Las Dos Caras de la Gente
Jano era un dios romano que tenía dos caras. Era el dios de los cambios, de las puertas, de los inicios y de los finales. El primer mes del año se bautizó en su honor y de ahí las expresiones January, Enero, etc. La gente casi siempre es como Jano, individualmente y en grupo. A veces, mostramos una cara muy buena; a veces, podemos deformarnos a nostros mismos hasta aparecernos ante el resto como monstruos.
Nadie es absolutamente bueno, ni absolutamente malo. En mi experiencia, en la medida que cultivamos la bondad y las virtudes, mostraremos nuestra cara gentil la mayor parte del tiempo. Si, en cambio, cedemos a las malas inclinaciones y somos perezosos en tratar bien al resto, corremos el riesgo de atrofiar esos músculos del alma que nos hacen ser buena gente.
La mayoría de la gente tiene existencias comunes y corrientes. Así, sus acciones malas o buenas, serán acordes a esas circunstancias ordinarias. No vamos a ser asesinos en serie, pero podemos herir a las personas con actitudes: descortesía, mentiras, mal carácter, pequeñas deslealtades, decepciones, cobardías, no devolver ese llamado, no contestar ese mail, etc. Asimismo, no vamos a salvar el mundo, pero podemos convertirlo, desde nuestro espacio, en un lugar más vivible: la sonrisa a quien no me cae bien, confortar a quien tiene pena, acudir al amigo en problemas, regalonear a la polola que anda con mañas, cuidar al enfermo, dedicarle tiempo a los papás viejos, postergar nuestro dolor para suavizar el del resto, devolver un llamado aunque estemos cansados, dar algo grande sólo por darlo, calladamente y sin espearar recompensa, etc.
En circunstancias extraordinarias, claro está, nuestro nivel de bondad o maldad puede llegar a niveles insospechados, dependiendo una u otra alternativa de si en nuestra vida cotidiana hemos cultivado más virtudes o hemos sido más egoístas. Hombres que nos parecerían normales en otro contexto eran los guardias de los campos de concentración, así como los misioneros en África es probable que no tuvieran mucho de especial en su país de origen. Ahí está Hitler y Stalin, pero también está el padre Hurtado y la Madre Teresa de Calcuta; personas ordinarias que, bajo circunstancias extraordinarias, fueron más allá de lo humanamente bondadoso o lo humanamente cruel. La bondad está a la vuelta de la esquina de la cuadra de la maldad y viceversa. Todos nacemos buenos, pero podemos ser mejores si nos esforzamos o volvernos unos monstruos si no lo hacemos.
Mi punto, en definitiva, es el siguiente. A menudo nos desilusionamos de la gente, sobre todo cuando nos hacen malas pasadas, con o sin intención. El amigo(a) al que nunca le fallamos y que nos falló cuando más lo necesitábamos, la polola(o) que juró amor eterno y es sorprendida poniéndonos el gorro o que nos dice, de un día para otro que desaparezcamos de su vida y un largo etcétera.
La clave para ir sorteando con elegancia, alegría y esperanza esta galería de esculturas de dos caras, que es la vida misma, consiste en entender que en las circunstancias ordinarias en que nos toca casi siempre vivir, no podemos olvidar que la gente, aunque nos muestre su peor cara, puede luego mostrarnos un rostro luminoso muchas veces. Es cierto que en algunos casos eso no pasa con rapidez o derechamente no pasa nunca. Pero aun así, habrá otra gente por ahí que se esfuerza honestamente y la mayor parte de las veces procura mostrar su mejor cara y si no lo consigue, no lo hace de mala fe.
Este blog, la verdad, está inspirado en otros tres que leí hoy, donde se respiraba cierta desilusión, específicamente de tipo amorosa o de amistad. Y también a partir de experiencias mías recientes. El mensaje para esas personas y para todos, es que mantengan la vista al frente, porque sí hay gente buena que quiere y se merece nuestros mejores afanes, nuestras entregas más profundas y nuestros amores más desinteresados; y que lo van a valorar. Miren arriba, no reflexionen mirando al suelo; piensen y no olviden, para que haya aprendizaje, pero pongan atención a quienes les rodean, porque puede haber alguien extraordinariamente virtuoso dispuesto a querernos y no podemos saber quién es, si estamos mirando al suelo o mirando hacia atrás. Y miren a su alrededor sonriendo, porque nunca saben quién puede enamorarse de esa sonrisa.
Frase de Hoy: En el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante, y detrás de cada noche, viene una aurora sonriente. (Khalil Gibran)