domingo, 25 de octubre de 2015

Hace 100 años. 25 de octubre de 1915. Primera Guerra Mundial

Hace 100 años

25 de octubre de 1915
Primera Guerra Mundial

En estos últimos días de octubre, prosiguen las consecuencias del ingreso de Bulgaria en la guerra. El 19, Sofía recibe la declaración de guerra de Italia y de Rusia. Mientras tanto, los serbios venden caro cada palmo de terreno que ceden, pero simplemente no tienen soldados suficientes para hacer frente al ataque combinado de Alemania, Bulgaria y Austria-Hungría.

El 23 de octubre, los alemanes experimentan en carne propia el acoso de los submarinos, cuando el británico “HMS E-8” torpedea y hunde, cerca de Libau, en el Báltico, el crucero acorazado “SMS Prinz Adalbert”, que es tocado en la santabárbara y se hunde con rapidez, llevándose 672 marinos alemanes al fondo del mar.

El 24 de octubre queda fechada una carta enviada por el Alto Comisario Británico en El Cairo, Henry McMahon, al Jerife de La Meca, Husayn ibn Alí. La misiva intenta precisar las fronteras de un futuro estado árabe soberano, una vez que el Imperio Otomano fuera derrotado. Forma parta de la llamada “Correspondencia Husayn-McMahon”, que consiste en una serie de cartas preparatorias de la rebelión árabe contra los turcos. Con el paso del tiempo, se convertiría en una de las series de documentos históricos más importantes para entender los orígenes del conflicto árabe-israelí, todavía sin solución.

El debilitamiento del Imperio Otomano permitió la independencia de los pueblos europeos que habían estado bajo su dominio hasta fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX. La Primera Guerra Mundial puede considerarse, en parte, como una consecuencia de ese debilitamiento, que también despertó los apetitos nacionalistas de los árabes y judíos súbditos del Sultán. En febrero de 1914, Amir Abdulá, hijo del Jerife Husayn, contactó a los británicos en El Cairo, para sondear la actitud de Londres ante una posible rebelión árabe contra los turcos. La respuesta británica de entonces fue negativa, consistente con la postura sostenida por Gran Bretaña, de evitar el total colapso del Imperio Otomano, como una forma de mantener la estabilidad en el Medio Oriente. En ese momento, Turquía y Alemania no eran aún aliadas y ni siquiera Alemania estaba en guerra con el Reino Unido.

Con el estallido de la guerra y con los otomanos aliados de los alemanes, Husayn vio la oportunidad de convertirse en el líder de una gran nación que comprendiera los gigantescos territorios árabes controlados por los turcos. La primera carta de la “Correspondencia Husayn-McMahon” contiene el deseo del Jerife de obtener la soberanía árabe para un territorio que se extendería desde  la costa sur de la Península Arábiga, hasta el “Creciente Fértil”, que sigue la línea de los valles del Jordán, del Tigris y del Éufrates.

Las sucesivas cartas intercambiadas entre Husayn y McMahon fueron limitando lo que Gran Bretaña estaba dispuesta a dejar bajo control árabe, considerando especialmente los intereses imperiales que Francia, aliada de los británicos, tenía en la región. Con Francia, por lo demás, el Gobierno Británico negociaba en paralelo y en secreto, mientras prometía a los árabes más recompensas por su ayuda militar contra los tucos de las que buenamente podía dar. Los límites no fueron establecidos con precisión por las cartas de McMahon porque no se podía esperar que un funcionario como él se dedicara a funcionar como una especie de comisión demarcadora. Su misión fue simplemente asegurarse de obtener la ayuda militar que podía significar una rebelión árabe en la retaguardia turco-alemana y, con ese fin, comprometer a Londres en establecer un territorio soberano árabe a partir de lo que sería el desmembramiento final del Imperio Otomano, una vez que fuera derrotado, junto con Alemania, al terminar la guerra.

La “Correspondencia Husayn-McMahon” ha sido interpretada de manera muy diferente por los árabes y por los judíos, que han estado enfrascados en un sangriento conflicto que ya dura más de medio siglo. Ya quedó explicado que las cartas de Henry McMahon no definen el territorio de la futura nación árabe y nadie podía esperar que lo hicieran, pero lo que resulta completamente claro es que McMahon se cuida mucho de no incluir Palestina en los territorios entregados a los árabes. Muchos años después de la guerra, en 1937, McMahon envió una carta al “Times” de Londres, precisando que Palestina nunca había sido comprendida en el territorio asignado a los árabes a cambio de ingresar en la guerra contra los turcos. Esta declaración de McMahon fue vertida 20 años después de intercambiar sus cartas con Husayn, en el marco de las deliberaciones de la llamada Comisión Peel, convocada para investigar las causas de la inquietud que, ya en los años ’30, se vivía en el Medio Oriente, entonces controlado por Francia y Gran Bretaña.

Desde luego, no puede considerarse esta aclaración de McMahon como base para negar derechos soberanos sobre Palestina a los árabes, pero es un documento importante, en el sentido de que la “Correspondencia Husayn-McMahon” no puede considerarse tampoco una base para negar a los judíos el mismo derecho soberano que, en definitiva, sólo podía hacerse efectivo con el respaldo del Reino Unido.

En la fotografía, soldados alemanes marchan a través de Jerusalén, en 1914. La Ciudad Tres Veces Santa, como había ocurrido en tantas ocasiones durante su milenaria historia, estaba envuelta en el fragor de una gran guerra.



https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/b/be/Bundesarchiv_Bild_146-1977-101-36%2C_Deutsche_Soldaten_in_Jerusalem.jpg

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Hace 75 años. 25 de octubre de 1940. Segunda Guerra Mundial

Hace 75 años

25 de octubre de 1940
Segunda Guerra Mundial


Los ejércitos enemigos del Eje y del Imperio Británico, por el momento, están demasiado lejos para enfrentarse. Sólo están en contacto en África donde, sin embargo, italianos y británicos están en un tenso compás de espera. Pero con las fuerzas aéreas, capaces de sobrevolar mares y cordilleras, las cosas son muy distintas. El 19 y el 20 de octubre de 1940, la “Regia Aeronautica Italiana” bombardea El Cairo y Baréin. El ataque sobre Baréin, donde operan instalaciones petroleras británicas trabajadas por norteamericanos, puede considerarse como uno de los mayores aciertos militares de los italianos. Cuatro bombarderos “Savoia-Marchetti SM.82s” cubrieron la distancia récord de 4.200 kilómetros en 15 horas, tomando completamente por sorpresa a las defensas antiaéreas.


En otras latitudes, la guerra aérea prosigue con diversa suerte. La Batalla de Inglaterra está perdida para los alemanes, que ya decidieron posponer la invasión de las islas indefinidamente. Los ataques, no obstante, continúan, y el 21 de octubre, Liverpool es nuevamente atacado: ya son doscientos los bombardeos que ha sufrido la ciudad en lo que va corrido de la guerra. El 24, los aparatos del “Corpo Aereo Italiano”, desplegado frente a Inglaterra, atacan por primera vez el territorio británico. La aviación italiana está, sin embargo, muy mal equipada para esta campaña, en la que se quiso involucrar Mussolini más por razones propagandísticas que militares. Los británicos, por su parte, están recibiendo, pero también saben dar: el 25, Berlín y Hamburgo son duramente bombardeadas.


El 23 de octubre, se produce la llamada “Entrevista de Hendaya”, entre Hitler y el Jefe de Estado Español, el “Caudillo” Francisco Franco, quien había recibido abundante ayuda de las potencias del Eje durante la Guerra Civil en que derrotó a los Republicanos. Hitler llegó a la entrevista empeñado en conseguir que España entrara en la guerra, para conseguir su ayuda en una eventual ocupación de Gibraltar, tan vital para mantener las comunicaciones del Reino Unido con su Imperio. El encuentro fue tenso y, al día siguiente, Franco entregó a Hitler la respuesta, ofreciendo un vago compromiso de entrar en la guerra, pero a cambio de peticiones tan exorbitantes que Franco posiblemente sabía jamás serían aceptadas. Como buen militar de carrera, a diferencia de Mussolini y del mismo Hitler, Franco sabía que Alemania podía mantener la iniciativa durante un tiempo más, pero que la victoria total sobre Gran Bretaña pasaba por neutralizar a la “Royal Navy”, cosa que Alemania e Italia no estaban en condiciones de conseguir.


A cambio de su ingreso en la guerra, Franco exigía gran parte del Imperio Colonial Francés de África, así como la expansión de la Guinea Española a costa del Camerún británico y la recuperación de Gibraltar. Además exigía ayuda económica, militar y alimentaria, que sería efectivamente indispensable para poner a España en algo cercano a un pie de guerra, luego de las destrucciones sufridas durante la sangrienta Guerra Civil de 1936-1939. Por otro lado, para los alemanes era complejo prometer la entrega de territorios controlados por la Francia de Vichy, con la que contaba Hitler para evitar que las extensas posesiones coloniales francesas fueran usadas por Gran Bretaña contra el Eje. De hecho, al día siguiente, Hitler se entrevistaría con Pétain, dando inicio a la etapa de colaboración más estrecha entre el gobierno del “Maréchal” y los nazis.


Gran Bretaña, dueña de los mares, controló la llegada de suministros a España durante la guerra, aumentando la crisis económica y alimentaria que enfrentaba el régimen franquista. Los británicos se cuidaron, sin embargo, de llegar hasta el extremo de ahogar a Franco que, desesperado, podía echarse en brazos de Hitler y Mussolini. Churchill entendía que arriesgar el ingreso de España en la guerra, incluso de una España herida, significaba arriesgar la pérdida de Gibraltar y la pérdida de Gibraltar podía comprometer seriamente la posición británica en el Mediterráneo y el Medio Oriente, ya amenazada por Italia. El residente de Downing Street comprendía también que el sistema franquista era, a fin de cuentas, muy distinto al nazismo y seguramente preferible a la tiranía estalinista que se habría instaurado en España de haber vencido los “Rojos” en la Guerra Civil. Cuando Alemania ya estaba vencida y llegaba la hora de reordenar Europa, Churchill debió soportar muchas presiones de quienes deseaban derribar a Franco, pero nunca permitió que el franquismo fuera llevado al colapso, lo que habría causado posiblemente una nueva guerra civil en la Península Ibérica, de insospechadas consecuencias. El “Bull Dog” británico, en carta confidencial a Anthony Eden, fechada en noviembre de 1944, resumía su posición así: "No estoy más de acuerdo con el gobierno interno de Rusia de lo que lo estoy con el de España, pero estoy seguro de que preferiría vivir en España, más que en Rusia". Franco, en el extremo, era un mal menor, nada más. En caso alguno, sería un obstáculo para el restablecimiento de la democracia en Europa Occidental.


En octubre de 1940 faltaba que “pasara mucha agua bajo el puente” para poner a Alemania a la defensiva, pero Franco y Churchill, dos líderes astutos, apostaban a que la victoria no sería para Alemania en definitiva.


En la fotografía, Franco y Hitler sonríen para las cámaras, disimulando las contradicciones de la tensa entrevista.




 
Franco y Hitler antes de comenzar la reunión

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jueves, 22 de octubre de 2015

Hace 100 años. 18 de octubre de 1915. Primera Guerra Mundial

Hace 100 años

18 de octubre de 1915
Primera Guerra Mundial

El 13 de octubre de 1915, se producen los más devastadores ataques de dirigibles alemanes sobre Londres y la costa oriental de Inglaterra, de cuantos se han registrado hasta la fecha. El número de víctimas llega a 200 en ese día. También el 13, Gran Bretaña corta sus relaciones diplomáticas con Bulgaria, cuyas tropas, ese mismo día, se enfrentan por primera vez a las fuerzas francesas destacadas en Salónica. Al día siguiente, 14 de octubre, Serbia y Bulgaria se declaran la guerra mutuamente. Montenegro y Gran Bretaña entran en guerra, de manera formal, con Bulgaria al día siguiente.

A pesar de los esfuerzos de la Entente, Serbia no podrá ser salvada. Rumania y Grecia se rehúsan a apoyar militarmente a los serbios, a pesar de las recompensas territoriales que ofrecen británicos y franceses como recompensa.

El 17 de octubre, en el frente alpino, el “Regio Esercito” Italiano empeña batalla nuevamente en el Valle del Isonzo. Los Alpes probarían ser, una vez más, una barrera muy difícil de traspasar para un ejército.

El suceso más controvertido de estos días ocurre en la Bélgica ocupada por los alemanes, donde las tropas ocupantes fusilan a la enfermera británica Edith Cavell. Antes de estallar la guerra, la señorita Cavell estuvo a cargo de una escuela de enfermería en Bruselas. Cuando la ciudad cayó en manos de las tropas alemanas, Cavell eligió permanecer en su puesto, donde se hizo notoria su igual preocupación por atender soldados heridos, fueran éstos aliados o alemanes. En agosto de 1915, fue arrestada por orden de las autoridades alemanas, acusada de haber ayudado a prisioneros de guerra aliados y jóvenes belgas en edad militar a alcanzar territorio de Francia y Gran Bretaña, pasando por la neutral Holanda.

Durante el juicio, la enfermera admitió todos los cargos, de modo que fue sentenciada a muerte. Diplomáticos de naciones neutrales, especialmente España y Estados Unidos, intentaron que se conmutara la pena, pero todos los esfuerzos fueron en vano. En la madrugada del 12 de octubre de 1915, Edith Cavell enfrentó el pelotón de fusilamiento.

La ejecución de Edith Cavell alentó el sentimiento antialemán en Gran Bretaña, donde fue honrada como mártir e incluida en el calendario de santos de la Iglesia Anglicana. En Estados Unidos, desbalanceó un poco más la opinión pública contra Alemania, de lo que ya estaba luego del hundimiento del Lusitania y otros incidentes poco afortunados.

El derecho internacional protege al personal sanitario de las violencias ejercidas por ejércitos beligerantes, siempre y cuando ese personal sanitario, una vez bajo custodia del enemigo o en territorio ocupado, no realice acciones hostiles contra el adversario. Ayudar al escape de prisioneros y de jóvenes que partían a ser entrenados para hacer la guerra contra Alemania, debía interpretarse como una acción hostil contra la potencia ocupante, de modo que, en rigor, el derecho internacional no protegía a Edith Cavell cuando enfrentó al tribunal alemán. Sin embargo, este último justificó su sentencia en los intereses del Imperio Alemán y no en normas internacionales. Por lo demás, con independencia de los fundamentos, ejecutar a Edith Cavell fue un grueso error diplomático de Alemania e hizo un gran favor a la propaganda británica, que aprovechó la oportunidad que le ofrecía, en bandeja de plata, el Gobierno del “Reich”.

Abajo, un póster de reclutamiento dirigido a los jóvenes de la Unión Sudafricana, para que se enlisten y venguen la muerte de Edith Cavell.


 http://i.telegraph.co.uk/multimedia/archive/02899/Women-2-main_2899898b.jpg
 

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Hace 75 años. 18 de octubre de 1940. Segunda Guerra Mundial

Hace 75 años

18 de octubre de 1940
Segunda Guerra Mundial

El 12 de octubre, Hitler decide posponer indefinidamente la “Operación León Marino”, es decir, la proyectada invasión de las Islas Británicas. Ante la imposibilidad de dominar los aires sobre las islas y confrontados al enorme poderío de la “Royal Navy”, los mandos alemanes retroceden, en lo que sería su primera derrota estratégica de la guerra. Hitler se concentra ahora en preparar el ataque a la Unión Soviética y archiva el asunto británico hasta la conquista del “espacio vital” y la derrota de los rusos, que parecía tan segura en la mente del “Führer”…

El 12 de octubre de 1940, la “Royal Navy” y la “Regia Marina” chocan en la Batalla de Cabo Passero. Pocos días antes, la Marina Británica había montado una operación de reabastecimiento de Malta, desde Alejandría, con un convoy de cuatro cargueros, escoltado directamente por cuatro destructores y dos cruceros antiaéreos, complementados por una fuerza de cobertura de tres acorazados, dos portaaviones, seis cruceros y 16 destructores. El convoy llegó hasta Malta sin mayores novedades, como era de esperarse con semejante fuerza protegiéndolo. Hasta el momento, el mal tiempo había impedido que interviniera la Flota Italiana que además siempre estaba corta de combustible.

El comandante italiano, almirante Inigo Campioni, destacó una fuerza de cuatro destructores hacia Cabo Bon, frente a Túnez, para hostigar a los británicos, en caso de que intentaran pasar hacia Gibraltar. Desde la perspectiva de Campioni, era muy tarde para que los buques italianos mayores pudieran actuar contra los británicos, de modo que prefirió enviar otra pequeña fuerza de destructores y torpederos a patrullar cerca de Sicilia. Poco después de la medianoche, uno de los torpederos italianos, el “Alcione”, se encontró con el crucero ligero “HMS Ajax”, que había sido enviado en misión de reconocimiento por el mando británico. El crucero británico fue atacado por los torpederos y luego por los destructores italianos, que fueron rechazados con fuertes pérdidas, incluyendo 200 bajas, un destructor hundido y dos torpederos echados a pique. El Ajax sufrió también daños importantes, pero pudo soportar el ataque y llegar hasta su base.

La Batalla de Cabo Passero fue la primera experiencia de la “Regia Marina Italiana” contra las superiores habilidades tácticas británicas en la guerra nocturna, fuertemente aumentadas por algunas notorias ventajas técnicas, como el radar, cuya falta, junto con la escasez de combustible, fue siempre el talón de Aquiles de la Flota Italiana que era, por lo demás, una fuerza naval más que respetable, capaz de inquietar el dominio británico del Mediterráneo.

En la imagen, el momento exacto en que el destructor italiano “Artigliere” es destruido por un torpedo disparado desde el crucero pesado “HMS York”, que lo encontró al día siguiente, seriamente dañado por la batalla contra el Ajax. El Artigliere estaba siendo remolcado por otro destructor, que evacuó a la tripulación del maltrecho buque y escapó, dejando los restos del Artigliere a merced del York.

Imagen tomada de http://ww2today.com/wp-content/uploads/2010/10/Artigliere-torpedoed-by-HMS-York-595x778.jpg


 http://ww2today.com/wp-content/uploads/2010/10/Artigliere-torpedoed-by-HMS-York-595x778.jpg

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domingo, 11 de octubre de 2015

Hace 100 años. 11 de octubre de 1915. Primera Guerra Mundial



Hace 100 años

11 de octubre de 1915
Primera Guerra Mundial

Antes de terminar la primera quincena de octubre, la Batalla de Loos, en el marco de la ofensiva de otoño de la Entente en el Frente Occidental, se puede considerar terminada, sin haber producido mayores cambios en el la situación general. Un nuevo intento por romper el empate sangriento de las trincheras se salda en fracaso.

Los acontecimientos más relevantes de estos primeros días de octubre ocurren en la Península de los Balcanes, donde Bulgaria, Serbia, Montenegro y Grecia viven horas decisivas. El 5 de octubre de 1915, los aliados desembarcan fuerzas considerables en Salónica, que llegarán a sumar dos divisiones en pocos días. Su objetivo declarado era colaborar son los serbios en repeler la inminente ofensiva que los Imperios Centrales, ahora apoyados por Bulgaria, estaban a punto de desatar. Las tropas anglo-francesas que llegaron a Salónica prácticamente fueron invitadas por el Primer Ministro heleno, Eleuterio Venizelos, acción a la que se opuso tenazmente el Rey Constantino, partidario de mantener la neutralidad, al igual que la mayoría de los altos mandos.

Aunque la posición del monarca griego era constitucionalmente ambigua, forzó a renunciar a Venizelos y, en su lugar, se formó un nuevo gobierno encabezado por Alexandros Zaimis, alineado con el Rey en su oposición al desembarco de tropas aliadas que, sin el consentimiento oficial del gobierno griego, equivalía a una invasión y a un quebrantamiento de la neutralidad de un país, tan grave como el perpetrado por Alemania en 1914, respecto de Bélgica. El conflicto entre el Rey Constantino y Venizelos se ahondaría al punto de causar una guerra civil larvada entre los griegos.

Los griegos, sin embargo, no podían hacer mucho más que protestar y movilizar a sus fuerzas armadas, que es lo que efectivamente hicieron. No tenían manera de hacer frente a los cañones de las potentes escuadras francesas y británicas, que apuntaban a sus puertos y ciudades. Incluso si no se producía una confrontación abierta con la Entente, Grecia dependía de las importaciones por mar para abastecer a su población de los elementos más básicos, incluyendo alimentos, de modo que un bloqueo prolongado podía significar un desastre para el país. De momento, los griegos tuvieron que aceptar que una parte de su territorio se convirtiera en campo de batalla.

Las tropas aliadas desembarcadas en Salónica, sin embargo, no pudieron hacer mucho, dada la indefinición de Grecia y dado el hecho de que Francia, Gran Bretaña y Rusia no tenían realmente tropas ni recursos que pudieran distraer de otros frentes en número suficiente para ayudar a los serbios. Así, el 6 de octubre de 1915, tropas austrohúngaras y alemanas iniciaron la segunda invasión de Serbia. Recuérdese que el primer intento de invasión austriaco, en 1914, se saldó en fracaso para Austria-Hungría.

Ya en esta invasión de Serbia, se nota que el poder dominante entre los Imperios Centrales es Alemania. Austria, Turquía y Bulgaria siempre terminarían plegándose a las políticas dictadas desde Berlín. Para los alemanes, conquistar Serbia significaba controlar una ruta terrestre que uniera Alemania, a través de Austria, con el Imperio Otomano, que podía recibir refuerzos y suministros por ferrocarril. Si agregamos a eso el ingreso de Bulgaria en la guerra, los Imperio Centrales se presentaban como una alianza sólidamente unida por tierra, como un solo gran bloque territorial.

Para el 7 de octubre, los austro-alemanes habían cruzado el Drina y el Danubio, tras de lo cual se dirigieron inmediatamente hacia Belgrado, la capital de Serbia, que cayó el 9 de octubre, luego de feroz lucha callejera. El 11 de octubre, ante la insistencia de los alemanes, Bulgaria atacó a Serbia, que tenía que enfrentar la invasión de su territorio desde tres direcciones. La suerte de los valerosos serbios, aislados de sus aliados y faltos de suficientes abastecimientos, estaba echada. Era sólo cuestión de tiempo antes de que todo el país cayera bajo la bota de sus enemigos.

En la fotografía, un monumento erigido ese mismo año de 1915, por orden del mariscal de campo alemán August von Mackensen, quien dirigiera la campaña de Serbia. En la inscripción, en serbio y en alemán, se lee: “Aquí descansan héroes serbios”. La determinada resistencia de los serbios les granjeó un profundo respeto de parte de sus enemigos, que sufrieron 10.000 bajas sólo en el asalto final sobre Belgrado.

Imagen tomada de http://40.media.tumblr.com/c51e66aacd4f04e2409a2200fe404a0a/tumblr_miqtuiArVa1rmlmg3o1_500.jpg


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Hace 75 años. 11 de octubre de 1940. Segunda Guerra Mundial



Hace 75 años

11 de octubre de 1940
Segunda Guerra Mundial

El 7 de octubre de 1940, las tropas alemanas inician su ingreso en Rumania. En teoría, era parte del reciente acuerdo en virtud del cual Rumania se asociaba al Eje, pero se trataba realmente de una movida de Hitler para proteger los yacimientos petrolíferos rumanos, que probarían ser claves en el subsecuente esfuerzo de guerra alemán. Pocos meses antes, la Unión Soviética había obligado a Rumania a ceder la Besarabia. Aunque, por el momento, nazis y comunistas eran aliados, la presencia de la “Wehrmacht” en Rumania era un claro mensaje a los soviéticos, para que se atuvieran estrictamente a la esfera de influencia que les asignaba el Pacto Molotov-Ribbentrop.

Justo un año antes de la entrada de los alemanes en Rumania, el 6 de octubre de 1939, se rendía la última unidad operativa del Ejército Polaco, aplastado entre los agresores nazis, que penetraron desde el oeste, y los comunistas, que hicieron lo propio desde el este. En muchos aspectos, Polonia y Rumania compartieron la tragedia de una Europa Central abandonada a su suerte por las democracias occidentales, que no estuvieron dispuestas a detener a tiempo los apetitos expansionistas de las tiranías totalitarias. Para cuando reaccionaron, ya era tarde y el costo a pagar fue una guerra mundial, que resultaría incluso peor que la anterior. Naciones como Polonia y Rumania además iniciaron un calvario que partiría con la Segunda Guerra Mundial y se prolongaría con casi cincuenta años de esclavitud bajo los regímenes marxistas, nacidos de las cenizas de la contienda. Ese destino trágico sería sufrido también por otras naciones de la región, transformadas en satélites del Imperio Soviético que emergió de la misma guerra.

Sin adelantarnos tanto en el tiempo, recuérdese que Polonia y Rumania habían suscrito una serie de acuerdos en el período de entreguerras, cuyo objetivo era apoyarse mutuamente para asegurar su independencia frente a las potencias que pudieran sentirse tentadas de amenazarla. Durante la década de 1920 y hasta inicios de 1930, los pactos rumano-polacos estaban dirigidos, al principio, a frenar una expansión de la Revolución Bolchevique por sus respectivos territorios. En 1920, y con mucho esfuerzo, los polacos consiguieron rechazar una invasión rusa que llegó hasta las mismísimas puertas de Varsovia, antes de poder ser frenada. Por otro lado, Rumania estuvo también vinculada con Checoslovaquia y Yugoslavia en un sistema paralelo de alianzas, denominado “Pequeña Entente”, que nació para disuadir posibles intentos revanchistas de Hungría, vencida en la Gran Guerra. Polonia nunca se unió a esta “Pequeña Entente” por los diferendos limítrofes que mantenía con Checoslovaquia, pero quedaba, de hecho, integrada en un sistema centroeuropeo de alianzas que, sumando a estas cuatro naciones, podía equivaler al poder de una gran potencia europea. Al llegar Hitler al poder en 1933, a la permanente amenaza soviética, se sumó el nazismo como peligro para la soberanía de Europa Central.

En 1938, cuando la crisis de Múnich tenía a Europa al borde de una guerra, resultaba claro que la disuasión de la Pequeña Entente y de la alianza polaco-rumana era creíble sólo con el apoyo de las grandes potencias democráticas. Gran Bretaña y Francia, sin embargo, decidieron sacrificar a Checoslovaquia en aras de posponer una guerra que ya resultaba inevitable. Un año después, en 1939, el panorama para las naciones de Europa Central era aun más sombrío, con el Pacto de No Agresión firmado por la Alemania Nazi y la Unión Soviética, dirigido obviamente contra Polonia, en primer lugar, pero contra todos los pueblos situados entre ambas tiranías, como se pudo apreciar a la larga.

El 1 de septiembre de 1939, Alemania invadió Polonia sin previa declaración de guerra. Los polacos decidieron resistir la agresión, confiando en la asistencia de británicos y franceses, con quienes también estaba vinculada por pactos defensivos. El gobierno polaco decidió no activar, en cambio, la alianza militar con Rumania y preparó la estrategia de la “Cabeza de Puente Rumana”. En caso de no poder defender las fronteras polacas del avance alemán, la estrategia polaca buscaba retirar sus fuerzas ordenadamente al sureste, hacia la frontera rumana. El territorio polaco en esa zona es montañoso, pantanoso y atravesado por ríos, es decir, ideal para la defensa. Pocos días antes del estallido de la guerra, el gobierno polaco había ordenado evacuar las mejores unidades de la marina de guerra a Gran Bretaña y Francia, junto con la marina mercante, que se esperaba pudiera proveer de suministros a las fuerzas polacas a través del puerto rumano de Constanza, en el Mar Negro, hasta que franceses y británicos lanzaran su propia ofensiva contra Alemania.

El plan polaco de resistencia se vino completamente abajo cuando Polonia fue traicioneramente invadida por la Unión Soviética el 17 de septiembre de 1939. El alto mando polaco ordenó la retirada de las tropas hacia Rumania que, en número de cientos de miles, pudieron huir hacia Francia y el Reino Unido, donde formaron las llamadas Fuerzas Armadas Polacas en el Oeste, que lucharon con distinción hasta la victoria final. Muchos fueron también los que se quedaron en Polonia y formaron un movimiento de resistencia que probó ser de los más peligrosos que tuvieron que enfrentar los alemanes.

En la fotografía, un miembro muy joven del “Armia Krajowa” (“Ejército Territorial”), el “AK”, que fue el nombre con que se conoció al movimiento polaco de resistencia a la ocupación nazi.



  http://www.polishgreatness.com/sitebuilder/images/Warsaw_Uprising_firefight4-308x271.jpg

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sábado, 3 de octubre de 2015

Hace 100 años. 4 de octubre de 1915. Primera Guerra Mundial

Hace 100 años
4 de octubre de 1915

Primera Guerra Mundial


Turcos y británicos se enfrentan nuevamente en Kut, Mesopotamia (actual Irak). La ciudad se convertirá en uno de los puntos más fieramente disputados de la lucha en el Medio Oriente.

El 2 de octubre, ante la inminente entrada de Bulgaria en la guerra de parte de los Imperios Centrales, el Primer Ministro de Grecia, Eleuterio Venizelos, solicita a la Entente que desembarque tropas en Salónica, convencido de que, en el corto plazo, Grecia se vería arrastrada al conflicto, aunque no lo buscara. El Rey Constantino, sin embargo, era pro alemán, al igual que buena parte del alto mando militar, y deseaba mantener la neutralidad griega todo el tiempo posible, sabedor de que beneficiaba con ellos a los Imperios Centrales. El 3 de octubre, desembarcan las primeras tropas franco-británicas, sin el consentimiento oficial del gobierno griego que va camino hacia la guerra y a romper con su propio rey. Con el correr de los meses, de hecho, Grecia terminará experimentando una cuasi guerra civil, que sólo se resolverá con la abdicación de Constantino.

Rusia, que había sido la potencia dominante de Europa Central y del Sudeste, y había permitido la independencia búlgara con sus victorias sobre Turquía en el siglo XIX, consideraba que el acercamiento de Bulgaria a Alemania era una traición imperdonable. Francia y Gran Bretaña, por su parte, sabían que el ingreso de Bulgaria en la guerra podía tener como único propósito inmediato el ataque combinado hacia Serbia por parte de búlgaros, alemanes y austrohúngaros. Y la verdad es que ni franceses, ni rusos, ni británicos tenían los medios para impedir el colapso de Serbia, cosa que efectivamente pasó a fines de 1915. Muy presionadas por Rusia y por Venizelos, Francia y Gran Bretaña accedieron a presentar un ultimátum a Bulgaria, por el que demandaban la salida de todos los asesores militares alemanes del territorio búlgaro. El incumplimiento del ultimátum y el ataque de Bulgaria a Serbia, pocos días después, se complementaron con el desembarco de tropas aliadas en Salónica para completar el cuadro del ingreso de Bulgaria en la guerra. En pocas semanas, Serbia sería barrida del mapa, aunque parte considerable de su ejército pudo ser evacuado por mar. A la larga, franceses y británicos no pudieron impedir que todos sus aliados en los Balcanes terminaran derrotados y bajo ocupación enemiga, con la sola excepción de Grecia. No obstante, el desembarco en Salónica y el apoyo recibido por parte de los “venizelistas” griegos permitieron a los anglo-franceses mantener un pie en Europa Sudoriental hasta el fin de la guerra, que resultó clave en la victoria final sobre los Imperios Centrales. Por el momento, sin embargo, las cosas no iban bien para la Entente.

En la imagen, una estampa de soldados búlgaros durante la Gran Guerra. Desde arriba, en el sentido del reloj: infante, general de artillería y sirviente de pieza, soldado de caballería y soldado irregular.






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Hace 75 años. 4 de octubre de 1940. Segunda Guerra Mundial

Hace 75 años

4 de octubre de 1940
Segunda Guerra Mundial

El 28 de septiembre de 1940, Vidkun Quisling se convierte en jefe del gobierno títere instalado por los nazis en Noruega. Su nombre quedará para siempre asociado a la traición.

En estos días de inicio de octubre, los nacionalistas del “Kuomintang” y los comunistas chinos se enfrentan en el sur de su país, en un adelanto de lo que será la guerra civil que desgarrará China al terminar la Segunda Guerra Mundial. Mientras tanto, sigue la guerra con los japoneses, que no consiguen poner fin a la guerra en China, a pesar de ocupar extensos territorios de esa gigantesca nación.

En Polonia, se afinan los preparativos para conducir a los judíos al gueto de Varsovia. Con la guerra desatada, los nazis se envalentonan y tratan de disimular la persecución a las minorías que consideran sus enemigas, especialmente los judíos. Es un paso más hacia la infame “Solución Final”.

El 4 de octubre, Mussolini y Hitler se reúnen nuevamente en el Paso del Brenero, para discutir el curso de la guerra. Italia se vuelve cada vez más dependiente de su aliada y está a punto de sumar otra humillación militar en África, donde los británicos preparan una gran contraofensiva. Poco después, el fascismo emprenderá otra aventura militar contra Grecia, que también terminará en fiasco.

Durante todo el mes de octubre prosiguen los bombardeos sobre territorio británico. A pesar de infligir mucho daño en la infraestructura y causar muchas pérdidas a la “Royal Air Force”, la “Luftwaffe” no consigue todavía la superioridad aérea en los cielos de la isla.

La Luftwaffe (que se puede traducir aproximadamente por “Fuerza Aérea” o “Arma Aérea”) fue el instrumento usado por Hitler para asediar Gran Bretaña en ese episodio épico que ha pasado a la historia como Batalla de Inglaterra. Sabemos que ésta fue la primera derrota seria de Hitler y también sabemos que la RAF consiguió una victoria por estrecho margen. Lo primero que llama la atención en la historia de la Luftwaffe es la rapidez con que se convirtió en una de las mejores aviaciones del mundo. Su antecedente fue la “Luftstreitkräfte” (algo así como “Aviación de Guerra”) que defendió los colores del “Segundo Reich” en la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y que produjo “ases” de la talla de Manfred von Richthofen, Ernst Udet, Max Immelmann, Oswald Boecke, Werner Voss y Hermann Göring. Este último se convertiría en el creador de la Luftwaffe, en uno de los hombres más poderosos de la Alemania Nazi y en uno de los asesores más cercanos de Hitler.

Los duros términos del Tratado de Versalles (1919) prohibieron a Alemania poseer fuerza aérea, así como producir aviones de guerra o entrenar pilotos militares. En la década de 1920, muchos de los futuros pilotos de la Luftwaffe se entrenaron clandestinamente usando como fachada la aviación comercial u organizaciones deportivas. Y para entrenar en aviones militares verdaderos, muchos aviadores alemanes partieron a instruirse a la Unión Soviética, que estaba políticamente aislada de Europa y que llegó a establecer una unidad especial de entrenamiento para los alemanes dentro de la estructura de su Fuerza Aérea.

Casi inmediatamente después de la llegada de Hitler al poder en 1933, el régimen nazi se afanó en rearmar a Alemania, incluyendo el restablecimiento de la aviación militar. En abril de 1933, se creó el “Reichsluftfahrministerium” (Ministerio del Aire del Reich”), cuyo propósito central era poner los medios materiales y humanos necesarios para proveer a Alemania de una fuerza aérea, así como reunir bajo un solo cuerpo las distintas organizaciones civiles que habían servido para entrenar pilotos en los años anteriores, de modo de tener personal para la nueva rama. Los miembros de esas organizaciones solían tener un fuerte compromiso ideológico con el Partido Nacionalsocialista, de modo que la Luftwaffe siempre fue una rama mucho más “segura”, ideológicamente hablando, que el resto de los componentes de la “Wehrmacht”.

Para 1936, la nueva rama estaba lejos de haber completado su restablecimiento, pero ya era lo bastante fuerte como para hacerse presente en la Guerra Civil Española, apoyando a los “nacionales” en su lucha contra los “republicanos”. Los aviadores alemanes, encuadrados en un cuerpo de “voluntarios” conocido como “Legión Cóndor”, tuvieron la oportunidad de volar en combate sus aeronaves, enfrentando rivales tan duros como el “Polikarpov I-16”, el temible “Mosca”, un caza de diseño revolucionario, producido por la Unión Soviética y que permitió a los pilotos republicanos españoles (y los también “voluntarios” soviéticos) ser dueños de los cielos sobre la Península Ibérica hasta que la Legión Cóndor introdujo el célebre “Messerschmitt Bf-109”. La experiencia en combate ganada por los aviadores alemanes en España resultó clave para las fulgurantes victorias obtenidas por Alemania hasta 1942.

Cuando estalló la guerra, al igual que las restantes fuerzas armadas alemanas, la Luftwaffe estaba lejos de haber terminado su preparación para otro conflicto europeo. Era ampliamente superada en número por sus enemigos y había áreas para cuyo desarrollo el tiempo transcurrido había sido muy corto, como la defensa antiaérea y el bombardeo estratégico. Era, no obstante, una fuerza impresionante que movilizaba más de 370.000 hombres y volaba más de 4.000 aviones, algunos de los cuales podían considerarse “estado del arte”, en cuanto a diseño y tecnología.

Al terminar la Batalla de Francia, la Luftwaffe había destruido cinco fuerzas aéreas —la polaca, la holandesa, la belga, la noruega y la francesa— y había causado severas pérdidas a la británica. En el proceso, la aviación alemana sufrió también pérdidas considerables y aun así fue capaz de obligar a la RAF, luchando sobre su propio suelo, a extremar sus esfuerzos para evitar la derrota en el verano-otoño de 1940. Incluso luego de tener que “levantar el asedio” sobre Gran Bretaña, habiendo perdido muchos aviones y pilotos, la Luftwaffe fue capaz de conseguir la supremacía aérea en la Campaña de Los Balcanes y en la invasión de la Unión Soviética. En otros teatros de operaciones, como el Mediterráneo y Noráfrica, puso en serios aprietos a las aviaciones aliadas, incluso luego de la entrada de Estados Unidos en la guerra, con todo su potencial industrial, económico y humano. Aun cuando Alemania estaba a la defensiva y debía enfrentar fuerzas muy superiores en número, los pilotos aliados consideraban a sus colegas alemanes como adversarios muy peligrosos. Durante el bombardeo estratégico de Alemania por parte de los aliados, estos últimos, con una superioridad numérica aplastante, tuvieron que lamentar alrededor de 160.000 bajas antes de conseguir derrotar a la Luftwaffe.

La brevísima y fulgurante historia de la Luftwaffe del III Reich es excelente ejemplo de la tenacidad y eficiencia alemanas. En sólo cinco años, pasó desde la nada a ser la dueña de los cielos de Europa. Es lamentable, sin duda, que toda esa energía, como tantas otras cosas creadas por Alemania durante la guerra, no haya sido puesta al servicio de algo más noble que el monstruoso nazismo.

Abajo, una inusual fotografía muy cercana y en colores de un “Dornier Do-17”, bombardero alemán ligero, apodado “Fliegender Bleistift” —“Lápiz Volador”— por sus tripulaciones. Recibió el bautismo de fuego en la Guerra Civil Española, donde fue llamado “Bacalao”. Se desempeñó bien hasta la Batalla de Inglaterra, donde sufrió muchas bajas. Había sido concebido como un “Schnellbomber” —un “bombardero rápido”—, teóricamente capaz de dejar atrás a los cazas que pudieran querer derribarlo. Pero su velocidad no bastaba para huir de los veloces “Spitfire” y “Hurricane”. Poseía poco armamento defensivo y estaba poco blindado, para privilegiar la velocidad. Sus tripulaciones, sin embargo, lo apreciaban por su gran maniobrabilidad, que lo convertía en un blanco difícil al cual atinar. Después de 1940, dejó de producirse y empezó a ser retirado de la primera línea de combate, debido a su escasa autonomía y poca capacidad de carga de bombas. Siguió siendo usado en otro roles, como entrenamiento, reconocimiento, remolque de planeadores y caza nocturno.


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