Hace 100 años. 5 de junio de 1916. Primera Guerra Mundial
Hace 100 años
5 de junio de 1916
Primera Guerra Mundial
En la mañana del 2 de junio de 1916, los alemanes lanzan un ataque en la
zona de Ypres, Bélgica, que será conocido como Batalla del Monte Sorrel. El
mando alemán se había dado cuenta de la concentración de medios y hombres
implementada por los británicos, que se preparaban para su próxima ofensiva en
el río Somme y decidió distraer los esfuerzos británicos en un ataque que, sin
embargo, sólo tuvo un alcance local, dado que la mayoría de los recursos
alemanes del Frente Occidental estaban siendo destinados a la Batalla de
Verdún, en desarrollo desde febrero de 1916. Frente a los atacantes alemanes en
Mont Sorrel, estaban las fuerzas del Cuerpo Canadiense, que fue sorprendido en
mal pie, mientras sus jefes planificaban su propio asalto sobre lo que
consideraban una peligrosa posición alemana. En el primer día de ataque,
mientras realizaban una inspección del frente, dos generales canadienses se
convirtieron en bajas, el general Malcolm Mercer, comandante de la 3ª División,
y el general Arthur Williams, jefe de la 8ª Brigada. El primero, gravemente
herido por el fuego artillero alemán, murió al día siguiente, 3 de junio. La
misma artillería preparatoria del asalto alemán hirió al general Williams, que
cayó prisionero. El bombardeo fue tan intenso, que las unidades adelantadas de
reconocimiento sufrieron un 90% de bajas en esa jornada. La lucha en el Monte
Sorrel se prolongó por casi dos semanas, sin resultado concluyente.
El mismo día 2 de junio, los alemanes asaltan el Fuerte Vaux, en Verdún.
Se convertiría en el segundo fuerte en caer en manos alemanas, luego de la
caída de Douaumont, al comienzo de la batalla. A diferencia de este último,
Vaux cayó luego de dura resistencia de parte de los franceses, que esperaban
listo al enemigo, a diferencia de lo ocurrido en la captura del Fuerte
Douaumont. Antes del asalto, el fuerte fue sometido a un intenso bombardeo
artillero que dañó la superestructura, pero no consiguió causar efecto en el
interior de la fortificación, que siguió dando cobijo a la guarnición de 600
“poilus”. Tropas especiales alemanas obligaron a los franceses a retirarse al
interior del fuerte, desde donde siguieron la lucha con notable heroísmo. El
comandante del fuerte, mayor Sylvain-Eugene Raynal solicitó a sus jefes, el día
5 de junio, que la artillería francesa bombardeara el fuerte, pues la parte
superior del mismo estaba ocupada por los alemanes y, si éstos recibían fuego
artillero, tal vez una parte de la guarnición podría retirarse. Con el correr
de los días, la situación de los franceses en Fuerte Vaux se haría desesperada.
En el frente alpino, la situación italiana es compleja en los últimos
días de mayo. La ofensiva austrohúngara en el Trentino, lanzada el 15 de mayo,
ha puesto en serios aprietos al “Regio Esercito”, que cede en su centro y
permite a los austriacos llegar a la llanura veneciana, a sólo 30 kilómetros de
Vicenza. Al llegar junio, toda la línea italiana corre el riesgo de ser
flanqueada. El Jefe del Estado Mayor del “Regio Esercito”, general Luigi
Cadorna, dispone el envío de refuerzos a las fuerzas comprometidas, pero la
situación sigue siendo crítica. Todo cambia el 4 de junio, cuando los rusos
lanzan una gran ofensiva en el Frente Oriental, que viene a aliviar la presión
sobre Italia y obliga a los austriacos a retirar una parte considerable de sus
tropas desde los Alpes y trasladarlas hasta el este, para frenar a los rusos.
Este nuevo movimiento de los rusos es conocido como la “Ofensiva de
Brusilov”, por el general ruso que la gestó, Aleksei Brusilov. Bajo el acuerdo
de Chantilly, de diciembre de 1915, las potencias de la Entente se habían
comprometido a lanzar ofensivas coordinadas desde los tres frentes europeos en
contra de los Imperios Centrales. Con el Ejército Francés desangrándose en la
cruenta Batalla de Verdún, París imprimió aún más urgencia a sus aliados, para
que aliviaran algo de la enorme presión que los alemanes estaban haciendo
sentir a sus tropas. En marzo de 1916, los rusos habían lanzado una ofensiva en
el Lago Naroch, en Bielorrusia, que no alcanzó ningún objetivo relevante y, en
cambio, costó muchas bajas al ya golpeado ejército del Zar. Para mayo, el
general Brusilov ideó un masivo ataque a lo largo del frente de Galitzia, con el
triple propósito de aliviar en algo la presión ejercida por los Imperios
Centrales sobre Francia, Gran Bretaña e Italia y, de ser posible, dar a
Austria-Hungría un golpe lo bastante duro como para sacarla de la guerra de una
vez por todas. Como los austriacos estaban muy comprometidos con su propia
ofensiva en los Alpes, los rusos disfrutaron de una superioridad numérica
considerable al comienzo de la operación.
El general Brusilov lanzó su ofensiva el 4 de junio de 1916. En vez de
montar un bombardeo artillero de varias horas o incluso días, como se había
hecho hasta entonces en todas las ofensivas montadas por todos los bandos en
guerra, la artillería rusa realizó una preparación artillera relativamente
breve, pero bien planificada y precisa, de modo que consiguió comprometer las
defensas austrohúngaras, que luego fueron penetradas en varios puntos por
tropas especialmente encuadradas en unidades de asalto, que abrían brechas en
el frente, para que pudieran ser explotadas por el resto del ejército atacante.
El comienzo de la ofensiva fue muy prometedor para los rusos y dio a los
austriacos un golpe del que nunca se recuperaron, pero no consiguió sacarlos de
la guerra. Por el momento, ni Rusia en Galitzia, ni Austria-Hungría en los
Alpes, conseguirían la victoria decisiva que permitiera salvar sus respectivos
imperios.
En los días 31 de mayo y 1 de junio de 1916, se desarrolla la Batalla de
Jutlandia, que pasaría a la historia como la mayor batalla entre acorazados
tipo “dreadnought” de la historia y el único encuentro naval a gran escala
entre grandes unidades de superficie durante la guerra. El almirante Reinhard
Scheer, comandante de la Flota de Alta Mar alemana (“Hochseeflotte”), sabía que
no podía lisa y llanamente plantear una batalla mano a mano contra los buques
capitales de la “Royal Navy”. La Marina Alemana era muy poderosa, con 16
“dreadnought”, sólo superada por los 28 que podía alinear la “Home Fleet”
británica, una diferencia demasiado grande en contra de los germanos. De modo
que el propósito del almirantazgo alemán para la batalla era atraer una parte
de la flota británica hacia las unidades mayores alemanas, donde podrían ser
emboscadas y destruidas, consiguiendo reducir la diferencia numérica de
acorazados.
Diez submarinos alemanes fueron puestos en el Mar del Norte, para vigilar
al enemigo y para que atacaran a los buques ingleses que se dirigieran hacia
sus similares alemanes. Scheer esperaba que cualquier provocación hacia la
batalla le permitiría explotar la tendencia centenaria de los marinos ingleses
hacia el uso agresivo de sus naves, facilitando así la tarea de emboscar y
destruir una parte de sus formaciones.
Sin embargo, el plan alemán no pudo ser ejecutado como lo había
proyectado Scheer. La operación se retrasó, obligando a los submarinos alemanes
a volver a sus bases, luego de alcanzar el máximo de tiempo que podían estar
patrullando en el mar sin reabastecerse y sin empezar a sufrir desperfectos.
Los alemanes también esperaban usar sus dirigibles como medio de exploración,
pero el clima no permitió desplegarlos en apoyo de la flota. Además los
británicos eran capaces de descifrar los mensajes en clave de los alemanes, de
modo que se enteraron de antemano de un gran movimiento de las escuadras
alemanas y se prepararon en consecuencia.
Al iniciarse la operación, las primeras naves en llegar fueron los
cruceros de batalla del almirante británico David Beatty, que se encontraron
con los cruceros de batalla del almirante Franz Hipper. Este tipo de buques
tenía un poder de fuego similar a los “dreadnought”, pero eran construidos con
menos blindaje, para favorecer la velocidad. En el intercambio de disparos que
siguió, parece desprenderse que los alemanes supieron encontrar un punto de
equilibrio entre velocidad y protección que los británicos no pudieron hallar
en sus diseños, pues Beatty perdió tres cruceros de batalla en pocos minutos,
que se hundieron con enorme pérdida de vidas: el “Indefatigable”, el “Queen
Mary” y el “Princess Royal”. La situación era preocupante para los británicos,
que además pudieron contar, en esta parte inicial de la batalla, con el apoyo
de cuatro acorazados, que hicieron fuego desde el límite máximo de su rango,
sin poder inclinar la balanza a su favor.
Habiendo perdido tres buques capitales en tan poco tiempo, Beatty se
retiró hacia sus líneas, perseguido por los cruceros de batalla alemanes y por
la flota de acorazados germana, que se había sumado a la batalla. Los alemanes,
en ese momento, sin embargo, no sabían que se dirigían a toda máquina hacia los
28 “dreadnought” de la “Home Fleet” británica.
Al final, la batalla se prolongó hacia la noche, con los alemanes
percatándose de que su plan había fallado, pero con la satisfacción moral de
haber hundido más toneladas que los británicos, que perdieron dos cruceros
acorazados y ocho destructores, además de los tres cruceros de batalla perdidos
al inicio de la lucha. Los alemanes, en tanto, sufrieron el hundimiento de cuatro
cruceros ligeros, un acorazado “pre-dreadnought” y cinco destructores.
Tras llegar a la batalla con sus acorazados, el almirante John Jellicoe
hizo lo que pudo por evitar la retirada de la flota alemana hacia sus bases, de
modo de presentarle batalla, aprovechando la superioridad numérica de que
gozaba. Pero no tuvo éxito en su empeño y la “Hochseeflotte” siguió amenazando,
de manera presencial, el dominio naval británico, aunque sin aventurarse de
nuevo en grandes números hacia el océano.
Jutlandia fue la batalla naval más grande de la historia, con 249 buques
en batalla y más de 100.000 marinos a bordo de las flotas enfrentadas, 8.000 de
los cuales se convirtieron en bajas.
La fotografía muestra el severo daño sufrido por el crucero de batalla
alemán “SMS Seydlitz”. El “Seydlitz”, no obstante el castigo recibido por parte
de la artillería de los navíos británicos, se mantuvo hasta el final de la
batalla y, al cabo de pocos meses, estaba reparado y operativo.

Etiquetas: Guerras Mundiales, Historia
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