Hace 75 años
12 de febrero de 1941
Segunda Guerra Mundial
El Imperio Colonial Holandés
La flota submarina alemana vive su segundo “tiempo feliz” en la Batalla
del Atlántico. El 6 de febrero, un carguero norteamericano es hundido frente a
las costas de Estados Unidos. El mismo día, se pierden también un barco
británico frente a Bermuda y una nave panameña a la altura de las Azores. Pero
los alemanes también sufren pérdidas. El mismo 6 de febrero, el submarino
“U-82” es hundido por cargas de profundidad lanzadas desde la balandra
británica “HMS Rochester”, mientras defendía el convoy “OS-18”, que pasaba
frente a las Azores. El 8 de febrero, frente a las costas de Virginia, el
“U-108” hunde el carguero británico “Ocean Venture”. El 9 de febrero, es
atacado el convoy “ON-60”, que pierde el carguero británico “Empire Fusilier”,
además de resultar dañada la corbeta “Alysse”, de las Fuerzas Francesas Libres
del general De Gaulle, que se hunde al día siguiente, antes de alcanzar un
puerto. A este ritmo, la frágil conexión de Gran Bretaña con el mundo corre el
riesgo de verse cortada por la acción de los submarinos alemanes. La Batalla
del Atlántico está en un momento crítico.
En África del Norte, Rommel contraataca y recaptura Benghazi, Libia, el 6
de febrero. Los germano-italianos la habían perdido hacía pocas semanas,
mientras eran obligados a retirarse por el empuje de las tropas de la
“Commonwealth”. El 9 de febrero, la “Regia Aeronautica Italiana” bombardea
Alejandría, centro neurálgico del poder imperial británico en África del Norte.
También en los cielos africanos, el 12 de febrero de 1942, el “as” alemán Hans
Joachim Marseille llega a 44 derribos, tras dar cuenta de un “Hurricane” y tres
cazas “P-40”, a los mandos de su letal “Messershcmitt Bf-109”.
En el Frente Oriental, la guerra se hace cada vez más brutal. El gobierno
nazi hace circular nuevas instrucciones para la lucha contra guerrillas en
retaguardia. En el documento, se establece que la lucha contra tropas
irregulares debe hacerse sin consideración de ninguna moral o legalidad
convencional, sin limitaciones incluso respecto de mujeres y niños. Mientras se
impartían estas macabras instrucciones, la “Wehrmacht” sigue teniendo
dificultades para estabilizar el frente. En Demyansk, el 8 de febrero, 100.000
soldados alemanes quedan rodeados por tres grandes unidades soviéticas: 3er.
Ejército de Choque, 4º Ejército de choque y 11er. Ejército. Los alemanes
rodeados se verán obligados a resistir aislados durante lo que queda del
invierno y dependerán de los envíos de suministros lanzados desde el aire.
En Europa, Albert Speer es nombrado Ministro de Armamentos y Municiones
el 8 de febrero. Desde ese puesto, se convertirá en pieza clave del esfuerzo
bélico alemán. En Brest, el 11 de febrero, el crucero pesado de la
“Kriegsmarine”, “Prinz Eugen”, zarpa desde Brest, Francia, como parte de la
“Operación Cerberus” cuyo objetivo es llevar a salvo hasta Alemania a las
unidades capitales de superficie que mantiene hasta el momento la Marina
Alemana en la costa atlántica francesa. Al “Prinz Eugen”, se unirán los
acorazados “Schanrhorst” y “Gneisenau”, además de seis destructores.
En Asia y el Pacífico, los Aliados sólo conocen derrotas. El 7 de
febrero, tropas japonesas cruzan sorpresivamente el Río Salween, en Birmania,
cortando la retirada de un grupo de tropas británicas, formado por parte del 7º
Regimiento de Gurkhas y del Regimiento de Infantería Ligera “King’s Own
Yorkshire”. El comandante de los Gurkhas, teniente coronel H.A. Stevenson, al
darse cuenta de que su posición se ha vuelto insostenible, ordena una
desesperada carga a la bayoneta, para escapar del cerco japonés. La retirada
que siguió fue un recorrido de 75 kilómetros por terreno muy difícil, sin
comida. Fue una experiencia muy dura, que presagió las terribles condiciones en
que se lucharía la campaña birmana en los años siguientes.
El 8 de febrero, el Ejército Imperial Japonés inicia su asalto principal
a Singapur. En un primer momento, las tropas japonesas sufren fuerte bajas a
manos de tropas australianas, estacionadas en la costa noroccidental de la
isla, pero la confusión de la batalla ocasionó su retirada prematura y permitió
a los atacantes establecer una cabeza de playa para esa misma noche. En el
curso del 9 de febrero, 10.000 soldados japoneses llegan hasta la isla,
aprovechando la cabeza de playa. Para el 10, la caída de la plaza parece
inevitable y la “RAF” empieza a retirar los pocos aviones que van quedando en
condiciones de volar, para evitar su captura por parte de los japoneses.
El 7 de febrero, una incursión aérea japonesa ataca Palembang, Sumatra,
Indias Orientales Holandesas, destruyendo 34 aeronaves de la “RAF”. En el mismo
teatro de operaciones, al día siguiente, tropas japonesas desembarcan 75
kilómetros al sureste de Bandjarmasin, Borneo Holandés, y se mueven hacia su
primer objetivo: al aeródromo de Martapoera. En las Célebes, una poderosa flota
japonesa de invasión se dirige hacia Makassar. Aunque el submarino
estadounidense “USS S-37” logra hundir uno de los transportes, los japoneses
consiguen consolidar el desembarco.
Para lograr la supremacía, Japón necesitaba desplazar cuatro potencias
coloniales en el Asia-Pacífico: Gran Bretaña, Estados Unidos, Francia y
Holanda. La principal posesión francesa, Indochina, quedó a merced de los
japoneses, luego de la capitulación de Francia en junio de 1940. Por estos días
de febrero, las fuerzas armadas japonesas están machacando las posesiones
insulares de Estados Unidos y penetran profundamente en Birmania y en la
Malasia Británica, buscando abrirse camino hacia la India. Un rival menos
conocido es Holanda, cuya principal posesión colonial, las llamadas Indias
Orientales Holandesas (actual Indonesia), fue uno de los teatros de operaciones
principales de la campaña. Holanda había sido una gran potencia colonial en el
siglo XVI. En esa época, rivalizó con naciones europeas mucho mayores, más
antiguas y más pobladas, como España, Portugal, Francia e Inglaterra. En su
momento de apogeo, el Imperio Holandés abarcaba posesiones en cuatro
continentes y hasta la gran ciudad de Nueva York tuvo sus inicios como un
asentamiento colonial holandés.
Hasta antes de la guerra, las Indias Orientales Holandesas, ricas en
petróleo y otras materias primas, tenían sus propias fuerzas armadas,
independientes de las ramas estacionadas en la Holanda metropolitana. El Real
Ejército de las Indias Holandesas estaba formado por europeos en los rangos de
oficiales y suboficiales, y personal nativo en la tropa, con un núcleo de
35.000 a 40.000 soldados profesionales, complementados con milicia local, en
caso de necesidad, que podían acercar el total a unos 70.000 efectivos. La
mayor parte de las milicias recibían un entrenamiento muy básico, de modo que
eran una adición importante en cuanto a números, pero no demasiado en cuanto a
real capacidad militar. La planificación militar holandesa preveía concentrar
la defensa en ciertos sectores fáciles de fortificar y en los puntos
estratégicos más importantes. Si se producían desembarcos japoneses, se
esperaba que la marina y la aviación contuvieran las amenazas, una tarea que
estaba muy por encima de las reales capacidades del elemento naval y aéreo,
incluso cuando las fuerzas holandesas quedaron fusionadas con las unidades
británicas, australianas y estadounidenses.
La aviación del Ejército contaba con el número nada despreciable de 390
aparatos, pero debía defender un inmenso territorio insular, además de apoyar
las acciones navales. En cuanto a la marina, la mayor parte de la flota de
preguerra estaba estacionada en las colonias. A pesar de su glorioso pasado, la
Marina Holandesa de 1940-1941 no contaba con nada más poderoso que cuatro
cruceros ligeros. De los pocos recursos navales holandeses, la mayor parte se
encontraba en las Indias Orientales Holandesas y debería, por tanto, enfrentar
a los japoneses: tres cruceros ligeros, ocho destructores y veinte submarinos.
Sin duda, una fuerza modesta, considerando el enorme territorio a defender y el
gran poderío del enemigo a enfrentar. Durante la década de 1930, el gobierno
había decidido expandir la Marina, ordenando el diseño y construcción de
unidades navales más poderosas y modernas, incluyendo dos grandes cruceros de
batalla, que apenas tenían su casco construido cuando los alemanes invadieron
Holanda en 1940. Era un buen comienzo, pero incluso si hubieran estad
terminados a tiempo, el esfuerzo era tardío e insuficiente, considerando las
obligaciones coloniales de los holandeses. La unión con las flotas de
Australia, Gran Bretaña y Estados Unidos, luego del ataque a Pearl Harbor,
alivió en algo la situación, pero las aplastantes victorias japonesas de las
primeras semanas de la guerra en el Pacífico destruyeron o dañaron seriamente a
lo mejor de las marinas aliadas del Pacífico, que tenían poco que oponer a las
docenas de grandes cruceros, submarinos, acorazados y portaaviones japoneses,
que convirtieron el Pacífico asiático en un lago japonés hasta el afortunado
golpe de mano que dio a los norteamericanos su primera victoria mayor en la
Batalla de Midway, en junio de 1942.
En la fotografía, el crucero ligero holandés “HNLMS De Ruyter”, que sería
hundido en la Batalla de Java, el 27 de febrero de 1942, llevándose a gran
parte de su tripulación, incluido el contraalmirante holandés Karel Doorman. El
almirante Doorman lo había usado como su buque insignia hasta ese entonces,
mientras se desempeñaba al mando de las fuerzas navales del “ABDACOM”, el
comando conjunto de las fuerzas australianas, estadounidenses, británicas y
holandesas que intentaban detener la rampante expansión japonesa de principios
de 1942.
Imagen tomada de http://s3.crackedcdn.com/phpimages/article/0/5/9/107059_v1.jpg
Etiquetas: Guerras Mundiales, Historia