domingo, 31 de enero de 2016

Hace 100 años. 31 de enero de 1916. Primera Guerra Mundial

Hace 100 años
31 de enero de 1916
Primera Guerra Mundial

Los Imperios Centrales prosiguen su avance en lo que ya son los movimientos de cierre de su campaña contra Serbia y Montenegro. El 25 de enero de 1916, el Ejército Austrohúngaro ocupa San Giovanni di Medua, en Albania, nación teóricamente neutral, que fue utilizada por todos los beligerantes como campo de batalla.

El 27 de enero, la nueva legislación que establece la conscripción obligatoria en Gran Bretaña termina su proceso de aprobación en el Parlamento. Por millones, los británicos darán su vida en los campos de batalla, especialmente en Europa Occidental, codo a codo con los franceses y belgas, donde estarán cuatro años frenando a los alemanes y, en lo posible, intentando empujarlos de vuelta. Será necesaria la conscripción obligatoria, el aporte de casi todas las nacionalidades del Imperio y, al final, la entrada de Estados Unidos en la lucha para vencer a la porfiada Alemania y a sus aliados.

El 29 de enero, se produce un ataque de dirigibles alemanes sobre París. La niebla y la gran altura a la que volaba el atacante dificultan el trabajo del armamento antiaéreo y de los aviones encargados de la defensa de la capital francesa, aunque también dificultan un bombardeo preciso. El ataque deja un saldo de 7 muertos y 22 heridos. En general, los aviones y la artillería de tierra están todavía en desventaja frente al “zeppelín”, que será superado tecnológicamente a medida que pasen los meses y se produzcan las necesarias mejoras técnicas.

El 31 de enero, se produce un nuevo bombardeo, pero esta vez sobre Inglaterra. Por la distancia que debían recorrer las naves, se pensaba que el extremo oeste de Inglaterra estaba a salvo de los ataques. Ese día, sin embargo, se probaría que no era así. Nueve dirigibles habían dejado esa madrugada sus bases en Friedrichshaven y Lowenthal, un número inusualmente alto. Recorrer el territorio inglés por todo lo ancho y ubicar el blanco no era una tarea fácil. Podía lograrse a medias combinando los cálculos y la observación, siempre que las nubes dejaban algún claro que permitiera mirar hacia tierra; no obstante, dar con el objetivo era complicado, como pudieron comprobarlo el comandante del “L21”, “Kapitänleutnant” Max Dietrich, y los infortunados habitantes de Wednesbury, un pueblito que Dietrich bombardeó, confundiéndolo con la gran ciudad-puerto inglesa del Mar de Irlanda.

Ya eran las 9 de la noche cuando Dietrich llamó a su tripulación a los puestos de combate. Luego de ser preparadas, empezaron a caer las bombas incendiarias y de alto poder explosivo sobre el área de la “King Street”. En el número 14 de esa calle, vivía una tal Sra. Smith, que decidió salir a la calle, para ver lo que estaba pasando. Antes de saber bien lo que ocurría, las bombas empezaron a caer cerca de ella, así que corrió de vuelta a su hogar, sólo para encontrarlo reducida a escombros y a toda su familia fallecida: su marido, Joseph; su hija Nellie, de 13 años; su hijo Thomas, de 11, y su hija Ina, de 7, cuyo cuerpecito fue hallado recién al día siguiente, sobre el techo de una fábrica cercana.

Luego de soltar sus bombas sobre lo que Dietrich pensó era Liverpool, fijó el curso de vuelta a Alemania. Poco después de la medianoche, llegó sobre Wednesbury el “L19”, comandado por el Teniente-Capitán Loewe, quien había cometido los mismos errores de navegación que Dietrich y además había llegado más tarde, debido a problemas con los motores. Al ver el fuego causado por las bombas de Dietrich, estuvo seguro de haber alcanzado Liverpool. Su ataque no produjo mayores daños y no dejó tampoco víctimas, aunque seguramente aumentó la ansiedad que ya sentían los habitantes de Wednesbury y, en general, de toda Inglaterra, que habían visto cómo nueve dirigibles alemanes habían cruzado todo el país sin que ningún avión británico o arma antiaérea fueran capaces de entorpecer su tarea.

Fue la última misión del “L19”, que siguió sufriendo desperfectos en el motor y quedó al alcance de las armas de tierra. Cuando enfrentaba Holanda, fue derribado sobre la aguas del Mar del Norte. Un pesquero inglés, el “King Stephen”, dio con la tripulación, aferrada a los restos del dirigible, flotando aún sobre el agua. El patrón habló con los alemanes, pero no se atrevió a embarcarlos, temeroso de que intentaran hacerse con la embarcación y lo hicieran terminar prisionero en Alemania. Partió a buscar algún navío de la “Royal Navy”, pero ya era tarde cuando llegó a puerto.

En cuanto al “L21”, fue derribado en llamas en noviembre de 1916, cuando regresaba a su base, luego de otro bombardeo sobre Inglaterra. Para fines de 1916, ya los aviones “caza” y la artillería antiaérea iban cerrando la brecha tecnológica que, hasta entonces, daba ventaja a los dirigibles alemanes.

La imprecisión de los ataques de dirigibles los convertía siempre en bombardeos indiscriminados. Como se viera, la muerte horrible de la familia de la Sra. Smith, de Wednesbury no aportaba nada al esfuerzo de guerra del Káiser Guillermo y del “Reich”. Esa noche, en distintos puntos de Inglaterra, las víctimas de los “zeppelines” llegaron a totalizar 183 personas, la mayoría de las cuales eran simples civiles. La justificación de estos ataques se intentaba con el argumento de obligar al Reino Unido a distraer tiempo y recursos en la defensa de su territorio contra los bombardeos. Sin embargo, no trajeron ningún resultado decisivo, significaron un innegable crimen de guerra y generaron respuestas similares de parte de la Entente Franco-Británica, que ya tampoco se detuvo frente a la posibilidad de causar bajas civiles, como “daño colateral” a la lucha. La puerta del infierno estaba abierta y el escenario quedaba establecido para los grandes bombardeos que sufrirían muchas ciudades del mundo, sobre todo en la siguiente guerra.

Abajo, la representación artística que “Le Petit Journal” hizo del momento en que el “L19” y el “King Stephen” se encontraron en alta mar. “Le chatiment du pirate”, “el castigo del pirata”; así titula el periódico parisiense, refiriéndose al macabro destino de los tripulantes alemanes. Y abajo agrega: “Au retour d’un raid sur l’Anglaterre, le Zeppelin L-19 sombre dans la mer du Nord”, “a su regreso de un ataque sobre Inglaterra, el zeppelín L-19 se hunde en el Mar del Norte”.






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