martes, 1 de diciembre de 2015

Hace 75 años. 29 de noviembre de 1940. Segunda Guerra Mundial

Hace 75 años

29 de noviembre de 1940
Segunda Guerra Mundial

El 23 de noviembre, Rumania firma el Pacto Tripartito. Al día siguiente, se repite la ceremonia con Eslovaquia. Es la tragedia de Europa Central, acorralada entre la tiranía nazi y la tiranía comunista. Occidente no supo auxiliarlos a tiempo, con valentía, y ahora, desde Londres, se ve con pesar cómo media Europa cae en una época de oscuridad sin precedentes en la historia continental. Las tinieblas no se irán sino hasta 1990.

La “Luftwaffe” y la “RAF” prosiguen su épica batalla sobre los cielos de Europa. El 29 de noviembre, Liverpool es masivamente bombardeada y el día 30, Southampton recibe el primero de dos grandes ataques nocturnos consecutivos, que causarían enormes pérdidas a la infraestructura y a la aviación británica. Las pérdidas de los alemanes, sin embargo, se vuelven cada vez mayores y no parece que la campaña aérea esté convenciendo al pueblo británico, al Rey Jorge VI o a Winston Churchill de negociar la paz con Hitler.

El 25 de noviembre, la Unión Soviética presenta los términos en que aceptaría unirse oficialmente al “Eje Roma-Berlín-Tokio”. Dichos términos incluyen grandes ganancias territoriales para Stalin. Las demandas de Moscú son intencionadamente exorbitantes, a sabiendas de que Hitler las rechazará. Stalin no tiene interés en firmar alianzas formales con nadie, por el momento. En realidad, la única alianza formal de los comunistas es consigo mismos. El “país de los soviets” lleva años preparándose para la guerra y, en sus cuarteles generales y salas de mapas, los altos mandos del Ejército Rojo han ideado planes para ir a la guerra casi con todo el mundo.

El plan original de la guerra para la que se estaba preparando Stalin consideraba a Gran Bretaña como principal enemigo, seguramente apoyada por Francia, en caso de que la poderosa izquierda francesa no consiguiera desmarcar a su gobierno de ir a la guerra contra el “paraíso socialista.” Una serie de documentos, estudiados principalmente por Viktor Suvorov y Mark Solonin, entre otros, han develado que la Unión Soviética decidió apoyar a Alemania al comienzo de la Segunda Guerra Mundial porque, a juicio de Stalin, los alemanes parecían como el bando más débil y susceptible, por tanto de ser derrotado con rapidez por las fuerzas combinadas del poderoso Ejército Francés y de la poderosa Marina Británica. El estallido de la guerra en 1939 era sólo una nueva oportunidad para aprovechar las “contradicciones entre las sociedades capitalistas”, sacar partido de sus torpes rivalidades y avanzar luego sobre las cenizas de una Europa devastada, cuyas cenicientas ruinas caerían como fruta madura en el regazo de Iosif Stalin y Cía.

La industrialización forzada, las grandes hambrunas surgidas de la colectivización agrícola, las purgas del decenio de 1930, el asesinato de millones, los campos de trabajos forzados, la persecución genocida de pueblos enteros, en fin, todas las horrendas facetas de la tiranía marxista apuntaban al mismo objetivo de convertir a la vieja Rusia en un gigantesco cuartel del socialismo, desde donde saldrían los imparables soldados de Stalin a conquistar el mundo para la dictadura global del proletariado, partiendo por Europa.

El 5 de marzo de 1940, un alto oficial de la NKVD (transliteración de la sigla rusa de “Comisariado del Pueblo para los Asuntos Internos”), la siniestra policía represiva de Stalin, de apellido Osetrov, enviaba un memorándum de queja a Kliment Voroshilov, Comisario del Pueblo para la Defensa. En el memorándumn, el camarada Osetrov se quejaba de la imprudencia de un tal general Kalinin, comandante de las fuerzas del distrito militar de Siberia, quien había pronunciado un discurso el 31 de enero de ese mismo año, afirmando la inevitabilidad de una “guerra mayor en la primavera de 1940, una guerra en la cual la Unión Soviética estará aliada con Alemania, Japón e Italia, contra la alianza anglo-francesa.” A pesar de las quejas de Osetrov, sobre la falta de tacto político del general Kalinin, este último no sólo no fue castigado, sino que siguió al mando de su distrito y pronto fue ascendido a teniente general. El alto mando naval soviético también se preparaba para la guerra con Occidente. En un documento fechado no antes de marzo de 1940, el mando de la Fuerza Aérea de la Flota del Mar Negro indicaba que “el posible enemigo es: Inglaterra, Francia, Rumania y Turquía. Las tareas de la Fuerza Aérea son: atacar blancos en aguas del Mar de Mármara y el Bósforo, y sembrar barreras de minas en el Bósforo.” Los documentos preparados por el cuerpo aéreo del Ejército Rojo señalaban como blancos militares-industriales a una serie de locaciones en colonias o en territorios con influencia británica o francesa: Turquía, Irán, Afganistán, Irak, Siria, Palestina, Egipto e India. El 10 de julio de 1940, el contraalmirante Nesvitskiy, comandante de escuadrón de la Flota del Mar Báltico, elevó un memo proponiendo “resolver la cuestión de la existencia independiente de Suecia y Finlandia para beneficio de la Unión Soviética y convertir el Mar Báltico en un mar interior.” Los planes de desarrollo naval también son significativos. En 1938, se decidió construir, en el plazo de 10 años, 15 acorazados, 35 cruceros pesados, 20 cruceros ligeros y 145 destructores. El programa fue más tarde recortado a “sólo” 6 acorazados, 21 cruceros ligeros y 98 destructores, a ser completados en un plazo de siete años. Estas fuerzas navales no podían tener otro enemigo en mente que no fuera la poderosa “Royal Navy”, apoyada por la “Marine Nationale” de Francia. Al estallar la guerra en 1939, Gran Bretaña tenía 58 submarinos, Alemania tenía 57, Italia tenía 68 y Japón tenía 63. La Unión Soviética, una potencia tradicionalmente continental, al ser atacada en junio de 1941, poseía una impresionante fuerza de submarinos que alineaba 267 unidades ¿Quién, si no Gran Bretaña, podía ser el enemigo a ser hostigado con semejante flota de sumergibles?

Otro indicativo del delirio de conquista estalinista se refleja en los tanques. Alemania reunió poco más de 3.000 tanques para conquistar Francia, Holanda, Bélgica y Luxemburgo, quienes serían apoyados por el Cuerpo Expedicionario Británico. Según documentos del Archivo Central del Ministerio de Defensa de Rusia, en junio de 1941, la Unión Soviética disponía, en los cinco distritos militares fronterizos que miraban hacia el territorio conquistador por los nazis, de 12.782 tanques. Un número importante de los blindados soviéticos estaba representado por los potentes “T-34” y “KV-1”, los más poderosos de su tiempo, para los cuales Alemania no tenía rival, tal como comprobarían cruelmente las tropas de la “Wehrmacht” cuando se dieran cuenta de que eran casi inexpugnables para su armamento antiblindaje. El resto de los tanques eran modelos más ligeros y antiguos, como los “T-26”, los “BT-5” y los “BT-7” que, no obstante, habían probado ser excelentes en su categoría, siempre que fueron desplegados en los campos de batalla. Durante la Guerra Civil Española, los “Panzer I” alemanes y los “carro veloce” italianos, operados por los “nacionales”, no tenían esperanza al luchar frontalmente contra los T-26, operados por los “republicanos”, que eran vencidos sólo gracias a que los oficiales profesionales españoles, en su gran mayoría, se plegaron a la sublevación, mientras que las unidades republicanas a menudo eran lideradas por jefes políticamente entusiastas, pero tácticamente legos. Los BT también lucharon en España, pero sus mayores hazañas se vieron en mayo de 1939, en el abrasador desierto de Mongolia, donde derrotaron completamente a las tropas japonesas, en la breve guerra fronteriza que enfrentó al Imperio Japonés con la Unión Soviética. En suma, los soviéticos llevaban años preparando una fuerza de tanques sin rival, lista para saltar sobre Europa apenas Stalin diera la orden.

Para fines de 1940, con Francia derrotada y con el Ejército Alemán revelado como el más poderoso del mundo, los planes de Stalin habían variado, de modo que ya se alistaba para atacar a Hitler, con la esperanza de adelantarse a la jugada, antes de que Hitler lo atacase a él. Pero incluso si no conseguía dar el primer golpe, el líder soviético descansaba tranquilo en la abrumadora superioridad numérica y tecnológica de sus fuerzas armadas. Lo que no había calculado era hasta qué punto los hombres y mujeres de la Unión Soviética estaban dispuestos a luchar por el Partido Comunista y por su jefe. La campaña contra la pequeña Finlandia, a la que costó tanto doblegar, luego de humillantes derrotas para los comunistas, debió poner en guardia a Stalin, pero éste, encerrado en la lógica de su megalomanía y su régimen de terror, no sacó mayores lecciones de la llamada “Guerra de Invierno”. Las consecuencias para la “Patria de los Trabajadores” serían trágicas.

Abajo, un póster propagandístico de 1935, que muestra a Stalin y Voroshilov saludando una gigantesca parada militar. En el pie de la imagen, se lee, “larga vida al Ejército Rojo de los Trabajadores y los Campesinos – Leales guardias de las fronteras soviéticas”.

Imagen tomada de http://thehollowearthinsider.com/blog/wp-content/uploads/2013/07/Russan-Parade-Poster-CREDIT-Gustav-Klutsis-SOURCE-Wikipedia-Public-Domain-203x300.jpg

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