viernes, 14 de octubre de 2005

Magister et amico


Esta madrugada, en medio del cariño y la admiración de cientos de generaciones de periodistas que usted formó, su colega, que como usted es un Maestro, lo quiso llamar a Su lado, para participar de las aulas del Paraíso.

Maestro y amigo, eso fue usted, don Carlos Godoy Rocca. Mucho más que un mero profesor, fue un maestro ejemplar y un amigo bueno. De esos formadores de hombres que ya no se ven con frecuencia: sabio, paciente, dedicado y culto. Sólo una dolencia terminal pudo impedirle proseguir su noble tarea docente, porque ya desde hacía tiempo que llevaba a cuestas otros dolores, que nunca fueron obstáculo para desplegar puntualmente, día a día, sus notables aptitudes de profesor.

Su cátedra esclarecida, su disposición permanentemente abierta, su buen humor y, sobre todo, su ejemplo de honradez y empeño, fueron las virtudes constantes que procuraba transmitirnos desde ese corazón enorme que adornaba su pecho.

Quedé tranquilo de haber tenido la oportunidad de conversar con usted pocas semanas antes del desenlace. Su voz se oía cansada, pero se notaba que, como siempre, a pesar de que su cuerpo no le siguiera el ritmo, su espíritu estaba intacto y así debe haber llegado al Cielo, esta mañana, a disfrutar del banquete eterno de los justos.

Me habría gustado que pudiera haber leído mi primera publicación, que llegó a mis manos hace unos pocos días. Usted contribuyó inmensamente a la formación como profesional y como hombre, que me ha permitido alcanzar estos pequeños éxitos. Me habría encantado que me hubiera visto hacer clases, tratando de emular, aunque sea torpemente, esas sesiones inspiradoras que tuvimos el privilegio de compartir tantas veces en el edificio rojo de la calle Ainavillo.

Profe, amigo; miles de periodistas caminan hoy por los sinuosos senderos del desempeño profesional llevando en el corazón sus inspiraciones, sus consejos, sus enseñanzas y su ejemplo. En ellos, vivirá usted siempre, en cada reporteo bien hecho, en cada esfuerzo emprendido con honestidad, en cada despacho puntual, en cada crónica elaborada con dedicación, en cada otra labor profesional, para los que no elegimos la prensa, y, sobre todo, en cada uno de los corazones de todos los que tuvimos el privilegio de decir que fuimos alumnos de don Carlos Godoy Rocca.

Su partida, definitivamente, se me figura como el cierre simbólico de una época que, para muchos de nosotros, fue de las más felices de nuestras vidas. Disfrutamos la universidad con toda la plenitud que permite la vitalidad juvenil y llenamos nuestra vida de cálidos y alegres recuerdos. Y uno de los mejores recuerdos, fue poder conocerlo y recibir las enseñanzas de usted.

Espero que, al menos ante sus ojos, que nos miran desde la casa del Padre, hayamos sido dignos de sus nobles esfuerzos y que haya sido buena la tierra de las almas donde sembró la semilla de profesionales rectos. Espero que estemos a la altura, usted se merece el empeño.

Hasta pronto maestro; hasta pronto amigo mío.


Frase de Hoy: Eleva tu corazón tan alto que, al morir, debas ir a buscarlo en el Cielo; hazlo tan grande que, desde el Cielo, siga latiendo en la Tierra y mantenlo tan fuerte que, sin palabras, siga hablando a los que te recuerdan con cariño.

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