Hace 100 años. 24 de julio de 1916. Primera Guerra Mundial
Hace 100 años
24 de julio de 1916
Primera Guerra Mundial
El 18 de julio de 1916, el Gobierno Británico ratifica los términos del
tratado firmado con Ibn Saud, Emir de Nejd. En ese momento, Ibn Saud era un
personaje secundario en el gran drama que se desarrollaba en los territorios
árabes controlados por los turcos. Por siglos, la Península Arábiga, donde el
emirato de Saud convivía con otros jefes tribales, fue un escenario poco
importante, desde el punto de vista político, en el concierto del mundo
árabe-musulmán en general. Si bien las ciudades santas de Medina y La Meca
estaban en el corazón de la península, durante siglos, el centro político del
mundo árabe y musulmán había estado en otras regiones, como Mesopotamia,
Persia, Siria, Egipto y, más recientemente, Turquía.
De entre los líderes regionales de la península, el más influyente era el
Jerife de La Meca, Husayn Ibn Alí, que fue quien se acercó a los británicos en
primer lugar e hizo el llamamiento a la rebelión árabe contra los turcos. Si
alguien podía esperar recompensas de una eventual destrucción del Imperio
Otomano, ése debía ser Husayn. Sin embargo, a la larga, el jerife sería
superado por Saud, que conseguiría el control casi completo de la Península
Arábiga a través de sucesivas campañas de conquista y hábiles maniobras diplomáticas,
que darían nacimiento a Arabia Saudita durante la posguerra.
En el Frente Oriental europeo, los rusos siguen al ataque, recuperando
algo del terreno perdido en 1914 y 1915. A mediados de julio, la suerte de los
ejércitos rusos es dispar. En el norte, las tropas que enfrentan a los
alemanes, mandadas por el general Alexei Evert hacen pocos progresos y sufren
muchas bajas, a pesar de contar con manifiesta superioridad en hombres y
material. En el sur, donde los rusos empujan al “Real e Imperial Ejército” de
Austria-Hungría, el competente general Alexei Brusilov continúa avanzando hacia
los Cárpatos. Su éxito convence a la “Stavka”, el Cuartel General Imperial Ruso,
de trasladar tropas desde el frente norte hacia su sector, una movida a la que
Brusilov se opone, porque sabe que un ejército demasiado grande sólo
significará embrollar las cosas. Brusilov no quiere más hombres; lo que quiere
son más suministros para los hombres que ya tiene, un encargo que los servicios
de intendencia no siempre consiguen de manera satisfactoria.
El teatro de operaciones del Este de Europa fue siempre escenario de una
guerra de movimiento, a diferencia de lo que ocurrió en el Frente Occidental,
donde la lucha se estancó en una larga línea de trincheras, pocas semanas
después de que se iniciara la guerra. Cada cierto tiempo, los estrategas
alemanes, franceses o británicos preparaban grandes ofensivas destinadas a dar
un golpe decisivo en el Oeste, que rompiera el frente enemigo o lo desgastara
tan decisivamente, que obligara a los líderes enemigos a sentarse a la mesa de
negociaciones. Desde luego, hubo muchas ofensivas de ese estilo, pero habría
que esperar hasta 1918 para que alguna tuviera un auténtico éxito. Las dos más
importantes de ese tipo de ofensivas, en el Somme y Verdún, están en desarrollo
en estos días de julio de 1916.
En Verdún, las cosas están en relativa calma. Alemanes y franceses
estuvieron disputándose el Fuerte Souville en la primera mitad de julio, con
alto número de bajas. El intento alemán por capturar la posición y los
contraataques franceses cambiaron poco la situación estratégica del frente de
Verdún, que sigue consumiendo miles de vidas, a veces, en grandes números,
cuando los altos mandos en pugna deciden lanzar algún ataque mayor. El resto
del tiempo, los ataques locales, las patrullas y las escaramuzas van cercenando
las vidas de los soldados en cantidades más pequeñas y, por lo mismo, menos
notorias. Pero la cuenta de cadáveres y heridos no hace otra cosa que subir:
para junio de 1916, Alemania y Francia han sufrido 200.000 y 185.000 bajas
respectivamente en esa carnicería que la historia posterior bautizó como
Batalla de Verdún.
Los generales de la Entente, sin embargo, pueden decir que, en el Somme,
donde se desarrolla otra gran batalla, han conseguido algún éxito, aunque sea
sólo obligar a los alemanes a estirar sus recursos al máximo y, entre otras
cosas, obligarlos a retirar parte de su artillería desde Verdún, para reforzar
el frente del Somme para detener el avance de la Entente. Aquí, en el Somme, el
23 de julio, se inicia la llamada Batalla de Pozières, que es recordada como
una acción llevada a cabo por los australianos, sobre todo, aunque hubo también
tropas metropolitanas británicas en la lucha.
Cerca de la villa de Pozières, se encuentra el punto geográfico más alto
del campo de batalla del Somme, de modo que los alemanes lo convirtieron en una
posición defensiva principal, con la villa fortificada convertida en puesto de
avanza de la segunda línea alemana de trincheras. Además de negar un importante
nudo defensivo a los alemanes, el mando británico esperaba poder arrollar la
línea de trincheras germana, si conseguían capturar la villa. Entre los días 13
y 17 de julio, las tropas de la “Commonwealth” hicieron ataques locales sobre
Pozières y sometieron la villa a un despiadado bombardeo, que la dejó reducida
a escombros. En dos ocasiones la infantería atacante consiguió entrar en las
trincheras que defendían el lugar, pero fue expulsada por los alemanes.
El mando británico preparó un ataque aún mayor para la noche del 22 al 23
de julio, precedido por un bombardeo que incluyó gas fosgeno y lacrimógenas de
guerra. Las brigadas australianas 1ª y 3ª fueron desplegadas en la “tierra de
nadie”, para asaltar las trincheras alemanas, apenas se detuviera el bombardeo
artillero. Los australianos consiguieron algunos éxitos, pero no lograron todos
los objetivos del ataque, debido a la confusión natural de un ataque nocturno y
también a la porfiada resistencia que ofrecieron los alemanes luego del impacto
inicial. Durante el 23 de julio, los australianos consiguieron hacerse con el
control de la villa, pero el ataque general del 4º Ejército fue un costoso
fracaso. Como Pozières fue el único lugar donde los ejércitos del Imperio
Británico cosecharon éxitos, la devastada villa y su entorno se convirtieron en
el centro de todas las cortesías de la artillería y la infantería alemana, que
la atacaron una y otra vez durante las semanas siguientes. Pozières es
posiblemente, junto con Gallípoli, uno de los lugares donde el sacrificio
australiano para apoyar a la metrópoli británica ha sido mayor.
En la imagen, un grupo de soldados australianos se toman el horror de la
Batalla del Somme con algo de humor negro, luciendo gorras y cascos capturados
a los alemanes, para posar en esta fotografía tomada en julio de 1916.
Imagen tomada de https://cas.awm.gov.au/screen_img/EZ0135
Etiquetas: Guerras Mundiales, Historia
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