domingo, 18 de diciembre de 2016

Hace 100 años. 18 de diciembre de 1916. Primera Guerra Mundial. Victoria francesa en Verdún



Hace 100 años
18 de diciembre de 1916
Primera Guerra Mundial

Victoria francesa en Verdún

El 12 de diciembre de 1916, el general Joseph Joffre es designado Consejero Militar Técnico del Gabinete de Guerra, un título que se escuchaba elegante, pero que era, de hecho, una posición inventada para apartarlo del mando de las operaciones, sin herir demasiado su orgullo. Joffre, que no era un tonto, acabaría renunciando, aunque seguiría prestando importantes servicios diplomáticos y formó parte de la misión francesa que, en 1917, partiría a Estados Unidos a coordinar la entrada de dicha nación en la Gran Guerra. Por lo pronto, a fines de 1916, el mando de las fuerzas francesas en el Oeste pasó al general Robert Nivelle.

El 14 de diciembre, las potencias de la Entente presentan un nuevo ultimátum al gobierno del Rey Constantino de Grecia, demandando que el Ejército Real se retire de Tesalia. Constantino, que no tiene medios para resistir y desea evitar a su pueblo los sacrificios de la guerra, debe aceptar las humillantes condiciones y así lo comunica a la Entente al día siguiente. El 17, el gobierno de Atenas emite una orden de detención contra Elefetherios Venizelos, el ex Primer Ministro de Constantino, que encabeza un gobierno rival, con el apoyo de la Entente, en Tesalónica. La vieja Grecia, maestra de Europa, está atrapada entre los fuegos de la peor guerra que ha conocido la especie humana.

El 18 de diciembre de 1916, puede considerarse terminada la Batalla de Verdún, que se inició en febrero, con una ofensiva alemana contra los fuertes franceses de la zona. En el ínterin, los alemanes han tenido que luchar otra gran batalla simultáneamente en el Frente Occidental, en el Somme, donde han podido evitar que los británicos y franceses rompieran sus líneas, pero lo han logrado por muy poco y la presión a sus logística ha significado que, de hecho, no consigan ninguno de los objetivos planteados al lanzar las operaciones en Verdún.

La fase final de Verdún es llamada por la historiografía francesa como “2ième Bataille Offensive de Verdun” o “Segunda Batalla Ofensiva de Verdún” y fue ejecutada por cuatro divisiones, con cuatro más en reserva y 740 piezas de artillería en apoyo. Entre el 9 y el 14 de diciembre, la artillería francesa desató sobre los alemanes una tormenta de 1.169.000 proyectiles de artillería, bien dirigidos por los medios de observación de la aviación francesa, que dominaba los cielos del Frente Occidental a fines de 1916. Los franceses eran esperados por cinco divisiones alemanas con sus dotaciones muy incompletas, apoyadas por 533 piezas de artillería. Al momento de iniciarse el avance de la infantería francesa, el día 15 de diciembre, los “poilus” eran precedidos por una cortina de artillería de fragmentación, que se movía 65 metros delante de la línea de infantes, y por una segunda cortina de andanadas altamente explosivas, que iba cayendo 140 metros por delante de los soldados atacantes. Una vez que los franceses llegaron hasta las defensas alemanas, el fuego de artillería quedó fijado en la segunda línea alemana, como un modo de evitar la llegada de refuerzos y cortar la retirada a lo que quedaba de la guarnición de las primeras líneas. Para el 17 de diciembre, las defensas alemanas colapsaron. De los 21.000 soldados alemanes que conformaban las cinco divisiones defensoras de primera línea, 13.500 se convirtieron en bajas. La mayoría no se pudo retirar a tiempo, ante la rapidez de los avances franceses en algunos sectores y los muchos heridos que no alcanzaron a ser evacuados. “Lo lamentamos mucho, caballeros, pero no esperábamos a tantos de ustedes”, respondió el general Charles Mangin, quien estuvo al mando de la ofensiva francesa, a algunos oficiales alemanes que se habían rendido y se quejaban de las duras condiciones del cautiverio.

Cuando lanzó la ofensiva en febrero, el entonces Jefe del Estado Mayor Alemán, general Erich von Falkanhayn, contaba con desangrar al Ejército Francés hasta la muerte. Suponía que, al ocupar un lugar con tanta importancia histórica como Verdún, el alto mando francés se sentiría obligado a lanzar todos los hombres disponibles para recuperar la zona. Desde posiciones ventajosas, las fuerzas alemanas masacrarían a los franceses con su artillería, que seguirían atacando hasta el agotamiento. Sin embargo, luego de meses de lucha, los alemanes nunca pudieron consolidar posiciones lo bastante ventajosas como para estar en posición de esperar tranquilamente los ataques franceses. De hecho, los alemanes estuvieron obligados a mantenerse al ataque durante la mayor parte de la batalla y sus bajas fueron tan altas como las de los franceses, a los que esperaban desangrar. Mientras que Francia sufrió 550.000 bajas, Alemania perdió 434.000 hombres. El único efecto palpable de la Batalla de Verdún fue el debilitamiento irrevocable de los dos ejércitos.

La alianza franco-británica, por otro lado, no había conseguido romper la voluntad de lucha de Alemania y sus aliados en 1916, a pesar de lanzar sobre ellos grandes ofensivas, de manera casi simultánea en los cuatro grandes frentes abiertos en Europa. Incluso, se puede decir que en el Frente Alpino, en los Balcanes y en el Frente Ruso, Alemania, Austria-Hungría, Bulgaria y Turquía cerraban el año con ventaja. El resultado de las grandes batallas del Somme y de Verdún, en tanto, dejaban en una especie de prolongado empate el Frente Occidental, el más importante de la guerra. Por otro lado, el tiempo corría a favor de franceses y británicos, dominadores de los mares y, por lo tanto, de los vías de comunicación y abastecimiento mundial.

Abajo, la “Necrópolis Nacional y Osario Nacional de Douaumont”. La gran estructura del fondo, que corona con una torre la cima de la colina, es un osario que contiene los huesos de, al menos, 130.000 soldados alemanes y franceses no identificados, que cayeron muertos en la batalla. Al frente del monumento, en la suave pendiente que la enfrenta, está situado el cementerio militar francés más  grande la Primera Guerra Mundial, con 16.142 tumbas de los soldados que tuvieron el privilegio de ser identificados. Fue inaugurado en 1923 por André Maginot, veterano de Verdún, quien sería el diseñador de la famosa línea defensiva que llevaría su nombre y en la que pondría sus vanas esperanzas la Tercera República Francesa del período de Entreguerras.


 

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