domingo, 19 de julio de 2015

Hace 100 años. 19 de julio de 1915. Primera Guerra Mundial

Hace 100 años
19 de julio de 1915

Primera Guerra Mundial

El 14 de julio de 1915, mientras la República Francesa celebra su día nacional, convertida en el principal campo de batalla de la guerra, al otro lado del Canal de la Mancha, el Primer Ministro de Canadá, Sir Robert Borden, se convierte en el primer jefe de gobierno de un dominio en asistir a una reunión del gabinete británico. Al terminar la Gran Guerra, algunos dominios, como Canadá, Australia y Sudáfrica, se miran como iguales con la metrópoli de Londres y pueden ser consideradas como potencias regionales, con proyección hacia convertirse en potencias mundiales en algunos aspectos.

En este mismo día, el Jerife de La Meca accede a negociar con los británicos para cooperar en la destrucción del Imperio Turco-Otomano. Las negociaciones conducirán a la Rebelión Árabe de 1916 y contruibuirán grandemente hundimiento del Sultanato Turco.

En Gran Bretaña, el 15 de julio de 1915, se dicta una ley (“National Registration Act”) que posterga todas las elecciones regionales y parlamentarias, en vista de la emergencia nacional que significa la Gran Guerra.

El 18 de julio, el crucero acorazado italiano “Giuseppe Garibaldi” es hundido por el submarino austriaco “U-4”, anotando un nuevo éxito para la “k.u.k. Kriegsmarine” (por “kaiserliche und königliche Kriegsmarine”, es decir, “imperial y real Marina de Guerra”, aludiendo al carácter dual de la monarquía danubiana de los Habsburgo, que reunían dos coronas en la anciana testa de Francisco José: Emperador de Austria y Rey de Hungría). En tierra, italianos y austrohúngaros chocan en la Segunda Batalla del Isonzo, en un nuevo intento del general Luigi Cadorna por penetrar el fuerte dispositivo de defensa alpino de Austria.

En el Frente Occidental, impera el empate estático de las trincheras. En el Frente Oriental, en tanto, la guerra es de movimientos y, al menos, en este año de 1915, los Imperios Centrales tienen la iniciativa. El 17 de julio, Bulgaria firma un tratado en que acepta entrar a la guerra como aliada de Alemania, Austria-Hungría y Turquía, a cambio de anexar Albania a su territorio en caso de victoria. Mientras se producen las negociaciones, la ofensiva austro-alemana gana nueva intensidad, desde el Báltico hasta Los Balcanes. Derrotados en Gorlice-Tarnow, los rusos están desorganizados, situación que aprovecha el “Ejército del Niemen”, comandado por el general Otto von Below. Von Below, que cierra el flanco norte de las fuerzas alemanes que enfrentan a Rusia, lanza un gran ataque el día 14 de julio, que barre como un tornado con las defensas del maltrecho 5º Ejército Ruso. Era la guerra de movimiento que los generales soñaron toda su vida. La caballería cruza rauda por bosques, pantanos, ríos y sembradíos, seguida por la artillería y la infantería, que usa una gran cantidad de carretas y unos pocos vehículos motorizados, siempre escasos, por las dificultades que tiene Alemania para proveerse de petróleo (y de materias primas en general).

En una serie de ataques feroces, los alemanes expulsan a los rusos del campo de batalla, hacia el este, obligándolos a ceder suelo patrio, o hacia los campos de prisioneros del oeste. Los soldados rusos luchan valientemente y venden caro cada centímetro de territorio, pero el alto mando ruso está desorientado y se muestra incapaz de atender apropiadamente las necesidades logísticas de las tropas. Hay días en que las tropas alemanas llegan a avanzar más de 50 km en 24 horas y consiguen ser detenidos momentáneamente sólo si los defensores encuentran la ayuda del algún río, de los edificios de algún poblado o del cruce de algún río.

Los contraataques rusos fracasan antes de poder ser plenamente implementados, superados por la rapidez del avance alemán. Maestros en la lucha en retirada, aprovechando las enormes extensiones de su patria, los rusos retroceden a tiempo y logran salvar a la mayor parte de sus tropas de ser rodeadas y aniquiladas. Rusia nuevamente sufre una derrota, pero no está vencida aún y Alemania no consigue sacarla de la guerra todavía. Será necesaria la traición leninista desde dentro, para derrumbar al tambaleante pero aún colosal oso ruso.

La imagen muestra la copia de un documento por el que se concede la Cruz de Hierro de 2da. Clase a un tal Teniente Mövius, reservista movilizado, que ha luchado con distinción en estos días y que es recompensado con esta condecoración, tan familiarmente asociada con las tradiciones militares alemanas.


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