lunes, 2 de enero de 2017

Hace 75 años. 1 de enero de 1942. Segunda Guerra Mundial. 1941: un balance



Hace 75 años
1 de enero de 1942
Segunda Guerra Mundial

1941: un balance

En África del Norte, Rommel termina el año retirándose, pero salva su ejército de ser rodeado, gracias a sus dotes de mando y a la excesiva prudencia de los mandos británicos, demasiado acostumbrados a perseguir a un Rommel que destruye a sus enemigos, justo cuando parece derrotado. El 26 de diciembre de 1941, el general alemán ordena que sus tanques se retiren hacia Agedabia, luego de haber luchado varios días a la defensiva y haber causado serias bajas a los perseguidores del 8º Ejército Británico. El 27, en una movida sorpresiva, los “panzer” detuvieron su retirada y flanquearon a los tanques de la 22ª Brigada Acorazada británica, que sufre muchas pérdidas. Los combates entre tanques británicos, por un lado, y alemanes e italianos, por el otro, seguirán por varios días, con altibajos para uno y otro bando, con los británicos perdiendo la iniciativa, a medida que sus líneas de abastecimiento se alargaban.

También en África del Norte, hace su aparición un avión que será protagonista de la campaña. El 2 de enero de 1942, los Curtiss P-40, cazas de fabricación norteamericana, ven combate por primera vez al servicio de la “RAF”, en los cielos africanos. Mientras los norteamericanos llamaban “Warhawk” al modelo, los aviadores de la “Commonwealth” y los soviéticos que los usaron por la Ley de Préstamo y Arriendo los llamaban “Tomahawk”. A partir de las versiones “D” y posteriores del modelo, los británicos y rusos los llamaron “Kittyhawk”. Los “P-40” vieron algo de combate el primer día de Estados Unidos en la guerra, pero la mayoría de los aparatos destinados a proteger los cielos de Pearl Harbor fueron destruidos en tierra. A pesar de ser cazas de desempeño inferior a los modelos alemanes que debían enfrentar, los “Tomahawk” y “Kittyhawk” lograron cumplir su misión y estuvieron en primera línea de combate hasta 1943, habiendo cumplido un rol clave en la victoria aliada sobre las tropas de Rommel. Incluso, una vez que nuevos modelos de cazas los reemplazaron en su rol original, los “P-40” siguieron actuando con eficacia como aparatos de apoyo estrecho, luciendo sus narices pintadas como las fauces abiertas de un tiburón.

Los días 26 y 27 de diciembre de 1941, los Aliados ejecutan dos atrevidas operaciones contra el territorio noruego, ocupado por los alemanes. El 26, proceden con la “Operación Anklet”, con la participación de 223 comandos británicos y 77 efectivos de las fuerzas noruegas libres, que desembarcaron en Moskenosoya, en las Islas Lofoten, en el territorio ártico noruego, apoyados por submarinos y buques de superficie británicos, polacos y noruegos. El 27 de diciembre, se llevó a cabo una incursión aun mayor, en la llamada “Operación Archery”, con 570 comandos británicos y unos cuantos miembros de las fuerzas noruegas libres, que atacaron Vasgoy, también en el helado norte de Noruega.

“Anklet” y “Archery” no fueron las primeras incursiones aliadas en suelo noruego y habrían hasta 12 “raids”, que intentaron causar todo el daño posible a las instalaciones de uso militar y a la industria local que servía a los ocupantes alemanes. En el caso de estas dos operaciones de diciembre de 1941, el saldo fue positivo. La fuerza expedicionaria regresó con decenas de prisioneros, entre personal alemán y colaboracionistas noruegos, además de decenas de noruegos que se ofrecieron como voluntarios, para partir hacia Gran Bretaña y sumarse a las fuerzas noruegas que luchaban desde el exilio por la libertad de su patria. Este tipo de operaciones era también una buena oportunidad para obtener inteligencia. En esta ocasión, las tropas aliadas consiguieron llevarse una máquina “Enigma” y un libro de códigos navales alemanes, que podían resultar muy útiles en la ruda batalla que la “Royal Navy” y la “US Navy” libraban contra la “Kriegamarine”, especialmente contra sus submarinos. Pero, sobre todo, las operaciones comando contra Noruega alimentaban la paranoia de Hitler, que esperaba que los británicos invadieran Escandinavia de un momento a otro, de modo que siempre mantuvo una importante fuerza de ocupación que, de otro modo, pudo usarse en el Frente Oriental. Para 1944, la guarnición alemana en Noruega llegaba a los 370.000 hombres.

En el Pacífico, los Aliados se retiran en todos los frentes. Los japoneses, hace pocos días, han desfilado triunfalmente en Hong Kong y van cerrando el puño sobre otras posesiones británicas, especialmente Singapur. También amenazan Birmania y las Indias Orientales Holandesas. Las unidades de la Marina Imperial Japonesa atacan en casi todos los territorios insulares controlados por Estados Unidos y consiguen grandes progresos en las Filipinas, donde las fuerzas locales y norteamericanas, junto con el gobierno filipino, han debido retirarse a Bataán, donde harán su último intento de resistencia en torno a la fortaleza de Corregidor. En un acto dramático y simbólico, el 30 de diciembre de 1941, Manuel Quezón y Sergio Osmeña juran como Presidente y Vicepresidente, respectivamente, de Filipinas, en uno de los túneles de acceso de Corregidor.

En el Frente Ruso, los alemanes no consiguen todavía estabilizar el frente. Además de la contraofensiva soviética en torno a Moscú, el Ejército Rojo lanza por estos días una gran operación para aliviar la presión ejercida por la “Wehrmacht” en Crimea. Los soviéticos todavía tienen problemas de mando y su moral no es la mejor, pero obligan a los alemanes a retirarse en el centro y a suspender sus operaciones en el sur del enorme frente. Al menos en los próximos meses, Sebastopol, al igual que Moscú, se salva de ser capturada por los invasores.

Al ir acabando 1941, las conquistas del Eje se ven impresionantes en el mapa. Desde el Egeo hasta el Ártico y desde Calais hasta las puertas de Moscú, Alemania, Italia y sus aliados imponen su ley. Japón ha comprometido seriamente la presencia naval aliada en el Pacífico y se encamina a consolidar la conquista de Malasia, Indonesia y Filipinas, además de controlar grandes extensiones insulares y marítimas del Pacífico.

Pero el Eje no ha podido dar el golpe de gracia. En África, Tobruk resistió el primer asedio y la conquista del Canal de Suez se ve cada vez más lejana, desde el punto de vista de Rommel, obligado a retirarse de la Cirenaica. En Rusia, Moscú no cayó y los soviéticos, aunque están lejos de desplegar todo su potencial, han montado una exitosa, aunque limitada contraofensiva, que consigue salvar su capital y los mantiene dentro de la guerra. Japón ha dado duros golpes a los británicos y norteamericanos, pero los Aliados siguen luchando y construirán nuevos buques, que reemplazarán a los hundidos por los nipones. Sobre todo, el ingreso de Estados Unidos en la guerra, al lado del Reino Unido, desequilibra la balanza estratégica mundial en contra de Alemania, que no parece cerca de conseguir una victoria decisiva en el corto plazo. El cambio sicológico llegará recién en 1942, con la victoria estadounidense en Midway, el cerco del 6º Ejército Alemán en Stalingrado y la victoria británica en El Alamein

Abajo, en la portada del “Saturday Evening Post”, un Año Nuevo 1942, tocado con una gorra del “US Army”, monta guardia en el hemisferio occidental, atento a cualquier intrusión de las fuerzas del Eje.


 

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