Hace 75 años. 27 de diciembre de 1940. Segunda Guerra Mundial
Hace 75 años
27 de diciembre de 1940
Segunda Guerra Mundial
Entre el 22 y el 24 de diciembre,
se producen violentos ataques aéreos de la “Luftwaffe” sobre Manchester. El
“Blitz” no cesa, aunque las posibilidades de dominar los cielos británicos son
casi nulas para los alemanes, que ya miran hacia el Europa del Este y África,
donde empeñarán sus próximas ofensivas.
El 24 de diciembre, en su discurso
de Navidad a la Curia, el Papa Pío XII ha dicho con profética clarividencia: “Con
trágica y casi fatal persistencia, el conflicto, una vez desencadenado,
prosigue por su camino ensangrentado, acumula ruinas, no perdona templos
venerables, monumentos insignes, hospitales de caridad, y, en el fácil olvido
de las normas de humanidad, en el desprecio de las costumbres y convenciones
bélicas, llega a veces a tales extremos, que una época menos perturbada y
agitada que la nuestra pondrá un día estas vicisitudes entre las páginas más
dolorosas y oscuras de la historia del mundo”. El pontífice sabe que, a cada
segundo que la guerra sigue sin detenerse, se hace más difícil hacer la paz y
son peores los desastres que habrá que remediar cuando la paz llegue por puro
agotamiento de una o ambas partes contendientes. Pero la voz del papa es una
voz solitaria que clama en el desierto, perdida en el fragor de los horrores de
la peor conflagración que ha sufrido la humanidad.
Va terminando el año 1940 y el
balance parece fantástico para Alemania y sus aliados, principalmente Italia,
la única nación que ha aportado un número significativo de hombres y recursos a
luchar contra los enemigos del “Reich”, incluso si esos esfuerzos han sido
pobremente planificados y coordinados. En el mediano plazo, sin embargo, el
panorama para los alemanes es más complejo y esta verdad no puede quedar oculta
bajo el brillo de las fulgurantes victorias del último año, en particular, la
inesperada victoria sobre la Tercera República Francesa.
Al estallar la guerra, en
septiembre de 1939, las posibilidades de victoria para Alemania eran
escasísimas. Los hombres de su ejército estaban bien motivados y entrenados,
pero carecían de muchos elementos que probarían ser decisivos en el tipo de
guerra que deberían enfrentar. La “Kriegsmarine” era relativamente potente y
moderna, pero no era rival para la “Royal Navy” británica, mucho menos si su
poder estaba combinado con la “Marine Nationale” de Francia. Sólo en el aire
los alemanes se acercaban a la paridad, pero no llegaban a tener tampoco la
ventaja. Al iniciarse 1940, Alemania había conquistado Polonia, sin que Francia
y Gran Bretaña hayan movido un músculo para socorrer a su aliada, que quedaba
aplastada bajo la cruel bota del nazismo. Pero fuera de darse el gusto de
ocupar media Polonia (regalando la otra mitad a sus nuevos amigos comunistas),
Hitler no había hecho nada decisivo contra Francia y Gran Bretaña directamente,
que donde de verdad podrían decidirse las cosas.
La Campaña de Noruega se saldó con
un éxito alemán, pero a un gran costo para los alemanes, en especial, para su
marina, que tuvo que resignarse a confiar sólo en los submarinos como elemento
capaz de dar un golpe serio a los británicos. Cuando la lucha en Noruego estaba
casi decidida, se produjo el ataque alemán sobre los países bajos y Francia
que, para sorpresa de todo el mundo (incluyendo a los propios alemanes) se
cerró con una total victoria en un plazo de seis semanas y dejó a Gran Bretaña
sola frente a una Alemania que se había convertido en dueño de casi toda Europa
Occidental y Central, mientras que dejaba Europa Oriental a los soviéticos… por
el momento.
A la larga, sin embargo, los
alemanes necesitaban derrotar al Reino Unido y eso significaba arrebatarles o,
al menos, cuestionar su absoluto dominio de los mares. Los submarinos
consiguieron inquietar por un momento al almirantazgo de Londres, pero ya
estaban bajo control cuando Estados Unidos estaba listo para luchar en África y
Europa, para fines de 1942. Hasta bien entrado 1944, los submarinos alemanes
fueron un factor preocupante para todo capitán mercante aliado, pero desde
1943, eran incapaces de comprometer el esfuerzo de guerra británico y, sobre
todo, no podían impedir que se acumularan, en las Islas Británicas, miles de toneladas de suministros producidos
en Canadá y en Estados Unidos.
En estos últimos días de 1940, es
claro que Hitler sólo podría imponer la paz a Churchill haciendo avanzar sus
“Panzer” por las calles londinenses y eso ya no pasaría. El “Fuhrer”, de hecho,
decide postergar la derrota de los británicos para cuando se resuelva otra de
sus preocupaciones: la guerra contra la Unión Soviética, un proyecto que
acaricia hace años. Hacia las interminables profundidades del territorio ruso
orienta su atención. Pero en el interín, la “Wehrmacht” se va a involucrar en
dos otras campañas, apoyando a su aliada Italia, que intentó expandir su
Imperio, pero que ha sufrido enormes pérdidas
en el proceso. En África, una pequeña fuerza, al mando de un tal general
Erwin Rommel, terminará transformándose en uno de los ejércitos más temidos de
la historia. Y, en los Balcanes, por última vez, la “Wehrmacht” ondeará
victoriosa la bandera de su país sobre dos capitales enemigas derrotadas:
Belgrado y Atenas. El costo, sin embargo, será alto y se hará sentir cuando el
“General Invierno” llegue en ayuda de los rusos.
El reloj corre en contra de
Alemania, como ha sido desde el principio, incluso considerando las
espectaculares victorias que han obtenido sus motivados soldados, dirigidos por
sus brillantes oficiales.
La población de los países
beligerantes celebra la Navidad como puede, si es que puede. Muchos viven el
dolor de pasar esta fiesta familiar con la ausencia de un ser querido, que
puede estar desplegado en un lejano frente de batalla, prisionero, desaparecido
en acción o derechamente reportado como baja. En muchas ciudades británicas,
especialmente Londres, los niños han sido evacuados a zonas rurales, lejos de
sus familias, para sustraerlos a la devastación de los peores momentos del “Blitz”.
En la imagen, la representación
artística de la Nochebuena de 1940 en un refugio antiaéreo construido bajo una
cervecería en Camden Town, Londres.

Etiquetas: Guerras Mundiales, Historia
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