Hace 75 años. 16 de abril de 1942. Segunda Guerra Mundial. Anton Schmid: luz en medio de la oscuridad
Hace 75 años
16 de abril de 1942
Segunda Guerra Mundial
Anton Schmid: luz en medio de la oscuridad
La campaña aérea sobre Alemania es cada vez más compleja para la “Luftwaffe”.
El 10 de abril de 1942, 254 aparatos de la “RAF” dejan caer su carga mortal
sobre Essen, en Renania. El 12, los británicos hacen acto de presencia otra vez
sobre Essen y concentran sus bombas en la planta de Krupp. En general, el
objetivo de los bombardeos es industrial o militar, pero es inevitable que
siempre se produzcan decenas de bajas entre los civiles. La “Luftwaffe” responde
el 13 de abril con ataques sobre Portland, Weymouth y Grimsby, en la costa
sudeste de Inglaterra. El 14 de abril, Hitler ordena a su aviación que
bombardee el Reino Unido con énfasis en ciudades de importancia artística o
histórica. Los alemanes aún pueden responder, pero no tienen capacidad de
sostener una campaña aérea de alcance estratégico, a diferencia de los
británicos y estadounidenses que tienen el equipo adecuado y disponen del mismo
en número más que suficiente.
En estos días de abril, se vive el epílogo de la primera Campaña de las
Filipinas. Con la rendición de Bataán, los japoneses han recibido 75.000
prisioneros filipino-norteamericanos, mucho más de lo que pueden manejar buenamente.
El mando japonés decide hacer marchar la larga columna en un trayecto de 40
kilómetros hasta Balanga, desde donde serán enviados a campos de prisioneros. Faltos
de comida, agua y medicinas, sufriendo el brutal maltrato de los japoneses, los
prisioneros morirían en grandes números, durante lo que sería conocido como la “Marcha
de la Muerte de Bataán”.
En el resto del archipiélago, los japoneses van asfixiando los últimos
intentos de resistencia. El 10 de abril, el dragaminas “USS Finch”, dañado por
aviones japoneses en días previos, es hundido por su propia tripulación, para
evitar su captura por parte del enemigo. Ese mismo día, 12.000 japoneses
desembarcan en tres puntos distintos. Los 6.500 defensores evacúan la capital
de la provincia y se retiran hacia el interior de la isla. Bombarderos “B-17” de
la “United States Army Air Force” (“USAAF”, “Fuerza Aérea del Ejército de los
Estados Unidos”), basados en Australia, atacan la fuerza de invasión, con poco
efecto. El 12 de abril, los japoneses inician el bombardero artillero sobre la
Isla de Corregidor, preparando el asalto final sobre las últimas fuerzas
filipino-estadounidenses de consideración que aún luchan en las Filipinas. Ese mismo
día, el teniente John Brownewell, del 17º Escuadrón de Persecución de la “USAAF”,
consigue la última victoria aérea confirmada de un caza “P-40” sobre las
Filipinas. De ahora en adelante, los cazas norteamericanos son erradicados de
los cielos filipinos.
En Birmania, los restos del Ejército Británico forman una nueva línea
defensiva sobre el río Irrawaddy. El 11 de abril, los japoneses llegan hasta
las nuevas defensas e inmediatamente cargan sobre las posiciones de la 48ª Brigada
de la India. Al día siguiente, los defensores de la “Commonwealth” reciben el
apoyo del 2º Real Regimiento de Tanques y se alivia en algo la presión
japonesa. El 15, los mandos británicos estiman que el rompimiento de sus líneas
es inminente y ordenan la destrucción de 1.000.000 de galones de petróleo,
almacenados en la región productora de crudo de Yenangyaung, para evitar que
caigan en manos de los japoneses.
Prosigue el asedio a Malta. El 11 de abril, bombarderos ítalo-germanos
atacan nuevamente la bahía de La Valetta, dañando seriamente al destructor
británico “HMS Kingston”, mientras recibía reparaciones en el dique seco. El 14
de abril, el portaaviones “HMS Wasp”, escoltado por dos destructores, zarpa
desde Escocia, llevando a bordo 52 cazas “Spitfire” de los escuadrones 601 y
602 de la “RAF”, cuyo destino es reforzar la asediada isla mediterránea.
El 13 de abril de 1942, el sargento Anton Schmid, un austriaco encuadrado
en el Ejército Alemán luego de la anexión de 1938, es ejecutado bajo cargo de
traición en Vilna, capital de Lituania. Su crimen fue ayudar a 250 hombres,
mujeres y niños judíos a escapar del exterminio o a darles cierto alivio de las
espantosas condiciones de vida a que eran sometidos los judíos por la bota
tiránica del Nacionalsocialismo.
La historia de Schmid nunca habría sido conocida, de no ser por
testimonios de personas que recibieron su ayuda durante la guerra. De oficio
electricista, mantenía una pequeña tienda de radios en Viena, hasta que fue
llamado a filas en la “Wehrmacht”, luego del “Anschluss” de 1938. En el otoño
de 1941, estaba estacionado en Vila, como parte de las tropas que habían arrebatado
los países bálticos a los soviéticos, como fase previa para el avance sobre
Leningrado. Fue testigo de la manera brutal en que miles de judíos eran
conducidos a guetos o a campos de concentración, así como del asesinato de
otros miles. En una de sus dos cartas preservadas, describe a su esposa, Sofi,
el horror del Holocausto en marcha: “había muchos judíos aquí, que eran
rodeados por la milicia lituana y se les disparaba en un campo fuera de la
ciudad, siempre en grupos de alrededor de 2.000 o 3.000 personas. Los niños
eran asesinados durante el trayecto, mediante golpizas propinadas contra los
árboles.”
Lituania y Vilna, en particular, habían sido sede de una numerosa
comunidad judía hasta la guerra que había sido, de hecho, exterminada antes de
comenzar el invierno de 1941. El “Standartenführer” Karl Jaeger, comandante del
“Einsatzkommando 3”, en su tristemente célebre reporte de diciembre de 1941, contaba
a sus jefes que el “problema judío” había quedado resuelto en Lituania. Sólo quedaban
con vida aquellos judíos requeridos como mano de obra esclava, necesarios para
el esfuerzo de guerra alemán. Jaeger recomendaba iniciar lo antes posible la
campaña de esterilización masculina, a fin de prevenir la reproducción. “Si, a
pesar de la esterilización —continuaba el oficial de la ‘SS’— alguna judía
queda embarazada, será liquidada”.
Conmovido por este horror, narrado con tana pulcritud por uno de los
perpetradores, Schmid quiso ayudar. Ayudó a algunos a escapar de las prisiones
y campos, y arriesgó su vida para contrabandear comida al gueto de Vilna. Se calcula
que Schmid salvó unas 250 personas, sumando aquellos que escondió directamente
y aquellos que recibieron papeles falsificados para eludir el exterminio. Seguramente
la censura de guerra detectó las cartas enviadas a su familia y el sargento fue
arrestado en enero de 1942. Fue juzgado por un consejo de guerra, que lo
condenó a muerte. La sentencia fue ejecutada el 13 de abril.
En su libro, “Eichmann en Jerusalén: Un Reporte Sobre la Banalidad del
Mal”, Hannah Arendt describió el momento en que un testigo, en el juicio
llevado contra Adolf Eichmann en 1961, relató la ayuda que recibió de cierto
sargento alemán, llamado Anton Schmid. “Un silencio cayó sobre el tribunal —relata
la gran filósofa política—; fue como si
la multitud hubiera decidido espontáneamente observar los dos minutos de
silencio usuales, en honor del hombre llamado Anton Schmid. Y, en esos dos
minutos, que fueron como un repentino rayo de luz en medio de una impenetrable,
insondable oscuridad, un solo pensamiento destacó claramente, irrefutablemente,
fuera de duda: qué tan enteramente diferente todo sería hoy en este tribunal,
en Israel, en Alemania, en toda Europa y quizá en todos los países del mundo,
si más historias como ésta pudieran haber sido contadas.”
Abajo, una fotografía donde se ve a Anton Schmid, en compañía de su
esposa, Stefanie, antes de la guerra.
Imagen tomada de http://yadmedia.yadvashem.org/yadvashem/Righteous_Among_The_Nations/klali/S/55_2.JPG
Etiquetas: Derechos Fundamentales, Guerras Mundiales, Historia
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