martes, 29 de diciembre de 2015

Hace 75 años. 27 de diciembre de 1940. Segunda Guerra Mundial

Hace 75 años

27 de diciembre de 1940
Segunda Guerra Mundial

Entre el 22 y el 24 de diciembre, se producen violentos ataques aéreos de la “Luftwaffe” sobre Manchester. El “Blitz” no cesa, aunque las posibilidades de dominar los cielos británicos son casi nulas para los alemanes, que ya miran hacia el Europa del Este y África, donde empeñarán sus próximas ofensivas.

El 24 de diciembre, en su discurso de Navidad a la Curia, el Papa Pío XII ha dicho con profética clarividencia: “Con trágica y casi fatal persistencia, el conflicto, una vez desencadenado, prosigue por su camino ensangrentado, acumula ruinas, no perdona templos venerables, monumentos insignes, hospitales de caridad, y, en el fácil olvido de las normas de humanidad, en el desprecio de las costumbres y convenciones bélicas, llega a veces a tales extremos, que una época menos perturbada y agitada que la nuestra pondrá un día estas vicisitudes entre las páginas más dolorosas y oscuras de la historia del mundo”. El pontífice sabe que, a cada segundo que la guerra sigue sin detenerse, se hace más difícil hacer la paz y son peores los desastres que habrá que remediar cuando la paz llegue por puro agotamiento de una o ambas partes contendientes. Pero la voz del papa es una voz solitaria que clama en el desierto, perdida en el fragor de los horrores de la peor conflagración que ha sufrido la humanidad.

Va terminando el año 1940 y el balance parece fantástico para Alemania y sus aliados, principalmente Italia, la única nación que ha aportado un número significativo de hombres y recursos a luchar contra los enemigos del “Reich”, incluso si esos esfuerzos han sido pobremente planificados y coordinados. En el mediano plazo, sin embargo, el panorama para los alemanes es más complejo y esta verdad no puede quedar oculta bajo el brillo de las fulgurantes victorias del último año, en particular, la inesperada victoria sobre la Tercera República Francesa.

Al estallar la guerra, en septiembre de 1939, las posibilidades de victoria para Alemania eran escasísimas. Los hombres de su ejército estaban bien motivados y entrenados, pero carecían de muchos elementos que probarían ser decisivos en el tipo de guerra que deberían enfrentar. La “Kriegsmarine” era relativamente potente y moderna, pero no era rival para la “Royal Navy” británica, mucho menos si su poder estaba combinado con la “Marine Nationale” de Francia. Sólo en el aire los alemanes se acercaban a la paridad, pero no llegaban a tener tampoco la ventaja. Al iniciarse 1940, Alemania había conquistado Polonia, sin que Francia y Gran Bretaña hayan movido un músculo para socorrer a su aliada, que quedaba aplastada bajo la cruel bota del nazismo. Pero fuera de darse el gusto de ocupar media Polonia (regalando la otra mitad a sus nuevos amigos comunistas), Hitler no había hecho nada decisivo contra Francia y Gran Bretaña directamente, que donde de verdad podrían decidirse las cosas.

La Campaña de Noruega se saldó con un éxito alemán, pero a un gran costo para los alemanes, en especial, para su marina, que tuvo que resignarse a confiar sólo en los submarinos como elemento capaz de dar un golpe serio a los británicos. Cuando la lucha en Noruego estaba casi decidida, se produjo el ataque alemán sobre los países bajos y Francia que, para sorpresa de todo el mundo (incluyendo a los propios alemanes) se cerró con una total victoria en un plazo de seis semanas y dejó a Gran Bretaña sola frente a una Alemania que se había convertido en dueño de casi toda Europa Occidental y Central, mientras que dejaba Europa Oriental a los soviéticos… por el momento.

A la larga, sin embargo, los alemanes necesitaban derrotar al Reino Unido y eso significaba arrebatarles o, al menos, cuestionar su absoluto dominio de los mares. Los submarinos consiguieron inquietar por un momento al almirantazgo de Londres, pero ya estaban bajo control cuando Estados Unidos estaba listo para luchar en África y Europa, para fines de 1942. Hasta bien entrado 1944, los submarinos alemanes fueron un factor preocupante para todo capitán mercante aliado, pero desde 1943, eran incapaces de comprometer el esfuerzo de guerra británico y, sobre todo, no podían impedir que se acumularan, en las Islas Británicas,  miles de toneladas de suministros producidos en Canadá y en Estados Unidos.

En estos últimos días de 1940, es claro que Hitler sólo podría imponer la paz a Churchill haciendo avanzar sus “Panzer” por las calles londinenses y eso ya no pasaría. El “Fuhrer”, de hecho, decide postergar la derrota de los británicos para cuando se resuelva otra de sus preocupaciones: la guerra contra la Unión Soviética, un proyecto que acaricia hace años. Hacia las interminables profundidades del territorio ruso orienta su atención. Pero en el interín, la “Wehrmacht” se va a involucrar en dos otras campañas, apoyando a su aliada Italia, que intentó expandir su Imperio, pero que ha sufrido enormes pérdidas  en el proceso. En África, una pequeña fuerza, al mando de un tal general Erwin Rommel, terminará transformándose en uno de los ejércitos más temidos de la historia. Y, en los Balcanes, por última vez, la “Wehrmacht” ondeará victoriosa la bandera de su país sobre dos capitales enemigas derrotadas: Belgrado y Atenas. El costo, sin embargo, será alto y se hará sentir cuando el “General Invierno” llegue en ayuda de los rusos.

El reloj corre en contra de Alemania, como ha sido desde el principio, incluso considerando las espectaculares victorias que han obtenido sus motivados soldados, dirigidos por sus brillantes oficiales.

La población de los países beligerantes celebra la Navidad como puede, si es que puede. Muchos viven el dolor de pasar esta fiesta familiar con la ausencia de un ser querido, que puede estar desplegado en un lejano frente de batalla, prisionero, desaparecido en acción o derechamente reportado como baja. En muchas ciudades británicas, especialmente Londres, los niños han sido evacuados a zonas rurales, lejos de sus familias, para sustraerlos a la devastación de los peores momentos del “Blitz”.

En la imagen, la representación artística de la Nochebuena de 1940 en un refugio antiaéreo construido bajo una cervecería en Camden Town, Londres.

Imagen tomada de http://www.iwm.org.uk/sites/default/files/styles/article_main_breakpoints_theme_iwm_responsive_desktop_1x/public/iwm_solr_field/large/A4_IWM_ART_LD_001899.tif_.jpg?itok=MZzlHYxp&timestamp=1450103008

 http://www.iwm.org.uk/sites/default/files/styles/article_main_breakpoints_theme_iwm_responsive_desktop_1x/public/iwm_solr_field/large/A4_IWM_ART_LD_001899.tif_.jpg?itok=MZzlHYxp&timestamp=1450103008





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