Hace 100 años. 1 de enero de 1917. Primera Guerra Mundial. 1916: un balance
Hace 100 años
1 de enero de 1917
Primera Guerra Mundial
1916: un balance
El 26 de diciembre de 1916, el general Joseph Joffre es creado Mariscal
de Francia, el primero en alcanzar esa distinción bajo la Tercera República.
Quien fuera Comandante en Jefe desde el estallido de la guerra en 1914, es tan
popular, que lo han apodado “Papá Joffre”. La victoria pírrica en Verdún y el
decepcionante resultado de la gigantesca ofensiva anglo-francesa en el Somme
hicieron caer en desgracia a Joffre, a quien, sin embargo, las autoridades se
cuidan de llenar de honores, para no dañar el prestigio del hombre que supo conservar
la calma en el verano de 1914, cuando rechazó a los alemanes en la Batalla del
Marne, luego de haberlos tenido a 40 kilómetros de París.
El 27 de diciembre, mientras se dirigía a los Dardanelos, es hundido el
acorazado francés “Gaulois”. Era un acorazado “pre-dreadnought”, de la “Clase
Charlemagne”, que inició su servicio en 1899. Había sido destinado a escoltar
convoyes de tropas al comienzo de la guerra. Participó más tarde apoyando la
presencia de la Entente en los Dardanelos en 1915. Mientras participaba del
bombardeo de las posiciones turcas, junto con el resto de la flota
anglo-francesa, fue seriamente dañado y tuvo que regresar a Tolón para
reparaciones. Volvió a los estrechos en enero de 1916, para colaborar en la
evacuación de las tropas de la Entente, obligadas a reembarcar debido a la
presión ejercida por los defensores turco-alemanes.
Después de su participación en la fallida expedición a los Dardanelos, el
“Gaulois” necesitaba urgentes reparaciones, luego de las cuales recibió la
orden de volver al Mediterráneo oriental. El 27 de diciembre, había entrado al
Mar Egeo y navegaba al sur de Grecia, cuando fue torpedeado por el submarino
alemán “UB-47”, que logró burlar la escolta de un destructor y dos pesqueros de
arrastre armados, encargados de proteger al gigantesco navío de las amenazas
submarinas. Afortunadamente las bajas fueron moderadas y sólo cuatro marinos de
sus 668 tripulantes murieron en el ataque: dos a causa del impacto del torpedo
y dos más durante la evacuación. Su pérdida fue, sin embargo, un rudo golpe para
la moral de la “Marine Nationale”.
El año de 1916 termina siendo decepcionante para todos los beligerantes.
A pesar de tantos esfuerzos, ninguno de los dos bandos está cerca de resolver
la guerra a su favor y la situación se asemeja un empate. Los alemanes pueden
estar un poco más satisfechos que el resto. A medida que pasaron los meses, sus
aliados se han ido haciendo más y más dependientes del Imperio del Káiser, que
lucha simultáneamente en Flandes, Polonia, los países bálticos, Ucrania,
Rumania, Grecia, Palestina y África. A partir de 1917, las tropas alemanas
también harán acto de presencia en los Alpes, apoyando a las tropas
austrohúngaras que se baten contra los italianos. En el mar, la “Kaiserliche
Marine” apenas ha podido desplegar su poderosa flota de superficie, superada en
número por la “Royal Navy”, pero sus submarinos y mercantes armados han sido
capaces de causar serios problemas a las líneas de comunicación marítima de las
potencias de la Entente.
En 1916, Bulgaria probó ser un valioso aliado del “Reich”. Los búlgaros
están decididos a luchar hasta las últimas consecuencias y sus tropas han sido
determinantes para ir acorralando a los rumanos y mantener a raya a las fuerzas
anglo-francesas en Salónica. El Imperio Otomano, que todos juzgaban moralmente
acabado, con el apoyo alemán, ha sido capaz de luchar con sorprendente eficacia
y el inicio del año que termina estuvo marcado por la victoria conseguida por
los turco-alemanes en los Dardanelos. Austria-Hungría, el tercer aliado de los
alemanes, tiene crecientes dificultades para reponer las enormes bajas sufridas
en el campo de batalla y los líderes en Viena parecen convencidos de que otro
año más en guerra puede significar el fin del Imperio. Por el momento, parece
el eslabón más débil en la alianza de los Imperios Centrales.
El mayor desencanto para los alemanes en 1916 fue Verdún, que se esperaba
pusiera a Francia fuera de combate y acabó en una especie de costoso empate,
que terminó dejando el frente donde estaba antes de la batalla, pero con
cientos de miles de soldados alemanes muertos, heridos o prisioneros, muy
difíciles de reponer en las filas.
A pesar de partir el año con el fiasco de la retirada desde los
Dardanelos, la Entente planificó sus operaciones de 1916 de modo de abrumar a
los Imperios Centrales con ofensivas simultáneas en todos los frentes europeos.
Los rusos atacaron con la Ofensiva de Brusilov, Italia machacó incansablemente
la línea austriaca en el Isonzo y los franco-británicos preparaban una gran
operación en el Oeste, que tuvieron que modificar en cuanto al momento de
ejecución, debido al masivo ataque alemán en Verdún. La Batalla del Somme sería
esa gran ofensiva, que terminó librándose de manera simultánea con la Batalla
de Verdún. El ingreso de Rumania en la guerra estaba pensado para añadir aun
más presión sobre Alemania y sus aliados, al igual que la confusa intervención
en Grecia.
Las ofensivas simultáneas pusieron en serios aprietos a los Imperios
Centrales y el Káiser Guillermo pensó que la guerra estaba perdida cuando
Rumania declaró la guerra. Pero los germanos y sus aliados no se quebraron. De
hecho, la Batalla del Somme tuvo un costo altísimo para la Entente, a cambio de
un avance insignificante, mientras que Italia no consiguió casi nada en las
muchas batallas que presentó en el río Isonzo. En Los Balcanes, Rumania
terminaba 1916 con su capital capturada y carente del apoyo de sus más
poderosos aliados, Francia y Gran Bretaña. Rusia, aquejada de muchos problemas
internos, era incapaz de apoyar a los rumanos apropiadamente, y la ofensiva
encabezada por el general Alexei Brusilov, aunque causó bajas catastróficas a
los austrohúngaros, también supuso un alto costo a los rusos, que se iban
encaminando rápidamente a la revolución que pondría fin al Imperio de los
Zares.
En Salónica, el frente quedó estático, con Grecia sumida en una cuasi
guerra civil, que enfrenta al gobierno del Rey Constantino, partidario de la neutralidad,
y al ex Primer Ministro, Eleftherios Venizelos, que encabeza un gobierno
paralelo, bajo la protección de la Entente.
Mirado desde más lejos, la Gran Guerra se ve como un empate, donde el
tiempo corre a favor de la Entente, dueña de las vías de comunicación marítima.
Alemania, Austria-Hungría, Bulgaria y el Imperio Otomano, conectados por
tierra, se ven como una fortaleza terrestre, que ha rechazado hasta ahora los
asaltos, pero que parece con pocas posibilidades de levantar el asedio. En
1917, la entrada de Estados Unidos en la guerra inclinará la balanza
estratégica aun más del lado de Francia y Gran Bretaña.
Abajo, la portada del “Saturday Evening Post” del 30 de diciembre de
1916. El año nuevo 1917, representado por un querubín envuelto en pañales, mira
angustiado el lugar que una vez ocupó Europa en el globo terráqueo y que ahora luce
un agujero que representa los efectos de una guerra que entra en su tercer año
según calendario.
Etiquetas: Guerras Mundiales, Historia
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