Hace 100 años. 15 de noviembre de 1915. Primera Guerra Mundial
Hace 100 años
15 de noviembre de 1915
Primera Guerra Mundial
Desde el 10 de noviembre, el “Regio
Esercito Italiano” está empeñando la Cuarta Batalla del Isonzo. Puede parecer
absurda la fijación del alto mando italiano con un sector donde llegaron a cosechar
resultados magros en once batallas sucesivas. Sin embargo, no hay muchos
sectores en los Alpes que permitan el tránsito fácil de un ejército, sobre
todo, si viene desde el sur. Desde los tiempos de la Antigua Roma, siempre fue
ha sido más fácil invadir Italia desde el norte, que atacar desde “la bota”
cruzando el macizo alpino. Lo sabían los galos, los germanos y los comandantes
de las legiones romanas. Fue para evitar esos peligros y alejar los campos de
batalla de la fértil llanura padana que Julio César invadió las Galias y
Helvecia. Por desgracia, la Italia de 1915 tenía soldados tan valientes como
los legionarios romanos, pero no tenía ningún César que los dirigiera.
El 11 de noviembre, los británicos
inician su primer avance sobre Bagdad, capital de Irak y centro de la
dominación otomana del área. El frente del Medio Oriente es secundario, pero se
lucha con determinación y las potencias comprometen todos los recursos que
pueden en ese teatro de operaciones tan alejado de Europa. Así fue como Irak
—la vieja Mesopotamia— e Irán —el nombre dado a la antigua Persia por sus
habitantes— se convirtieron en sendos campos de batalla. Irak formaba aún parte
del Imperio Otomano cuando estalló la Gran Guerra y fue formalmente invadido
por las fuerzas de la Entente, especialmente con tropas reclutadas en los
dominios del Imperio Británico. La campaña iraquí fue larga y llena de
vicisitudes y cambios de fortuna, muy dependientes del flujo de suministros y
soldados que los británicos podían distraer de los frentes principales guerra,
para ser usados en este teatro de operaciones secundario.
En cuanto a Irán, al igual que la
mayoría de los reinos de Asia, llevaba largo tiempo teniendo que tolerar la
intromisión de las potencias europeas en sus asuntos internos y relaciones
exteriores. En 1907, se firmó la llamada “Entente Anglo-Rusa”, mediante la cual
Rusia y el Reino Unido resolvían una serie de disputas imperialistas, conocidas
como “El Gran Juego”. La Rusia Zarista y la Gran Bretaña Victoriana habían competido
ferozmente por el predominio mundial durante el siglo XIX, pero ahora se
convertían en aliados y, junto a Francia, conformaban uno de los bloques que,
en breve, protagonizarían la Primera Guerra Mundial. Una de las rivalidades que
resolvieron fue la que sostenían sobre Persia, donde lisa y llanamente se
repartieron sendas esferas de influencia: el norte para Rusia y el oeste del
país para los británicos. Rusos y británicos acordaban competir lealmente por
el control político y económico del resto de Persia. Durante mucho tiempo, Gran
Bretaña había temido la posibilidad de que un gran ejército venido desde Rusia
pudiera descender a través de la meseta irania o el Afganistán e invadir India,
la joya de la corona del Imperio Británico. Tras la estrepitosa derrota de
Rusia a manos de Japón en 1905, resultaba claro que los rusos eran incapaces de
amenazar el predominio británico en Asia. Alemania, en cambio, era un peligro
muy real y convenía a Londres, tanto como a Moscú, estar unidos para contener
las apetencias del Káiser Guillermo II.
Al estallar la Gran Guerra, Irán
intentó mantener la más estricta neutralidad, pero su ubicación estratégica se
lo impidió. Sus tres fronteras lo separaban del Imperio Ruso, del Imperio
Británico y del Imperio Otomano, que se convertiría en aliado del Imperio
Alemán, ya en guerra con los dos primeros. El gobierno del “Shah” Ahmad Kayar no
pudo evitar que los contendientes utilizaran el suelo iranio como campo de
batalla y que las tropas extranjeras siguieran ocupando parte del país incluso
luego de terminado el conflicto mundial en 1918. A la larga, la impotencia del
gobierno persa significó el final de la dinastía. En 1925, Ahmad fue derrocado
por Reza Pahlaví, quien consiguió convertirse en el nuevo Shah de Irán y fundar
la última dinastía imperial en gobernar el país. Dicha dinastía se mantendría
en el poder hasta que la “Revolución Islámica” del Ayatola Ruhollah Jomeini
acabó con la monarquía irania en 1979, casi 25 siglos después de que fuera
fundada por Ciro El Conquistador.
El 15 de noviembre de 1915, con el
ejército iraní incapaz de defender la soberanía de su país, las tropas rusas
avanzaban impunemente hacia Teherán, obligando a huir a los diplomáticos de los
Imperio Centrales acreditados ante la corte del Shah. Los sucesos de Irán nos
recuerdan lo mucho que la Gran Guerra afectó la vida de muchas naciones que,
por no estar cerca de los principales campos de batalla de Europa, a menudo
fueron ignorados por el periodismo de la época y por los historiadores
posteriores.
En la fotografía, tomada a fines
del siglo XIX o comienzos del siglo XX, aparecen miembros de la “Brigada Cosaca
Persa”. Era ésta una unidad de caballería formada siguiendo el modelo de las
unidades cosacas rusas del Cáucaso, que habían impresionado mucho a la corte
persa. Durante mucho tiempo, la Brigada Cosaca se contó entre las pocas
unidades militares efectivas con que contó el Shah de Persia, aunque sus
miembros fueron, al mismo tiempo, claves en los sucesivos derrocamientos y
entronizaciones de nuevos emperadores. De hecho, Reza Pahlaví inició su carrera
militar como simple soldado en la brigada y fue avanzando posiciones hasta
convertirse en general y tomar su mando, desde donde pasó a ocupar el
Ministerio de Defensa del Shah Ahmad, a quien sustituyó por un golpe de estado
en 1925.
Imagen tomada de http://shahrefarang.s3.amazonaws.com/wp-content/uploads/2012/02/Music-Band-Cossack_Brigade.jpg

Etiquetas: Guerras Mundiales, Historia
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home