Poema de Navidad nº 2
Sed de cien centurias
en el alma de Israel,
viene esta noche a
saciar el Emmanuel.
En portento
misterioso, anuncios por doquier,
los ángeles del Cielo
han traído al descender,
reunidos en Coro, con
más que humana voz,
cantan en el desierto
al rey mago y al pastor:
“gócense y alégrense en la misericordia del
Señor,
que en Belén de Judá nos ha nacido un Salvador”.
Como la luz atraviesa
el cristal, así fue como nació,
el Niño Dios que, a su
Madre, intacta Virgen preservó,
que por milagro de su
Hijo no hubo de conocer varón,
y por amor de su
corazón nunca pecado cometió.
Por su divina
voluntad, el Señor escogió
tomar sobre sus
hombros a todo pecador
para borrar de una vez
a la muerte y al dolor
y hacer triunfar el
amor que en el pesebre se vertió.
Y ser, para todos,
vida, guía, sustento,
agua fresca, luz del
sol, alimento,
consuelo, paz,
alegría, contento,
esperanza, anhelo,
amor fraterno,
promesa de salvación y
puerta del Cielo eterno.

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