Hace 75 años. 19 de febrero de 1942. Segunda Guerra Mundial. “Operación Cerberus”
Hace 75 años
19 de febrero de 1942
Segunda Guerra Mundial
“Operación Cerberus”
El 13 de febrero de 1942, Bandjarmasin, capital del Borneo Holandés, cae
en manos japonesas. Ese mismo día, los japoneses capturan las últimas reservas
de agua que le quedaban a la guarnición británica de Singapur. Ante la
inminencia de la caída de la plaza, continúa la evacuación de civiles y
personal no indispensable para la defensa. Los altos mandos británicos,
liderados por el general Arthur Percival, ya debaten sobre la posibilidad de
rendirse. El 15 de febrero de 1942, Winston Churchill autoriza la rendición de
Singapur. A las 11.30 horas de ese día, el general Percival despachó una
delegación con bandera blanca, que fue rechazada por los japoneses, quienes
exigían que el general Percival se rindiera en persona. A las 20.30 horas,
Percival firmó el instrumento de rendición, cerrando el ciclo de uno de los
peores desastres en la historia militar británica.
En Java, el “HMS Li Wo”, una pequeña embarcación para río, estaba el 14
de febrero evacuando personal militar desde la isla, cuando se topó con parte
de una flota japonesa de invasión. El pequeño navío fue despedazado por el
fuego de media docena de destructores japoneses. Sin embargo, cubierto en
llamas, la valiente embarcación puso rumbo a los transportes enemigos y
consiguió embestir a uno, que se hundió al día siguiente, a causa de los daños.
De las 120 personas que iban a bordo del “Li Wo”, 13 sobrevivieron. El
comandante del buque, teniente Thomas Wilkinson, recibió la “Cruz Victoria” a
título póstumo.
En Filipinas, la situación es apenas un poco menos desesperada que en
Malasia y en Indonesia. El 14 de febrero, el submarino “Sargo”, de la “US Navy”,
descarga 1 millón de proyectiles para ametralladora “.30”. Al partir desde
Mindanao, el submarino evacúa 24 personas consideradas demasiado importantes,
como para arriesgarse a que caigan prisioneros de los japoneses, que van
apretando el cerco sobre las defensas filipinas y norteamericanas.
El 19 de febrero, Japón muestra al mundo que es capaz de alcanzar Australia.
Poco antes de las 10.00 hrs., 152 bombarderos y 36 cazas llegan hasta Darwin,
que es atacada durante 42 minutos. La incursión es devastadora, causando
grandes daños al puerto y destruyendo muchas embarcaciones, incluido el
destructor estadounidense “USS Peary”. En la tarde, una segunda agrupación de
bombarderos japoneses llega para un nuevo ataque, que se concentra en los
aeoródromos y ocasiona la pérdida de decenas de aviones de combate posados en
tierra.
Los días 11, 12 y 13 de febrero de 1942, la “Kriegsmarine” emprende una
de las acciones más atrevidas de la guerra, cuando logra conducir una
considerable fuerza de dos acorazados, un crucero pesado y varios destructores
a través del Canal de la Mancha, en las narices de la todopoderosa “Home Fleet”
británica.
Hacía tiempo que Hitler estaba obsesionado con Noruega, de modo que
ordenó preparar un plan para evacuar las unidades de superficie de la marina
alemana en Francia hacia el Mar del Norte y el Báltico, para proteger la costa
noruega de algún intento británico de invadir el país escandinavo. La idea era
reunir los acorazados “Gneisenau” y “Scharnhorst”, el crucero pesado “Prinz
Eugen” y seis destructores, para unirlos al recién terminado acorazado
“Tirpitz”, gemelo del “Bismarck”, en la defensa de Noruega.
Los británicos detectaron un inusual aumento de la actividad aeronaval alemana
en los días previos a la invasión, pero no pudieron predecir el día o la hora
de la incursión, de modo que sólo atinaron a minar aún más el ya muy minado
Canal de la Mancha. Cuando los buques alemanes zarparon de Brest el 11 de
febrero, los británicos supieron del movimiento 13 horas después de su partida.
Las baterías de costa de Dover dispararon a la localización aproximada de los
navíos germanos, pero fallaron sus blancos. Algunas lanchas torpederas
intentaron encontrar a la flota alemana, lo mismo que seis torpederos
“Swordfish”, lanzados a toda prisa y que, al igual que las aeronaves del
Comando de Bombardeo, no consiguieron causar ningún daño significativo. Los
aviones británicos tuvieron en contra el clima, pero también tuvieron que
sortear la férrea resistencia de la aviación de caza alemana, que se hizo con
el control de los cielos sobre el Canal e impidió a los aviadores británicos
una participación decisiva.
La flota alemana alcanzó su destino casi sin sufrir daños, excepto los
causados por una mina que fue golpeada por el “Scharnhorst”. Los alemanes
además perdieron 17 aviones que apoyaron la operación. En suma, casi no
sufrieron bajas.
La “Kriegsmarine” obtuvo una importante victoria táctica en lo que
pasaría a la historia como “Channel Dash” (algo así como “Corrida del Canal”),
pero fue signo de haber perdido la iniciativa estratégica. En efecto, priorizar
la costa escandinava significaba renunciar al control de la superficie frente a
la costa francesa. Progresivamente, sólo los submarinos alemanes serían capaces
de hacer acto de presencia efectivo en el Atlántico. Los buques capitales
alemanes evitarían hacer salidas en alta mar, salvo por algunas operaciones muy
puntuales para acosar algún convoy o hacer una demostración de fuerza. Una
unidad tan poderosa como el “Tirpitz” acabaría hundido en un fiordo noruego por
las bombas de aviación británicas, casi sin salir a cazar convoyes o luchar
contra otros buques.
En la fotografía, tomada desde la cubierta del “Prinz Eugen”, se ve al
“Scharnhorst” y al “Gneisenau”, que avanzan a toda velocidad a través del
Canal.
Etiquetas: Guerras Mundiales, Historia
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