domingo, 28 de febrero de 2016

Hace 75 años. 28 de febrero de 1941. Segunda Guerra Mundial

Hace 75 años
28 de febrero de 1941
Segunda Guerra Mundial

En los primeros meses de 1941, la Batalla del Atlántico no va bien para los británicos. A la presión ejercida por los submarinos alemanes, se suman exitosas operaciones de las unidades de superficie de la “Kriegsmarine”. El 22 de febrero, el crucero pesado “Admiral Scheer” hunde al buque holandés “Rantau Pandjang”, frente a la costa africana. Señales de auxilio fueron recibidas por el crucero británico “HMS Glasgow”, que estaba al tanto de la presencia del “Admiral Scheer” por el hundimiento de un barco canadiense el día anterior. El “Glasgow” lanzó su hidroavión para detectar al “Scheer”, pero no logró encontrarlo. El “HMS Hermes” se suma a la cacería del “Scheer”, pero la “Royal Navy” no consigue dar esta vez con su enemigo.

Los cruceros de batalla “Scharnhorst” y “Gneisenau” están en el Atlántico ejecutando la “Operación Berlín”, cuyo objetivo es ubicar y destruir convoyes en ruta desde o hacia Gran Bretaña. El 22 de febrero de 1941, los dos poderosos buques dan con un convoy sin escolta, consiguiendo hundir tres cargueros y tres buques tanque, totalizando más de 25 mil toneladas hundidas. Al día siguiente, una “manada de lobos” de submarinos alemanes es guiada por un patrullero de largo alcance FW 200 “Condor” hasta un convoy navegando al sur de Islandia. El convoy OB-288 fue atacado por cinco submarinos alemanes y dos italianos durante los días 23 y 24 de febrero, perdiendo 7 barcos y otros recibiendo daños de diversa consideración.

La lucha también prosigue en el Mediterráneo. Los italianos, puestos a la defensiva, sufrirán aún algunos importantes reveses, en África y en los Balcanes, pero la creciente intervención alemana comienza a equilibrar las cosas con los británicos y los griegos, que han tenido la iniciativa en la región desde fines de 1940. Con el movimiento de tropas alemanas en Bulgaria, la intervención de la “Wehrmacht” en Grecia es inminente, de modo que el 23 de febrero Grecia acepta el ofrecimiento de asistencia militar británica. Los mandos griegos y británicos empiezan de inmediato a coordinar un plan conjunto de defensa, pero difieren en la estrategia: mientras los griegos prefieren atrincherarse en la “Línea Metaxas”, los británicos abogan por levantar una línea más hacia el sur, siguiendo los Montes Vermion y el río Haliacmón. El 28 de febrero, un escuadrón de “Hurricane” y otro de “Gladiators”, en apoyo de las tropas griegas en terreno, derriban 27 aviones italianos. La “RAF” ya lucha al lado de Grecia.

Frente a la costa africana, el 22 de febrero, el monitor británico “HMS Terror” es detectado y seriamente dañado por “Stukas” alemanes. El “Terror”, que había prestado mucho apoyo a las tropas de la “Commonwealth” en los pasados meses, se hunde al día siguiente. Sin embargo, para el Eje en general, la campaña en África no trae buenas noticas en estos días. El 22, con las tropas británicas acercándose a Tobruk, el crucero italiano “San Giorgio” es hundido por su propia tripulación. Ese mismo día, se rinde la 61ª División de Infantería “Sirte”. Durante los días 23 y 24, el importante puerto libio de Tobruk es capturado y asegurado por las tropas de la “Western Desert Force”. Los italianos intentan resistir con su recién creada Brigada Especial Acorazada, pero son derrotados, aunque causan considerables bajas a los británicos.

Las tropas y vehículos de la “Commonwealth” empiezan a sufrir las consecuencias de varias semanas de lucha en uno de los entornos más hostiles del mundo. Además, muy pronto, algunas de las mejores unidades que enfrentaron a los italianos en el desierto, serían enviadas a Grecia, para la campaña que se avecinaba al otro lado del Mediterráneo. La aparición del “Afrika Korps” de Rommel completaría el cuadro para comprometer gravemente la posición británica en África del Norte.

Abajo, tanques medianos de fabricación italiana, Fiat/Ansaldo “M11/39”, se aprecian en la fotografía con sus tripulaciones de la 9ª División Australiana, que los capturó durante la “Operación Compass” y que ahora les dan buen uso contra sus propios fabricantes. Las condiciones de la guerra en África del Norte convirtieron el teatro de operaciones en el paraíso de los chatarreros. Las dificultades de hacer llegar suministros, los daños causados en las máquinas por el clima y el hecho de ser un teatro de operaciones secundario, hicieron que fuera muy frecuente el uso de material capturado al enemigo por parte de ambos bandos. No era raro ver alemanes conduciendo pesados “Matilda”, indios tripulando “Panzer II” o australianos, como los de la foto, a bordo de “Fiat”.




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Hace 100 años. 28 de febrero de 1916. Primera Guerra Mundial

Hace 100 años
28 de febrero de 1916
Primera Guerra Mundial

El 24 de febrero de 1916, el gobierno provisional albanés de Essad Bajá evacúa Dürres, ante el avance de las tropas austrohúngaras, que ocupan la ciudad el 27. Al día siguiente, Essad Bajá deja establecido su gobierno en Nápoles, Italia. Bajá fue uno de los tantos que se disputaron el poder el Albania, desde que fuera declarada independiente en 1912, a consecuencia de las Guerras Balcánicas, y hasta el cierre de los procesos de paz que pusieron punto final a la Primera Guerra Mundial. Además de las disputas entre grupos albaneses de distintas tendencias, los vecinos de Albania y las grandes potencias solían intervenir en el país, para favorecer sus intereses. Essad Bajá nunca regresó a Albania. Luego de Nápoles, pasó a París para intentar representar los intereses albaneses en la Conferencia de Paz. Fue asesinado en la capital gala el 13 de junio de 1920.

En Verdún, el primer día de batalla estuvo marcado por el masivo bombardeo de artillería alemana, cuyo bramido podía oírse a 160 kilómetros de distancia. Luego del cañoneo preparatorio, las posiciones francesas fueron atacadas por la infantería alemana, que usó lanzallamas por primera vez en los campos de batalla de Europa, a los que seguían destacamentos especiales de asalto con los fusiles en bandolera, listos para reducir las posiciones defensivas con granadas. El ataque inicial sobre Verdún fue la primera gran ofensiva en que se comprometió el Destacamento de Asalto mandado por el mayor Willy Rohr. En el primer día de batalla, las tropas alemanas habían conseguido penetrar el dispositivo defensivo, sufriendo apenas 600 bajas. A medida que avanzaron los días, el alto mando francés se dio cuenta de la seriedad del ataque y comenzó a reforzar el área, de modo que los alemanes empezaron a sufrir más bajas. El 23 de febrero, el general Noël de Castelnau sugirió al general Joffre que enviara al Segundo Ejército como refuerzo, al mando del general Henri Philippe Pétain, que se convertiría en héroe nacional de Francia al concluir la batalla.

En la tarde del 25 de febrero, grupos aislados del 24º Regimiento de Brandenburgo estaban a unos cientos de metros del Fuerte Douaumont. Su progreso fue tan rápido, que los artilleros alemanes no quisieron creer los reportes y siguieron haciendo fuego de apoyo, incluso cuando empezó a caer sobre sus propias tropas de vanguardia, muchas de las cuales tuvieron que buscar refugio de las bombas de artillería de su propio ejército. Dos grupos aislados de infantes alemanes consiguieron entrar al fuerte, obligados a avanzar por su propio fuego artillero, sin saber que el fuerte estaba ocupado por una guarnición esquelética de mantenimiento, con gran parte de los cañones y ametralladoras sin servidores. El fuerte cayó ese mismo día. Los alemanes habían conseguido el objetivo de Douaumont muy rápido, penetrando 3 kilómetros en un frente de 10 de ancho. Un contraataque francés fracasó en recapturar Douaumont, sufriendo fuertes pérdidas, luego de lo cual Pétain ordenó que no se hicieran más intentos, que se consolidaran las posiciones existentes y que los demás fuertes de la zona fueran ocupados, rearmados y provistos de suministros, en caso de que los alemanes rodearan el área y fuera necesario resistir un asedio.

Para el 26 de febrero, los franceses habían sufrido alrededor de 24.000 bajas, mientras que los alemanes lamentaban poco más de 25.000. La primera semana podía dar un moderado optimismo al mando alemán, pero el nivel de bajas sufrido por los atacantes, hasta el momento, era incompatible con el plan de Von Falkenhayn.

En estos últimos días de febrero de 1916, concretamente el día 23, queda establecido el Ministerio de Bloqueo en Gran Bretaña, con Lord Robert Cecil como su primer titular. En rigor, nunca Gran Bretaña decretó un bloqueo formal contra Alemania y sus aliados, aunque la idea básica del ministerio (y de la política económica asociada a la guerra) era reducir al mínimo la cantidad de suministros recibida por el enemigo. Para inicios de 1916, resultaba claro que la resolución de la guerra no sería rápida, ni fácil. El conflicto se había convertido en una agotadora lucha de desgaste y, para los británicos, era imperativo cortar los suministros que Alemania recibía a través de países neutrales. Pero cada medida adoptada para presionar la economía alemana significaba interferencias con los países neutrales y obligaba a acomodar el bloqueo al ambiente diplomático.

Como Ministro de Bloqueo, Lord Cecil se sentaba en el gabinete y tenía autoridad para coordinar a todas las reparticiones dedicadas a restringir la llegada de suministros a los Imperios Centrales. El delicado trabajo del ministerio no se limitaba a negociar con los gobiernos neutrales y perseguir el contrabando alemán, sino también a evaluar el grado de comercio exterior tolerado con naciones neutrales vecinas a Alemania (el caso de Holanda fue paradigmático y tendría nefastas consecuencias), el intercambio con las naciones neutrales de Escandinavia y Estados Unidos, así como las relaciones con las empresa comerciales de esas regiones y de otros estados que pudieran estar vinculados en el tráfico con Alemania.

Durante 1917 y 1918, el Ministerio de Bloqueo se encargó de vincular al Gobierno con las muchas instancias encargadas de tejer la trama de acuerdos, embargos, prohibiciones, excepciones y licencias sobre las que descansaba el bloqueo. En 1917, con la entrada de Estados Unidos en la guerra, como aliado del Reino Unido, su trabajo se vio notablemente facilitado. El Ministerio de Bloqueo siguió funcionando incluso después del armisticio y no cesó sus actividades sino cuando se firmaron los respectivos tratados de paz en 1919. Fue, en gran medida, el asedio económico lo que obligó, más que cualquier otro factor, a la rendición de Alemania y de sus aliados.

Abajo, una ilustración satírica. A la izquierda, el Káiser Guillermo dice: “¿Por qué torpedeamos buques de pasajeros? Porque los infames ingleses nos matan de hambre”. El título de esa parte de la lámina dice “Para los neutrales”. A la derecha, el mismo Guillermo, dirigiéndose a los alemanes, dice: “¿Quién dice que estamos en aprietos? ¡Miren lo que nuestra espléndida organización está haciendo!”





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domingo, 21 de febrero de 2016

Hace 100 años. 21 de febrero de 1916. Primera Guerra Mundial



Hace 100 años
21 de febrero de 1916
Primera Guerra Mundial

El 15 de febrero de 1916, el Gobierno Británico concluye un acuerdo con los jefes de las tribus Bakhtiari, de Persia, para colaborar en la protección de los pozos petroleros situados en su territorio. Hasta inicios del siglo XX, las marinas de guerra del mundo dependían del carbón como combustible, incluyendo la “Royal Navy”. En los años previos a la guerra, Gran Bretaña había construido destructores y submarinos impulsados por petróleo, pero no se había dado el paso hacia construir acorazados que utilizaran petróleo exclusivamente como fuente de propulsión. Estados Unidos ya había comisionado el “USS Nevada”, lanzado en 1914, pero la marina norteamericana tenía la ventaja de contar con petróleo producido en su propio territorio, algo con que los británicos no contaban. En cambio, el carbón era muy abundante en las Islas Británicas. Cambiar la matriz energética podía ser arriesgado para Gran Bretaña, que dependía dramáticamente de la supremacía naval para mantener su Imperio. Luego de años de debate, el petróleo se impuso al carbón y los británicos entraron a la Gran Guerra ya con un acorazado, el “HMS Queen Elizabeth”, construido para usar petróleo como único combustible; el resto de la flota sería modificada en el mismo sentido. El momento en que la marina más poderosa del mundo se convirtió en dependiente del petróleo marcó, sin duda, un cambio de época para la historia mundial del transporte y la energía.

La lucha prosigue en los distintos frentes. El 16 de febrero, llegan a Corfú algunos remanentes del Ejército de Montenegro, escapados de la invasión austrohúngara. Ese mismo día, Erzerum es capturada por los rusos, en el frente armenio, donde combaten a los turcos, su enemigo secular. El 18 de febrero, los rusos prosiguen su avance desde el Cáucaso y arrebatan Mush a los otomanos. Ese mismo día, en África, la última posición alemana en Camerún, Mora, se rinde a los británicos. Algunas tropas alemanas consiguen escapar hacia la colonia española de Río Muni (actual Guinea Ecuatorial), donde son internadas por las autoridades locales. Las posesiones coloniales alemanas, aisladas de la metrópoli por el dominio franco-británico de los océanos, van cayendo en manos de la Entente sin más opciones que prolongar la resistencia al máximo, para distraer tantos recursos del enemigo como se pueda. Sólo en el África Oriental Alemana la lucha seguirá hasta el armisticio de 1918.

El 21 de febrero de 1916, se da inicio a la Batalla de Verdún, una de las más célebres y la más larga de la Primera Guerra Mundial. Los alemanes habían planificado el inicio de su ofensiva para el 12 de febrero, pero el mal clima había forzado el retraso, hasta las 7.15 horas del 21, cuando 808 piezas de artillería iniciaron un bombardeo que duraría diez horas y dejaría caer cerca de un millón de proyectiles sobre las posiciones francesas.

Después de terminar la guerra de movimientos, el frente occidental había quedado estabilizado en una línea de trincheras, que ninguno de los dos bandos había podido romper, a pesar de las ofensivas de 1915, que costaron muchísimas bajas y apenas reportaban algo de terreno conquistado. El Jefe del Estado Mayor Imperial Alemán, Erich von Falkenhayn, creía que era imposible lograr la victoria mediante una ofensiva de rompimiento o una batalla decisiva. Alemania, comprometida en varios frentes al mismo tiempo, simplemente no tenía los recursos humanos, ni materiales para conseguirlo. De modo que ideó un plan para causar tal cantidad de bajas al Ejército Francés, que su gobierno fuera obligado a buscar la paz.

Se eligió Verdún como el punto de ataque por tener una enorme carga histórica y simbólica para Francia. El mando alemán suponía que, si conseguían ocupar el sector de Verdún, los franceses enviarían todas sus reservas a recuperarlo o lucharían a la defensiva, mientras los británicos lanzaban una ofensiva en otro sector del frente para aliviar la presión. Como fuere, la idea era recibir el ataque de franceses o británicos en posiciones defensivas consolidadas, contra las que chocaran los ejércitos enemigos desangrándose hasta el agotamiento. Para que el plan surtiera efecto, Von Falkenhayn necesitaba producir muchas bajas en el enemigo y mantener al mínimo las propias, especialmente en la primera fase, destinada a capturar las fortificaciones que rodeaban Verdún. Si así lo conseguía, podría tener tropas de refresco, que sirvieran para lanzar una contraofensiva sobre las tropas franco-británicas, que ya estarían agotadas… o eso esperaba el jefe alemán.

La “Región Fortificada de Verdún” (“Région Fortifiée de Verdun, RFV”) estaba en una saliente del frente, formada en la invasión alemana de 1914, de modo que gran parte de la zona estaba rodeada por territorio controlado por los alemanes y se comunicaba con la retaguardia francesa por medio de una línea férrea ligera. En teoría, las defensas de Verdún eran formidables. Desde fines del siglo XVII, se habían construido fortificaciones. Al estallar la guerra, en 1914, la zona alrededor de la villa de Verdún estaba formada por un anillo doble de 28 fuertes y fortificaciones menores, en terreno alto. Desde fines del siglo XIX, muchos fuertes habían sido modernizados y se les había hecho más resistentes a la artillería de asedio. Las defensas estaban conectadas entre sí, contaban con torretas móviles de artillería, nidos de ametralladora, cuarteles subterráneos y depósitos igualmente bajo tierra. La movilización francesa preveía una guarnición de 66.000 soldados y suministros para 6 meses en la RFV que, además de histórica, tenía una gran importancia estratégica, reconocida desde las invasiones bárbaras al Imperio Romano de Occidente, cuando Atila el Huno intentó penetrar a las Galias por Verdún, siendo rechazado con grandes pérdidas.

Sin embargo, el Comandante en Jefe del Ejército Francés, general Joseph Joffre, estaba convencido de que las fortificaciones fijas eran inútiles contra la artillería pesada de asedio, especialmente luego de ver lo rápido que los alemanes habían capturado los fuertes belgas de Lieja y Namur, durante su ofensiva de 1914. En agosto de 1915, se habían dado las órdenes para retirar la mayor parte de la artillería presente en la RFV y llevarse los suministros a otros sectores del frente, donde pudieran ser más necesarios. Para asegurarse que los alemanes no aprovecharan las mejores fortificaciones, en caso de que las tomaran al asalto, el mando francés había dispuesto la demolición de los fuertes de Douaumont y Vaux. De hecho, al momento de la ofensiva alemana, 5.000 kilogramos de explosivos habían sido instalados para volarlos. Con gran parte de la artillería de los fuertes desmontada, con pocas reservas de munición y guarniciones esqueléticas, la RFV estaba, en febrero de 1916, relativamente desprotegida. El sistema de fuertes debía ser reemplazado por trincheras, pero éstas tampoco estaban consolidadas.

El plan de Von Falkenhayn era verosímil, pero contaba con una rápida captura de las fortificaciones en torno a Verdún, sufriendo muy pocas bajas y causando masivas bajas a los franceses, especialmente cuando intentaran reconquistar el área. Von Falkenhayn se imaginaba a masivas oleadas de infantería francesa, siendo aplastadas por el implacable fuego de la artillería pesada alemana. La concentración de tropas y artillería alemana era formidable, pero los alemanes nunca lograron desalojar totalmente a la artillería francesa, que causó bajas alemanas en un grado que no resultaba compatible con el éxito del plan. Al final, cuando resultó claro que una rápida victoria no era posible, los alemanes se resistieron a retirarse, porque el honor de sus armas había quedado comprometido con la suerte de Verdún, tanto como lo estaba el honor de los soldados franceses, en una batalla que terminó prolongándose por 300 interminables días.

En la fotografía, un mortero pesado alemán hace fuego frente a Verdún. Este tipo de piezas de artillería, que habían dado rápidas victorias a los alemanes en Bélgica durante los últimos meses de 1914, no bastarían para obtener un resultado decisivo en Verdún.

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Hace 75 años. 21 de febrero de 1941. Segunda Guerra Mundial



Hace 75 años
21 de febrero de 1941
Segunda Guerra Mundial

El 15 de febrero de 1941, se inicia la deportación de los judíos de Austria hacia guetos en Polonia. Los horrores del Holocausto se intensifican en toda Europa, con una Alemania Nazi que está a punto de alcanzar su máxima extensión territorial y con un régimen tiránico que se siente cada vez más confiado en abusar abiertamente de los judíos, así como de otros grupos considerados enemigos del “Reich”.

Durante los días 19, 20 y 21 de febrero, se produce el “Blitz de tres días” sobre de Swansea, en Gales del Sur. Fueron tres noches de intenso bombardeo por parte de la “Luftwaffe”, que prácticamente borró de la faz de la Tierra el centro de esa ciudad.

En estos días de febrero de 1941, tropas alemanas empiezan a moverse hacia la frontera griega, a través de Bulgaria, convertida en satélite del Eje. Alemania está a punto de involucrarse en una nueva campaña, esta vez en Los Balcanes, para asistir a los italianos, que han fracasado en su intento de conquistar Grecia. Hitler no está dispuesto tampoco a permitir que Grecia se convierta en una base de operaciones británica contra su flanco sur. Los ítalo-germanos terminarán conquistando Grecia y Yugoslavia, la esvástica ondeará sobre dos nuevas capitales conquistadas y el mundo temblará antes la hazaña de los “fallschirmjäger” alemanes, que conquistarán una isla enteramente desde el aire. Pero la lucha en Los Balcanes tiene un costo, especialmente un costo en tiempo, que las tropas alemanas echarán mucho de menos algunos meses después, cuando tengan que enfrentar al “General Invierno” en la siguiente campaña, en Rusia.

Hitler, a diferencia de Mussolini, no tenía una mentalidad “imperial” o “global”, como diríamos en nuestros días. No le interesaba mucho lo que ocurriera fuera de Europa y estaba cada vez más poseído por sus dos obsesiones: los judíos y el comunismo. En su delirio, nada era más importante que destruir esos dos adversarios que había escogido como blanco de su odio y que podían ser hallados en Europa, más que en cualquier otra parte. El “Führer” raramente veía más allá de las costas europeas, por eso nunca quiso realmente invadir Gran Bretaña, si existía la posibilidad de negociar, porque aquello acarrearía la destrucción del Imperio Británico, consumiendo copiosa sangre alemana en una invasión de incierto éxito, de la que se beneficiarían países como Estados Unidos o Japón, mucho más que Alemania.

La aventura africana emprendida por Mussolini era también ajena a la mentalidad de Hitler, que no se involucró en ese frente sino hasta cuando pareció evidente que un colapso total de los italianos podía desbalancear gravemente la situación estratégica en favor de los británicos. Desde comienzos de febrero de 1941, comenzaron a llegar al Norte de África unidades militares alemanas que se agruparían en lo que pasaría a la historia como el “Deutsches Afrika Korps” (“DAK”, algo así como “Cuerpo Alemán de África”, una designación oficial que cambiaría con el tiempo, aunque el nombre de “Afrika Korps” se mantendría en las páginas de historia y en la imaginación de la gente en general como el más aceptado). El 20 de febrero de 1941, en El-Agheila, las tropas alemanas del DAK se enfrentaron por primera vez a los “tommies” de la “Western Desert Force” de la “Commonwealth”, que llevaba varias semanas al ataque, con resonantes victorias sobre los italianos, pero que empezaba a sufrir los efectos de la campaña y que además tendría que vérselas con un enemigo decidido. El “Afrika Korps” pasaría a ser una de las formaciones de combate más célebres y respetadas de cuantas participaron en la guerra. Su comandante se transformaría en uno de los estrategas más reconocidos de la historia militar alemana, que no ha sido parca en producir miles de excelentes oficiales y unos cuantos genios, como Federico el Grande, Ludendorff y Hindenburg, junto al hombre al que nos referimos ahora: Erwin Rommel.

Ya en la Primera Guerra Mundial, Rommel había demostrado su genialidad en el campo de batalla, haciendo gala de audacia y movilidad, recibiendo las más altas condecoraciones militares del Imperio Alemán. Curiosamente, sus mayores hazañas en la Gran Guerra, que le valieron sus más altas condecoraciones, Rommel las realizó luchando contra los italianos, aliados de Gran Bretaña en ese conflicto. Ahora, en esta siguiente guerra mundial, Rommel tendría que conducir miles de soldados italianos a la lucha contra los británicos en África. Para cerrar el capítulo de las curiosidades, el general británico que enfrentaría a Rommel al comienzo de 1941, Richard O’Connor, también había luchado en los Apes durante la Primera Guerra Mundial, haciéndose merecedor de las más altas condecoraciones de Italia, contra la que sus tropas luchaban ahora.

Al estalla la Segunda Guerra Mundial, en septiembre de 1939, Rommel estaba a cargo de una unidad encargada de escoltar a Hitler y a su séquito cuando se acercaran a zonas de combate. Tras terminar la campaña polaca, Rommel pidió ser trasladado, porque era demasiado inquieto como para estar a cargo de una guardia de seguridad. Durante la invasión de Francia, estuvo al mando de la 7ª División Panzer y, aunque no tenía experiencia comandando unidades blindadas, pronto se convirtió en uno de los mejores comandantes de tanques de todos los tiempos. En la Batalla de Arras, librada en Francia, hizo gala de la inventiva que lo caracterizaría durante toda la guerra. Cuando los tanques pesados británicos “Matilda” estaban a punto de sobrepasar todas las defensas alemanas, Rommel dio orden de alinear todas las piezas de artillería de campo y antiaérea que halló a mano y las hizo disparar directamente contra los “Matilda”, que hasta el momento apenas habían sentido algún efecto de los inútiles disparos de los ligeros “Panzer III” y de los inefectivos cañones antitanque de 37 mm. La reacción de Rommel fue acertada y los británicos fueron obligados a retirarse, cuando estaban a punto de romper la resistencia alemana. En Arras, el cañón antiaéreo de 88 mm demostró ser especialmente letal contra los tanques, de modo que Rommel lo utilizó mucho contra los blindados aliados durante la guerra en el desierto africano.

Durante la campaña de Francia, las fuerzas al mando de Rommel se caracterizaron por avanzar siempre muy rápidamente, en ocasiones, desobedeciendo órdenes directas de detenerse de sus superiores. La sorpresa y velocidad con que sus tropas se dejaban caer sobre el enemigo, llegaban al punto en que no sólo los franco-británicos a menudo no sabían dónde estaba Rommel, sino que también era frecuente que el alto mando alemán en Berlín lo ignorara. Esa capacidad de despistar a amigos y enemigos le valió a su 7ª División Blindada el apodo de “Gespensterdivision”, “División Fantasma”.

Este era el hombre enviado por Alemania a la orilla sur del Mediterráneo, con la misión inicial de mantenerse a la defensiva, seguir las órdenes de los generales italianos más antiguos y simplemente evitar el colapso de la posición del Eje en Noráfrica. Siguiendo sus instintos, Rommel hizo todo lo contrario a lo que se le ordenó y consiguió hacer tambalear, por un tiempo, la vital posición del Imperio Británico en África y en el Canal de Suez.

La fotografía de abajo muestra la operación de descarga en el puerto de Trípoli de equipo destinado al “Afrika Korps”. En primer plano, un Panzer III. Enfrentado a los “Cruiser” británicos, el Panzer III tuvo la ventaja en 1941. A medida que la situación general de la guerra se volvía contra Alemania, los suministros llegaban menos a los alemanes y empezaban a abundar para sus adversarios de la “Commonwealth”. Desde 1942 en adelante, contra los “Cromwell”, “Grant” y “Sherman”, el Panzer III sufriría mucho en el campo de batalla.

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