Hace 75 años. 21 de febrero de 1941. Segunda Guerra Mundial
Hace 75 años
21 de febrero de 1941
Segunda Guerra Mundial
El 15 de febrero de 1941, se inicia la
deportación de los judíos de Austria hacia guetos en Polonia. Los horrores del
Holocausto se intensifican en toda Europa, con una Alemania Nazi que está a
punto de alcanzar su máxima extensión territorial y con un régimen tiránico que
se siente cada vez más confiado en abusar abiertamente de los judíos, así como
de otros grupos considerados enemigos del “Reich”.
Durante los días 19, 20 y 21 de febrero, se
produce el “Blitz de tres días” sobre de Swansea, en Gales del Sur. Fueron tres
noches de intenso bombardeo por parte de la “Luftwaffe”, que prácticamente
borró de la faz de la Tierra el centro de esa ciudad.
En estos días de febrero de 1941, tropas
alemanas empiezan a moverse hacia la frontera griega, a través de Bulgaria,
convertida en satélite del Eje. Alemania está a punto de involucrarse en una
nueva campaña, esta vez en Los Balcanes, para asistir a los italianos, que han
fracasado en su intento de conquistar Grecia. Hitler no está dispuesto tampoco
a permitir que Grecia se convierta en una base de operaciones británica contra
su flanco sur. Los ítalo-germanos terminarán conquistando Grecia y Yugoslavia,
la esvástica ondeará sobre dos nuevas capitales conquistadas y el mundo
temblará antes la hazaña de los “fallschirmjäger” alemanes, que conquistarán
una isla enteramente desde el aire. Pero la lucha en Los Balcanes tiene un
costo, especialmente un costo en tiempo, que las tropas alemanas echarán mucho
de menos algunos meses después, cuando tengan que enfrentar al “General
Invierno” en la siguiente campaña, en Rusia.
Hitler, a diferencia de Mussolini, no tenía una
mentalidad “imperial” o “global”, como diríamos en nuestros días. No le
interesaba mucho lo que ocurriera fuera de Europa y estaba cada vez más poseído
por sus dos obsesiones: los judíos y el comunismo. En su delirio, nada era más
importante que destruir esos dos adversarios que había escogido como blanco de
su odio y que podían ser hallados en Europa, más que en cualquier otra parte.
El “Führer” raramente veía más allá de las costas europeas, por eso nunca quiso
realmente invadir Gran Bretaña, si existía la posibilidad de negociar, porque
aquello acarrearía la destrucción del Imperio Británico, consumiendo copiosa sangre
alemana en una invasión de incierto éxito, de la que se beneficiarían países
como Estados Unidos o Japón, mucho más que Alemania.
La aventura africana emprendida por Mussolini
era también ajena a la mentalidad de Hitler, que no se involucró en ese frente
sino hasta cuando pareció evidente que un colapso total de los italianos podía
desbalancear gravemente la situación estratégica en favor de los británicos.
Desde comienzos de febrero de 1941, comenzaron a llegar al Norte de África
unidades militares alemanas que se agruparían en lo que pasaría a la historia
como el “Deutsches Afrika Korps” (“DAK”, algo así como “Cuerpo Alemán de
África”, una designación oficial que cambiaría con el tiempo, aunque el nombre
de “Afrika Korps” se mantendría en las páginas de historia y en la imaginación
de la gente en general como el más aceptado). El 20 de febrero de 1941, en
El-Agheila, las tropas alemanas del DAK se enfrentaron por primera vez a los
“tommies” de la “Western Desert Force” de la “Commonwealth”, que llevaba varias
semanas al ataque, con resonantes victorias sobre los italianos, pero que
empezaba a sufrir los efectos de la campaña y que además tendría que vérselas
con un enemigo decidido. El “Afrika Korps” pasaría a ser una de las formaciones
de combate más célebres y respetadas de cuantas participaron en la guerra. Su comandante
se transformaría en uno de los estrategas más reconocidos de la historia militar
alemana, que no ha sido parca en producir miles de excelentes oficiales y unos
cuantos genios, como Federico el Grande, Ludendorff y Hindenburg, junto al
hombre al que nos referimos ahora: Erwin Rommel.
Ya en la Primera Guerra Mundial, Rommel había
demostrado su genialidad en el campo de batalla, haciendo gala de audacia y
movilidad, recibiendo las más altas condecoraciones militares del Imperio
Alemán. Curiosamente, sus mayores hazañas en la Gran Guerra, que le valieron
sus más altas condecoraciones, Rommel las realizó luchando contra los
italianos, aliados de Gran Bretaña en ese conflicto. Ahora, en esta siguiente guerra
mundial, Rommel tendría que conducir miles de soldados italianos a la lucha
contra los británicos en África. Para cerrar el capítulo de las curiosidades,
el general británico que enfrentaría a Rommel al comienzo de 1941, Richard
O’Connor, también había luchado en los Apes durante la Primera Guerra Mundial,
haciéndose merecedor de las más altas condecoraciones de Italia, contra la que
sus tropas luchaban ahora.
Al estalla la Segunda Guerra Mundial, en
septiembre de 1939, Rommel estaba a cargo de una unidad encargada de escoltar a
Hitler y a su séquito cuando se acercaran a zonas de combate. Tras terminar la
campaña polaca, Rommel pidió ser trasladado, porque era demasiado inquieto como
para estar a cargo de una guardia de seguridad. Durante la invasión de Francia,
estuvo al mando de la 7ª División Panzer y, aunque no tenía experiencia
comandando unidades blindadas, pronto se convirtió en uno de los mejores
comandantes de tanques de todos los tiempos. En la Batalla de Arras, librada en
Francia, hizo gala de la inventiva que lo caracterizaría durante toda la
guerra. Cuando los tanques pesados británicos “Matilda” estaban a punto de
sobrepasar todas las defensas alemanas, Rommel dio orden de alinear todas las
piezas de artillería de campo y antiaérea que halló a mano y las hizo disparar
directamente contra los “Matilda”, que hasta el momento apenas habían sentido
algún efecto de los inútiles disparos de los ligeros “Panzer III” y de los
inefectivos cañones antitanque de 37 mm. La reacción de Rommel fue acertada y
los británicos fueron obligados a retirarse, cuando estaban a punto de romper
la resistencia alemana. En Arras, el cañón antiaéreo de 88 mm demostró ser
especialmente letal contra los tanques, de modo que Rommel lo utilizó mucho
contra los blindados aliados durante la guerra en el desierto africano.
Durante la campaña de Francia, las fuerzas al
mando de Rommel se caracterizaron por avanzar siempre muy rápidamente, en
ocasiones, desobedeciendo órdenes directas de detenerse de sus superiores. La
sorpresa y velocidad con que sus tropas se dejaban caer sobre el enemigo,
llegaban al punto en que no sólo los franco-británicos a menudo no sabían dónde
estaba Rommel, sino que también era frecuente que el alto mando alemán en
Berlín lo ignorara. Esa capacidad de despistar a amigos y enemigos le valió a
su 7ª División Blindada el apodo de “Gespensterdivision”, “División Fantasma”.
Este era el hombre enviado por Alemania a la
orilla sur del Mediterráneo, con la misión inicial de mantenerse a la
defensiva, seguir las órdenes de los generales italianos más antiguos y
simplemente evitar el colapso de la posición del Eje en Noráfrica. Siguiendo
sus instintos, Rommel hizo todo lo contrario a lo que se le ordenó y consiguió
hacer tambalear, por un tiempo, la vital posición del Imperio Británico en
África y en el Canal de Suez.
La fotografía de abajo muestra la operación de
descarga en el puerto de Trípoli de equipo destinado al “Afrika Korps”. En
primer plano, un Panzer III. Enfrentado a los “Cruiser” británicos, el Panzer
III tuvo la ventaja en 1941. A medida que la situación general de la guerra se
volvía contra Alemania, los suministros llegaban menos a los alemanes y
empezaban a abundar para sus adversarios de la “Commonwealth”. Desde 1942 en
adelante, contra los “Cromwell”, “Grant” y “Sherman”, el Panzer III sufriría
mucho en el campo de batalla.
Imagen tomada de http://ww2live.com/sites/default/files/images/20151710134713.jpg
Etiquetas: Guerras Mundiales, Historia
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home