domingo, 17 de abril de 2016

Hace 100 años. 17 de abril de 1916. Primera Guerra Mundial

Hace 100 años

17 de abril de 1916
Primera Guerra Mundial

El 11 de abril de 1916, tropas portuguesas ocupan Kionga, en el África Oriental Alemana. En guerra con Alemania desde hace algunas semanas, Portugal se enfrenta a su nuevo enemigo, en primer lugar, en las colonias africanas. Fue en el continente negro donde ocurrieron muchos de los incidentes que condujeron al ingreso de los lusos en la guerra, aunque es sabido que la vieja alianza británico-portuguesa también pesó.

El 14 de abril, aparatos del Real Servicio Aeronaval británico atacan objetivos en Constantinopla y Adrianópolis, en el territorio europeo del Imperio Otomano. Durante esta guerra, los aviones sólo ensayarán una parte del inmenso poder destructivo que llegarían a desplegar contra las poblaciones civiles en la contienda siguiente.

El 17 de abril, termina la Batalla de Trebisonda victoriosamente para los rusos, que arrebatan el control de la ciudad a sus defensores turcos. 1916 presenciará una cierta recuperación de Rusia que no alcanzará, sin embargo, para evitar los desastres de 1917.

El destino de la guerra, de Europa y del mundo descansa sobre el desenlace del Frente Occidental. Los demás frentes son secundarios y son la periferia de lo que ocurre en el norte de Francia y el sur de Bélgica, donde chocan los ejércitos de tres potencias mundiales: Alemania, Gran Bretaña y Francia. Esta última tiene la particularidad de ser la única de las tres cuyo territorio fue campo de batalla para las tropas de tierra y que fue parcialmente ocupado por sus enemigos alemanes.

Como todos los países involucrados en la Gran Guerra, ésta constituyó un gran desafío para la organización económica francesa. A la carencia de trabajadores enviados al frente y la necesidad de emplear a las mujeres en la producción, se unió el golpe que supuso para la producción nacional el hecho de perder el control de los recursos económicos existentes en los departamentos ocupados por Alemania durante los primeros meses de lucha y de los que no sería expulsada sino hasta el armisticio final de 1918. La línea resultante del frente significó separar a Francia de una parte de sus zonas industriales. Al comienzo de la guerra y durante las batallas más decisivas, los arsenales simplemente no conseguían satisfacer la demanda de material de guerra, de modo que grandes fábricas fueron levantadas casi de la nada, como la Citroën, en París. Muchas otras empresas adaptaron su producción para el esfuerzo bélico. Así, en Lyon, Gillet se convirtió en el principal proveedor de gas, especialmente gas mostaza; además de producir los camiones para el ejército, Berliet llegó a fabricar tanques Renault y, en Clermont-Ferrand, Michelin fue capaz de producir aviones de guerra. En agosto de 1914, los trabajadores de la industria armamentística francesa alcanzaban un número aproximado de 50.000 personas. Al terminar la contienda, la industria de armamentos empleaba 1.700.000 franceses, incluyendo 420.000 mujeres y un número difícil de determinar de menores de edad, obligados a entrar tempranamente en el mundo del trabajo, como una manera de contribuir al sustento de sus familias, perjudicadas por la lejanía o muerte de los padres que, hasta antes de ser enviados a la carnicería, constituían el sostén económico de los hogares.

Si, en 1914, el desempleo era uno de los grandes problemas nacionales, durante el desarrollo del conflicto el problema fue la escasez de mano de obra, incluso luego de la masiva inclusión femenina en una serie de campos considerados privativos de los varones hasta 1914. La llamada “Ley Dalbiez”, introducida en agosto de 1915, permitió la destinación de algunos hombres al trabajo dentro del país y lejos del frente, cuando se estimare que así serían más útiles para el empeño bélico. Además de los exceptuados del servicio en el frente, las mujeres y los niños, se estima que unos 200.000 obreros venidos desde las colonias fueron llevados a trabajar a la Francia metropolitana, a través el Servicio de Organización de Trabajadores Coloniales (“Service de l’Organisation des Travailleurs Coloniaux”) y de algunas otras vías por las que cientos de miles llegaron a colaborar con el esfuerzo francés en las distintas actividades económicas de la nación.

Hubo otros campos, además de la economía y el empleo, en que la guerra se dejó sentir en el frente doméstico. La espantosa carnicería de los distintos frentes —especialmente de las trincheras del norte de Francia— provocó la intrusión del luto en todos los ámbitos de la vida civil. El lazo que más fuertemente vinculaba a la Francia alejada del frente con la Francia movilizada y la Francia ocupada era el ser todas parte de una comunidad unida en torno a los sentimientos de luto y dolor. La muerte se dejaba sentir por todas partes y, desde el comienzo mismo de la guerra, los orfanatos y otras instituciones de beneficencia afines tuvieron que multiplicar sus actividades.

En la fotografía, una imagen que pocos esperaban presenciar antes de 1914: una mujer soldando munición de artillería en una planta francesa.





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