domingo, 22 de noviembre de 2015

Hace 100 años. 22 de noviembre de 1915. Primera Guerra Mundial

Hace 100 años

22 de noviembre de 1915
Primera Guerra Mundial

Los Imperios Centrales prosiguen su avance por Serbia. En estos últimos días, caen Prilep, Babuna y Novi Bazar. Pronto no quedará nada de Serbia por defender.

En el lejano frente de  Mesopotamia, se inicia la Batalla de Ctesifonte, en el actual Irak. Ctesifonte es un antiguo campo de batalla, habiendo sido capital del Imperio Parto y del Imperio Sasánida. Según el geógrafo Estrabón, que escribió su obra en el siglo I, la ciudad fue fundada como campamento militar por los partos, frente a la ciudad helenística de Seleucia, capital del Imperio Seléucida, de la que estaba separada por el río Tigris. Una vez que los partos, llamados también arsácidas, conquistaron las tierras bajas de Mesopotamia, transfirieron su capital a Ctesifonte. Los partos constituyeron un poderoso reino, que se consideraba heredero de los antiguos reyes persas que invadieron Grecia. A menudo estuvo en guerra con Roma y muchas veces venció a las legiones, gracias a su excelente caballería y sus hábiles arqueros. La ciudad fue ocupada tres veces por los romanos, entre comienzos del siglo II y finales del siglo III, pero Roma nunca tuvo la capacidad de consolidar sus conquistas más allá del Éufrates y siempre tuvo que regresar los territorios conquistados a los partos, manteniendo una frontera relativamente estable. El último rey parto, Artábano IV, fue derrotado y muerto el año 224 por quien se convertiría en Ardasir I, el primero de los reyes de la Dinastía Sasánida.

El Imperio Sasánida nació y vivió su apogeo en los momentos en que Roma iniciaba su proceso de decadencia. Las legiones siguieron siendo capaces de contener a los sasánidas por un tiempo, pero se llegó a dar el caso de algún emperador romano tomado prisionero, que murió en cautiverio en los calabozos del palacio de Ctesifonte. Los romanos orientales, más conocidos como bizantinos, heredaron la rivalidad con los persas. El Imperio Bizantino y el Imperio Sasánida sostuvieron muchas guerras que los debilitaron a ambos y terminaron beneficiando a los árabes, que conquistaron la ciudad en el año 637. En 1915, la localidad donde una vez estuvo la orgullosa capital persa estaba era parte del Imperio Turco-Otomano y estaba a punto de ser atacada por otro ejército invasor, el británico, que venía del lejano occidente, igual que los antiguos romanos y bizantinos.

Los británicos habían iniciado la Campaña de Mesopotamia para defender el suministro de petróleo, que se había convertido en recurso estratégico, luego de que la “Royal Navy” empezara a usarlo como combustible en sus buques, desde comienzos del siglo XX, en reemplazo del carbón de piedra. Hasta el momento, las fuerzas imperiales provenientes desde la India y desde la metrópoli habían cosechado muchos éxitos contra los turcos, a los que tenían en retirada. Los británicos se habían formado muy mala opinión de las fuerzas turcas que defendían Mesopotamia, especialmente de los generales y oficiales superiores. Las tropas turcas estaban nominalmente bajo el mando del Barón von del Goltz, un general alemán de experiencia, que llevaba quince años empeñado en modernizar la milicia del Sultán y que conocía muy bien el terreno. Sin embargo, el 22 de noviembre, cuando empezó la ofensiva británica, Von del Goltz estaba aún en ruta desde Constantinopla, de modo que el oficial a cargo era el coronel Nureddin Ibrahim Pasha. Bajo su mando, se hallaban alrededor de 18.000 hombres, agrupados en cuatro divisiones, bien organizadas para la defensa, apoyados por 52 piezas de artillería.

Los británicos contaban con poco más de 11.000 soldados de la 6ª División del Ejército Británico de la India, al mando del general Charles Townshend. A pesar de su inferioridad numérica y de enfrentar a un enemigo bien atrincherado, Twonshend estaba confiado en la superioridad de sus tropas y en el apoyo que podían darle dos buques de guerra fluviales, con cuyo concurso esperaba ablandar las defensas turcas. Sin embargo, al momento de entablar batalla, las embarcaciones se encontraron con que el río estaba minado y con la calurosa bienvenida de la artillería turca, que estaba bien ubicada para cubrir tanto el frente de su infantería, como la aproximación desde el río.

Luego de tres días de lucha, el general Townshend decidió que había sufrido demasiadas bajas y ordenó la retirada, sin haber conseguido romper las líneas otomanas. Nureddin había ordenado la retirada de sus fuerzas el mismo día y por las mismas razones, pero al percatarse de la retirada británica, decidió salir en su persecución. Los turcos pisaron los talones de los británicos hasta la ciudad de Kut, que fue puesta bajo asedio con nefastas consecuencias para los británicos.

Abajo, una fotografía tomada en la época de la Campaña de Mesopotamia, con las ruinas del Palacio de Invierno de los antiguos reyes partos al fondo.

Imagen tomada de http://www.illustratedfirstworldwar.com/item/where-british-troops-are-fighting-near-the-city-of-the-arabian-nights-iln0-1915-1204-0013-001/


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Hace 75 años. 22 de noviembre de 1940. Segunda Guerra Mundial



Hace 75 años

22 de noviembre de 1940
Segunda Guerra Mundial

El 20 de noviembre de 1940, Hungría firma el Pacto Tripartito, acercándose al Eje. El gobierno húngaro del regente, el almirante Miklós Horthy, era toda una curiosidad: el Jefe de Estado era un regente que no reconocía al heredero del trono y almirante de un país sin salida al mar. Horthy había formado parte de la Marina Imperial y Real Austrohúngara, donde alcanzó el mando supremo en 1918, poco antes de la derrota final y disolución del Imperio, al terminar la Gran Guerra. Aunque quiso retirarse a la vida privada, el intento de instaurar un régimen comunista en su país, dirigido por Béla Kun, lo indujo a tomar el liderazgo del movimiento contrarrevolucionario. Tras derrotar a los comunistas, se mantendría en poder hasta 1944. Calvinista, tradicionalista y conservador, no simpatizaba con los nazis, pero sufrió la misma maldición que muchos otros gobernantes del centro de Europa en la década de 1930, al quedar encerrados entre la tiranía comunista de la Unión Soviética y la tiranía nazi de Alemania.

Desde el momento en que quedó claro que Europa iría nuevamente a la guerra, Horthy, como marino que era, tenía plena confianza en que el poderío británico en los mares no podría ser vencido por la sola potencia de las fuerzas terrestres de Alemania. Al estallar la guerra, negó el paso a los alemanes por su territorio para atacar Polonia. Incluso luego de la derrota de Francia, el regente seguía pensando que, al final, Alemania no podría ganar una guerra que parecía alargarse sin remedio. No obstante, a fines de 1940, Horthy no tuvo otra salida que aceptar la alianza con Alemania, a la que seguramente veía como el mal menor, comparado con el totalitarismo soviético, al que ya había tenido que expulsar de su país una vez. Las ambigüedades de Horthy no pudieron evitar que la guerra alcanzara a Hungría, con trágicas consecuencias para su población.

En los Balcanes, los griegos prosiguen su contraofensiva en estos días de noviembre. El 22, Korytsa cae en manos de las tropas helenas, ya dentro del territorio albanés, al que los italianos han debido retroceder, derrotados.

El 16 de noviembre, Churchill ordena que parte de las tropas estacionadas en el Norte de África sean destinadas a Grecia, para ayudar a los griegos en su lucha con los italianos. Para Churchill, era importante demostrar al mundo y especialmente a los norteamericanos, que Gran Bretaña no se rendiría sino hasta dar la última gota de sangre y que plantaría batalla a los nazis y a sus aliados, dondequiera que se presentaran con su agresión. Los generales británicos veían con preocupación la división de sus fuerzas en el Mediterráneo oriental, donde su posición era peligrosa en el otoño-invierno de 1940. En Egipto, los italianos no habían sido capaces de avanzar más que unas decenas de kilómetros en la tierra de los faraones y las tropas británicas ahí estacionadas, provenientes desde distintos territorios del Imperio, estaban preparando su propio contraataque para diciembre. Era posible que pudieran contener a los italianos, tanto en África, como en los Balcanes, pero los altos mandos británicos sabían que las cosas serían muy distintas si Alemania decidía intervenir con mayor fuerza en el Mediterráneo.

El Mediterráneo permitía a Gran Bretaña conectar el territorio metropolitano con su enorme Imperio, especialmente con la India y con las zonas petroleras de Medio Oriente. Si el dominio del Mediterráneo se veía comprometido, las comunicaciones imperiales dependerían exclusivamente del paso por el Cabo de Buena Esperanza, mucho más largo y expuesto. En esta batalla, los puntos clave para la victoria era tres: Gibraltar, Malta y el Canal de Suez. Como la España de Franco nunca cedió a las presiones alemanas para entrar en guerra, Gibraltar, el acceso occidental, estuvo siempre relativamente seguro y fue un dolor de cabeza constante para el despliegue de los submarinos alemanes. A fines de 1940, el punto más amenazado era Malta, el “portaaviones imposible de hundir” de los británicos, lugar de apoyo para las flotas aliadas y punto de partida de los aviones que acosaban a los convoyes italianos destinados a África. La isla ya soportaba el asedio de los bombarderos, que atacaban desde el aire, y de las marinas alemana e italiana, que amenazaban desde el mar sus líneas de comunicaciones.

El Cairo y Suez serían el siguiente objetivo del Eje. Las tropas del “Duce” ya habían intentado amenazar Egipto, pero la falta de suministros y vehículos les impidió una victoria definitiva, aunque gozaban de amplia superioridad numérica. Pocos días antes, la “Royal Navy” había propinado un serio revés a los italianos, al dañar o hundir tres de sus seis acorazados en el puerto de Tarento, aliviando en algo la tarea del almirante Andrew Cunningham, jefe de la Flota Británica del Mediterráneo. Sin embargo, la “Regia Marina”, aunque golpeada, seguía siendo peligrosa, y los recursos militares y navales británicos estaban siendo exigidos muy cerca del límite de sus posibilidades, como quedaría demostrado cuando, en la primera mitad de 1941, Alemania aumentara su presencia en el Mediterráneo, con sus aviones y submarinos, y en el Norte de África, con el célebre “Afrika Korps”.

En la fotografía, un tanque “Matilda II”. Esta máquina de combate fue considerada la “reina del desierto” hasta la llegada de los “Grant” y “Sherman” norteamericanos. El Matilda era muy lento y no tenía el mejor de los armamentos, pero era muy difícil de destruir, sobre todo para los pequeños e ineficientes cañones antitanque usados por los ítalo-alemanes en los primeros años de la guerra. Su presencia fue clave para sostener el esfuerzo de las unidades de la “Commonwealth” británica en Egipto y Libia. En una ocasión, el comandante de un Matilda reportó que su tanque había recibido 46 impactos de parte de la artillería antiblindaje italiana; todo lo que sobresalía del tanque, antenas, latas, barriles, etc. había volado, pero el tanque no había podido ser detenido en su andar.



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domingo, 15 de noviembre de 2015

Hace 100 años. 15 de noviembre de 1915. Primera Guerra Mundial

Hace 100 años

15 de noviembre de 1915
Primera Guerra Mundial

Desde el 10 de noviembre, el “Regio Esercito Italiano” está empeñando la Cuarta Batalla del Isonzo. Puede parecer absurda la fijación del alto mando italiano con un sector donde llegaron a cosechar resultados magros en once batallas sucesivas. Sin embargo, no hay muchos sectores en los Alpes que permitan el tránsito fácil de un ejército, sobre todo, si viene desde el sur. Desde los tiempos de la Antigua Roma, siempre fue ha sido más fácil invadir Italia desde el norte, que atacar desde “la bota” cruzando el macizo alpino. Lo sabían los galos, los germanos y los comandantes de las legiones romanas. Fue para evitar esos peligros y alejar los campos de batalla de la fértil llanura padana que Julio César invadió las Galias y Helvecia. Por desgracia, la Italia de 1915 tenía soldados tan valientes como los legionarios romanos, pero no tenía ningún César que los dirigiera.

El 11 de noviembre, los británicos inician su primer avance sobre Bagdad, capital de Irak y centro de la dominación otomana del área. El frente del Medio Oriente es secundario, pero se lucha con determinación y las potencias comprometen todos los recursos que pueden en ese teatro de operaciones tan alejado de Europa. Así fue como Irak —la vieja Mesopotamia— e Irán —el nombre dado a la antigua Persia por sus habitantes— se convirtieron en sendos campos de batalla. Irak formaba aún parte del Imperio Otomano cuando estalló la Gran Guerra y fue formalmente invadido por las fuerzas de la Entente, especialmente con tropas reclutadas en los dominios del Imperio Británico. La campaña iraquí fue larga y llena de vicisitudes y cambios de fortuna, muy dependientes del flujo de suministros y soldados que los británicos podían distraer de los frentes principales guerra, para ser usados en este teatro de operaciones secundario.

En cuanto a Irán, al igual que la mayoría de los reinos de Asia, llevaba largo tiempo teniendo que tolerar la intromisión de las potencias europeas en sus asuntos internos y relaciones exteriores. En 1907, se firmó la llamada “Entente Anglo-Rusa”, mediante la cual Rusia y el Reino Unido resolvían una serie de disputas imperialistas, conocidas como “El Gran Juego”. La Rusia Zarista y la Gran Bretaña Victoriana habían competido ferozmente por el predominio mundial durante el siglo XIX, pero ahora se convertían en aliados y, junto a Francia, conformaban uno de los bloques que, en breve, protagonizarían la Primera Guerra Mundial. Una de las rivalidades que resolvieron fue la que sostenían sobre Persia, donde lisa y llanamente se repartieron sendas esferas de influencia: el norte para Rusia y el oeste del país para los británicos. Rusos y británicos acordaban competir lealmente por el control político y económico del resto de Persia. Durante mucho tiempo, Gran Bretaña había temido la posibilidad de que un gran ejército venido desde Rusia pudiera descender a través de la meseta irania o el Afganistán e invadir India, la joya de la corona del Imperio Británico. Tras la estrepitosa derrota de Rusia a manos de Japón en 1905, resultaba claro que los rusos eran incapaces de amenazar el predominio británico en Asia. Alemania, en cambio, era un peligro muy real y convenía a Londres, tanto como a Moscú, estar unidos para contener las apetencias del Káiser Guillermo II.

Al estallar la Gran Guerra, Irán intentó mantener la más estricta neutralidad, pero su ubicación estratégica se lo impidió. Sus tres fronteras lo separaban del Imperio Ruso, del Imperio Británico y del Imperio Otomano, que se convertiría en aliado del Imperio Alemán, ya en guerra con los dos primeros. El gobierno del “Shah” Ahmad Kayar no pudo evitar que los contendientes utilizaran el suelo iranio como campo de batalla y que las tropas extranjeras siguieran ocupando parte del país incluso luego de terminado el conflicto mundial en 1918. A la larga, la impotencia del gobierno persa significó el final de la dinastía. En 1925, Ahmad fue derrocado por Reza Pahlaví, quien consiguió convertirse en el nuevo Shah de Irán y fundar la última dinastía imperial en gobernar el país. Dicha dinastía se mantendría en el poder hasta que la “Revolución Islámica” del Ayatola Ruhollah Jomeini acabó con la monarquía irania en 1979, casi 25 siglos después de que fuera fundada por Ciro El Conquistador.

El 15 de noviembre de 1915, con el ejército iraní incapaz de defender la soberanía de su país, las tropas rusas avanzaban impunemente hacia Teherán, obligando a huir a los diplomáticos de los Imperio Centrales acreditados ante la corte del Shah. Los sucesos de Irán nos recuerdan lo mucho que la Gran Guerra afectó la vida de muchas naciones que, por no estar cerca de los principales campos de batalla de Europa, a menudo fueron ignorados por el periodismo de la época y por los historiadores posteriores.

En la fotografía, tomada a fines del siglo XIX o comienzos del siglo XX, aparecen miembros de la “Brigada Cosaca Persa”. Era ésta una unidad de caballería formada siguiendo el modelo de las unidades cosacas rusas del Cáucaso, que habían impresionado mucho a la corte persa. Durante mucho tiempo, la Brigada Cosaca se contó entre las pocas unidades militares efectivas con que contó el Shah de Persia, aunque sus miembros fueron, al mismo tiempo, claves en los sucesivos derrocamientos y entronizaciones de nuevos emperadores. De hecho, Reza Pahlaví inició su carrera militar como simple soldado en la brigada y fue avanzando posiciones hasta convertirse en general y tomar su mando, desde donde pasó a ocupar el Ministerio de Defensa del Shah Ahmad, a quien sustituyó por un golpe de estado en 1925.




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Hace 75 años. 15 de noviembre de 1940. Segunda Guerra Mundial

Hace 75 años


15 de noviembre de 1940
Segunda Guerra Mundial


El 9 de noviembre de 1940, fallece Neville Chamberlain, quien fuera Primer Ministro de Gran Bretaña el estallar la guerra, afectado de un cáncer. Fue una figura controvertida para contemporáneos y para la historia posterior, al ser responsable de una política de apaciguamento de Hitler, que condujo a los Pactos de Munich de 1940, que significaron el desmembramiento de Checosolovaquia y, en general, al fortalecimiento de la posición de la Alemania Nazi en Europa. Esa política tampoco fue capaz de evitar la guerra, desencadenada al año siguiente cuando Hitler, envalentonado por la aparente debilidad británica, invadió Polonia, coludido con Stalin.


El 12 de noviembre, Viacheslav Molotov, Ministro de Relaciones Exteriores de la Unión Soviética, se reúne con su par alemán, Joachim von Ribbentrop, y con Hitler, para discutir las esferas mundiales de influencia que se repartirían las potencias del Eje y su aliada marxista. El 15 de noviembre, el tiránico Stalin es formalmente invitado a unirse al Eje, invitación que jamás se concretó en una alianza, toda vez que nazis y comunistas ya se preparaban para traicionarse y atacarse mutuamente. Hitler simplemente dio el golpe un poco antes y ese adelantamiento, entre otros factores, permitió a la “Wehrmacht” llegar hasta las puertas de Moscú y Leningrado en las primeras ofensivas del verano de 1941.


El 12 de noviembre, los Aliados y especialmente la “France Libre” obtienen una importante victoria cuando capitulan las fuerzas de Vichy, al terminar la llamada Batalla de Gabón. La victoria permitió reforzar el prestigio del general Charles de Gaulle, muy afectado por el fiasco sufrido en septiembre, durante la Batalla de Dakar. Y más importante aun, la victoria permitió arrebatar a Vichy el control del África Ecuatorial Francesa y amenazar las posesiones italianas de Noráfrica desde el Chad.


El 13 de noviembre, puede considerarse finalizada la Batalla del Pindo, con una nueva victoria griega contra los invasores italianos. Al día siguiente de frenar el avance italiano en el Pindo, el Ejército Griego inicia su propia contraofensiva contra las tropas de “Il Duce”, que serán puestas en serios aprietos y obligadas a luchar a la defensiva.


El 14 de noviembre, la ciudad británica de Coventry sufre uno de los peores bombardeos de la guerra. La famosa catedral de San Miguel y el centro medieval de la ciudad son reducidos a ruinas. Los alemanes no se resignan a retirarse derrotados todavía de los cielos de Gran Bretaña.


El 15 de noviembre, termina el proceso de acordonamiento del Gueto de Varsovia. La martirizada capital polaca será escenario del horrible sufrimiento de sus hijos judíos que terminará en los imperdonables campos de la muerte.


La acción militar más significativa de estos días tuvo lugar sobre los cielos italianos, cuando una fuerza aeronaval británica atacó e infligió severos daños a los navíos de la “Regia Marina Italiana” anclados en Tarento. En la Batalla de Tarento, la “Royal Navy” lanzó el primer ataque exclusivamente aéreo entre unidades navales registrado en la historia. Con la derrota de Francia y el ingreso de Italia en la guerra al lado de Alemania en junio de 1940, la poderosa Marina Italiana, había supuesto una seria amenaza a las comunicaciones marítimas británicas en el Mediterráneo. Falta de combustible y sin suficiente apoyo aéreo, los navíos italianos no estaban en condiciones de arriesgar una batalla decisiva contra los británicos, pero eran lo bastante fuertes y numerosos como para obligar al alto mando naval británico a desplegar toda la fuerza principal de su Flota del Mediterráneo cuando era necesario operar, como el único modo de asegurar cierta superioridad sobre los italianos. En la noche del 11-12 de noviembre de 1940, el portaaviones “HMS Illustrious”, escoltado por dos cruceros pesados, dos cruceros ligeros y cuatro destructores, lanzó dos oleadas de aviones torpederos “Fairey Swordfish”, esoltados por los lentos pero bien armados cazas “Fairey Fulmar”. Cuando los atacantes volvieron a aterrizar en el “Illustrious”, habían perdido sólo dos aeronaves, dañando severamente los acorazados “Conte di Cavour”, “Caio Duilio” y “Littorio”, además de dañar dos cruceros pesados. En una sola noche, la Marina Italiana, orgullo del régimen fascista, había perdido la mitad de sus buques capitales y, aunque seguía siendo peligrosa, ya no podía amenazar con conseguir el dominio del Mediterráneo de manera indefinida.


El nivel de daños conseguido por un puñado de aviones relativamente obsoletos, contra una serie de poderosísimos acorazados italianos, marcó el comienzo del fin para la era de dominio de los grandes calibres. Aún, por algunos años más, las grandes potencias navales seguirían construyendo acorazados y los mares serían testigos de la marcha de los más potentes y colosales acorazados: los británicos de la clase “King George V”, los estadounidenses de la clase “Iowa” y los japoneses de la clase “Yamato”; no obstante, el poder naval de las potencias mundiales descansaría, cada vez más, sobre las cubiertas de vuelo de los portaaviones y cada vez menos sobre los cañones de los acorazados.


Aunque no existen documentos escritos que lo atestigüen, es muy probable que los japoneses estudiaran los detalle del ataque británico contra Tarento, para planificar el devastador ataque que desencadenarían contra las unidades de la “US Navy” ancladas en Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941.


En la fotografía, un biplano “Swordfish” en acción, justo en el momento de dejar caer su torpedo en el agua.




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domingo, 8 de noviembre de 2015

Hace 100 años. 8 de noviembre de 1915. Primera Guerra Mundial


Hace 100 años

8 de noviembre de 1915
Primera Guerra Mundial

El 3 de noviembre de 1915, finaliza la Tercera Batalla del Isonzo. Nuevamente el “Regio Esercito Italiano” ha chocado contra las defensas austro-alemanas, que tienen la ventaja decisiva del escarpado terreno alpino. Las bajas italianas son enormes, aunque los atacantes consiguen causar también pérdidas considerables a los defensores. El Frente Alpino sigue empatado.

Prosigue la ofensiva contra Serbia, que soporta precariamente el asedio de los ejércitos alemanes, búlgaros y austrohúngaros. El 5 de noviembre, cae Nis, donde se había refugiado el Gobierno Serbio luego de la caía de Belgrado.

Alemania y sus aliados —los llamados “Imperios Centrales”—  mantienen cierta ventaja en los cuatro frentes europeos, pero en las colonias y especialmente en África, el “Kolonialreich” es desmembrado en medio de una guerra defensiva planteada por las grandes potencias coloniales de la Entente. Cuando la guerra acabe, en 1918, Alemania habrá debido enfrentar a todas las demás metrópolis coloniales, con la sola excepción de España y Holanda, que se mantuvieron neutrales.


Los submarinos, que a muchos parecían una mera curiosidad tecnológica antes de 1914, se han ido convirtiendo en amas letales. Al terminar la Gran Guerra, serán parte obligada del arsenal de toda marina que se respete. El 6 de noviembre, el submarino alemán “SM U-35” ataca la bahía de Sollum, en Egipto, hundiendo el buque de pasajeros británico “HMS Tara”, echando a pique el guardacostas egipcio “Abbas” y dañando el guardacostas “Nur-El-Bahr”. Al día siguiente, 7 de noviembre, el crucero ligero alemán “SMS Undine” es hundido en el Báltico por el submarino británico “E-19”. Ese mismo día, entre Túnez y Cerdeña, es hundido el buque italiano de pasajeros “Ancona”, que viajaba desde Mesina hacia Nueva York con 200 pasajeros a bordo. El victimario en este caso fue el “SM U-38”, submarino alemán que enarbolaba bandera austrohúngara, debido a que Italia y Alemania aún no estaban oficialmente en guerra. El hundimiento del Ancona, que llevaba nueve pasajeros estadounidenses, desató un nuevo incidente diplomático que dañó un poco más la ya deteriorada imagen de los Imperios Centrales frente a la opinión pública de Estados Unidos.

El 6 de noviembre finaliza la Segunda Batalla de Champaña, en el Frente Occidental. Al terminar 1914, el frente alemán en Francia parecía una gigantesca cuña penetrando en el norte de Francia. En junio de 1915, se reunió por primera vez la Conferencia Interaliada de Guerra. Francia, Reino Unido, Rusia, Italia, Bélgica y Serbia estuvieron representados, con el fin de preparar ataques coordinados contra los enemigos comunes. Sin embargo, la Ofensiva de Gorlice-Tarnovo, en junio, destrozó el frente ruso y expulsó a las tropas del Zar fuera de Polonia. En octubre, Serbia sufrió la triple invasión de Bulgaria, Austria-Hungría y Alemania, que terminaría eliminando al Ejército Serbio como un actor relevante en la contienda en cuestión de semanas. En el Frente Alpino, Italia empeñó cuatro ofensivas en el sector del Isonzo durante 1915, sin ningún resultado importante y sufriendo bajas escalofriantes. Sólo restaba el escenario del norte de Francia para ver si los Aliados obtenían alguna victoria importante antes del fin de 1915.

En el Frente Occidental, considerado unánimemente como el más importante de todos, franceses y británicos se prepararon para atacar la saliente alemana en dos puntos a la vez, tratando de formar una pinza. El plan original contemplaba lanzar la ofensiva en agosto, pero reunir los suministros suficientes tomó mucho más tiempo del esperado y permitió a los alemanes reforzar sus defensas. Recién el 25 de septiembre, los Aliados atacaron simultáneamente en Loos y en Champaña, con el prólogo tradicional de un intenso bombardeo de artillería, al que se sumó la “novedad” del uso de gases tóxicos contra las trincheras alemanas. Los atacantes consiguieron romper la primera línea de defensa, pero su avance se fue estancando, a medida que entablaban combate con la segunda línea, que no había sido alcanzada por la artillería francesa y estaba casi intacta. Los asaltos franceses siguieron hasta fines de octubre, con un intermedio de contraataques alemanes de alcance limitado, que consiguieron recuperar mucho del terreno perdido en los primeros días de batalla.

Cuando el general Joseph Joffre, Comandante en Jefe del Ejército Francés, decidió suspender la ofensiva y retirar sus tropas el 6 de noviembre, la situación del frente seguía casi igual que en septiembre, excepto por el hecho de que los alemanes habían sufrido casi 85.000 bajas y los franco-británicos habían perdido casi 150.000 hombres, contando muertos, heridos y prisioneros.

En la fotografía, una pieza de artillería francesa de 75 mm castiga las posiciones alemanas, allanando el camino para la infantería encargada de asaltarlas.


 http://media.iwm.org.uk/iwm/mediaLib/333/media-333940/large.jpg?action=d&cat=photographs

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Hace 75 años. 8 de noviembre de 1940. Segunda Guerra Mundial


Hace 75 años

8 de noviembre de 1940
Segunda Guerra Mundial

En los Balcanes, durante estos primeros días de noviembre, tropas italianas avanzan desde Albania por el Epiro, pero son detenidas por los griegos en la Batalla de Elaia-Kalamas. Para el 8 de noviembre, los italianos han sido detenidos y los griegos se preparan para contraatacar.  


El 5 de noviembre de 1940, Franklin D. Roosevelt gana su tercera elección para el cargo de Presidente de los Estados Unidos. La situación no tenía precedentes, toda vez que, desde que George Washington fuera el primera en ostentar la Presidencia, nadie había sido elegido por tercera vez, de modo que la limitación a dos períodos consecutivos, como máximo para cada mandatario, se entendía como una especie de convención constitucional no escrita. Antes de Roosevelt, algunos Presidentes habían intentado un tercer mandato, con Ulysses S. Grant y Th. Woodrow Wilson entre los más notables, pero no habían tenido éxito en el intento. Durante la campaña, su oponente del Partido Republicano, el hasta entonces desconocido Wendell Wilkie, usó como uno de sus principales argumentos el peligro de que, obtenido un tercer mandato por Roosevelt, el Presidente reuniría tanto poder, que podría poner en peligro las libertades tan atesoradas por los ciudadanos estadounidenses.

La campaña de Wilkie surtió algún efecto; tanto como para estrechar las cifras entre los resultados de la elección de 1936 y la de 1940, pero Roosevelt, de todos modos, ganó con cierta comodidad, dejando atrás a su contendor por diez puntos porcentuales. A la hora de votar, el creciente peligro que entrañaban Alemania y Japón para la seguridad norteamericana llevó al electorado a confiar en la experiencia de “FDR” para el caso en que el país tuviera que entrar en guerra con el Eje, cosa que aconteció poco más de un año después, cuando la Flota Combinada de la Marina Imperial Japonesa atacó Pearl Harbor y otros blancos del Pacífico el 7 de diciembre de 1941. Se trataba, sin duda, de tiempos extraordinarios, que crearon las condiciones para un tercer mandato de Roosevelt en 1940 y para un cuarto, en 1944. Pero su caso sería el último: poco amigos de los personalismos, los constituyentes estadounidenses prohibieron expresamente la reelección presidencial por un tercer término con la XXII Enmienda, ratificada en febrero de 1951.

El 5 de noviembre, se escribe una de las páginas más dramáticas de la prolongada Batalla del Atlántico. Ese día, el convoy HX-84, en ruta desde Canadá hacia Gran Bretaña, se encontró en alta mar con el “acorazado de bolsillo” alemán “Admiral Scheer”. El convoy, compuesto por 37 navíos mercantes, estaba escoltado sólo por el crucero mercante armado “HMS Jervis Bay”. El Jervis Bay había sido un buque de pasajeros antes de la guerra y fue requisado por la Royal Navy al estallar la contienda. Armado con piezas de artillería pequeñas y antiguas, el Jervis Bay no era rival para la poderosa unidad de la "Kriegsmarine". El capitán del Jervis Bay, Edward Fegen sabía que, si entraba en combate, la suerte de su nave y su tripulación podía ser sólo la muerte o la captura, pero decidió enfilar hacia la nave adversaria, mientras ordenaba a los mercantes del convoy que se dispersaran y huyeran.

La valiente tripulación del Jervis Bay luchó sin esperanza de escape hasta que el buque se convirtió en una masa humeante y se fue al fondo del mar, llevándose 186 tripulantes con él, incluyendo a su capitán, que siguió la suerte de su barco y recibió la Cruz Victoria de manera póstuma. Luego de acabar con su porfiado oponente, el Admiral Scheer persiguió a los mercantes, destruyendo cinco de los mismos. Todos los demás llegaron a puerto, gracias al precioso tiempo que, con su sangre, compraron el capitán Fegen y sus hombres.

Abajo, una representación artística de la Batalla del Convoy HX-84, con el Jervis Bay, convertido en una humeante ruina que se interpone entre los cañones alemanes y los mercantes encargados a su custodia.


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domingo, 1 de noviembre de 2015

Hace 100 años. 1 de noviembre de 1915. Primera Guerra Mundial


Hace 100 años

1 de noviembre de 1915
Primera Guerra Mundial


El 28 de octubre de 1915, la “Royal Navy” pierde una de sus unidades frente a Dundee, Escocia. En la madrugada de ese día, el crucero acorazado “HMS Argyll” encalló, luego de perder el rumbo en una cerrada noche de tormenta. Durante la guerra, los faros debían estar apagados, por temor a que sirvieran como guía a los submarinos alemanes que amenazaban las líneas de comunicación británicas. En medio de la tormenta, el comandante del Argyll solicitó que las luces del faro más cercano fueran encendidas, pero este último no tenía radio, de modo que nunca recibió la petición. El navío, ignorante de que el faro no había recibido el aviso, siguió su curso en medio de la tormenta y terminó varado en la costa, sufriendo extensos daños. La tripulación, sin bajas que lamentar, fue rescatada por otras unidades navales británicas que llegaron hasta el lugar. El Argyll, que había entrado en servicio en 1905, no pudo ser recuperado y puede considerarse una víctima indirecta de los submarinos alemanes.

La lucha prosigue en los distintos frentes y Serbia sigue siendo el teatro de operaciones más activo, con las fuerzas de los Imperios Centrales cerrando cada vez más el puño sobre las tropas serbias que venden caro cada palmo de terreno que ceden. Ante la inminente derrota de Serbia, los aliados de la Entente reestructuran los mandos, preparándose para afrontar lo que será una larga y dura campaña para mantener la presencia en el sureste de Europa. El general Bryan Mahon asume el comando de las fuerzas británicas en Los Balcanes, mientras que el general Charles Monro toma el mando de la Fuerza Expedicionaria del Mediterráneo. El 30 de octubre, se reúne nuevamente el Comité del Gabinete Británico de Los Dardanelos, que delibera sobre la marcha de la campaña empeñada contra las posiciones turco-alemanas en los Estrechos que unen el Mar Negro y el Mediterráneo.

En África, tropas coloniales de la Entente atacan Mora, en el Camerún, por tercera vez. El “Kolonialreich” Alemán había conseguido consolidar tres territorios principales en el reparto del continente negro por parte de las potencias europeas, a fines del siglo XIX. La más pequeña era el Togo, una pequeña franja de territorio frente al Golfo de Guinea, rodeada por grandes colonias francesas y británicas. Rodeados, aislados de Alemania y abrumadoramente superados en número, la pequeña fuerza militar alemana se rindió antes de que terminara agosto de 1914. 

Mucho mayor en superficie era el África Sudoccidental Alemana, correspondiente a la actual Namibia. Aquí los alemanes pudieron resistir algunos meses más, pero fueron igualmente vencidos por tropas de la Unión Sudafricana, controlada por el Reino Unido. Para inicios de 1915, el África Sudoccidental Alemana estaba ocupada por el gobierno “Afrikáner” sudafricano, que consiguió mantener su influencia política y militar sobre Namibia hasta fines del siglo XX.

El caso del África Oriental Alemana, al otro lado del continente, fue notable por muchos aspectos. Se trataba de un territorio colonial de gran envergadura, que correspondía aproximadamente a las actuales Tanzania, Ruanda y Burundi, rodeado de territorios coloniales enemigos, que iniciaron sus ataques apenas estalló la guerra en Europa. Bien mandados por el habilidoso general Paul von Lettow-Vorbeck, las “Schutztruppen” alemanes y los “Askari” nativos leales al Káiser Guillermo pusieron en serios aprietos a las fuerzas belgas, francesas y británicas con las que lucharon desde 1914. Usando tácticas guerrilleras y contraatacando siempre que podía, Von Lettow-Vorbeck pudo resistir hasta el mismísimo final de la guerra y nunca pudieron obligarlo a rendir sus fuerzas, que sólo desarmó cuando supo del armisticio firmado por Alemania en Europa, el año 1918.

El Camerún, por último, correspondía aproximadamente a la nación independiente que hoy lleva ese nombre, más una parte de lo que serían luego Chad, la República Centroafricana, Gabón y la República del Congo (ex Congo Francés). Los defensores alemanes del Camerún no fueron tan exitosos como los que lucharon en el África Oriental Alemana, pero pudieron ofrecer considerable resistencia. El territorio era lo bastante grande como para maniobrar y perder de vista a las tropas enemigas; el clima tropical y las montañas eran además obstáculos naturales que podían ser aprovechados para una guerra defensiva. Duala, el puerto principal de la colonia, fue abandonado en septiembre de 1914 por los alemanes que, superados en número y armamento, se retiraron hacia el interior, donde contaban con jefes tribales leales a su causa. La resistencia alemana se articuló en torno a Yaundé, que llegaría a ser la capital del actual Camerún, donde resistieron hasta inicios de 1916. En el norte del país, se hicieron fuertes en Mora, una posición montañesa casi inexpugnable, que resistió numerosos ataques. Para fines de octubre de 1915, cuando las tropas coloniales francesas reanudaron su ofensiva, los defensores de Mora fueron capaces de mantener su posición por un tiempo, pero no tenían forma de reemplazar sus bajas, ni de reponer los suministros, especialmente municiones, sin las cuales, cualquier intento de contraataque era imposible. Al igual que en el resto del Imperio Colonial Alemán, la única posibilidad era demorar la inevitable derrota en las colonias y distraer todos los recursos que el enemigo tuviera que disponer en esos lejanos escenarios, con la esperanza de que Alemania pudiera imponerse en los campos de batalla de Europa, donde realmente se decidiría la suerte general de la Gran Guerra.

En la fotografía, tomada en Camerún en 1915, un grupo de Askari al servicio del Imperio Alemán posa junto a oficiales y suboficiales europeos.


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Hace 75 años. 1 de noviembre de 1940. Segunda Guerra Mundial


Hace 75 años

1 de noviembre de 1940
Segunda Guerra Mundial


En estos últimos días de octubre de 1940, recrudecen las pérdidas causadas a los británicos por los submarinos alemanes, que aumentan su número y aprovechan al máximo las bases de que disponen entre el extremo norte de Noruega y el Golfo de Vizcaya.

En la madrugada del 28 de octubre de 1940, la Italia Fascista presenta un ultimátum al gobierno griego de Ioannis Metaxas. Las relaciones greco-italianas no habían sido de las mejores y se deterioraron fuertemente luego de que Italia invadiera Albania y la convirtiera en un protectorado en abril de 1939. Las ambiciones imperiales de Mussolini estaban dirigidas a la costa del Mediterráneo en primer lugar, de modo que Grecia se interponía directamente en su camino. Alrededor de las 3.00 de la mañana del 28 de octubre, el embajador italiano acreditado en Atenas, Emanuele Grazzi, presentó al gobierno griego un ultimátum por el que exigía libre paso para las tropas del Eje,con el fin de ocupar ciertos puntos estratégicos sin especificar, ubicados en territorio griego. La respuesta de Metaxas habría sido “Alors, c’est la guerre” (“entonces, es la guerra”, en francés), aunque la tradición popular generalizó la creencia de que la respuesta del Premier griego fue simplemente “ohi”, “no”, en griego. Ya durante la guerra y después la misma, el 28 de octubre es celebrado en Grecia como una fiesta nacional, llamada “Aniversario del No” (“Epeteios tou Ohi”).

En cuestión de horas, las tropas griegas estaban siendo acosadas por los invasores italianos. Mussolini esperaba que Grecia fuera ocupada luego de una campaña corta y fácil. Sin embargo, el Ejército Griego resultó ser un rival muy peligroso. Los griegos se habían preparado por largo tiempo para la invasión y supieron aprovechar el difícil terreno montañoso de su país para demorar el avance italiano y hacer menos relevante la superioridad en armamentos y número de hombres con que contaban los invasores. Antes de que terminara 1940, los griegos derrotarían a las tropas italianas y las forzarían a retirarse más allá de la frontera albanesa.

Entre el 31 de octubre y mediados de noviembre de 1940, se produce el traslado de la población judía de Varsovia al gueto de la antigua capital polaca. El 12 de octubre, las autoridades alemanas de ocupación habían emitido un decreto por el que se ordenaba esta medida. Antes de la guerra, sobre una población total de 1,3 millones de personas, los judíos residentes en Varsovia rondaban los 350.000 individuos. Esta numerosa comunidad era la mayor en las ciudades de Europa y, a escala mundial, sólo era superada por la comunidad judía de Nueva York. Era natural entonces que Varsovia fuera un importante centro de la vida y la cultura judía europeas. Por desgracia, la irracionalidad nazi consideraba enemigos mortales a los judíos y, en el caso de los judíos varsovianos, vivían en la antigua capital de un pueblo, el polaco, que fue tratado con especial crueldad por los nazis durante la guerra (y por los comunistas durante y después de la misma).

A los judíos de la ciudad de Varsovia, los nazis sumaron a quienes vivían en pueblos cercanos, de modo que la población del gueto alcanzó las 400.000 personas, que fueron obligadas a residir en un espacio cerrado que superaba apenas los 3 kilómetro cuadrados. La falta de suficientes alimentos y medicinas ayudó a propagar enfermedades, cuyo avance fue favorecido por el hambre y la desnutrición, especialmente entre los más débiles, es decir, los viejos y los niños.

El establecimiento del gueto de Varsovia era el primer paso indisimulado hacia el exterminio de todos los judíos que sufrieran la maldición de vivir bajo el régimen hitleriano.

En la fotografía de más abajo, tomada en algún momento entre 1940 y 1943, un niño, con evidentes signos de desnutrición y abandono, consume lo que parece ser un trozo de pan, sentado en las calles del gueto de Varsovia.


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