesgaron la vida, buscando la gloria en batalla; encontraron nuevos mundos a bordo de frágiles esquifes de madera; escalaron montañas tan altas como el cielo, para clavar una bandera en su cima; arriesgaron lesiones por la fama deportiva; confrontaron a un poderoso para evitar una injusticia; invirtieron sus ahorros para dar trabajo y enriquecerse; viajaron a tierras lejanas para conquistarlas; arriesgaron la amistad de una mujer para decirle que la amaban.

Hay que jugársela en la vida, si uno quiere ganar. Las cosas no pasan solas, casi siempre, hay que ir a buscarlas. Tal vez la corriente del Rubicón nos ahogue, pero siempre va a ser mejor que morir de viejo en la orilla, preguntándose eternamente por lo que escondían esos paisajes impresos en la silueta del horizonte, a lo lejos, tras el río.


Frase de Hoy: La peor decisión es la indecisión. (Benjamin Franklin)

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10 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Me apasiona la Historia antigua. Muy bueno este artículo, como todos los tuyos. Esperamos más.

02 octubre, 2005 03:57  
Anonymous Anónimo said...

Me gustan siempre los finales de tus post, me dejan una sensación muy agradable.
Gracias por tus comentarios,
muchos saludos.

02 octubre, 2005 14:25  
Anonymous Anónimo said...

vengo por aqui estimado a leer sus historias de historia...

siempre buenos.. siempre escritos muy interesantemente..

cuidate..

02 octubre, 2005 18:38  
Anonymous Anónimo said...

El peor error que podemos cometer, es pensar en el error que vamos a cometer. Y claro que el que no se arriesga no cruza el río...y la vida sin riesgos y disyuntivas, es una lata.

Saludos

03 octubre, 2005 08:23  
Anonymous Anónimo said...

Me encanta tu blog... Siempre con ideas claras, con excelente gramática y se agradece la excelente disposición y grandes comentarios dejados en mi blog.
Me encanta leerte porque siempre aprendo algo nuevo.. Gracias por ello!!!

03 octubre, 2005 09:47  
Anonymous Anónimo said...

Espero haber aportado algo en esa pasión por la vida.
Eres mi amigo favorito y te lo he dicho (por favor, créeme) escribes maravillosamente.
TQM

03 octubre, 2005 16:05  
Anonymous Anónimo said...

siempre hay algo que conquistar, siempre hay en la vida un rio que cruzar y tienes razón al decir que debemos tomar el riesgo, cruzar y ver que pasa, el problema que asi como cesar muy pocos son los que cuentan con el coraje suficiente, ojala todos tuvieramos la fuerza y valentia para como cesar conquistar cada uno el imperio que soñamos para nuestras vidas
execelente blog , se agradece la visita

04 octubre, 2005 16:02  
Anonymous Anónimo said...

Trato de cruzar cada río, no me gusta arrepentirme de lo no intentado..., aunque a veces no alcance con eso.
Me encanta leerte!
Un beso

04 octubre, 2005 22:42  
Anonymous Anónimo said...

Oye, que interesante tu blog. Le daré una mirada más profunda :D

Un abrazo!

05 octubre, 2005 22:21  
Anonymous Anónimo said...

Felizzzzzzzzzzzz cumpleeeeeeeeeeeeeee...no te traumes, cada año sólo te hace mejor

06 octubre, 2005 14:15  

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