Hace 75 años. 24 de julio de 1941. Segunda Guerra Mundial
Hace 75 años
24 de julio de 1941
Segunda Guerra Mundial
En uno de sus famosos discursos para la Europa ocupada, transmitido por
la BBC, el Primer Ministro Británico, Winston Churchill, inicia la campaña de
la “V de Victoria”. El mismo Churchill adoptaría el ademán de hacer la “V” con
el dedo índice y el mayor como uno de sus gestos más característicos. Al mismo
tiempo, la BBC adoptó las primeras cuatro notas de la 5ª Sinfonía de Beethoven
como cortina para iniciar la transmisión de sus servicios continentales, que
llevaban información y, sobre todo, esperanza a los miles de europeos que
padecían bajo la tiranía nazi. Además de ser fácilmente reconocible por el
público, las tres notas cortas y una larga, con que se inicia la “Quinta”,
coinciden con la combinación en código Morse para “victoria”. Los alemanes
intentaron adoptar el signo de la “V” y la idea general para ellos mismos, pero
no lograron el mismo impacto.
Los alemanes no son capaces de vencer a los británicos en las campañas de
publicitarias. Han perdido demasiado crédito invadiendo naciones vecinas sin
declararles la guerra, arrasando sus ciudades con terribles bombardeos y
cometiendo atrocidades contra los prisioneros de guerra y la población civil de
los territorios ocupados, en especial contra los judíos y otras minorías. Estos
abusos se intensifican a medida que avanza la invasión a Rusia, donde el
componente ideológico y racial de la lucha es exacerbado por los nazis, que
consiguen la colaboración, más o menos entusiasta, de los oficiales del
Ejército para las “limpiezas” de retaguardia.
Pero en la campaña real, esa que se disputa usando fusiles, los alemanes
llevan la delantera en estos días de julio de 1941. El 16, los tanques del
general Heinz Guderian llegan hasta Smolensk, desde donde pueden amenazar
Moscú, si siguen avanzando. Dentro de pocos días, Hitler ordenará que una parte
importante de sus “panzer” sean desviados hacia Ucrania, perdiendo un tiempo
precioso que, de otro modo, pudo significar la conquista de la capital
soviética antes de la llegada del temido invierno ruso. De todos modos, en el
centro del gigantesco Frente Oriental, los alemanes siguen ganando terreno,
gracias a su determinación y al hecho de que grandes unidades del “RKKA”, el
Ejército Rojo, se desintegran casi sin disparar un tiro. Así, el 23 de julio,
la “Wehrmacht” hace suya Brest-Litovsk, la ciudad polaca (hoy bielorrusa) donde
alemanes y rusos soviéticos firmaron el tratado que puso fin a la guerra
anterior entre ambas naciones, en 1917. En ese entonces, los bolcheviques, aún
inestables en el poder, accedieron a hacer tremendas concesiones, en un arreglo
que León Trotsky llamó la “paz asquerosa”, a cambio de asegurar la supervivencia
de Rusia. Pero ahora, en 1941, todo parece indicar que no habrá acuerdo y, cuando
la guerra termina, será en Moscú… o en Berlín.
En la noche del 21 de julio, la “Luftwaffe” bombardea Moscú por primera
vez. Los alemanes hacen alardes propagandísticos, pero el efecto de las
incursiones es muy limitado. Entre el 21 de julio y el 15 de agosto, la
aviación alemana ejecutó 18 ataques sobre la capital soviética. Según Mark
Solonin, los puestos soviéticos de observación registraron 1.700 misiones enemigas
de combate, pero sólo 70 bombarderos germanos pudieron penetrar el cinturón
defensivo moscovita, compuesto por un formidable sistema de artillería
antiaérea y por 29 regimientos de aviación, que alineaban 585 cazas, lo que
significa que, sólo en Moscú, la aviación soviética disponía de casi tantos
cazas como los que la “Luftwaffe” tenía desplegados a lo largo de todo el
frente. Y sigue siendo raro que muchos historiadores sigan repitiendo que la
aviación soviética fue destruida en un primer ataque masivo alemán al iniciarse
la campaña. En fin… No fue casual que los alemanes nunca se atrevieran a
realizar bombardeos diurnos sobre Moscú. Por lo demás, el objetivo de los
ataques no era otro que entorpecer el funcionamiento cotidiano de la ciudad y
embrollar una eventual evacuación de la población, de los servicios, de la
industria y de las autoridades gubernamentales. Para fines de julio, los
alemanes habían recorrido casi dos tercios de la distancia entre Brest y Moscú,
esperando recorrer el último tercio a la misma velocidad que habían logrado en
los otros dos, de modo que una campaña de bombardeo de desgaste no tenía ningún
sentido contra una ciudad que esperaban capturar con sus fuerzas de tierra
dentro de pocas semanas.
La directiva, firmada por Hitler, que ordenaba la “Operación Barbarroja”,
encomendaba a la “Wehrmacht” la misión de destruir las principales fuerzas
militares rusas mediante “atrevidas operaciones, a través de movimientos
rápidos, profundos hacia delante, de las cuñas de tanques.” Para mediados de
julio, esa tarea parecía conseguida y la debacle del Ejército Rojo era de tal
magnitud que nadie, en su sano juicio, podía esperar que el desenlace de la
campaña fuera otra cosa que la total victoria alemana sobre la Unión Soviética.
Para la segunda quincena de julio de 1941, más de 70 divisiones rusas habían
sido aplastadas, empujadas alrededor de 400 kilómetros detrás de su propia
frontera, dispersadas en los bosques o tomadas prisioneras. Los distritos
militares soviéticos del Oeste, del Báltico y del Noroeste desaparecieron casi
del todo, incluso tras recibir el refuerzo de 60 divisiones frescas que
llegaron al campo de batalla desde el inicio de la campaña hasta mediados de
julio y que, al igual que la mayoría de sus camaradas, huyeron o se dispersaron
a la primera señal de lucha real. La mayoría de las poderosas fortificaciones
defensivas soviéticas, levantadas con tanto esfuerzo en los años ’30, fueron
abandonadas, al punto de que los alemanes casi ni se dieron cuenta de su
existencia, salvo en Minsk, uno de los pocos puntos donde hubo dura lucha y
donde los alemanes tuvieron que adoptar formación de combate, en vez del
desfile que habían protagonizado durante gran parte del trayecto recorrido.
Para el 11 de julio, los frentes Noroeste, Oeste y Suroeste del “RKKA”
habían perdido 11.700 tanques, 19.000 cañones y morteros, alrededor de
1.000.000 de armas de infantería, con un conteo de 749.000 bajas, contra 64.000
bajas alemanas, en términos de personal, y 503 tanques alemanes dañados más allá
de reparación. Si agregamos la pérdida de 21 cañones de asalto “Stug III” y 92
tanquetas “Panzer I”, la proporción entre las pérdidas alemanas y rusas en
tanques es de 1 a 19, mientras que, en personal, es de 1 a 12.
Los comandantes alemanes ya preparaban sus uniformes de gala para el
desfile de la victoria en Leningrado y en Moscú. Hitler ya hacía cálculos sobre
cómo alimentar Alemania con el trigo ucraniano y abastecer sus tanques con el
petróleo del Cáucaso. La URSS podía ser salvada sólo con un milagro, que
seguramente los ateos comunistas no iban a pedir, o mediante una gran estupidez
de Hitler. La estupidez o, mejor dicho, una serie de estupideces, de parte de
Hitler, evitaron la victoria total de Alemania en 1941.
En la fotografía, Hitler aparece acompañado del coronel Werner Mölders
(izquierda), célebre “as” de la “Luftwaffe”; el mariscal Wilhelm Keitel
(centro), jefe del Estado Mayor que coordinaba a todas las Fuerzas Armadas
(“Wehrmacht”) del “Reich”; y del mariscal Hermann Göring (izquierda),
Comandante en Jefe de la aviación germana. La imagen fue capturada en el “cubil
del lobo”, el cuartel general usado por Hitler en Rastenburg, Prusia Oriental,
para dirigir la guerra.
Imagen tomada de http://ww2db.com/images/person_keitel16.jpg
Etiquetas: Guerras Mundiales, Historia
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