domingo, 3 de enero de 2016

Hace 75 años. 3 de enero de 1941. Segunda Guerra Mundial

Hace 75 años

3 de enero de 1941
Segunda Guerra Mundial

En África y en los Balcanes es donde se aprecian los movimientos de tropas más importantes de los últimos días de 1940. En ambos frentes, las tropas italianas sufren severas derrotas, a manos de griegos y británicos, que anotan las primeras victorias en tierra que las tropas aliadas consiguen en la guerra. Al poco tiempo, los británicos y los griegos se verán en apuros de nuevo, pero es un antecedente importante para la política de Winston Churchill, que quiere mostrar al mundo que el Reino Unido dará la pelea al Eje siempre que tenga la oportunidad. Siguiendo la tónica, la “RAF” bombardea blancos en Alemania, con la misma convicción que usa la “Luftwaffe” para continuar los ataques aéreos sobre suelo británico.

El Imperio Británico ha pasado uno de sus años más difíciles. Para muchos analistas, la guerra sería corta y victoriosa para Gran Bretaña y Francia, que gozaban de superioridad aplastante en casi todos los aspectos materiales, partiendo por el control de las comunicaciones marítimas. Sin embargo, los líderes de Londres y París sufrieron una especie de parálisis al comienzo de la guerra, que les impidió tomar la iniciativa y sólo fueron reaccionando, siempre tarde, a las audaces movidas de los alemanes, de las que estos últimos siempre salieron fortalecidos, hasta conseguir sacar a Francia de la guerra y estar a punto de hacer lo mismo con el Imperio Británico, al que obligaron a empeñar una épica batalla aérea para mantener su independencia. Con el “Royal Army” derrotado y casi desarmado luego del desastre de la Batalla de Francia, sólo el heroísmo de un puñado de pilotos aliados evitó que el Reino Unido se sentara a la mesa de negociaciones con los nazis.

En el Mediterráneo, la posición británica no es mala. Italia está en retirada en los dos frentes donde ha atacado, pero resulta claro que el Reino Unido todavía necesita varios meses para volver a equipar tropas en cantidad y con armamento suficiente para obtener victorias decisivas, sobre todo, si cabe la posibilidad de que los italianos sean reforzados por alemanes, mucho mejor entrenados y motivados que las tropas italianas.

En el Atlántico, los últimos meses de 1940 han sido los mejores para la fuerza de submarinos alemana, que bate récords de toneladas hundidas una y otra vez. La posesión de la costa atlántica francesa, belga y holandesa da a los marinos alemanes una libertad de acción que podría inclinar la balanza de manera decisiva. Si las Islas Británicas no han sido llevadas a rendirse por inanición, ha sido sólo porque Alemania no ha tenido tiempo de construir submarinos en cantidad suficiente. El almirante Karl Dönitz, “Befehlshaber der Unterseeboote” (“Comandante de los Submarinos”) estimaba que con una flota de 300 submarinos modernos, sería capaz de ganar la Batalla del Atlántico. Sin embargo, estaba lejos de ese número de unidades al terminar 1940. De todos modos, sus capitanes se las arreglaban para inquietar a la “Royal Navy” lo suficiente como para forzar al gobierno británico a ceder una serie de bases en todo el mundo a cambio de la cesión de cincuenta antiguos destructores norteramericanos, en el llamado “Acuerdo de Destructores por Bases”, firmado en el pasado mes de septiembre.

Sólo el Oriente y el Pacífico parecen ser escenario de la indisputada supremacía británica. Desde mediados del siglo XIX, el Imperio Británico ha sido la potencia dominadora del Asia Oriental, convirtiendo el Océano Índico en un lago inglés. En el Pacífico, en tanto, ha debido coexistir con otras potencias coloniales europeas, especialmente Holanda, Francia, España, Portugal y Estados Unidos; pero la verdadera amenaza provendrá desde el Japón, que se ha preparado durante años para la gran campaña naval que consolide un gran Imperio Japonés en el Pacífico y definitivamente elimine la influencia europea sobre los pueblos asiáticos. Con sus recursos muy exigidos, el inicio de 1941 verá la presencia naval británica en el Pacífico reducida a un peligroso mínimo. No obstante, Londres contaba con unir sus escasas unidades en el área con la potente flota estadounidense del Pacífico, cuando finalmente Japón renunciara a la diplomacia y atacara a los norteamericanos. Pero el tiempo y el ataque a Pearl Harbor probarían que la estrategia británica en el extremo oriente era muy arriesgada.

Abajo, la portada del “Daily Mail” londinense del 31 de diciembre de 1940, último día del año, tomada durante el devastador ataque de la noche del 29 al 30. En el centro del humo y la destrucción, la cúpula de la Catedral de San Pablo, una imagen que se volvió icónica de la Batalla de Inglaterra.




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