Hace 75 años. 25 de octubre de 1940. Segunda Guerra Mundial
Hace 75 años
25 de octubre de 1940
Segunda Guerra Mundial
Los ejércitos enemigos del Eje y del
Imperio Británico, por el momento, están demasiado lejos para
enfrentarse. Sólo están en contacto en África donde, sin embargo,
italianos y británicos están en un tenso compás de espera. Pero
con las fuerzas aéreas, capaces de sobrevolar mares y cordilleras,
las cosas son muy distintas. El 19 y el 20 de octubre de 1940, la
“Regia Aeronautica Italiana” bombardea El Cairo y Baréin. El
ataque sobre Baréin, donde operan instalaciones petroleras
británicas trabajadas por norteamericanos, puede considerarse como
uno de los mayores aciertos militares de los italianos. Cuatro
bombarderos “Savoia-Marchetti SM.82s” cubrieron la distancia
récord de 4.200 kilómetros en 15 horas, tomando completamente por
sorpresa a las defensas antiaéreas.
En otras latitudes, la guerra aérea
prosigue con diversa suerte. La Batalla de Inglaterra está perdida
para los alemanes, que ya decidieron posponer la invasión de las
islas indefinidamente. Los ataques, no obstante, continúan, y el 21
de octubre, Liverpool es nuevamente atacado: ya son doscientos los
bombardeos que ha sufrido la ciudad en lo que va corrido de la guerra. El 24,
los aparatos del “Corpo Aereo Italiano”, desplegado frente a
Inglaterra, atacan por primera vez el territorio británico. La
aviación italiana está, sin embargo, muy mal equipada para esta
campaña, en la que se quiso involucrar Mussolini más por razones
propagandísticas que militares. Los británicos, por su parte, están
recibiendo, pero también saben dar: el 25, Berlín y Hamburgo son
duramente bombardeadas.
El 23 de octubre, se produce la llamada
“Entrevista de Hendaya”, entre Hitler y el Jefe de Estado
Español, el “Caudillo” Francisco Franco, quien había recibido
abundante ayuda de las potencias del Eje durante la Guerra Civil en
que derrotó a los Republicanos. Hitler llegó a la entrevista
empeñado en conseguir que España entrara en la guerra,
para conseguir su ayuda en una eventual ocupación de Gibraltar, tan
vital para mantener las comunicaciones del Reino Unido con su
Imperio. El encuentro fue tenso y, al día siguiente, Franco entregó
a Hitler la respuesta, ofreciendo un vago compromiso de entrar en la
guerra, pero a cambio de peticiones tan exorbitantes que Franco
posiblemente sabía jamás serían aceptadas. Como buen militar de
carrera, a diferencia de Mussolini y del mismo Hitler, Franco sabía
que Alemania podía mantener la iniciativa durante un tiempo más,
pero que la victoria total sobre Gran Bretaña pasaba por neutralizar
a la “Royal Navy”, cosa que Alemania e Italia no estaban en
condiciones de conseguir.
A cambio de su ingreso en la guerra,
Franco exigía gran parte del Imperio Colonial Francés de África,
así como la expansión de la Guinea Española a costa del Camerún británico
y la recuperación de Gibraltar. Además exigía ayuda económica,
militar y alimentaria, que sería efectivamente indispensable para
poner a España en algo cercano a un pie de guerra, luego de las
destrucciones sufridas durante la sangrienta Guerra Civil de
1936-1939. Por otro lado, para los alemanes era complejo prometer la
entrega de territorios controlados por la Francia de Vichy, con la
que contaba Hitler para evitar que las extensas posesiones coloniales
francesas fueran usadas por Gran Bretaña contra el Eje. De hecho, al
día siguiente, Hitler se entrevistaría con Pétain, dando inicio a
la etapa de colaboración más estrecha entre el gobierno del
“Maréchal” y los nazis.
Gran Bretaña, dueña de los mares,
controló la llegada de suministros a España durante la guerra,
aumentando la crisis económica y alimentaria que enfrentaba el
régimen franquista. Los británicos se cuidaron, sin embargo, de
llegar hasta el extremo de ahogar a Franco que, desesperado, podía
echarse en brazos de Hitler y Mussolini. Churchill entendía que
arriesgar el ingreso de España en la guerra, incluso de una España
herida, significaba arriesgar la pérdida de Gibraltar y la pérdida
de Gibraltar podía comprometer seriamente la posición británica en
el Mediterráneo y el Medio Oriente, ya amenazada por Italia. El
residente de Downing Street comprendía también que el sistema
franquista era, a fin de cuentas, muy distinto al nazismo y
seguramente preferible a la tiranía estalinista que se habría instaurado en
España de haber vencido los “Rojos” en la Guerra Civil. Cuando
Alemania ya estaba vencida y llegaba la hora de reordenar Europa,
Churchill debió soportar muchas presiones de quienes deseaban
derribar a Franco, pero nunca permitió que el franquismo fuera
llevado al colapso, lo que habría causado posiblemente una nueva
guerra civil en la Península Ibérica, de insospechadas
consecuencias. El “Bull Dog” británico, en carta confidencial a
Anthony Eden, fechada en noviembre de 1944, resumía su posición
así: "No estoy más de acuerdo con el gobierno interno
de Rusia de lo que lo estoy con el de España, pero estoy seguro de
que preferiría vivir en España, más que en Rusia". Franco, en
el extremo, era un mal menor, nada más. En caso alguno, sería un
obstáculo para el restablecimiento de la democracia en Europa
Occidental.
En octubre de 1940 faltaba que “pasara mucha agua
bajo el puente” para poner a Alemania a la defensiva, pero Franco y
Churchill, dos líderes astutos, apostaban a que la victoria no sería
para Alemania en definitiva.
En la fotografía, Franco y Hitler sonríen para las
cámaras, disimulando las contradicciones de la tensa entrevista.

Etiquetas: Guerras Mundiales, Historia
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