Hace 100 años. 29 de mayo de 1916. Primera Guerra Mundial
Hace 100 años
29 de mayo de 1916
Primera Guerra Mundial
El 23 de mayo de 1916, las tropas anglo-egipcias ocupan El Fasher,
capital del rebelde Sultanato de Darfur. El día anterior, 22 de mayo, el sultán
Alí Dinar había abandonado su capital, tras enterarse de la debacle de su
ejército en la Batalla de Beringia. De todos modos, Alí Dinar huyó a las
montañas, desde donde encabezó una guerrilla que resistió hasta fines de 1916.
Más al sur, una fuerza colonial británica irrumpe en el África Oriental
Alemana desde Rhodesia y Nyasalandia. Para el 27 de mayo, habrán ocupado Neu
Lagenburg, ya bien dentro de la colonia alemana, cuya porfiada resistencia
asombró a todo el mundo y distrajo considerables recursos de cuatro imperios
coloniales, obligados a sumar recursos para doblegar a los alemanes y sus
“askaris”.
En el Frente Occidental, los británicos intentan un contraataque en la
Cresta de Vimy, en uno de los puntos más comprometidos del sector del frente que
les toca defender. Los “Tommies” británicos defienden las trincheras de la
Entente entre Ypres, al sur de Bélgica, y el río Somme, que se haría famoso
dentro de pocas semanas, cuando los británicos desencadenen una gran batalla
que tomará el nombre del río en la historia. Los británicos, al no ver
resultados rápidos en Vimy, deciden dejar que los alemanes conserven el terreno
conquistado en los últimos días. Los alemanes no lo saben, pero este aparente
respiro es sólo una pausa que se toma la Entente para descargar un feroz golpe
en otra área.
En Verdún, el Segundo Imperio Alemán y la Tercera República Francesa
apuestan sus mejores cartas, en una batalla cuyo resultado, a estas alturas, es
más cosa de honor nacional que de relevancia estratégica. Hace poco que el
general Robert Nivelle ha recibido el mando del 2º Ejército Francés y no piensa
pasar a la posteridad como un jefe pasivo. A mediados de mayo, cursa órdenes para
que la 5ª División, del general Charles Mangin, ataque hacia el Fuerte
Douaumont. El fuerte era el mayor de cuantos formaban parte del imponente
dispositivo defensivo de Verdún. Sin embargo, al momento del ataque alemán de
febrero, casi no tenía guarnición y estaba en vías de ser desmantelado, de modo
que fue capturado por una pequeña partida de soldados alemanes, que apenas
superaba una compañía. El alto mando francés había juzgado erróneamente que los
fuertes eran inservibles ante la moderna artillería de sitio, luego de observar
cómo los morteros pesados alemanes habían hecho polvo muchos fuertes belgas en
el verano de 1914. El error de juicio de los generales franceses hizo un gran
servicio a los alemanes, que lo transformaron en una inexpugnable base de
operaciones, muy cerca de la línea del frente y que demostró que, bien
defendido, constituía un hueso duro de roer para los atacantes.
En mayo de 1916, pues, los franceses intentarían recapturarlo. Entre los
días 17 y 21 de mayo, cuatro morteros gigantes de 370 mm y 300 otras piezas de
artillería machacaron el fuerte que, no obstante el castigo, siguió siendo
operativo, aunque la guarnición alemana lo estaba pasando muy mal. A las 11.20
hrs. del 22 de mayo, el general Mangin ordenó a sus “poilus” pasar al asalto.
Al terminar el día, con mucho esfuerzo y sufriendo sensibles bajas, los
franceses habían conseguido penetrar en el fuerte y ocupaban aproximadamente la
mitad de las instalaciones. El mando francés quiso explotar la situación y
envió como refuerzo a la 34ª División que, no obstante, fue rechazada, dejando
aisladas a las fuerzas que habían penetrado el perímetro y que fueron obligadas
a rendirse. A los tres días de iniciado el ataque, el Fuerte Douaumont estaba
firmemente en manos alemanas y el frente de Verdún seguía más o menos igual que
antes de la intentona.
Entre los días 23 y 26 de abril de 1916, el llamado “Acuerdo Sykes-Picot”
se vuelve oficial, tras una seguidilla de notas diplomáticas intercambiadas
entre los gobiernos de Francia, Gran Bretaña y Rusia. Se trataba de un
protocolo secreto, donde se repartían las posesiones del Imperio Otomano entre
británicos y franceses, con una pequeña participación de Rusia en la zona del
Cáucaso, aunque a los rusos se les aseguraba el control de los estrechos que
unen el Mar Negro con el Mediterráneo, una de las más antiguas y persistentes
aspiraciones de la Rusia Zarista que podría sentirse, de alzarse la Entente con
la victoria, como auténtica heredera del Imperio Romano de Oriente. La
Revolución de 1917, sin embargo, determinaría sucesos muy distintos…
Las primeras negociaciones habían tenido lugar en noviembre de 1915. En
ese entonces, el Gobierno Francés estaba representado por François-Georges
Picot, un diplomático profesional con amplia experiencia en el Medio Oriente.
Su contraparte era la delegación británica, liderada por Sir Arthur Nicholson.
El 21 de diciembre, tuvo lugar una segunda ronda de negociaciones, con la parte
británica ahora representada por Sir Mark Sykes, un experto en el Levante. El
destino final de los territorios árabes del Imperio Turco yuxtaponía los
intereses no sólo de Francia y Gran Bretaña, sino también los de Rusia y, lo
que sería más importante a la larga, de los nacionalistas árabes y de los
sionistas judíos, a quienes se les habían hecho grandes promesas, incompatibles
entre sí y en cuya virtud movilizaron a sus grandes comunidades en apoyo de
Gran Bretaña.
El controversial acuerdo, negociado en el más estricto sigilo, partía en
dos mitades los territorios árabes controlados, hasta entonces, por el Gobierno
del Sultán. El Líbano, casi toda Galilea, Cilicia y la costa siria serían
controladas directamente por Francia. Hacia el este, se crearía un estado
árabe, puesto bajo la protección de París. Los británicos controlarían el sur
de Mesopotamia y el territorio alrededor de la bahía de Acre-Haifa, en el
Mediterráneo, con derecho a construir un ferrocarril desde el mar hasta Bagdad.
La zona situada al este del Jordán y el desierto de Neguev, al sur de la línea
que iba desde Gaza hasta el Mar Muerto, sería atribuida a un estado árabe bajo
protectorado de Londres. En el correspondiente mapa, la zona francesa se
denominaba “zona azul”, mientras que lo asignado a Gran Bretaña era llamado
“zona roja”. Al sur de la “zona azul” francesa, el sanjacado de Jerusalén
quedaría bajo administración internacional, en la llamada “zona café”.
Al producirse la Revolución Bolchevique de 1917, el nuevo gobierno de
Moscú quiso obtener reconocimiento de los compromisos contraídos por París y
Londres con sus predecesores, el asesinado Zar y su gobierno. Sin embargo, poco
inclinados hacia el bolchevismo, británicos y franceses respondieron tibiamente
a las exigencias de los revolucionarios rusos que decidieron hacer público el
acuerdo en desquite por el desaire. Fue un momento de suma vergüenza para Gran
Bretaña y Francia, que aparecían sumando kilómetros cuadrados a sus respectivos
imperios coloniales, sin participar a sus demás aliados europeos y, sobre todo,
traicionaban el deseo de las tribus árabes de unificarse en un gran estado, proyecto
que había sido apoyado públicamente por Gran Bretaña; además desconocían el
compromiso asumido con el movimiento judío internacional, al que se le había
prometido un hogar nacional en Tierra Santa, de ser destruido el Imperio
Turco-Otomano.
Aunque el acuerdo fue formalmente suprimido luego de acabar la guerra, el
Medio Oriente turco fue, de hecho, repartido entre británicos y franceses en su
mayor parte, bajo la forma legalmente más elegante del “mandato”. Para muchos
analistas, el arbitrario reparto de los territorios árabes a partir del Acuerdo
Sykes-Picot está en la base de los graves conflictos que aquejan, hasta hoy,
los volátiles territorios del “Creciente Fértil” y que, de cuando en cuando,
han hecho temblar la paz mundial hasta sus cimientos.
Serían las torpezas políticas de las potencias europeas —Francia y el Reino Unido principalmente—, y su falta
de tacto diplomático las causas de los interminables y peligrosos conflictos
del Medio Oriente. En todo caso, para mayo de 1916, la presa cuya piel estaba
siendo repartida en Londres y París todavía no había sido abatida por los
cazadores. En la fotografía, soldados austrohúngaros, aliados de los turcos, se
preparan para una inspección en Jerusalén, en algún momento de 1916.
Imagen tomada de http://s400910952.websitehome.co.uk/germancolonialuniforms/wiki/Austrian_troops_in_grounds_of_St._Paulus,_1916%20t.jpg

Etiquetas: Guerras Mundiales, Historia
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home