sábado, 6 de agosto de 2016

Hace 75 años. 7 de agosto de 1941. Segunda Guerra Mundial

Hace 75 años
7 de agosto de 1941
Segunda Guerra Mundial

El 1 de agosto de 1941, Japón ocupa Saigón, la ciudad de Indochina que, como capital de Vietnam del Sur, dos décadas más tarde, se hará famosa entre todos los aficionados a las muchas películas antibélicas inspiradas en la Guerra de Vietnam. Por el momento, es un paso más hacia la consolidación del imperialismo nipón y hacia el choque militar con las democracias occidentales. Ese mismo día, Estados Unidos impone un embargo de petróleo a todos los estados considerados como “agresores”, lo que incluía, desde luego, a Japón.

Tras dar el paso de la ocupación de Indochina, el Gobierno Japonés se había arriesgado a que Washington tomara una medida restrictiva con materias primas esenciales para la economía japonesa, como es el petróleo. Para obtenerlo, la única posibilidad eran las Indias Orientales Holandesas (actual Indonesia) por medio de la fuerza. Con las reservas de petróleo japonés limitadas a unos cuantos meses y el mercado petrolero americano y árabe cerrado por los anglosajones, el recurso de invadir el archipiélago indonesio era un paso esperable.

La guerra en el Pacífico parece cosa de meses y los norteamericanos hacen grandes esfuerzos por poner al día su arsenal. En este primer día de agosto de 1941, hace su primer vuelo el torpedero Grumman “Avenger” (“Vengador”), un excelente avión que vendrá a reemplazar al ya obsoleto Douglas “Devastator”. El “Avenger” no alcanzará a dotar a los portaaviones hasta la segunda mitad de 1942 y el inadecuado “Devastator” deberá afrontar la Batalla de Midway, donde sufriría fuertes pérdidas a manos del letal Mitsubishi A6M “Zero”.

En el desierto, la lucha sigue entrampada en torno al puerto-fortaleza de Tobruk. El 2 de agosto, dos compañías australianas hacen una salida hacia posiciones del cerco defendidas por los italianos, que rechazan el ataque, causando fuertes pérdidas a los “aussies”. Una vez más, queda demostrado que los italianos, bien mandados, motivados y armados con material medianamente decente, pueden ser adversarios muy peligrosos. El ataque fue el último intento australiano por recuperar el terreno perdido desde mayo de 1941 y seguramente no volverían a subestimar la capacidad combativa del “Regio Esercito”. Benito Mussolini seguramente se siente un poco más satisfecho y esperanzado con la suerte de sus tropas, pero el 7 de agosto, sufre un rudo golpe personal, cuando su hijo, Bruno, muere en un accidente aéreo.

En el Mediterráneo, que es donde se decide la suerte logística de la campaña del desierto, la lucha también es dura. Frente a las costas libias, el 2 de agosto, una formación de “Stuka” acosa un convoy británico. Generalmente los bombarderos alemanes causaban mucho daño a los mercantes de los convoyes y a las unidades de la “Royal Navy” que los escoltaban; sin embargo, esta vez, un grupo de Hawker “Hurricane” está en las cercanías y rechaza a los “Stuka”, ocasionándoles fuertes pérdidas.

En el Frente Oriental, el 4 de agosto, Hitler llega hasta el cuartel general del Grupo de Ejércitos Centro, mandado por el general Fedor von Bock. El general, que simpatiza poco con Hitler y comprende que la invasión de Rusia es un paso peligroso para Alemania, había preparado una conspiración para arrestar al tirano luego de su llegada. Sin embargo, Hitler llegó acompañado de una nutrida guardia personal, que hizo inviable el plan. El “Führer” ya había sufrido intentos de asesinato y derrocamiento por parte de miembros de la “Wehrmacht”, de modo que está más preparado ante esas eventualidades.

En lo estratégico, Hitler se entromete con cada vez mayor frecuencia en lo que deberían ser decisiones privativas del alto mando. Luego de arribar al comando de Von Bock, ordena la dispersión de sus valiosos tanques, enviando el 3er Grupo Panzer del general Hermann Hoth al norte, al frente de Leningrado, y al 2º Grupo Panzer del general Heinz Guderian al sur, a ayudar en el avance del general Paul von Kleist en el sur. Para Hitler, la captura de Moscú, aunque deseable y necesaria, no es prioritaria y prefiere concentrar los esfuerzos militares en conseguir los recursos naturales de Ucrania. El alto mando alemán, que entendía que tomar Moscú sería un golpe decisivo para los soviéticos, ve con desesperación cómo se dispersan las fuerzas entre las enormes extensiones del frente ruso.

A pesar de las intromisiones políticas, las tropas de Von Bock obtienen uno de sus mayores éxitos. El 6 de agosto, se puede dar por terminada la Batalla de Smolensk. A finales de julio, las puntas de lanza del Grupo de Ejércitos Centro se habían cerrado en torno a una gran concentración de tropas soviéticas en torno a Smolensk, ciudad cercana a la frontera que separaba Bielorrusia y Rusia propiamente tal. Aunque un número importante de unidades logró escapar del cerco, los alemanes consiguieron cercar a la mayor parte del 16º, 19º y 20º Ejércitos Soviéticos. Al terminar la batalla, los soviéticos habían sufrido más de 750.000 bajas entre muertos, heridos y prisioneros, además de perder miles de tanques, vehículos y aviones. En suma, más que una derrota, el Ejército Rojo había sufrido el peor desastre de su historia. Y le esperaban otros todavía. Con todo, la dispersión de las unidades “Panzer” y algunas bolsas de resistencia decidida, costaron a los alemanes mucho más tiempo del esperado. Cada día ganado por los soviéticos va a contar al final de la campaña y de la guerra en general.

Además de avanzar por un enorme país que, en muchas áreas, tenía formidables obstáculos naturales que facilitaban la defensa, la “Wehrmacht” tendría que haber lidiado con un potente dispositivo de fortificaciones, construidas por los soviéticos. Otro de los muchos mitos repetidos respecto de la “Operación Barbarroja”, reza que la línea fortificada a lo largo de la vieja frontera (antes de 1939) había sido destruida y que no había existido tiempo para construir nada importante que la reemplazara en la nueva frontera, creada luego de que los comunistas, en complicidad con los nazis, invadieran traicioneramente Polonia, Estonia, Letonia, Lituania y parte de Rumania. Este mito era una excelente explicación para no dañar el orgullo del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), que inventó muchas leyendas como ésta, a fin de no reconocer que, en los primeros meses de guerra, la mayoría de sus ciudadanos prefería dejarle el país a los alemanes, antes que seguir aguantando la tiranía estalinista. Eso duró hasta que se dieron cuenta que, si el comunismo era el infierno en esta tierra, los nazis querían derechamente mandar a los eslavos fuera de esta tierra o esclavizarlos como mano de obra subhumana. Ante dos alternativas muy malas, los pueblos soviéticos, en general, eligieron seguir con su propia tiranía, que podía ser espantosa, pero que les permitía, en algunos casos, seguir con vida y tener alguna esperanza. En ese sentido, el comunismo era más democrático: trataba igualmente mal a todo el mundo y no hacía diferencias raciales a la hora de mandar gente a los campos de concentración.

Los soviéticos llevaban años preparándose para una guerra que les permitiera conquistar Europa hasta el Atlántico. Sabían que concentrar sus fuerzas en ciertas zonas de ataque, debilitaría otros sectores, que el enemigo de turno (Alemania, en este caso) podía aprovechar para contraatacar. Por eso Stalin puso tanto énfasis en las áreas fortificadas, para que fueran capaces de contener y destruir esos contraataques. No hay que imaginarse algo así como una fortificación continua, al estilo del Muro de Adriano en Gran Bretaña o la Gran Muralla de China. Las áreas fortificadas estaban destinadas a cubrir con su fuego sectores muy concretos del territorio cercano a las fronteras. Incluso en los mismos corredores cubiertos por las áreas fortificadas, tampoco hay una serie continua de fortines. Las instalaciones defensivas estaban concentradas en varias agrupaciones, denominadas nodos de defensa. Según Mark Solonin, cada nodo comprendía 10 o más búnkeres, dispuestos a modo de una fortaleza medieval, en que sería imposible aproximarse impunemente a uno de ellos, sin recibir una lluvia de fuego desde un búnker vecino. Estas instalaciones estaban situadas sobre caminos, puentes y vados, igual como se había hecho desde siempre, con la diferencia de que los ejércitos del siglo XX estaban mucho más atados a las carreteras que sus predecesores, debido a la importancia de los vehículos motorizados en el esfuerzo bélico.

Complementando datos de los archivos soviéticos y de los reportes de las fuerzas invasoras alemanas, Solonin afirma que había más 1.000 fortines en la “Línea Molotov”, es decir, en la nueva frontera (donde supuestamente no había existido el tiempo para construir nada) y más de 3.000 en la vieja frontera, la “Línea Stalin” (donde todos los búnkeres habían sido supuestamente volados). Para poder comparar, la imponente “Línea Maginot”, en la que Francia había depositado toda su fe, contaba con 142 “ouvrages” (fortines mayores y menores, artillados), 352 casamatas armadas con ametralladoras, 78 refugios de infantería de reserva, 17 puntos de observación y unos 5.000 puestos de vigilancia camuflados, que permitían detectar ataques, detener por poco tiempo al enemigo y dar la alarma a las líneas de defensa. La afamada “Línea Mannerheim”, que tanta sangre costó a los soviéticos en su primera guerra con Finlandia, en 1939-1940, contaba alrededor de 200 búnkeres, que además estaban construidos con parámetros técnicos muy inferiores a las fortificaciones soviéticas. En todos estos casos, las fortificaciones estaban retiradas de la frontera algunos kilómetros, para que los invasores tuvieran que superar la resistencia de posiciones más ligeras, que los fueran “ablandando”, antes de llegar a la principal línea defensiva.

Si los soldados del Ejército Rojo, en vez de huir a la desbandada, hubieran hecho buen uso de estas formidables fortificaciones, habrían quitado mucho y valioso tiempo a los alemanes. Pensemos en que, para superar la relativamente modesta “Línea Mannerheim”, el Ejército Rojo sacrificó miles de soldados en las rutas de aproximación y demoró tres meses en conseguir el ansiado rompimiento. Los soviéticos alinearon 13 regimientos y 4 batallones de lo que ellos llamaban, en términos técnicos, artillería de “gran y especial poder.” En marzo de 1940, disponían frente a los finlandeses de 7.000 morteros y cañones y más de 3.000 tanques. Dispararon 46.000 rondas de obuses de 203 mm y 6.000 rondas de sistemas de artillería de poder especial. En tres meses de guerra, en todo el frente, el Ejército Rojo usó 79.7 kilotones de munición artillera (la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima en 1945, liberó una potencia de 16 kilotones), mientras que la aviación lanzó otros 22.6 kilotones de bombas sobre Finlandia y su pequeño ejército. Y, a pesar de que los soviéticos rompieron la línea, obligando a Finlandia a negociar, nadie puede decir que el resultado fue otra cosa que una victoria pírrica, que costó 40.000 muertos y 150.000 heridos, sólo en el esfuerzo final de rompimiento en marzo de 1940.

Unas pocas unidades aisladas soviéticas, sin embargo, decidieron resistir desde el primer día de la invasión alemana. Aunque estaban aislados y sin esperanzas de auxilio, unos pocos miles de soldados soviéticos iniciaron el primer día lo que su historiografía llamó la “Gran Guerra Patriótica.” Un tal sargento Ivanovich, destinado a una fortificación cerca de Peremyshl, relata que su posición “era una imponente fortificación, armada con cuatro troneras con dos cañones de 76 mm y dos ametralladores Degtyarev (…) El comandante nos dijo que no debíamos sólo ocuparlo, sino permanecer en defensa 6 meses sin salir o hasta el momento en que voláramos junto con el fortín. La comida y municiones debían alcanzar para esos 6 meses. Tenía dos pisos, era fuerte, con murallas de concreto reforzado de 3.5 metros (…) Los alemanes tomaron nuestro lado de Peremyshl; abrieron fuego sobre el búnker, pero los proyectiles rebotaban como arvejas contra la pared.”

Abajo, una fotografía tomada a un búnker de la “Línea Stalin” en julio de 1941 por corresponsales alemanes.






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