Hace 100 años
20 de septiembre de 1915
Primera Guerra Mundial
Los rusos, por fin, consiguen un pequeño éxito frente a la ofensiva
austro-alemana. En Tarnopol (actual Ucrania), los primeros consiguen frenar a
los invasores y les causan numerosas bajas. De todos modos, el Ejército Ruso no
tiene, por el momento, la capacidad de emprender un contraataque de largo
aliento y el Zar Nicolás debe conformarse con frenar al enemigo en acciones
limitadas. Por lo demás, las fuerzas de Alemania y Austria-Hungría consiguen conquistar
Pinsk (actual Bielorrusia) y Vilna, la principal ciudad de Lituania, en ese
entonces, parte del Imperio de los Romanov.
Como es tradición, el 19 de septiembre de 1915, nuestras Fuerzas Armadas
chilenas se presentan en la Parada Militar, como parte de la celebración de las
Fiestas Patrias. La clase política, dominada por la oligarquía parlamentarista
y encabezada por el Presidente Ramón Barros Luco, recibe los homenajes
marciales de las tropas. El Ejército había recibido un profundo proceso de
modernización y contaba con armamento de buen estándar, comparable al usado en
Europa. La influencia alemana estaba en su punto álgido y, en general, era una
fuerza bien preparada y profesional, que incluso era frecuentemente invitada a
instruir a sus similares de Latinoamérica. El Ejército de Chile, ya
prusianizado para 1914, había sido también, pues, vehículo para prusianizar muchas
otras fuerzas del hemisferio, que recibieron asimismo una doctrina militar
chilena adaptada del original alemán.
La Armada podía alinear seis buques capitales: el acorazado “Capitán
Prat”; cuatro cruceros protegidos: “Esmeralda”, “Blanco Encalada”, “Ministro
Zenteno” y “Chacabuco”; el crucero acorazado “O’Higgins” y un número suficiente
de torpederos y destructores, apoyados por escampavías y buques auxiliares. Era
una fuerza respetable, capaz de disuadir a los vecinos de cualquier aventura
irreflexiva. Los buques capitales eran relativamente nuevos, siendo el más
antiguo el “Capitán Prat”, que entró en servicio en 1893. Sin embargo, los
avances en la tecnología naval habían sido tan vertiginosos, que las unidades
navales nacionales podían considerarse obsoletas en muchos aspectos, sobre
todo, comparados con las escuadras más potentes de las potencias europeas. Poco
antes de estallar la Gran Guerra, para mantenerse como poder naval hegemónico
en el Pacífico, Chile había encargado la construcción de dos “dreadnoughts”,
varios submarinos y destructores modernos, pero esas unidades fueron requisadas
por los británicos, que las necesitaban desesperadamente para usarlas contra la
potente flota alemana.
La Armada, de todos modos, al menos en teoría, tenía la capacidad de
hacer respetar la neutralidad chilena, en caso de que fuera vulnerada por
alguno de los beligerantes, porque las unidades navales que pudieran desplegar
las potencias en guerra serían de carácter secundario, encuadradas en sus
flotas coloniales, de acoso al comercio enemigo y de protección del propio. No
obstante, cuando se produjeron violaciones de la neutralidad chilena, el
Gobierno se limitó sólo a las protestas diplomáticas y nunca se planteó la
posibilidad de hacer uso o de amenazar con hacer uso de la fuerza. Esta postura
fue la adoptada ante la serie de eventos que rodearon la llegada de la Flota
Alemana del Lejano Oriente a Isla de Pascua y sus enfrentamientos con buques de
la “Royal Navy”, hasta el hundimiento del “SMS Dresden” en la Batalla de Más a
Tierra.
La población chilena tenía sentimientos de simpatía divididos en relación
con los beligerantes y eso se reflejaba incluso en las Fuerzas Armadas. El
Ejército había recibido fuerte influencia alemana, mientras que la Armada tenía
gran cercanía con Gran Bretaña, aunque también fue objeto de influencias
germanas. Cualquier acción temeraria, que arriesgara la neutralidad nacional,
comprometería esos sentimientos divididos. Por otro lado, más allá de que las
violaciones a la neutralidad pudieran ser irritantes, no tenían mayores
consecuencias y Chile no tenía intereses vitales involucrados en la Guerra
Mundial cuando estalló en 1914. Los incidentes ocurridos en nuestras aguas
tampoco habían cambiado ese escenario.
La mentalidad de la clase política y la política de defensa chilenas
estaban orientadas exclusivamente hacia las relaciones con los vecinos y las
amenazas que pudieran venir desde las fronteras terrestres. A pesar de tener
una Marina relativamente poderosa, capaz de hacerse respetar por cualquiera, y
de contar con un Ejército igualmente fuerte, era poco esperable que Chile reaccionara
con demasiada violencia a las intromisiones británicas y alemanas que además no
comprometían los recursos ni los intereses nacionales vitales.
En la fotografía, se ve un aspecto de la Parada Militar de 1915. Fue
justamente en febrero de ese año y en la administración Barros Luco que, por la
Ley 2.977, se estableció oficialmente el feriado del 19 de septiembre para
conmemorar las Glorias del Ejército.
Etiquetas: Guerras Mundiales, Historia