Hace 75 años. 29 de agosto de 1940. Segunda Guerra Mundial
Hace 75 años
29 de agosto de 1940
Segunda Guerra Mundial
El 24 de agosto de 1940, aviones alemanes bombardean accidentalmente una
iglesia en Cripplegate, en el área metropolitana de Londres. Aunque los
alemanes declararon inmediatamente que se trataba de un error y el mismo Hitler
se había reservado el derecho exclusivo de ordenar el ataque a áreas civiles no
productivas, Churchill ordenó al día siguiente un bombardeo sobre Berlín como
represalia. En la noche del 25 de agosto, 95 bombarderos británicos atacaron el
Aeropuerto de Tempelhof y la zona de Siemesstadt, en Berlín. El daño, en ambos
ataques a las capitales de Alemania y Gran Bretaña, fue mínimo, pero tuvo
enormes efectos sicológicos, dando inicio a una escalada en que el objetivo
primario de los bombarderos ya no serían sólo los objetivos militares, sino
también las ciudades y centros productivos del enemigo.
Los ataques a las ciudades británicas, especialmente Londres, pasaron a
la historia como el “Blitz”. Produjeron enormes daños y miles de víctimas entre
los civiles, pero estuvieron lejos del efecto buscado de quebrantar la moral o
aterrorizar a los británicos hasta forzarlos a pedir la paz. Durante los meses
siguientes, las zonas urbanas de Inglaterra, Escocia y Gales sufrieron
terribles ataques de parte de la Luftwaffe. Los primeros bombardeos de la “RAF”
contra Berlín, en cambio, fueron poco efectivos y sus consecuencias fueron más
sicológicas y políticas que militares. Pero, a medida que la guerra se volvió
contra Alemania, las ciudades del “Reich” fueron sufriendo ataques cada vez
peores, que se volvieron apocalípticos desde 1942 en adelante, cuando la
poderosísima “U.S. Air Force” se unió a la aviación británica en su campaña
aérea contra Alemania.
El cambio de prioridades de la Luftwaffe, que pasó a centrarse en las
ciudades británicas, especialmente Londres, fue quizás el mayor error de muchos
que cometió el alto mando político y militar alemán al momento de enfrentar la
Batalla de Inglaterra. Los alemanes no lo supieron en 1940, pero efectivamente
hubo momentos en que la RAF estuvo en serios problemas. De haber persistido en
algunas de las muchas estrategias contra la RAF, ensayadas por los alemanes en
julio-septiembre de 1940, es posible que el resultado hubiese sido una derrota
estratégica británica de graves consecuencias. La inteligencia alemana falló
miserablemente al evaluar las condiciones en que se inició y se desarrolló la
batalla aérea sobre el Reino Unido. Los británicos, en cambio, implementaron un
sistema de manejo de la información que puede calificarse de magistral y que
pasó a la historia como el “Sistema Dowding”, en honor del Mariscal en Jefe del
Aire, Sir Hugh Dowding, que comandó la aviación de caza británica en el momento
más crítico de su historia.
El Sistema Dowding fue la primera red de control de tierra para
intercepción aérea. Controlaba el espacio aéreo entre el extremo norte de
Escocia y el sureste de Inglaterra. Usando una compleja red telefónica
subterránea, su objetivo era recolectar, transmitir, filtrar y administrar la
información recogida por las estaciones de radar y el Real Cuerpo de
Observadores. Esta información era luego traspasada a los escuadrones de caza y
a las unidades de artillería antiaérea, para que pudieran tomar decisiones de
combate, usando sus recursos, siempre escasos, de la mejor manera posible.
El primer paso era la detección de las formaciones enemigas por parte de
las estaciones de radar, que debían informar a los Cuarteles Generales de la Aviación
de Caza, donde esos datos eran trabajados en una “sala de filtrado”. En esta
sala, las formaciones enemigas era identificadas con marcadores de colores en
un gigantesco mapa del Reino Unido, que permitía seguir la trayectoria de las
fuerzas propias y enemigas. Los aparatos de radar eran unidireccionales, de
modo que sólo podían detectar formaciones de aviones que estuvieran desde las
costas británicas hacia fuera, pero no podían seguir a los aparatos una vez que
sobrevolaran Gran Bretaña. Hacer el seguimiento de los bombarderos sobre suelo
británico era tarea del Real Cuerpo de Observadores (“Royal Observer Corps,
ROC”), formado por cientos de voluntarios que seguían desde tierra, con
binoculares o a ojo desnudo, el recorrido de los bombarderos alemanes y sus
formaciones de escolta.
La información filtrada y procesada, era luego recibida por los cuarteles
generales de los cuatro grupos en que se dividía el Mando de la Aviación de
Caza. Cada uno de estos cuarteles generales tenía sus propios mapas y salas de
mando. A su vez, ellos transmitían la información a los sectores en que se
dividían los grupos. Desde los cuarteles generales de cada sector, se daban las
órdenes a los pilotos de caza y a los operadores de artillería antiaérea. De este
modo, era mucho más fácil para la artillería antiaérea identificar los aviones
de cada bando y no disparar sobre los propios. Los escuadrones de caza, en
tanto, se aproximaban a las formaciones invasoras sabiendo su número, trayectoria
y composición. Así, el mando de caza enviaba a la batalla el número exacto
necesario para detener a los alemanes y no desperdiciaban combustible en
patrullajes de vigilancia.
En la fotografía, se ve una sala de control en Bentley Priory, el Cuartel
General de la Aviación de Caza Británica, donde se procesaba y filtraba la
información que luego pasaba a los grupos, sectores y escuadrones.
Imagen tomada de http://www.raf.mod.uk/rafcms/mediafiles/gallery/E6AFBDD7_5056_A318_A8F80D997DFBEB05/2sept(a).jpg

Etiquetas: Guerras Mundiales, Historia
6 Comments:
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Germán,
como siempre es un placer leer tus crónicas de la Segunda Guerra Mundial y conocer detalles de la estrategia y procedimientos defensivos a los que recurrieron los británicos en su "hora más oscura". Y tal como lo señalas es esas líneas, Gran Bretaña administró con una excepcional precisión sus ajustados recursos aéreos, tanto materiales y humanos, apoyados por aquel prodigio tecnológico que fue el radar (radio detection and ranging); las ondas que cruzaban el éter eran los centinelas electrónicos de su isla, cuya eficiencia fue tal, que el alto mando nazi estimó seriamente la existencia de espías enemigos en las más altas esferas de la Luftwaffe, conocida ya la capacidad de infiltración que tenían los agentes de inteligencia al servicio de Su Majestad. Esa maravilla de la técnica resultó de los conocimientos sintetizados a partir del desarrollo y experimentación aportado por científicos e inventores como Tesla, Hertz, Maxwell y Marconi, entre otros.
El perfeccionamiento del magnetrón, por Sir Robert Watson-Watt se convirtió en un avance esencial para la detección exacta de fuerzas aéreas enemigas y constituye el primer sistema de alerta electrónica estratégica, cuyas señales fueron vitales a la hora de dirigir las maniobras defensivas ejecutadas por la Royal Air Force y sus intrépidos pilotos. De ellos se diría:
"Nunca, en el campo de los conflictos humanos, tantos debieron tanto a tan pocos"
(Sir Winston Churchill)
Da gusto leer a un humanista como José Antonio, capaz de hablar, con la misma soltura, de historia y de ciencias duras
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