Hace 100 años. 10 de julio de 1916. Primera Guerra Mundial
10 de julio de 1916
Primera Guerra Mundial
El Ejército Británico carga, por estos días iniciales de julio, con el
mayor peso de la Batalla del Somme. Es apoyado por unidades francesas, pero
casi todo el esfuerzo de Francia está comprometido en la otra gran batalla del
Frente Occidental, que se desarrolla en Verdún. Fueron muchos quienes esperaron
que Verdún o el Somme significaran un resultado decisivo. A la larga, sin
embargo, sólo serán carnicerías que costarán miles de hombres en ambos bandos,
con un avance insignificante por parte de los atacantes.
En el Frente Oriental, los rusos presionan las líneas alemanas, durante
la llamada Batalla de Baranovichi. A pesar de estar en franca inferioridad
numérica, los alemanes mantienen el terreno y rechazan a los rusos, que sufren
grandes pérdidas. Un poco más al sur, el general Alexei Brusilov prosigue
cosechando éxitos en la que será recordada como la ofensiva mejor planificada y
ejecutada, de cuantas planteó el Ejército del Zar durante la guerra. Sin
embargo, el avance hacia el corazón de Hungría, sin un apoyo similar en el
flanco norte, aumenta los riesgos de los atacantes rusos, que podrían sufrir
una sorpresa desagradable si a los alemanes se les ocurre rodearlos por el
este.
El 9 de julio de 1916, llega hasta Baltimore, Maryland, Estados Unidos,
el submarino mercante alemán “Deutschland”. Se trataba del submarino más grande
construido hasta la fecha. La nave había dejado Bremerhaven 16 días antes,
hacia donde regresó el 2 de agosto. Era operado por la línea mercante alemana
“Norddeutscher Lloyd”. Fue uno de los siete submarinos de la clase U-151 que
fueron construidos y uno de los dos que fue usado como mercante. Sólo realizó
dos viajes comerciales; el segundo, en noviembre de 1916, nuevamente a Estados
Unidos. Cuando la guerra submarina sin restricciones aumentó las tensiones
diplomáticas con los norteamericanos, el alto mando alemán requisó la nave para
uso militar. El “Deutschland” pasó a ser designado como “U-155” y operó como
submarino de crucero, capaz de realizar patrullas a largas distancias, armado
con seis tubos de torpedo y dos piezas de artillería en cubierta.
El “Deutschland”, al igual que su gemelo, el “Bremen”, fue construido con
el propósito de burlar el bloqueo británico. El primer viaje del “Deutschland”
fue un éxito. Llegó hasta Estados Unidos con 125 toneladas de muy cotizados
tintes químicos, que se podían vender en varios cientos de dólares por libra.
Llevaba también algunos medicamentos producidos por los alemanes, especialmente
el “Salvarsan”, que había resultado muy efectivo para el tratamiento de la
sífilis, así como piedras preciosas y correo. Su carga estaba avaluada en 1,5
millones de dólares aproximadamente. Regresó a Alemania con varias toneladas de
materias primas muy importantes para el esfuerzo bélico alemán, como níquel,
estaño y caucho, todo avaluado en casi 18 millones de dólares, equivalente a
varias veces el costo de construcción de la nave. Los tripulantes, partiendo
por el capitán Paul König, fueron tratados como celebridades en Estados Unidos
y sus dos travesías fueron celebradas y calificadas como espectaculares por la
prensa. Eran una muestra de la inventiva y la vanguardia tecnológica,
características de la ingeniería alemana. Era indudable el golpe
propagandístico favorable para los alemanes, sin embargo, era difícil que unos
cuantos ingenios tecnológicos sumergibles fueran capaces de atenuar los
terribles efectos del bloqueo naval anglo-francés.
Desde el mismo inicio de la guerra, Gran Bretaña usó su poderosa marina
para presionar a los Imperios Centrales mediante la escasez de alimentos y
materias primas para su industria. La “Royal Navy” bloqueaba la entrada del Mar
del Norte y del Canal de la Mancha. Un bloqueo similar era mantenido en el
Adriático, contra Austria-Hungría, por parte de Francia, con ayuda británica y,
a partir de 1915, con asistencia también de la “Regia Marina” Italiana. Cuando
el Imperio Turco-Otomano y Bulgaria entraron en la guerra apoyando a los
Imperios Centrales, también fueron sometidos a bloqueo. En principio, el
tránsito quedaba abierto para las naves que enarbolaran banderas neutrales; sin
embargo, a medida que la guerra se alargaba, Gran Bretaña fue ampliando las
listas de productos considerados contrabando de guerra, de modo que, a partir
de inicios de 1915, casi todas las materias primas destinadas a los Imperios
Centrales eran requisadas. La política británica de bloqueo enturbió las
relaciones con los neutrales, en especial, Estados Unidos, ferviente defensor
de la libertad irrestricta para el comercio marítimo.
Alemania y Austria-Hungría eran economías ricas y altamente
industrializadas, de modo que pudieron desarrollar o adaptar sustitutos para
algunas materias primas críticas. Para Chile, el caso más conocido fue el
perfeccionamiento del salitre sintético, cuyo uso generalizado terminó dando al
traste con el lucrativo negocio del “oro blanco”, que tanto dinero había generado
y que tan mal había sido aprovechado para generar una estructura duradera de
desarrollo. Pero una cosa era encontrar un reemplazo químico para un componente
de explosivos y otra muy distinta era alimentar a la población y a los
ejércitos en campaña.
Resulta curioso constatar que, hasta antes de la guerra, ni Alemania, ni
el Imperio Austrohúngaro dependían de alimentos importados. En teoría, por
tanto, debieron ser capaces de alimentar a su ejército y su población, sin
importar lo que hiciera o dejara de hacer la “Royal Navy” frente a sus costas,
pero una mezcla de malos manejos, malas cosechas y falta de salitre (que era
usado como fertilizante, además de ser usado para fabricar explosivos), empeoró
la situación alimentaria de las dos potencias germánicas hasta mucho más allá
de lo esperado. Para el invierno de 1916, la desnutrición empezó a hacerse
común entre la población alemana, mientras que la escasez causó disturbios en
algunas áreas de Austria y degeneró en abierta hambruna a veces. El deseo de
revancha, así como la necesidad de disputar el dominio franco-británico de los
mares, empujaron al gobierno del Káiser a reponer la guerra submarina sin
restricciones, cuyo costo en vidas civiles enajenó toda la simpatía que pudiera
quedar en Estados Unidos hacia Alemania, que terminaría declarando la guerra al
“Reich” en abril de 1917. A la larga, la guerra submarina irrestricta acabó
sumando un poderoso enemigo a Alemania y, lejos de amainar, el bloqueo y sus
efectos se hicieron más agudos.
Abajo, una postal conmemorativa del arribo del “Deutschland” a Baltimore,
acompañado del remolcador “Timmins”. La tripulación alemana disfruta del
momento, alineada sobre la cubierta. A la izquierda, una foto del capitán Paul
König.
Imagen tomada de http://cdn.ghostsofdc.org/wp-content/uploads/sites/3/2013/09/27210954/5731433326_e5b5d8aeff_b.jpg

Etiquetas: Guerras Mundiales, Historia
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