domingo, 19 de junio de 2016

Hace 100 años. 19 de junio de 1916. Primera Guerra Mundial



Hace 100 años
19 de junio de 1916
Primera Guerra Mundial

El 13 de junio de 1916, se puede dar por terminada la Batalla de Mont Sorrel, cerca de Ypres, en Bélgica. El resultado de la batalla es inconcluso. Los británicos renuncian a recuperar el terreno ganado por los alemanes en los últimos días, para enfocarse en la gran ofensiva que van a desencadenar en el Somme dentro de poco. A los alemanes no se les ha escapado la gigantesca acumulación de hombres y material, de modo que saben que algo grande se les viene encima.

En los Alpes, Austria-Hungría ha tenido que trasladar gran parte de las fuerzas que mantiene contra Italia, para reforzar las fronteras orientales del Imperio, amenazadas por el avance ruso. El “Regio Esercito” consigue estabilizar el frente alpino, que se encontraba muy amenazado, pero el pobre desempeño militar de Italia causa la caída del gobierno de Antonio Salandra, que es reemplazado por Paolo Boselli en el cargo de Presidente del Consejo de Ministros.

En el Frente Oriental, la ofensiva de Brusilov parece imparable. Los rusos recapturan Bukovina y, si siguen así, pronto podrán amenazar el mismísimo corazón de Hungría. El Imperio Austrohúngaro es un estado rico, que puede comprar armas, pero no tiene capacidad parar reemplazar las bajas sufridas. Es difícil encontrar súbditos de Francisco José, en número suficiente, dispuestos a ofrendar su vida por la centenaria monarquía danubiana. Será cada vez más común que las tropas del multiétnico ejército de los Habsburgo se pasen al enemigo, en ocasiones en unidades completas. Son muchos los grupos nacionales que desean la independencia de Austria-Hungría y ven en la guerra una oportunidad para conseguirla.

El frente de Verdún está relativamente tranquilo en estos días, luego de la captura del Fuerte Vaux por parte de los alemanes y los infructuosos intentos de los franceses por recuperarlo. Es un respiro que los soldados de ambos bandos agradecen en lo que, en otros momentos, parece el infierno en la tierra. La vida del soldado en el frente de Verdún siempre es dura, pero cuando está a punto de desencadenarse una ofensiva del enemigo, es casi insoportable. La doctrina militar imperante en los ejércitos de la época establecía que todo ataque fuera precedido de un bombardeo de artillería, cuya finalidad sería ablandar las defensas enemigas, lo suficiente como para permitir a la propia infantería abrumarlas y penetrarlas. Se estima que un 70% de las casi 800.000 bajas de la Batalla de Verdún fueron causadas por la artillería. Sólo en la preparación artillera inicial, antes del asalto alemán de febrero de 1916, salieron 2.000.000 de proyectiles desde la boca de los cañones del “Reichswehr”. En los diez meses que duró la batalla, ambos bandos dispararon alrededor de 50.000.000 de bombas de artillería. El rugido de las andanadas podía escucharse a 150 kilómetros de distancia. Los afortunados que sobrevivían sin heridas visibles, a menudo sufrían severas secuelas sicológicas. Un oficial francés escribió: “llegué allá con 175 hombres. Me fui con 34, varios medio locos… que ya ni siquiera respondían cuando les hablaba.” Otro soldado francés dejó el siguiente testimonio de los efectos de la artillería alemana: “los hombres eran aplastados, cortados en dos o partidos por la mitad de arriba abajo; pulverizados, con las vísceras desgarradas hacia fuera; los cráneos forzados hacia dentro del pecho, como aplastados por un garrote.”

“Morir por una bala parece nada —decía otro ‘poilu’—; partes de nuestro ser seguirán intactas. Pero ser desmembrado, destrozado en pedazos, reducido a una mancha, éste es el miedo que la carne no puede soportar y que es fundamentalmente el gran sufrimiento causado por el bombardeo.” Y otro soldado anónimo mediaba que “el infierno no puede ser tan terrible como esto. La humanidad está loca; debe estar loca, para hacer lo que está haciendo.” Hasta el veterano general Petáin dejó plasmada la compasión que sentía por sus soldados: “cuando vienen saliendo de la batalla, qué triste visión son. Sus expresiones parecen congeladas por el terror, hundidos bajo el peso de horrible recuerdos.”

Abajo, una inusual fotografía en colores que muestras los efectos del fuego de artillería sobre el poblado de Verdún.



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