sábado, 2 de abril de 2016

Hace 100 años. 3 de abril de 1916. Primera Guerra Mundial

Hace 100 años
3 de abril de 1916
Primera Guerra Mundial

El 30 de marzo de 1916, es hundido el “Portugal”, un barco hospital ruso que navegaba por el Mar Negro, a la altura de Rizeh, frente a la costa turca. El “Portugal” había sido enviado a recoger heridos del Ejército Ruso, luego de la captura de Erzerum por parte de las fuerzas zaristas que actuaban en el frente armenio. Hallándose en mitad de una operación de recogida de heridos, usando balsas para llevar a los hombres hasta la nave, la tripulación divisó un periscopio, según el relato de testigos del hecho. Al estar protegido por el derecho internacional, el barco no intentó acciones evasivas. El periscopio, que presuntamente correspondía al submarino alemán “SMU-33”, se acercó al “Portugal” y disparó un torpedo sin previo aviso, que falló el blanco. En un segundo intento, el torpedo dio justo en medio de la embarcación, que se partió en dos y se hundió rápidamente. Fueron 115 las víctimas fatales del hundimiento. El gobierno turco, sin embargo, siempre sostuvo que el hundimiento se produjo por el impacto de una mina y no por el ataque de un submarino alemán a las órdenes del Sultanato.

El 31 de marzo, el dirigible alemán “L-15”, comandado por el capitán Joachim Breithaupt, es alcanzado por fuego antiaéreo mientras volaba sobre Inglaterra, en una misión de bombardeo. Con cuatro de sus celdas de gas destruidas, la aeronave empezó a perder altura y cayó al mar antes de poder poner rumbo hacia el continente. Sólo un miembro de la tripulación sobrevivió. A medida que pasaba el tiempo, los aviones de combate y la artillería antiaérea fueron mejorando, haciendo cada vez más vulnerables a los “zepelines”. En general, las tripulaciones de los dirigibles consideraban que la mejor defensa consistía en ganar altura lo más rápido posible, cosa que no siempre se conseguía a tiempo, como pudo comprobar la tripulación del “L-15”.

La Batalla de Verdún, tan cuidadosamente planificada por el alto mando alemán, se complica para los atacantes. Las bajas son alarmantes para los dos bandos, pero los alemanes tienen menos reservas que sus adversarios. Lo último que Alemania necesita es que las batallas se alarguen. Francia y Gran Bretaña, en cambio, tienen el tiempo a favor, dueñas de los océanos y conectadas con sus imperios coloniales, que cubren gran parte de la superficie terrestre. Von Falkenhayn, Jefe del Estado Mayor Alemán, considera la posibilidad de retirarse, pero el honor del Ejército, del Káiser y del “Reich” están en juego. Verdún fue elegido como objetivo, no sólo por hallarse en una saliente del frente, sino también por la gran carga simbólica que contiene. La antigua ciudad francesa de Verdún fue una de las últimas en rendirse a los prusianos en la humillante derrota de 1870. Desde entonces, se había convertido en uno de los sectores más fortificados de la frontera con Alemania. Los generales alemanes sabían que la captura de Verdún sería un rudo golpe a la moral francesa, que obligaría a los mandos franceses a empeñar todos los recursos disponibles en su recuperación.

Sorprendidos al comienzo, una vez que la batalla se hubo desatado, los franceses estaban sometidos a constantes bombardeos de la artillería y carecían de suficientes vías de comunicación que alcanzaran la “Région Fortifiée de Verdun” (“RFV”, “Región Fortificada de Verdún”). Todo el esfuerzo logístico necesario para contener la ofensiva germana dependió de un solo camino de siete metros de ancho. Apenas tomó el mando de la batalla, el general Henri Philippe Pétain fijó como prioridad mantener la vía abierta y lo más expedita posible. Numerosa tropa fue puesta a trabajar en el mejoramiento y mantenimiento de la ruta, mientras que una flota de más de 3.000 camiones fue destinada al transporte de abastecimientos. Transcurrida la primersa semana de la batalla, en febrero de 1916, 190.000 soldados franceses habían reforzado Verdún transitando el camino y 25.000 toneladas de municiones, comida, medicamentos y otros suministros habían sido llevados hasta el frente. Pétain también aprovechó el camino para rotar el equivalente de 40 divisiones, desde dentro y hacia fuera del sector de la batalla, durante los largos meses que duró la misma, lo que ayudó a mantener tropas siempre frescas en la línea de combate. El camino fue bautizado posteriormente como “La Voie Sacrée”, “La Vía Sagrada”, como una forma de resaltar lo relevante que resultó para la victoria francesa.

En la fotografía de abajo, se puede apreciar el incesante tránsito al que estuvo sometida “La Voie Sacrée” durante la decisiva Batalla de Verdún.





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