domingo, 19 de marzo de 2017

Hace 75 años. 19 de marzo de 1942. Segunda Guerra Mundial. Sangre chilena en el mar

Hace 75 años
19 de marzo de 1942
Segunda Guerra Mundial

Sangre chilena en el mar

En el Pacífico, la lucha es enconada. Aunque siguen acorralados, los Aliados resisten como pueden y presentan batalla a los invencibles japoneses, siempre que pueden. El 13 de marzo de 1942, cinco “B-17” norteamericanos son lanzados desde Australia para atacar Rabaul, en Nueva Bretaña. Sólo uno de los aparatos alcanzó su objetivo, causando poco daño. Ese mismo día, una agrupación de cazas japoneses “Mitsubishi A6M Zero” ataca con sus ametralladoras y cañones las instalaciones de Port Moresby, en la Papúa Australiana. Al día siguiente, Port Moresby recibe la visita de bombarderos japoneses. Otra agrupación de aviones nipones, el 14 de marzo, deja caer su carga mortal en la Isla Horn, Queensland, Australia. El 15, es el turno de Madang, en el Territorio Australiano de Nueva Guinea, de ser atacado por bombarderos japoneses,  y el 16 de marzo, el importante puerto australiano de Darwin es nuevamente bombardeado por aviones japoneses, dueños absolutos del cielo, tanto como su poderosa flota es dueña absoluta de las aguas del Océano Pacífico.

El 15 de marzo de 1942, el general Douglas Mac Arthur, hasta entonces, a cargo de la defensa de Filipinas, deja el archipiélago a bordo de una “Fortaleza Volante”. El 18 de marzo, recibe el nombramiento oficial de Comandante Supremo del Área del Pacífico Suroeste. Mac Arthur tiene a su cargo los ejércitos, aviaciones y marinas de varias naciones, entre ellas, cuatro potencias de dimensiones imperiales. Los recursos de que dispone, sin embargo, a comienzos de 1942, son completamente insuficientes y ya no puede hacer mucho para evitar la derrota completa de Estados Unidos en Filipinas. Habrán de pasar muchos meses para que el célebre general norteamericano cumpla su propósito de reconquistar dicho territorio.

La locura nazi se deja sentir en un macabro escenario, todavía desconocido para gran parte del mundo. El 13 de marzo de 1942, el campo de concentración de Belzec, en Polonia, inicia su funcionamiento, cuando recibe sus primeros 6.000 prisioneros, mayoritariamente judíos. En Auschwitz, que ya funciona hace tiempo, alrededor de 1.200 prisioneros son calificados como “no aptos” para el trabajo. Las autoridades del campo determinan que se los retire del hospital de Auschwitz y se los lleve al campo de Birkenau, donde son asesinados. Es la “Solución Final”, implementada por los defensores de la “raza superior”.

En el Frente Oriental, los soviéticos lanzan un gran ataque en la Península de Kerch, intentando relevar a la asediada ciudad-fortaleza de Sebastopol. Los soviéticos gozan de superioridad numérica, tienen más tanques y aviones, pero no han logrado recuperarse de los efectos de la tiranía de Stalin y de la agresión de Hitler. El verano de 1942 los verá de nuevo batirse en retirada y sufrir algunas grandes derrotas, antes de que el Ejército Rojo se convierta finalmente en la imparable máquina de conquistas de 1944-1945. Al igual que en 1941, Hitler promete, en un discurso del 15 de marzo, que la victoria completa sobre la Unión Soviética se alcanzará a fines del verano…

A las 2.30 horas de la madrugada del 13 de marzo de 1942, se produce la única baja chilena por acción de guerra, cuando el vapor “Toltén” es torpedeado mientras realizaba el recorrido sin carga entre los puertos estadounidenses de Baltimore y Nueva York. Se perdieron las vidas de 27 marinos. Sólo sobrevivió el fogonero Julio Faust, que fue hallado por un guardacostas norteamericano, mientras se aferraba a una balsa. Kenneth Pugh Gillmore, marino en retiro e historiador, es el único que, en Chile, ha realizado una investigación minuciosa sobre este suceso trágico y desconocido de la historia naval de nuestro país. Además de pertenecer a la Armada, el autor se sentía especialmente unido al destino fatal del “Toltén”, porque un medio hermano suyo, Norman Pugh Cook, era el oficial de guardia al momento de producirse el hundimiento y se fue al fondo del mar, junto con el resto de los tripulantes.

El “Toltén”, hasta antes de la guerra, se llamaba “Lotta” y navegaba bajo bandera danesa. Había sido construido en 1938 por el armador Lauritzen y desplazaba 1.574 toneladas brutas. Al producirse la ocupación alemana de Dinamarca, en 1940, el malogrado vapor recibió un salvoconducto del gobierno británico para permanecer en Talcahuano, donde lo sorprendió la agresión germana, en vista de la promesa hecha por el gobierno chileno de seguir considerando a Dinamarca como un país neutral, a pesar de estar, de hecho, bajo el gobierno del “III Reich”. Otros cuatro mercantes daneses estaban en la misma situación: “Helga”, “Frida”, “Laila” y “Selma”. Poco después, no obstante, las cinco naves fueron requisadas y puestas bajo bandera chilena, en un acto de dudosa legalidad y que no fue reconocido por los gobiernos del Eje, en una irregularidad, cuyo peligro advirtió oportunamente el Cónsul General de Chile en Nueva York, don Aníbal Jara. El cónsul Jara adivinaba que, de encontrarse con algunas de esas naves y si lograba dar con su identidad, era poco probable que un capitán alemán, japonés o italiano considerasen que la bandera chilena fuera una protección legítima para su tranquila navegación.

En todo caso, no parece que la bandera enarbolada por el “Toltén” haya sido un factor importante al momento de producirse el ataque. Era de noche y los barcos neutrales debían seguir la regla de navegar con sus luces encendidas, de modo de hacerse reconocibles por los comandantes beligerantes. Sin embargo, mientras surcaba las aguas de la costa este norteamericana, el “Toltén” fue interceptado por un patrullero estadounidense, que nunca fue del todo identificado y que dio orden de apagar las luces. Y todos saben que un navío con las luces apagadas o utiliza bandera beligerante o es, al menos, sospechoso y susceptible de agresión legítima ¿Por qué el patrullero norteamericano dio la orden de encender las luces al “Toltén”? Es una respuesta que nunca conoceremos.

El hundimiento del “Toltén” podía ser un antecedente importante para la política exterior de Chile que, junto con Argentina, fueron las últimas naciones latinoamericanas en alinearse con Estados Unidos contra Alemania y sus aliados. Al igual que durante la guerra anterior, los capitanes alemanes no hacían distinciones entre las banderas neutrales y enemigas, a la hora de atacar buques mercantes que pudieran servir a los intereses de sus enemigos. Era una guerra total, en todos los frentes: militar, diplomático y económico.

Durante largo tiempo, se desconoció la identidad e incluso la nacionalidad del submarino responsable del ataque, aunque los gobiernos de Italia, Estados Unidos y Japón sugirieron que fuera alemán, dado que la “Kriegsmarine” se hallaba en medio de una intensa y exitosa ofensiva en el Atlántico y el Caribe. Después de la guerra, se supo que el “Toltén” fue torpedeado por el submarino alemán “U-404”, que comandaba el “kaptleutnant” Otto von Bulow, un distinguido oficial, que dirigía una experimentada tripulación y cuyos éxitos durante la guerra lo llevaron a recibir las hojas de encina para su “cruz de hierro”, por haber hundido más de 50.000 toneladas, una hazaña conseguida por otros famosos “ases”, como Günter Prien y Otto Kretschmer. Von Bulow no era un capitán que pudiera fallar un blanco y, detectando un barco oscurecido, no se le puede culpar de faltar a las reglas de combate.

En la fotografía, sacada del archivo de la Guardia Costera de Estados Unidos, se ve al “Toltén”, ya navegando bajo pabellón chileno, aunque todavía se lee “Lotta” en un costado de la nave.




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