domingo, 30 de agosto de 2015

Hace 75 años. 29 de agosto de 1940. Segunda Guerra Mundial



Hace 75 años

29 de agosto de 1940
Segunda Guerra Mundial

El 24 de agosto de 1940, aviones alemanes bombardean accidentalmente una iglesia en Cripplegate, en el área metropolitana de Londres. Aunque los alemanes declararon inmediatamente que se trataba de un error y el mismo Hitler se había reservado el derecho exclusivo de ordenar el ataque a áreas civiles no productivas, Churchill ordenó al día siguiente un bombardeo sobre Berlín como represalia. En la noche del 25 de agosto, 95 bombarderos británicos atacaron el Aeropuerto de Tempelhof y la zona de Siemesstadt, en Berlín. El daño, en ambos ataques a las capitales de Alemania y Gran Bretaña, fue mínimo, pero tuvo enormes efectos sicológicos, dando inicio a una escalada en que el objetivo primario de los bombarderos ya no serían sólo los objetivos militares, sino también las ciudades y centros productivos del enemigo.

Los ataques a las ciudades británicas, especialmente Londres, pasaron a la historia como el “Blitz”. Produjeron enormes daños y miles de víctimas entre los civiles, pero estuvieron lejos del efecto buscado de quebrantar la moral o aterrorizar a los británicos hasta forzarlos a pedir la paz. Durante los meses siguientes, las zonas urbanas de Inglaterra, Escocia y Gales sufrieron terribles ataques de parte de la Luftwaffe. Los primeros bombardeos de la “RAF” contra Berlín, en cambio, fueron poco efectivos y sus consecuencias fueron más sicológicas y políticas que militares. Pero, a medida que la guerra se volvió contra Alemania, las ciudades del “Reich” fueron sufriendo ataques cada vez peores, que se volvieron apocalípticos desde 1942 en adelante, cuando la poderosísima “U.S. Air Force” se unió a la aviación británica en su campaña aérea contra Alemania.

El cambio de prioridades de la Luftwaffe, que pasó a centrarse en las ciudades británicas, especialmente Londres, fue quizás el mayor error de muchos que cometió el alto mando político y militar alemán al momento de enfrentar la Batalla de Inglaterra. Los alemanes no lo supieron en 1940, pero efectivamente hubo momentos en que la RAF estuvo en serios problemas. De haber persistido en algunas de las muchas estrategias contra la RAF, ensayadas por los alemanes en julio-septiembre de 1940, es posible que el resultado hubiese sido una derrota estratégica británica de graves consecuencias. La inteligencia alemana falló miserablemente al evaluar las condiciones en que se inició y se desarrolló la batalla aérea sobre el Reino Unido. Los británicos, en cambio, implementaron un sistema de manejo de la información que puede calificarse de magistral y que pasó a la historia como el “Sistema Dowding”, en honor del Mariscal en Jefe del Aire, Sir Hugh Dowding, que comandó la aviación de caza británica en el momento más crítico de su historia.

El Sistema Dowding fue la primera red de control de tierra para intercepción aérea. Controlaba el espacio aéreo entre el extremo norte de Escocia y el sureste de Inglaterra. Usando una compleja red telefónica subterránea, su objetivo era recolectar, transmitir, filtrar y administrar la información recogida por las estaciones de radar y el Real Cuerpo de Observadores. Esta información era luego traspasada a los escuadrones de caza y a las unidades de artillería antiaérea, para que pudieran tomar decisiones de combate, usando sus recursos, siempre escasos, de la mejor manera posible.

El primer paso era la detección de las formaciones enemigas por parte de las estaciones de radar, que debían informar a los Cuarteles Generales de la Aviación de Caza, donde esos datos eran trabajados en una “sala de filtrado”. En esta sala, las formaciones enemigas era identificadas con marcadores de colores en un gigantesco mapa del Reino Unido, que permitía seguir la trayectoria de las fuerzas propias y enemigas. Los aparatos de radar eran unidireccionales, de modo que sólo podían detectar formaciones de aviones que estuvieran desde las costas británicas hacia fuera, pero no podían seguir a los aparatos una vez que sobrevolaran Gran Bretaña. Hacer el seguimiento de los bombarderos sobre suelo británico era tarea del Real Cuerpo de Observadores (“Royal Observer Corps, ROC”), formado por cientos de voluntarios que seguían desde tierra, con binoculares o a ojo desnudo, el recorrido de los bombarderos alemanes y sus formaciones de escolta.

La información filtrada y procesada, era luego recibida por los cuarteles generales de los cuatro grupos en que se dividía el Mando de la Aviación de Caza. Cada uno de estos cuarteles generales tenía sus propios mapas y salas de mando. A su vez, ellos transmitían la información a los sectores en que se dividían los grupos. Desde los cuarteles generales de cada sector, se daban las órdenes a los pilotos de caza y a los operadores de artillería antiaérea. De este modo, era mucho más fácil para la artillería antiaérea identificar los aviones de cada bando y no disparar sobre los propios. Los escuadrones de caza, en tanto, se aproximaban a las formaciones invasoras sabiendo su número, trayectoria y composición. Así, el mando de caza enviaba a la batalla el número exacto necesario para detener a los alemanes y no desperdiciaban combustible en patrullajes de vigilancia.

En la fotografía, se ve una sala de control en Bentley Priory, el Cuartel General de la Aviación de Caza Británica, donde se procesaba y filtraba la información que luego pasaba a los grupos, sectores y escuadrones.


 http://www.raf.mod.uk/rafcms/mediafiles/gallery/E6AFBDD7_5056_A318_A8F80D997DFBEB05/2sept(a).jpg
 

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Hace 100 años. 29 de agosto de 1915. Primera Guerra Mundial



Hace 100 años

29 de agosto de 1915
Primera Guerra Mundial

En el Frente Oriental, Alemania y Austria-Hungría siguen al ataque, y Rusia sigue a la defensiva. El 26 de agosto, los alemanes ocupan Byelostok, en la Polonia Rusa. El 25, también en territorio polaco, ha caído Brest-Litvosk, esa localidad que dará nombre al tratado que, en 1918, sacaría de la Gran Guerra a la Rusia Soviética.

El 30 de agosto, Frano Supilo, connotado político croata, es informado por el Ministro de Asuntos Exteriores Británico, Sir Edward Grey, de que la Entente garantizaría la autodeterminación de Bosnia, Herzegovina, Dalmacia del Sur, Eslovenia y Croacia, siempre y cuando Serbia diera su consentimiento. Como ya sabemos, al terminar la guerra, la mayor parte de esos territorios quedaron englobados en Yugoslavia, donde los serbios ocuparon una posición preeminente desde el principio (de hecho, el Rey Pedro se convirtió en el primer monarca del nuevo estado). Conscientes de que una excesiva atomización de Europa Central y Balcánica era peligrosa, muchos líderes de las etnias que formarían parte de Yugoslavia no se oponían a formar parte de un reino bajo la soberanía nominal de la Casa de Karadordevic, a la que pertenecía el Rey Pedro de Serbia, en la medida que aquello ocurriera bajo condiciones de igualdad para todos los pueblos que se unirían en una entidad de esa naturaleza. Muchos de esos políticos, forzados por las muy cambiantes circunstancias del siglo XIX, habían transitado desde la colaboración con el gobierno de Austria-Hungría, de la que formaban parte hasta la guerra, hasta la abierta hostilidad hacia la corte vienesa.

Frano Supilo fue uno de esos líderes que, en algún momento, intentó preservar la identidad de su pueblo, el croata, sin buscar inmediatamente la destrucción del Imperio Austrohúngaro, cuya desaparición brusca podía traer insospechadas y peligrosas consecuencias para Europa. Sin embargo, para el momento de estallar la guerra, Supilo era partidario de la unión con Serbia y otros pueblos para formar un estado de los “Eslavos del Sur”, es decir, “Yugoslavia”. Supilo formó parte del Comité Yugoslavo, asentado en Londres durante la guerra. No alcanzó a ver los resultados, porque falleció en 1917, antes del término de la contienda. De todos modos, es posible que, dados los acontecimientos acaecidos en el siglo XX, Supilo se habría sentido decepcionado de los resultados.

El nuevo estado nació como “Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos” al finalizar la Primera Guerra Mundial. En 1929, cambió su nombre oficial por el de “Reino de Yugoslavia” (que era, en todo caso, la denominación que se usó siempre coloquialmente), en parte, para reflejar el hecho de existir otros grupos étnicos dentro del nuevo país, como montenegrinos, macedonios, húngaros de Voivodina, bosnios y algunos otros representados en menor número.

Los Karadordevic fueron notablemente exitosos en mantener la paz y unidad del país hasta que los totalitarismos nazi y comunista empezaron a influir en el ambiente internacional, a fines de la década de 1930. No obstante, siempre existió tensión entre los componentes de Yugoslavia, especialmente entre los grupos étnicos más numerosos, es decir, croatas, serbios y bosnios, que además se diferenciaban en poseer religiones distintas. El país permaneció unificado luego de la Segunda Guerra Mundial solamente por la mano de hierro de la tiranía comunista instaurada por Josip Broz Tito en 1945, luego de expulsar al último rey, Pedro II.

Al desaparecer la Unión Soviética en 1991, el gobierno comunista de Yugoslavia, aunque no formara parte del Pacto de Varsovia, se debilitó al punto de no poder contrarrestar las fuerzas centrífugas que amenazaban al país. Desgraciadamente, Yugoslavia se terminó disolviendo en una serie de crueles guerras ocurridas entre 1991 y 2001, cuyas causas no han terminado de resolverse hasta hoy.

El arma que aparece en la fotografía de más abajo, ha cambiado muchas veces de mano, siguiendo las peripecias de los pueblos que formaron Yugoslavia, muy similares a las vividas por los pueblos de Europa Central y del Sureste en general. Corresponde a una pieza de artillería Skoda de 150 mm, montada originalmente en el acorazado “SMS Tegetthoff”, de la Marina Imperial y Real Austrohúngara. El “dreadnought” fue cedido a Italia como reparación de guerra, cuando concluyó la Gran Guerra y desarmado al poco tiempo. La pieza formaba parte de la artillería secundaria de la nave y los italianos la usaron en un montaje estático de defensa costera en el puerto de Pola, que había sido la base principal de los austriacos en el Adriático y pasó luego a formar parte de Italia, como una de las potencias vencedoras en la guerra. Al ser derrotada Italia en la Segunda Guerra Mundial, Pola fue agregada a la Yugoslavia comunista de Tito, de la que fue parte hasta la independencia de Croacia en 1991.



 http://www.navweaps.com/Weapons/WNAust_59-50_Skoda_Veli_Brioni_pic.jpg

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domingo, 23 de agosto de 2015

Hace 100 años. 23 de agosto de 1915. Primera Guerra Mundial



Hace 100 años

23 de agosto de 1915
Primera Guerra Mundial

Los Imperios Centrales prosiguen su ofensiva contra Rusia y los rusos siguen retrocediendo hacia las interminables profundidades de su Imperio. Novo-Georgievsk cae el 19 de agosto y Osovets es ocupada el día 22. Ambas localidades estaban ubicadas en la Polonia rusa.

Los aliados empeñan una nueva ofensiva en el frente de los Dardanelos, que será conocida como la Batalla de la Colina Cimitarra. Luego de una sangrienta lucha, sólo significará un nuevo y costoso fracaso para las tropas francesas, británicas y coloniales que luchaban por anular al Imperio Turco. El mismo día de inicio de esta batalla, 21 de agosto de 1915, los turco-otomanos suman un nuevo enemigo, cuando el Reino de Italia declara la guerra al Gobierno del Sultán.

El 22 de agosto, Eleuterio Venizelos regresa al cargo de Primer Ministro de Grecia. Venizelos fue posiblemente el político griego más influyente del primer tercio del siglo XX. Su actuar resultó clave en el ingreso de Grecia en la guerra al lado de la Triple Entente.

En estos días de agosto, la guerra en el mar se muestra especialmente activa. El 19 de agosto, el crucero de batalla alemán, “SMS Moltke”, es torpedeado por el submarino británico “E-1”, durante la Batalla del Golfo de Riga, frente a las costas bálticas del Imperio Ruso. El proyectil dio en una sala de almacenamiento de torpedos que, afortunadamente para el gigantesco navío alemán, no explotaron. El buque debió lamentar 8 muertos y algunas serias averías, que lo tuvieron fuera de combate hasta fines de septiembre.

Ese mismo día, el submarino británico “E-13”, es hundido por embarcaciones alemanas, mientras estaba varado frente a las costas danesas. El sumergible había varado el día anterior, debido a una falla de sus instrumentos y su tripulación estaba afanada tratando de liberar la nave de las arenas de aguas bajas, cerca de la isla de Saltholm, en la neutral Dinamarca. Las autoridades locales habían dado 24 al comandante del submarino, teniente comandante Geoffrey Layton, para sacar su nave de territorio danés o ser internado por el resto de la guerra. La marina alemana, entonces empleada en la fase crítica de la Batalla del Golfo de Riga, no podía permitir que un submarino británico entrara en el Báltico y atacara a sus barcos (como le pasó al “Moltke”), de modo que el mando naval alemán despachó dos lanchas torpederas que atacaron y hundieron al “E-13”. Los sobrevivientes fueron internados en Dinamarca.

También el 19 de agosto, el trasatlántico “SS Arabic”, de bandera británica, es hundido por el submarino alemán “U-24”, 80 km al sur de Kinsale, Irlanda, mientras se dirigía a Estados Unidos. El comdandante del “U-24” sostuvo que el “Arabic” zigzagueaba y que eso lo hizo pensar que querían impactar el submarino, para hundirlo. Fuera o no cierto, el “Arabic” se hundió en 10 minutos y se llevó 47 personas al fondo del mar para siempre, tres de las cuales eran ciudadanos estadounidenses. Como había ocurrido con todos los ataques que habían costado vidas norteamericanas, se produjo un nuevo incidente diplomático entre Berlín y Washington, que sólo pudo ser aplacado mediante el ofrecimiento del Gobierno del Káiser Guillermo, en el sentido de moderar la guerra submarina contra Gran Bretaña y especialmente respetar las vidas de los pasajeros civiles, incluso si embarcaban en navíos que llevaban mercancías calificables como contrabando de guerra.

El 21 de agosto, el buque carbonero británico “SS Ruel” es atacado por un submarino alemán. Luego del hundimiento, parte de los sobrevivientes acusaron a la tripulación alemana de abrir fuego sobre los botes salvavidas en que intentaban escapar. Pero, de todos los incidentes sucedidos durante agosto  de 1915 en los mares —tan aprovechados por los aparatos de propaganda de ambos bandos—, el más controvertido fue el que involucró al “HMS Baralong”. El 19 de agosto, el “Baralong” hundió el submarino alemán “U-27”, que se preparaba a hacer lo propio con el mercante británico “Nicosian”. Alrededor de una docena de tripulantes consiguieron escapar desde el submarino, luego que fuera dañado por el “Baralong”. Sin embargo, por órdenes del teniente Godfrey Herbert, comandante del “Baralong”, los marinos alemanes fueron sumariamente ejecutados en el mismo lugar, luego de haberse rendido.

Herbert y el almirantazgo británico trataron de ocultar el incidente, pero testigos estadounidenses, que presenciaron lo ocurrido desde los botes salvavidas del Nicosian, contaron la historia a los periódicos de su país. Otra particularidad de este caso es el especial tipo de embarcación involucrada. El “Baralong” era un “Buque Q” (“Q-Ship”) o “Buque Señuelo”. Se trataba de naves disfrazadas de mercantes, pero fuertemente armadas, las cuales trataban de atraer submarinos hacia la superficie y cuando los tenían lo bastante cerca, descubrían sus armas y abrían fuego sobre los sumergibles. De hecho, el “Baralong” se había acercado hasta el “U-27” y hasta el “Nicosian” enarbolando bandera estadounidense y sólo en el último momento, la cambió por la “Union Jack” y mostró su artillería, con la que dio rápida cuenta del submarino, vulnerable como estaba, a descubierto en la superficie.

Los “Buques Q” fueron una medida desesperada para contrarrestar a los submarinos alemanes, que también pueden ser considerados como una medida desesperada. En definitiva, alemanes, tanto como británicos, para permitir la sobrevivencia de sus imperios, no se detuvieron en las normas tradicionales relacionadas con naciones neutrales, con el derecho internacional de la guerra y con el honor más elemental, que se espera sea la forma en que se conduzcan los beligerantes en un conflicto bélico.

Abajo, una fotografía del “HMS Baralong”. Desde un periscopio de submarino, se veía como un indefenso mercante y hasta como una presa fácil, para ser hundido con el cañón de cubierta del submarino, para así ahorrar los escasos torpedos que llevaban los submarinos y que eran usados contra blancos más peligrosos o protegidos por naves escolta.



 https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/f/fd/HMS_Baralong.jpg


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Hace 75 años. 23 de agosto de 1940. Segunda Guerra Mundial



Hace 75 años

23 de agosto de 1940
Segunda Guerra Mundial

El 19 de agosto de 1940, tropas italianas entran en Berbería, capital de la Somalia Británica. Los últimos defensores británicos son evacuados hacia Adén.

Los alemanes asedian las Islas Británicas con todos los medios a su alcance. Desde la costa francesa del Canal de la Mancha, bombardean Dover y sus alrededores usando artillería de largo alcance. En el Atlántico, los submarinos alemanes viven lo que será conocido como “Tiempo Feliz”. La caída de Francia ha significado una calamidad para los ya escasos recursos de la “Royal Navy”. Además de proteger las vitales líneas de comunicación atlánticas, la Marina Británica debe mantener su presencia en el Mediterráneo, donde ya no recibirá la colaboración de la “Marine Nationale” francesa, para ser enfrentada, en cambio, por la potente “Regia Marina” italiana, reforzada por la aviación y los submarinos alemanes que consiguen filtrarse en Gibraltar. Y lo más relevante: Alemania controla la costa atlántica europea, desde Holanda hasta los Pirineos. Los submarinos alemanes pueden atacar los convoyes británicos desde todos los puertos franceses, belgas y holandeses, sin necesidad de realizar la travesía desde Alemania o desde Noruega, mucho más larga y peligrosa. Al mismo tiempo, los submarinos alemanes aumentan en número y reciben muchas mejoras técnicas, que los convierten en naves cada vez más peligrosas y capaces de llegar a distancias cada vez mayores, por períodos cada vez más prolongados.

Sin embargo, en estos días de agosto de 1940, el asedio a la cabecera del Imperio Británico se siente más intensamente en el aire. La “Luftwaffe” y la “RAF” entablan una lucha épica, donde se resuelve la supremacía aérea sobre las Islas Británicas y, en definitiva, el futuro de la Civilización Occidental. El 20 de agosto, Winston Churchill pronuncia su famoso discurso donde expresa que “nunca, en el campo de los conflictos humanos, tanto fue debido por tantos a tan pocos” (“never in the field of human conflict was so much owed by so many to so few”).

Para la RAF, la situación es muy peligrosa y, varias veces, sus generales y pilotos sientes que están a un paso de la derrota. Sin embargo, los valientes aviadores sólo necesitan una cosa para vencer: sobrevivir. Mientras exista una fuerza de cazas británicos en los aires o en los aeródromos británicos, el enorme ejército de Hitler sólo podrá mirar con rabia la costa inglesa, como hace un perro amarrado a una pared, que debe contentarse con ladrar, sin conseguir cruzar las decenas de kilómetros del Canal, que parecen tan insignificantes al lado de las enormes distancias que la “Wehrmacht” ha recorrido triunfal desde septiembre de 1939.

La “Luftwaffe” poseía una numerosa flota, compuesta por excelentes aparatos y tripulada por algunos de los mejores aviadores de su tiempo. Sin embargo, el alto mando, partiendo por Hitler y por Hermann Göring, se mostró a menudo errático. Nunca fue capaz de desarrollar una estrategia coherente y mantenerla en el tiempo. Al comienzo, fue el ataque a las comunicaciones británicas en el Canal, luego fueron los aeródromos de la “RAF”, posteriormente la red de radares, combinado con el ataque a la industria aeronáutica británica y, desde fines de agosto de 1940, todo mezclado con el “Blitz”, es decir, el ataque indiscriminado a zonas pobladas de las grandes ciudades británicas, especialmente Londres.

El fracaso del alto mando de la “Luftwaffe” se puede atribuir, en primer lugar, al hecho de tener que luchar una batalla que no esperaban que se produjera, con medios inapropiados para obtener una victoria estratégica decisiva. Los alemanes tampoco fueron capaces de obtener inteligencia que los iluminara en cuanto a la efectividad de sus acciones y, sobre todo, les permitiera planificar acciones sucesivas. Fue frecuente, por ejemplo, que los bombarderos alemanes atacaran aeródromos del Comando de Bombarderos o del Comando Costero de la RAF, que poco o nada tenían que ver con las fuerzas entreveradas en la batalla. Los alemanes tampoco supieron evaluar la importancia que tenían los radares británicos para la defensa de las islas y no perseveraron en atacarlos, cuando se les presentó la posibilidad.

En suma, los flujos de información que recopilaban los alemanes eran incompletos e incorrectos muchas veces, mientras que los británicos llegaron a desarrollar un elaborado sistema de recolección, filtrado y distribución de la información, que permitió usar los valiosos aviones y pilotos en la manera más efectiva posible. El conjunto pasó a la posteridad como “Sistema Dowding”, por quien fuera uno de sus gestores antes de la guerra y el comandante de la Aviación de Caza Británica durante la Batalla de Inglaterra, “Air Chief Marshall” (“Mariscal en Jefe del Aire”) Hugh Dowding.

Abajo, la representación artística de un grupo de “Sptifire Mk 1” del Escuadrón 601, sobrevolando los acantilados de Dover, camino a dar su “bienvenida” a las formaciones de la “Luftwaffe”.

Imagen tomada de la presentación “Wartime Aviation Art WW2”.

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