Hace 100 años. 13 de noviembre de 1916. Primera Guerra Mundial. Los últimos días de Francisco José (II)
Hace 100 años
13 de noviembre de 1916
Primera Guerra Mundial
Los últimos días de Francisco José (II)
El 7 de noviembre de 1916, T.
Woodrow Wilson es reelegido Presidente de Estados Unidos, luego de una reñida
campaña, en que se alzó vencedor frente al candidato republicano, Charles E.
Hughes. Fue la última vez en que la elección presidencial norteamericano se
verificó prescindiendo del voto de las mujeres, que quedaron autorizadas para
sufragar en la elección de 1920, luego de aprobarse la Novena Enmienda. Hasta
el momento, Wilson había conseguido evitar que Estados Unidos se involucrara
demasiado en las luchas de la Revolución Mexicana y, sobre todo, en la Primera
Guerra Mundial, que se librara al otro lado del Atlántico. La gran mayoría de
los votantes simpatizaba con la Entente de Gran Bretaña, Francia y Rusia, pero
no estaban dispuestos a dejarse arrastrar a una guerra que sentían como lejana
y cuyo precio adivinaban podría ser muy alto.
El 11 de noviembre, los británicos cierran exitosamente su ofensiva en
las alturas que rodean el río Ancre, en el marco de la Batalla del Somme. Han
conseguido hacer retroceder a los alemanes, aprovechando que éstos están
sobreexigidos en varios frentes al mismo tiempo. A partir del 13 de noviembre,
la lucha continúa en el río Ancre propiamente tal, que significa un nuevo
avance para los británicos, que toman 7.000 prisioneros. Cuatro divisiones
alemanas tuvieron que ser relavadas, debido al número de bajas sufridas. Sólo
el empeoramiento del clima otoñal evita una victoria decisiva de los
británicos. El alto mando alemán sabe que sus golpeadas tropas, ahora expuestas
a los rigores del otoño-invierno en las trincheras, no están en condiciones de
resistir un nuevo ataque.
Noviembre de 1916 es el último mes en que Francisco José I, Emperador de
Austria y Rey Apostólico de Hungría, ocupará el trono. El anciano monarca es el
gobernante de una entidad territorial y política de características muy
peculiares. Heredero del Sacro Imperio Romano-Germánico medieval y transformado
en Imperio Austriaco en 1804, el Imperio Austrohúngaro estaba dividido en dos
mitades que tenían casi la misma superficie: Austria y Hungría, además de
Bosnia-Herzegovina, anexada en 1908 y que era administrada en nombre de toda la
monarquía. El Imperio tenía, de hecho, dos gobiernos y dos parlamentos
separados, uno en Viena y el otro en Budapest. Los asuntos de política interna
eran tratados con gran independencia y, en muchas ocasiones, con aproximaciones
distintas y hasta contradictorias.
La mitad austriaca del Imperio, a vaces llamada “Cisleitania” (por estar
ubicada mayormente al oeste del río Leita), estaba conformada por siete coronas
históricas. Los austriacos representaban el grupo étnico más numeroso, pero
constituían una expresiva minoría, que sobrepasaba apenas un tercio del total,
y convivían con checos, polacos, eslovacos, ucranianos, eslovenos, italianos,
croatas y otros grupos menores. Repetidos intentos de centralizar la
administración fallaron varias veces y la Constitución de 1867 reconocía
expresamente el carácter multinacional de Austria, concediendo importantes
derechos a las distintas nacionalidades. La heterogeneidad se reflejaba en la
carencia de un nombre comúnmente aceptado para el territorio. De hecho,
“Cisleitania” nunca se generalizó y una de las denominaciones oficiales era
“Reinos y Territorios Representados en el Consejo Imperial”; sin duda, un poco
extenso para nombrar una nación. Generalmente, cuando se quería diferenciar de
la mitad húngara del Imperio, se hablaba sencillamente de “Austria”, una designación
que se hizo oficial recién en 1915, en plena guerra mundial, como uno de los
intentos de contrarrestar las tendencias centrífugas que afectaban al Imperio, al
enfatizar un cierto patriotismo austriaco que seguramente no era sentido igual
por todos los súbditos de Francisco José.
La estructura interna de la “Transleitania”, es decir, la mitad oriental
del Imperio, era un poco más clara. Aquí el Reino de Hungría era
indiscutiblemente el elemento dominante, junto con el Triunitario Reino de
Croacia, Eslovenia y Dalmacia, que gozaba de cierto grado de autonomía y que
estaba asociado a Hungría desde la Edad Media. Un tercer componente oficial era
la ciudad autónoma de Rijeka, en la costa del Adriático, llamada Fiume por los
italianos.
La minoría magiar constituía la elite gobernante de la Transleitania, que
era, no obstante, tan multiétnica como Austria, con los magiares representado
alrededor de un 54% de la población total del reino, compartiendo estado con
polacos, rumanos, serbios, italianos, eslovacos y rutenos, además de otras
comunidades lingüísticas menores. La Constitución Húngara era mucho más
centralista que el ordenamiento austriaco y dejaba mucho menos espacio a las
veleidades separatistas, peligrosas para la unidad de la “Corona de San
Esteban”. Estos grupos nacionales estaban muy poco representados en las instituciones
del reino y su desarrollo económico y social era más bajo que el de las zonas
habitadas por la elite magiar. Después del Compromiso de 1867, Hungría fue más
fácil de gobernar para Francisco José, gracias al hecho de que los magiares
eran prácticamente los únicos interlocutores con quienes lidiar. Sin embargo,
la actitud exclusivista de los magiares enajenó gradualmente la buena voluntad
de las demás nacionalidades, una circunstancia que resultó fatal cuando la
asociación austrohúngara enfrentó la derrota a fines de 1918.
Abajo, una ilustración mostrando al Emperador Francisco José como
Comandante Supremo. El Ejército era un elemento de unidad de las diversas
regiones y comunidades de la monarquía, tanto como el mismo monarca. Francisco
José estaba consciente de la importancia que su ejército tenía para mantener
unido su Imperio, en cuanto fuerza de orden público, así como institución donde
los súbditos de Austria-Hungría, sin importar su origen étnico, se reunían con
el solo propósito de servir a su Rey-Emperador. Es por eso que Francisco José
era visto casi siempre en uniforme militar, ya fuera en las ceremonias públicas
o en las innumerables fotografías y cuadros con su imagen que adornaban cada
escuela, cuartel, palacio y servicio público del antiguo y tambaleante Imperio
de los Habsburgo.
Imagen tomada de https://s-media-cache-ak0.pinimg.com/564x/11/c5/a7/11c5a78ade67f520e86fc59f2e3a7482.jpg
Etiquetas: Guerras Mundiales, Historia
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