martes, 29 de diciembre de 2015

Hace 100 años. 27 de diciembre de 1915. Primera Guerra Mundial

Hace 100 años

27 de diciembre de 1915
Primera Guerra Mundial

El 25 de diciembre, los turcos lanzan un gran ataque sobre las fuerzas británicas asediadas en Kut. En el norte del frente del Medio Oriente, los rusos avanzan sobre Kangavar, Persia, pero no tienen los recursos ni la determinación para perseverar en la ofensiva, de modo que no es mucho lo que alcanzar a hacer por aliviar la presión sobre los británicos.

En África, alemanes y británicos se enfrentan en el Lago Tanganika. Pequeñas naves fluviales protagonizan batallas navales a pequeña escala. A pesar de su porfiada resistencia, las tropas coloniales alemanas, rodeadas y aisladas de su metrópoli, deberán ceder terreno.

En el Frente Occidental, se producen episodios aislados de fraternización y hasta se juega algún partido de fútbol en la “tierra de nadie”. Pero los oficiales tienen mucho cuidado de evitar que se produzcan las treguas del año anterior, bajo amenaza de sanciones disciplinarias a los infractores.

El hecho más relevante es el inicio de la evacuación de Gallípoli por parte de las tropas aliadas. La campaña se había iniciado con el desembarco de británicos y franceses, en abril de 1915, con el objetivo de tomar Constantinopla, esperando que, al ocupar su capital, los turcos saldrían de guerra. Los aliados de la Entente esperaban también que la operación les permitiera controlar los estrechos que unen en Mar Negro con el Mediterráneo, para poder enviar suministros a los rusos, que llevaban varios meses luchando a la defensiva contra los alemanes, mucho mejor equipados que las tropas del Zar.

Para mediados de noviembre, el frente estaba estancado casi en el mismo lugar donde las tropas aliadas habían desembarcado, más de seis meses antes. En el interín, Winston Churchill, cerebro de la operación, tuvo que renunciar a su cargo de Primer Lord del Almirantazgo y, para muchos, se había convertido en un cadáver político. La idea de Churchill no era mala y tenía que ver con atacar la periferia de los Imperios Centrales desde unos de sus puntos más débiles, como era el decadente Imperio Otomano. Sin embargo, la campaña no estuvo bien dirigida, se desperdiciaron miles de vidas en inútiles ataques frontales contra posiciones bien defendidas y los atacantes nunca aprovecharon bien la ventaja que les daba el dominio franco-británico del mar. Para fines de 1915, el escenario además había cambiado, con el Frente Occidental estancado, el Frente Oriental dominado por los austro-alemanes, el Medio Oriente muy indeciso y los Balcanes, que eran el escenario más cercano a los estrechos, derechamente se iban convirtiendo en un desastre para la Entente, con el territorio serbio a punto de ser copado por Austria-Hungría, Alemania y Bulgaria, que se había sumado hace poco a los Imperios Centrales.

La evacuación partió por dos puntos conocidos como Bahía Suvla y “Ensenada Anzac”, esta última bautizada por el “Australian and New Zeland Army Corps” (“Anzac”, “Cuerpo de Ejército Australiano y Neozelandés”). En efecto, la mayor parte de la lucha, por parte de los aliados, fue soportada por tropas de estos dos dominios del Imperio Británico, que hasta el día de hoy consideran la lucha en Gallípoli como un elemento central en su toma de conciencia nacional.

A diferencia de lo ocurrido en las operaciones de meses anteriores, la evacuación estuvo bien ejecutada y se saldó casi sin bajas, al contrario de lo que anticiparon los altos mandos, que esperaban perder miles de hombres, una vez que los turcos se dieran cuenta de la retirada y se lanzaran en persecución de los hombres que intentaban evacuar por mar. Pero eso no ocurrió y las unidades pudieron embarcar con relativa tranquilidad. Sin embargo, el conjunto de la campaña no fue tan inocuo. Además del hecho de retirarse del campo de batalla sin la victoria, las pérdidas de los aliados llegaron a 27.000 franceses y 115.000 soldados británicos y de los dominios, entre muertos y heridos. Y gran parte del armamento y los suministros tuvo que ser dejado atrás, aunque la mayor parte fue destruida para evitar que cayera en manos del enemigo. En la madrugada del 20 de diciembre de 1915, las últimas fuerzas de la Entente abordaban los transportes que los llevarían a un corto descanso y luego a ser desplegados en otros frentes de la guerra. Los Aliados mantendrían su presencia en Cabo Helles hasta el 9 de enero, cuando también esa playa sería evacuada, poniendo definitivo fin a la Campaña de Gallípoli.

Abajo, una fotografía tomada desde el acorazado “HMS Cornwallis”, donde se ve un enorme incendio provocado por las tropas “Anzac”, que se cuidaron de destruir todo lo que pudiera ser útil al enemigo.

Imagen tomada de http://ww100.govt.nz/sites/default/files/images/IWM%20suvla%20bay.jpg

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Hace 75 años. 27 de diciembre de 1940. Segunda Guerra Mundial

Hace 75 años

27 de diciembre de 1940
Segunda Guerra Mundial

Entre el 22 y el 24 de diciembre, se producen violentos ataques aéreos de la “Luftwaffe” sobre Manchester. El “Blitz” no cesa, aunque las posibilidades de dominar los cielos británicos son casi nulas para los alemanes, que ya miran hacia el Europa del Este y África, donde empeñarán sus próximas ofensivas.

El 24 de diciembre, en su discurso de Navidad a la Curia, el Papa Pío XII ha dicho con profética clarividencia: “Con trágica y casi fatal persistencia, el conflicto, una vez desencadenado, prosigue por su camino ensangrentado, acumula ruinas, no perdona templos venerables, monumentos insignes, hospitales de caridad, y, en el fácil olvido de las normas de humanidad, en el desprecio de las costumbres y convenciones bélicas, llega a veces a tales extremos, que una época menos perturbada y agitada que la nuestra pondrá un día estas vicisitudes entre las páginas más dolorosas y oscuras de la historia del mundo”. El pontífice sabe que, a cada segundo que la guerra sigue sin detenerse, se hace más difícil hacer la paz y son peores los desastres que habrá que remediar cuando la paz llegue por puro agotamiento de una o ambas partes contendientes. Pero la voz del papa es una voz solitaria que clama en el desierto, perdida en el fragor de los horrores de la peor conflagración que ha sufrido la humanidad.

Va terminando el año 1940 y el balance parece fantástico para Alemania y sus aliados, principalmente Italia, la única nación que ha aportado un número significativo de hombres y recursos a luchar contra los enemigos del “Reich”, incluso si esos esfuerzos han sido pobremente planificados y coordinados. En el mediano plazo, sin embargo, el panorama para los alemanes es más complejo y esta verdad no puede quedar oculta bajo el brillo de las fulgurantes victorias del último año, en particular, la inesperada victoria sobre la Tercera República Francesa.

Al estallar la guerra, en septiembre de 1939, las posibilidades de victoria para Alemania eran escasísimas. Los hombres de su ejército estaban bien motivados y entrenados, pero carecían de muchos elementos que probarían ser decisivos en el tipo de guerra que deberían enfrentar. La “Kriegsmarine” era relativamente potente y moderna, pero no era rival para la “Royal Navy” británica, mucho menos si su poder estaba combinado con la “Marine Nationale” de Francia. Sólo en el aire los alemanes se acercaban a la paridad, pero no llegaban a tener tampoco la ventaja. Al iniciarse 1940, Alemania había conquistado Polonia, sin que Francia y Gran Bretaña hayan movido un músculo para socorrer a su aliada, que quedaba aplastada bajo la cruel bota del nazismo. Pero fuera de darse el gusto de ocupar media Polonia (regalando la otra mitad a sus nuevos amigos comunistas), Hitler no había hecho nada decisivo contra Francia y Gran Bretaña directamente, que donde de verdad podrían decidirse las cosas.

La Campaña de Noruega se saldó con un éxito alemán, pero a un gran costo para los alemanes, en especial, para su marina, que tuvo que resignarse a confiar sólo en los submarinos como elemento capaz de dar un golpe serio a los británicos. Cuando la lucha en Noruego estaba casi decidida, se produjo el ataque alemán sobre los países bajos y Francia que, para sorpresa de todo el mundo (incluyendo a los propios alemanes) se cerró con una total victoria en un plazo de seis semanas y dejó a Gran Bretaña sola frente a una Alemania que se había convertido en dueño de casi toda Europa Occidental y Central, mientras que dejaba Europa Oriental a los soviéticos… por el momento.

A la larga, sin embargo, los alemanes necesitaban derrotar al Reino Unido y eso significaba arrebatarles o, al menos, cuestionar su absoluto dominio de los mares. Los submarinos consiguieron inquietar por un momento al almirantazgo de Londres, pero ya estaban bajo control cuando Estados Unidos estaba listo para luchar en África y Europa, para fines de 1942. Hasta bien entrado 1944, los submarinos alemanes fueron un factor preocupante para todo capitán mercante aliado, pero desde 1943, eran incapaces de comprometer el esfuerzo de guerra británico y, sobre todo, no podían impedir que se acumularan, en las Islas Británicas,  miles de toneladas de suministros producidos en Canadá y en Estados Unidos.

En estos últimos días de 1940, es claro que Hitler sólo podría imponer la paz a Churchill haciendo avanzar sus “Panzer” por las calles londinenses y eso ya no pasaría. El “Fuhrer”, de hecho, decide postergar la derrota de los británicos para cuando se resuelva otra de sus preocupaciones: la guerra contra la Unión Soviética, un proyecto que acaricia hace años. Hacia las interminables profundidades del territorio ruso orienta su atención. Pero en el interín, la “Wehrmacht” se va a involucrar en dos otras campañas, apoyando a su aliada Italia, que intentó expandir su Imperio, pero que ha sufrido enormes pérdidas  en el proceso. En África, una pequeña fuerza, al mando de un tal general Erwin Rommel, terminará transformándose en uno de los ejércitos más temidos de la historia. Y, en los Balcanes, por última vez, la “Wehrmacht” ondeará victoriosa la bandera de su país sobre dos capitales enemigas derrotadas: Belgrado y Atenas. El costo, sin embargo, será alto y se hará sentir cuando el “General Invierno” llegue en ayuda de los rusos.

El reloj corre en contra de Alemania, como ha sido desde el principio, incluso considerando las espectaculares victorias que han obtenido sus motivados soldados, dirigidos por sus brillantes oficiales.

La población de los países beligerantes celebra la Navidad como puede, si es que puede. Muchos viven el dolor de pasar esta fiesta familiar con la ausencia de un ser querido, que puede estar desplegado en un lejano frente de batalla, prisionero, desaparecido en acción o derechamente reportado como baja. En muchas ciudades británicas, especialmente Londres, los niños han sido evacuados a zonas rurales, lejos de sus familias, para sustraerlos a la devastación de los peores momentos del “Blitz”.

En la imagen, la representación artística de la Nochebuena de 1940 en un refugio antiaéreo construido bajo una cervecería en Camden Town, Londres.

Imagen tomada de http://www.iwm.org.uk/sites/default/files/styles/article_main_breakpoints_theme_iwm_responsive_desktop_1x/public/iwm_solr_field/large/A4_IWM_ART_LD_001899.tif_.jpg?itok=MZzlHYxp&timestamp=1450103008

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jueves, 24 de diciembre de 2015

Poema de Navidad nº 6

En Belén, en un pesebre, Niño Dios nos ha nacido,
vayamos todos a mirarlo, vamos, vamos, rapidito;
que es misterio éste muy grande que el Señor nos viene a dar,
con su Hijo que nos trae la paz de la Navidad.


Con el Niño, está María, que en el ángel tuvo fe
cuando fue para anunciarle, en el pobre Nazaret,
que de Dios sería Madre para mi felicidad,
porque entonces aceptó ser también nuestra mamá.


Y a los dos cuida José, varón justo, recto y bueno,
que una cuna preparó con un atado de heno,
pues posada no les dieron para el Niño Redentor

¡Que esta noche, pues, le abramos la de nuestro corazón!

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Poema de Navidad nº 5

Estaba, esa noche fría, empezando a forrajear,
cuando llegó a mí un forastero ricamente ataviado.
Vestía el traje más espléndido que se pueda imaginar:
alto turbante de seda, con un diamante tocado,
jubón teñido de púrpura, bordado y de tafetán;
zapatos en punta hacia el frente, con hilos de oro acabados,
y metido en dorada vaina, el más agudo puñal,
que, en un costado quedaba, colgando de un lazo plateado.
Y así me dijo este sabio, que hasta Belén debía llegar
y de buena cabalgadura estaba necesitado,
y que, por cierto, escuché le habían llamado Gaspar,
sus dos alegres amigos, que un poco más retirados,
alcancé a oír se llamaban Melchor y Baltasar:

“Galopa, galopa burrito, sin demora y sin parar;
que ha nacido el Niño Dios y le quiero ir a adorar.
Con María y San José, en Belén, la de Judá;
ha nacido el Rey del Cielo en el suelo de un pajar.”

“Has de saber, burrito bueno —siguió diciendo Gaspar—,
que Jesús el Niño es llamado y de una Virgen ha nacido;
visitóla un día el arcángel, mientras oraba, para anunciar,
que en ella el Santo Espíritu llegaría descendido
y al Mesías llevaría en su seno virginal.
Este divino portento por el Señor fue prometido,
durante mil generaciones, a los hijos de Abraham
y, tras espera tan larga, por fin el Verbo Divino
llega hoy hasta Israel, que fue fiel al esperar.
Vamos, pues y no paremos, hasta Belén, nuestro destino,
que si hay amor por la persona que uno quiere visitar,
se hacen cortos los caminos
y es ligero el caminar.”

“Galopa, galopa burrito, sin demora y sin parar;
que ha nacido el Niño Dios y le quiero ir a adorar.
Con María y San José, en Belén, la de Judá;
ha nacido el Rey del Cielo en el suelo de un pajar.”

Iba yo muy orgulloso, cabalgado por Gaspar,
pues soy sólo un pobre burro y el Señor, siendo nacido,
a su palacio improvisado, me ha querido convidar.
Marchaba Melchor con nosotros, sobre un camello, dormido;
Baltasar, en tanto montaba en un caballo alazán.
Llevaba en sus alforjas, para ofrecer al Dios Niño,
los regalos apropiados para un príncipe imperial.
Ya muy cerca de Belén, fuimos todos detenidos
por el coro de los ángeles que no paraba de alabar
la misericordia del Señor, que ha enviado a su Hijo,
para pagar nuestro rescate y así nos podamos salvar.
Dejóme un tiempo ese canto, como distraído y detenido,
y con suave admonición, mi atención llamó Gaspar:

“Galopa, galopa burrito, sin demora y sin parar;
que ha nacido el Niño Dios y le quiero ir a adorar.
Con María y San José, en Belén, la de Judá;
ha nacido el Rey del Cielo en el suelo de un pajar.”

Faltándonos una cuadra o poco más para llegar,
la más intensa luz que mis ojos hayan visto
llegóme derecho al alma y no pude más avanzar.
Envuelto en una cobija, estaba el Niño Divino;
a su lado, la Virgen María lo trataba de abrigar,
rodeada de los animales que, en el pesebre reunidos,
esa noche fueron, de Dios, séquito, corte y guardia real.
Quédeme embobado y tieso, como adherido en el camino,
y una reverencia quise hacer, olvidando al pobre Gaspar,
que en medio de mi intento, hubo perdido el equilibrio
y cuán largo todo era, hasta el suelo fuese a dar.
Parándose a duras penas, encorvado y dolorido,
sacudiéndose la tierra, pero riendo sin parar,
dijo así: “para otra vez, mi buen amigo,
cuando quieras agacharte, ten cuidado de avisar,
y mostrando ese respeto que se debe al Cristo Niño,
los dos juntos, de rodillas, le podremos adorar.”

“Galopa, galopa burrito, sin demora y sin parar;
que ha nacido el Niño Dios y le quiero ir a adorar.
Con María y San José, en Belén, la de Judá;
ha nacido el Rey del Cielo en el suelo de un pajar.”

Era el Niño revestido de esplendor angelical;
le contemplaba San José, su padre terreno adoptivo,
que salió hasta nuestro encuentro una vez nos vio llegar.
Me acerqué yo muy de a poco, con vergüenza de mí mismo,
hasta donde estaba el Niño y su madre virginal.
La Señora acaricióme y me habló, luego, bajito:
“Nos han dicho estos tres sabios, que a Jesús quieren dañar
poderosos de este mundo, temerosos de un Niñito…
De mañana, deberemos, hacia Egipto escapar,
mas ya ves que el Niño Dios es aún muy pequeñito
y muy bien que nos vendría un burrito al que montar
¿Nos llevarías en tu lomo para alejarnos del peligro?”
¡Oh, qué honor, qué privilegio! ¡Al Señor he de llevar!
Ya se ve que a todos llama el buen Jesús a su servicio:
al que es pobre y al que es rico, a todos quiere por igual,
a los llenos de virtudes e inclusive a este burrito,
cuyo único talento es ser duro al trabajar.

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Poema de Navidad nº 4

Ven al mundo, Niño Jesús amado,
que de la Virgen has nacido.
Ven pronto, Señor, para enseñarnos,
con tu amor de Dios hecho niño,
que nos amemos como hermanos
todos los que somos tus hijos,
y queden para siempre desterrados
la guerra, el odio, el desamor y el egoísmo.


Ven a esta patria en que nacimos
a bendecir nuestros esfuerzos diarios
y enséñanos a ser agradecidos
por el pan que nos da nuestro trabajo.
Recuérdame, Señor, por si lo olvido,
que las riquezas vienen de tu mano,
que valen más los bienes compartidos
y ganados respetando tus mandatos.


Vente al hogar en el que vivo
junto a mis seres más amados.
Trae tu estrella y, con su brillo,
ilumina la familia que me has dado.
Y nunca más nos dejes, mi Niñito,
quédate por siempre a nuestro lado,
con San José, tu padre adoptivo,
y Santa María, la madre que nos has dado.

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Poema de Navidad nº 3

I
Tú, Señor, creaste el Sol benefactor,
y la fragua del volcán ardiente,
Tú gobiernas el rayo tronador
y el cometa viajero incandescente.
Pero has escogido la renuncia, Niño Dios,
y enseñarnos la humildad del indigente
y, aunque dueño de la luz y del calor,
no tienes fuego o abrigo que caliente,
ni luz que descubra el interior
de tu palacio improvisado en el pesebre.

II
Tú, Señor, de los constructores, el primero,
que con trazo divino diseñaste
la arquitectura del enorme firmamento,
y como escenario mejor lo preparaste
para que estrellas y planetas interpreten su concierto.
Que las montañas desde el suelo levantaste,
a modo de la ojiva de un templo eterno,
y las hondas cavernas excavaste,
como las bóvedas de un banco para sueños.
Pero en lección de humildad divina renunciaste
a disponer para ti siquiera un pobre techo
que a tu Sagrada Familia cobijase.

III
Tú, Señor, que con un gesto puedes convocar
a tus serafines, querubines, arcángeles y principados,
y a todos los ángeles alados de tu incontable milicia celestial.
Que tienes el poder del universo en la palma de tu mano
y te pertenece la infinita y eterna dignidad
de ser el amo y dueño de todo lo creado.
De nuevo, Señor, elegiste la humildad,
y como indefenso bebé te has presentado
ante la improvisada corte real
de unos cuantos pastores asombrados,
de sus ovejas y animales de tiro y de labrar,
que fueron de Ti privilegiados,
de la primera Nochebuena contemplar.

IV
Tú, Señor, para quien nada es imposible,
que los panes y los peces multiplicas,
que el agua en dulce vino convertiste,
que sobre aguas tempestuosas Tú caminas
y que al mundo de sus males redimiste,
yo, Señor, te pido me concedas lo que tu siervo aquí te solicita:
que conviertas mi corazón en tu pesebre
y seas de mi hogar ilustre y amada visita,
y no te vayas nunca, lo pido humildemente,
quédate en mi casa, Niño Dios, con San José y Santa María.


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Poema de Navidad nº 2

Sed de cien centurias en el alma de Israel,
viene esta noche a saciar el Emmanuel.
En portento misterioso, anuncios por doquier,
los ángeles del Cielo han traído al descender,
reunidos en Coro, con más que humana voz,
cantan en el desierto al rey mago y al pastor:
“gócense y alégrense en la misericordia del Señor,
que en Belén de Judá nos ha nacido un Salvador”.

Como la luz atraviesa el cristal, así fue como nació,
el Niño Dios que, a su Madre, intacta Virgen preservó,
que por milagro de su Hijo no hubo de conocer varón,
y por amor de su corazón nunca pecado cometió.
Por su divina voluntad, el Señor escogió
tomar sobre sus hombros a todo pecador
para borrar de una vez a la muerte y al dolor
y hacer triunfar el amor que en el pesebre se vertió.
Y ser, para todos, vida, guía, sustento,
agua fresca, luz del sol, alimento,
consuelo, paz, alegría, contento,
esperanza, anhelo, amor fraterno,

promesa de salvación y puerta del Cielo eterno.

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Poema de Navidad nº 1

Este día, esperado Señor,
por milagro de tu amor infinito,
para enmendar nuestro error,
te volviste Niño pequeñito.

Siendo Rey te hiciste esclavo,
siendo todo te haces nada;
es tu palacio un establo
y tu guardia real, una yugada.

A tu corte real son invitados
un par de asnos de carga,
tres corderos trasquilados
y una yegua de crines largas.

Junto a su madre, unos potrillos
contemplan la Nochebuena,
y unos cuantos pastorcillos
completan la magna escena.

Los más humildes animales,
de los hombres despreciados,
en tu casa son principales,
como nobles y potentados.

Ya que glorificaste, mi Niñito,
tan modesto rincón;
si yo, tu siervo, hoy te invito,

¿Vendrás a mi corazón?

 

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lunes, 14 de diciembre de 2015

Hace 100 años. 13 de diciembre de 1915. Primera Guerra Mundial

Hace 100 años

13 de diciembre de 1915
Primera Guerra Mundial

El invierno de 1915-1916 se acerca. Para muchos, este ha sido el segundo otoño en el infierno de las trincheras que domina el empatado Frente Occidental, donde cualquier ofensiva que intente cambiar la situación general deberá esperar hasta la primavera. En el Frente Alpino, los italianos están empeñados en la que ya es la cuarta ofensiva sobre el Isonzo, pero las abrupciones del terreno sirven como la mejor defensa para los austrohúngaros, que repelen todos los ataques lanzados desde el lado italiano desde fines de noviembre, no sin sufrir también preocupantes bajas. Los primeros fríos y nevazones en las cumbres alpinas, así como la falta de suministros, obligan al “Regio Esercito Italiano” a suspender los ataques.

En Mesopotamia, las tropas británicas vencidas en Ctesifonte hace algunos días, se encierran en la ciudad de Kut, hasta donde son perseguidas por los turcos, que colocan la ciudad bajo asedio. En los Dardanelos, las tropas otomanas siguen manteniendo a raya a las fuerzas de la Entente y, tanto en París, como en Londres, hay quienes empiezan a barajar la posibilidad de retirar las tropas desde Gallípoli y dar por perdida la batalla en los estrechos.

En Serbia, los Imperios Centrales prosiguen su avance, mientras las tropas serbias, francesas y británicas ceden terreno. Austria-Hungría, cuya rivalidad con Serbia desencadenó la Gran Guerra, está a punto de tener la satisfacción de ver la ocupación militar de su adversaria, al menos, por un tiempo.

Yuan-Shih-Kai, militar y político chino, “acepta” el trono del Celeste Imperio. Nunca llegará a consolidar su poder y deberá abandonar sus pretensiones monárquicas a los 83 días. Yuan fue uno de los tantos aventureros y caudillos que produjeron los convulsionados  últimos años de la dinastía Ching. Los Ching, procedentes de Manchuria, se hicieron con el poder a mediados del siglo XVII. Desde un principio y hasta el final de su dominación, los manchúes fueron una minoría gobernando sobre la masa de la población china, perteneciente a la etnia Han. Mientras el Imperio Ching fue exitoso, la élite Han aceptó apoyar a la dinastía, mezclarse con los manchúes por matrimonio y aliarse políticamente con los emperadores, pero siempre pesó sobre los Ching el hecho de que eran vistos como una dinastía extranjera reinando sobre suelo Han.

Hasta mediados del siglo XIX, China se había mantenido cerrada al comercio y a la mayoría de las influencias occidentales. Su gran tamaño y autosuficiencia económica permitieron a China ser posiblemente el país más avanzado del mundo hasta fines del siglo XVII y a mantenerse como el poder hegemónico de Asia oriental hasta comienzos del siglo XIX. La expansión de los intereses comerciales europeos a través de los mares, colocó a China frente a la nueva realidad de un mundo donde ya no era posible el aislamiento total. En 1756, la corte Ching autorizó el comercio exclusivamente a través del puerto de Cantón, pero China no necesitaba materias primas, de modo que la demanda de productos chinos en Europa (té, seda y cerámica), sólo podía satisfacerse mediante la entrega de metales preciosos, principalmente plata acuñada como moneda. Como los chinos rara vez compraban algo, el desbalance comercial era manifiesto.

El comercio del opio, cultivado en Bengala y alentado por los británicos, se convirtió en un excelente medio usado por los británicos para colocar un producto en el mercado chino que efectivamente fuera demandado. La corte imperial, sin embargo, siempre miró con recelo la venta de la droga, tanto por el daño que causaba en sus súbditos, como por la fuga de plata que significaba la compra. En 1839, el gobierno imperial ordenó terminar con el comercio del opio y confiscó las existencias sin dar compensaciones, lo que condujo a Gran Bretaña a declarar la guerra al año siguiente. La Primera Guerra del Opio mostró lo mucho que China, otrora gran potencia, se había atrasado en relación con las naciones europeas. Unos pocos buques a vapor de la “Royal Navy” bastaron para destruir a distancia a las flotas de juncos que el “Hijo del Cielo” envió a la lucha, mientras que, en tierra, las tropas chinas, mal entrenadas y armadas, fueron fácilmente superadas por los británicos, armados con modernos mosquetes y artillería. El 1842, China tuvo que pedir la paz y la segunda mitad del siglo XIX se convirtió en el escenario de una dolorosa decadencia, marcada por las humillaciones y las concesiones territoriales que debieron ser otorgadas a las potencias europeas. En 1856-1860, Gran Bretaña volvió a declarar la guerra a China, que se saldó con una nueva derrota y un nuevo tratado de paz muy gravoso para China.

En 1894-1895, China fue derrotada en una guerra con Japón, que la obligó a ceder gran parte de Manchuria, la isla de Taiwán y el protectorado sobre Corea. El contraste con Japón, una nación asiática, como China, que supo adaptarse a la modernidad, transformándose en potencia, no hizo sino aumentar la humillación para los chinos. La guerra de 1904-1905, entre Rusia y Japón, consolidó el dominio de Japón en el noreste de China y convirtió al Imperio del Sol Naciente en la primera potencia autóctona del Asia Oriental.

Las presiones imperialistas de Occidente y de Japón alimentaron una agresiva tendencia nacionalista china, que identificaba a los manchúes como extranjeros y que propugnaba su expulsión del trono, como parte del proceso que podía conducir a devolver China al sitio de privilegio que le debería corresponder. Para 1911, el descontento había crecido lo suficiente como para desencadenar una revolución, que suprimió la monarquía y proclamó la República de China. En ocasiones anteriores, las potencias europeas habían apoyado a la dinastía Ching contra las rebeliones, como un modo de asegurar el disfrute de las concesiones comerciales que disfrutaban a costa de China. Sin embargo, esta vez, sumida Europa en la antesala de la Primera Guerra Mundial, la dinastía agonizante finalmente cayó.

En la Gran Guerra, China fue aliada de Gran Bretaña y Francia en su lucha contra los Imperios Centrales, aunque siguió muy dividida internamente y siguió siendo escenario de amargas luchas intestinas por largo tiempo. En la Gran Guerra sería un actor secundario y no tuvo los medios para aprovecharse de estar en el bando vencedor, como sí lo hizo Japón, que extendió su influencia en el Pacífico gracias a su alianza con la Entente.

Abajo, un dibujo satírico representa a las potencias europeas y a Japón repartiéndose China, como quien lo hace con un pastel, en alusión a lo que fueron los últimos decenios de la dinastía Ching.


https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/3/32/China_imperialism_cartoon.jpg


 

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Hace 75 años. 13 de diciembre de 1940. Segunda Guerra Mundial

Hace 75 años

13 de diciembre de 1940
Segunda Guerra Mundial

Se lucha duramente en Albania, donde los italianos se baten en retirada ante los griegos, que han pasado desde defenderse de una invasión a amenazar el protectorado albanés de Italia. El sueño imperial de Mussolini empieza a alejarse y tendrá que sufrir la humillación de solicitar ayuda a los alemanes a fin de evitar un colapso total en los Balcanes.

En Grecia y en Albania, los italianos han perdido muchas tropas y equipamiento que esperaban destinar a África, para reforzar a las tropas del mariscal Rodolfo Graziani, que están soportando, en estos días de diciembre, los primeros embates de una ofensiva británica contra sus líneas, cuyo nombre clave es “Operación Compass”. Las tropas italianas en África no reciben refuerzos y las derrotas de sus camaradas en Grecia tienen muy mal efecto en la moral.

El teniente general Richar O’Connor, comandante de la Fuerza del Desierto Occidental, es un veterano varias veces condecorado de la Primera Guerra Mundial. En esa contienda, luchó apoyando a los italianos en la decisiva Batalla del Río Piave (1918), contra el enemigo común de ese entonces: Austria-Hungría, el Imperio danubiano aliado de Alemania en la guerra anterior. Su actuación le valió el reconocimiento de Italia, que lo distinguió con la “Medaglia d’Argento al Valor Militare”, que luce orgullosamente ahora frente a los mismos italianos, convertidos en adversarios de Gran Bretaña un cuarto de siglo más tarde.

O’Connor tiene bajo su mando una heterogénea fuerza de tropas británicas, francesas libres, australianas e indias, que totalizan 30.000 hombres. Su unidad más peligrosa es la 7ª División Acorazada, que alinea los tanques “Matilda”, cuyo blindaje es prácticamente impenetrable para el armamento del que disponen los italianos. O’Conno y su superior, el general Archibald Wavell, habían planificado una ofensiva breve, de sólo cinco días, cuyo solo propósito era sacar a los italianos de Egipto. Desde que detuvieron su ofensiva en septiembre, los italianos han estado esperando en una serie de campamentos fortificados que parten en Sidi Barrani, en la costa, hasta Sofafi, algunas decenas de kilómetros al sur. Esta línea está defendida por 75.000 soldados italianos aproximadamente.

Poco antes del ataque, los británicos detectaron una gran brecha de más de 30 kilómetros entre los campos italianos de Nibeiwa y Rabia. Las fotos de reconocimiento aéreo mostraban huellas de neumáticos moviéndose hacia Nibeiwa desde el noroeste, indicando una franja que no había sido minada y que podía ser aprovechada para acercarse hasta las defensas italianas. O’Connor planeaba atravesar por la brecha y situar sus fuerzas detrás de la línea italiana, cortando toda posibilidad de escape o refuerzo, atacando Nibeiwa a través del paso que estaba libre de minas. Entre el 6 y el 8 de diciembre, los británicos ultimaron los preparativos del ataque, que debía lanzarse el 9 de madrugada.

Antes del amanecer del 9 de diciembre de 1940, blindados del 7º Real Regimiento de Tanques empezaron a abrir el camino para que la 4ª División de Infantería de la India pudiera atravesar las líneas italianas. Al amanecer, la artillería india abre fuego sobre Nibeiwa y, poco después, el campamento es rodeado por los tanques y la infantería de la “Commonwealth”. La sorpresa es total y los italianos han debido abandonar sus campos fortificados al terminar el primer día de la ofensiva.

El 10 de diciembre, los atacantes rinden los campamentos fortificados cercanos a la costa y capturan Sidi Barrani, poblado que servía de eje a todo el dispositivo italiano de defensa en la zona. Las unidades blindadas británicas aprovechan el desconcierto de los italianos, a los que persiguen en su retirada hacia el oeste, tomando cientos de prisioneros. Desde el mar, monitores de la “Royal Navy” bombardean cualquier columna italiana que se retire por el camino de la costa. Ante una posible amenaza de ataque italiano hacia Egipto desde Etiopía, Wavell decide trasladar a la 4ª División India del desierto y destinarla a la frontera sur, dejando a O’Connor casi sin infantería hasta el 14, cuando llegue a apoyarlo la 6ª División Australiana.

Entre el 11 y el 13 de diciembre, las últimas tropas italianas que resistían al este de Sidi Barrani finalmente se rinden. Las tropas británicas, que prosiguen avanzando hacia la frontera libia, se encuentran con la División Catanazaro, atrincherada en Bug Bug, a medio camino de la frontera libia. Antes de terminar el día, las División Catanazaro es rodeada y obligada a rendirse.

A los cuatro días de iniciada la “Operación Compass”, los italianos han sufrido una derrota de proporciones catastróficas en torno a Sidi Barrani. El único agrupamiento blindado, el llamado “Grupo Maletti”, es completamente destruido, lo que priva a los italianos de la movilidad tan necesaria en la lucha del desierto. El propio comandante de la fuerza, Pietro Maletti, cae en combate. Sólo en los primeros cuatro días, las fuerzas británicas y de la “Commonwealth” han tomado casi 40.000 prisioneros y han sacado a los italianos de Egipto. Aprovechando el “momentum”, Wavell da luz verde a O’Connor para que siga hacia Libia e intente tomar Bardia y, si las cosas siguen bien, pueda amenazar el puerto-fortaleza de Tobruk.

En la fotografía, una columna de tanques ligeros “Vickers Mk VI” atraviesan el desierto de África del Norte. El Vickers era un buen tanque ligero, bien concebido para su rol de reconocimiento y movimiento rápido, pero necesitaba el complemento de un número suficiente de unidades blindadas más potentes. Los recortes presupuestarios del período de Entreguerras hicieron que la enorme mayoría de los tanques británicos, al empezar la guerra, fueran Vickers. En la Campaña de Francia, los británicos habían tenido que dejar mucho material abandonado y, al iniciarse "Compass", no se habían recuperado plenamente de las pérdidas sufridas entonces. Mientras los oponentes fueron las ligeras tanquetas italianas, el Vickers, acompañado de un pequeño número de tanques medianos y pesados, marchó victorioso hasta empujar a los italianos más allá de Tobruk. La situación cambiaría cuando arribaran las tropas alemanas a África, con sus “Panzer” I, II y III, que sin ser los mejores tanques del mundo, eran indudablemente más peligrosos que los modelos italianos y, sobre todo, estaban comandados con más tino.

Imagen tomada de https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/d/d3/The_British_Army_in_North_Africa_1940_E443.2.jpg

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domingo, 6 de diciembre de 2015

Hace 100 años. 6 de diciembre de 1915. Primera Guerra Mundial

Hace 100 años

6 de diciembre de 1915
Primera Guerra Mundial

En estos días iniciales de diciembre de 1915, la situación en los Balcanes sigue siendo mala para la Entente y se vuelve crítica para Serbia en particular. Las pocas tropas francesas que habían conseguido penetrar en Serbia, son obligadas a regresar a Salónica. Los propios serbios inician su retirada hacia Albania, con la esperanza de que los restos de su ejército sean evacuados por mar. El 6 de diciembre, sin embargo, un escuadrón naval austrohúngaro bombardea el puerto albanés de Durazzo, dejando claro que los Imperios Centrales no quieren dejar escapar al golpeado Ejército Serbio. Ese mismo día, tropas austro-alemanas entran en Ipek, ya dentro del Reino de Montenegro, aliado de Serbia.

El 3 de diciembre, en Mesopotamia, las tropas británicas en retirada alcanzan Kut, con los turcos pisándoles los talones. El asedio de Kut y una de las peores derrotas británicas de la guerra está a punto de empezar.

El 4 de diciembre, Estados Unidos exige a Alemania que llame de vuelta al agregado naval acreditado en Washington, Karl Boy-Ed, y al agregado militar, Franz von Papen, sospechosos de actividades de espionaje y sabotaje. En 1932, Von Papen sería el último canciller de la República de Weimar y uno de los tantos políticos alemanes que intentaron llegar a acuerdos con Hitler, con la vana esperanza de poder controlarlo.

El 30 de noviembre, es firmado el Tratado de Londres por los representantes de Francia, Gran Bretaña, Rusia, Japón e Italia. En este día, sólo se produce la signatura formal de un acuerdo largamente discutido y afinado entre Italia y las cuatro mayores potencias en guerra con Alemania. Las líneas generales del arreglo con los italianos habían sido acordadas en abril de 1915 y obligaban a Italia a desconocer la alianza que la vinculaba a Alemania y Austria-Hungría desde antes de la guerra, para pasarse al bando contrario, a cambio de una serie de compensaciones territoriales que obtendría Italia, una vez que los Imperios Centrales fueran derrotados. Estos territorios incluían gran parte del Tirol, casi todo el litoral austriaco, parte de Dalmacia, parte de Carniola, el puerto albanés de Vlorë, el protectorado sobre Albania, parte del Imperio Colonial Alemán y parte de Turquía, en caso de que ésta fuera particionada por las potencias vencedoras.

El Tratado preveía algunas cesiones para Serbia y Montenegro, pero la parte del león correspondía a Italia, que se esperaba fuera capaz de distraer muchos recursos humanos y materiales de los Imperios Centrales hacia el frente alpino. Se acordó mantener el pacto en secreto, pero lo bolcheviques lo hicieron público y lo denunciaron luego de su triunfo en la Revolución Rusa de 1917, subrayando el cinismo de las grandes potencias europeas, que se repartían territorios y poblaciones como quien da o quita fichas de póquer.

Italia estuvo en el bando vencedor cuando la guerra acabó en 1918, pero el Pacto de Londres fue anulado por el Tratado de Versalles, a instancias del Presidente de Estados Unidos, Woodrow Wilson, que siempre defendió el principio de definir las fronteras de acuerdo a la nacionalidad de los habitantes. Algunas áreas prometidas a Italia estaban habitadas mayoritariamente por italianos, pero otras, como la costa adriática, Anatolia y Albania, suponían lisa y llanamente pretensiones imperialistas italianas a costa de la población residente en esos lugares.

Para gran parte del pueblo italiano, que sacrificó tanto en la Gran Guerra, el desconocimiento del Pacto de Londres fue sentido como una imperdonable traición, que alejó a Italia de las potencias democráticas de Occidente. Uno de los mayores motivos de irritación para Italia fue que se la dejara fuera del reparto de las posesiones imperiales de Turquía, en el Medio Oriente, y de Alemania, en África y Oceanía. Mientras Gran Bretaña y Francia ampliaron considerablemente sus imperios coloniales como resultado de la guerra, Italia no obtuvo nada del disuelto Imperio Otomano, ni del “Kolonialreich” anexado por franceses y británicos.

El Partido Fascista de Benito Mussolini usó la marginación sufrida por Italia como uno de sus más contundentes argumentos para llegar al poder en 1922 y estuvo en el centro del fascismo, hasta que fue derrotado y desapareció tras el final de la Segunda Guerra Mundial.

Abajo, un póster satírico representando a las grandes potencias, mientras cortejaban a Italia antes de su ingreso en la Gran Guerra.



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Hace 75 años. 6 de diciembre de 1940. Segunda Guerra Mundial

Hace 75 años

6 de diciembre de 1940
Segunda Guerra Mundial

Durante todo el mes de diciembre de 1940, británicos y alemanes intercambian bombardeos. Un día, es el turno de Londres, Southampton, Liverpool o Coventry… al día siguiente, la RAF devuelve la cortesía en Dusseldorf, Múnich, Berlín o Colonia. La “Luftwaffe” causa todo el daño que puede y atrae a cuantos aviones británicos le sea posible, para destruirlos en el aire. Los británicos, en tanto, dejan claro que devolverán los golpes siempre que puedan, por muy acorralados que parezcan en la entrada del invierno de 1940-1941.

Prosigue la contraofensiva griega en contra de los italianos, que ya llevan varios días resistiendo desde el territorio de su protectorado albanés. Pogradec, Sarandë y Gjirokastër, todas situadas dentro de Albania, caen ante el avance de los helenos entre el 1 y el 8 de diciembre.

El 1 de diciembre, Franklin D. Roosevelt pide la renuncia a su embajador ante el Reino Unido, Joseph P. Kennedy, luego de unas muy imprudentes declaraciones dadas a la prensa. En cierta entrevista, Kennedy decía, entre otras cosas, que los británicos sólo luchaban por supervivencia, no por la democracia, y que última, en Inglaterra, estaba “acabada”. Estas declaraciones colmaron la paciencia de Roosevelt, que había tolerado otras ocurrencias de Kennedy, como tratar de reunirse con Hitler, ya habiendo estallado la guerra, sin previa aprobación del Departamento de Estado. Su hijo, John F. Kennedy, tendría una meteórica carrera política, al convertirse en Presidente de Estados Unidos en 1961, para ser luego asesinado en 1963.

Entre el 6 y el 9 de diciembre, se producen los primeros movimientos de la “Operación Compass”, que fue el nombre en clave dado a la primera contraofensiva aliada lanzada en el Norte de África por la Fuerza del Desierto Occidental. Cuando Italia declaró la guerra a Gran Bretaña, en junio de 1940, las tropas italianas en Libia se dividían en el 5º Ejército, estacionado en Tripolitania, y el 10º Ejército, estacionado en Cirenaica. Tras la derrota de Francia, las fuerzas francesas estacionadas en Túnez y Argelia dejaron de ser una amenaza, lo que permitió a los italianos concentrar sus recursos en la frontera libio-egipcia. Las fuerzas italianas parecían formidables en teoría, con cuatro cuerpos de infantería, que totalizaban 150.000 hombres; 1.600 piezas de artillería, 600 vehículos blindados y más de 300 aviones. Sin embargo, gran parte del equipo era obsoleto, partiendo por los blindados que, en su gran mayoría, eran tanquetas, como la “L3/33”, que no tenía nada que hacer contra los blindados británicos y cuyo blindaje no resistía nada más fuerte que el impacto de una bala de fusil. Las tropas italianas contaban con cierto número de tanques medianos “Fiat M11/39”, que podían rivalizar con los “Cruiser” británicos, pero sus tripulaciones, en general, eran lanzadas al campo de batalla con muy escaso entrenamiento.

En cuanto a fuerza áerea, los “Fiat Cr.42” y los “Savoia-Marchetti SM.79” eran equivalentes a los “Gloster Gladiator” y “Vickers Wellington” británicos, y los pilotos italianos eran hábiles y valerosos, pero su efectividad quedaba muy limitada por la pobre coordinación entre las fuerzas aéreas y las fuerzas de tierra. La escasa atención prestada a las comunicaciones queda demostrada por el hecho de que partidas completas de tanques italianos estaban diseñadas con los espacios y arranques para equipos de radio, pero nunca se encargó la instalación de las mismas.

La Fuerza del Desierto Occidental, que defendía Egipto, subordinada al Comando Británico del Medio Oriente, alineaba 36.000 soldados aproximadamente, reunidos en la 7ª División Acorazada y la 4ª División de Infantería India. El 12 de diciembre, esta última sería enviada al África Oriental y reemplazada por la 6ª División Australiana de Infantería. En franca inferioridad numérica frente a los italianos, la fuerza británica era motorizada en gran parte y su equipo, en general, era muy superior al que tenían los italianos, muy especialmente en cuanto a la artillería.

Los italianos estaban ocupando una pequeña franja de territorio en la costa egipcia desde septiembre, cuando lanzaron una ofensiva muy limitada, que avanzó menos de 100 kilómetros en territorio enemigo. Luego de quedarse cortos de suministros y carentes de suficientes vehículos, los italianos formaron una línea defensiva de varios campamentos fortificados y esperaron a recibir más equipo de Italia, que había comprometido sus mejores divisiones en la fallida invasión de Grecia.

El alto mando británico planificó un contraataque para comienzos de diciembre de 1940. El comandante de las fuerzas de la “Commonwealth”, sir Archibald Wavell, no se hacía demasiadas ilusiones y ordenó planificar una ofensiva limitada a empujar a los italianos fuera del pequeño territorio que ocupaban en Egipto, pero dejó a sus subordinados en libertad de acción, para el caso en que se presentara la oportunidad de explotar una situación favorable. A las pocas horas de iniciado el ataque británico, las situaciones favorables se multiplicaron y la “Operación Compass” terminó convertida en un insospechado éxito para los británicos y en un completo desastre para las tropas de “Il Duce”.

Abajo, fotografía de un tanque británico “A9 Cruiser Mk.I”. El “A9” fue el primero de una serie de tanques británicos tipo “crucero” (“cruiser”), concebidos para explotar las brechas que pudieran producirse en los dispositivos defensivos enemigos. Se esperaba que fueran ágiles y, por tanto, resultaba aceptable que sacrificaran algo de su blindaje para favorecer la velocidad. El complemento natural de los “cruiser” era el tanque de infantería, como el “Matilda”, fuertemente acorazado y lento, capaz de resistir el impacto de proyectiles de grueso calibre y de romper las fortificaciones enemigas, apoyando a los infantes que avanzaban protegidos por su fuego. En los primeros años de guerra, a pesar de presentar muchas fallas mecánicas, el “A9”fue capaz de cumplir su tarea, sobre todo contra los tanques italianos que, en general, estaban mal equipados y peor dirigidos. Sin embargo, al avanzar la guerra y enfrentarse con armamento más peligroso, especialmente cuando tuvo que enfrentar armamento alemán, el “A9” se mostró inadecuado y terminó siendo retirado de la primera línea del frente norteafricano para fines de 1941.

Imagen tomada de http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/0/0d/Mk1CruiserTank.jpg

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martes, 1 de diciembre de 2015

Hace 100 años. 29 de noviembre de 1915. Primera Guerra Mundial

Hace 100 años

29 de noviembre de 1915
Primera Guerra Mundial

Entre el 22 y el 25 de noviembre de 1915, se desarrolla la Batalla de Ctesifonte, en el teatro de operaciones mesopotámico. A pesar de repetidos asaltos a las posiciones turcas que defienden la antigua capital de los partos y los sasánidas, las tropas indias y europeas del Imperio Británico deben retirarse hacia Kut, hasta donde serán perseguidos por los otomanos, que retoman la iniciativa. Fue ésta una de las primeras victorias significativas obtenidas por los turcos en la campaña del Medio Oriente.

En Serbia, los Imperios Centrales prosiguen su avance en estos últimos días de noviembre. Las tropas defensoras, muy superadas en número y material, son incapaces de detener la invasión. Franceses y británicos intentan aliviar en algo la presión atacando desde Salónica, pero no tienen la suficiente cantidad de tropas como para hacer una diferencia frente al grueso de los ejércitos de Bulgaria, Alemania y Austria-Hungría. Si las cosas siguen así, es cuestión de tiempo para que toda Serbia sea ocupada militarmente por sus enemigos.

En los Alpes, el “Regio Esercito Italiano” ocupa Rovereto, en el Trentino, en uno de los pocos éxitos que consiguen los italianos en esta nueva ofensiva lanzada contra los defensores austro-alemanes. El frente alpino, en general, sin embargo, varía poco y es muy arduo para los italianos vencer el formidable obstáculo que presentan los Alpes, sobre todo si es defendido por las aguerridas tropas de montaña alemanas y austriacas.

En el Norte de África, los británicos inician la campaña contra los Senussi. Los Senussi son una de las órdenes en que se divide el Sufismo, una corriente mística y espiritualista desarrollada dentro del Islam, que se implantó como uno de los principales grupos tribales de Libia. Antes de la Primera Guerra Mundial, habían estado ocasionalmente en conflicto con Francia y con Italia, cuando esta última arrebató Libia a los turcos otomanos en 1911 y la convirtió en parte de su imperio colonial.

Agentes alemanes y otomanos convencieron al Gran Senussi, Ahmed Sharif es Senussi, de declarar la yihad o Guerra Santa contra los británicos y sus aliados, de modo que esperaban que los senussi hostigaran Egipto desde el oeste, mientras los turcos, apoyados por los alemanes, mantenían la presión sobre el Sinaí y el Canal de Suez, desde el este. Los incidentes entre tropas británicas y guerreros senussi llevaban meses produciéndose, pero los británicos, hasta el momento, habían preferido ignorar las provocaciones, toda vez que estaban negociando con el Jerife de La Meca para impulsar una rebelión árabe contra los turcos y no deseaban perder las simpatías del mundo musulmán. Sin embargo, el 23 de noviembre, los británicos tuvieron que evacuar el puesto de Sollum, bajo el ataque de los senussi, que ya habían cruzado la frontera libio-egipcia abiertamente en armas.

Los británicos tuvieron que empeñar una campaña que duraría hasta inicios de 1917, en la misma zona fronteriza de la costa norteafricana que, 25 años más tarde, sería escenario del enfrentamiento entre el “Afrika Korps” de Rommel y el VIII Ejército de Auchinleck y Montgomery. Durante la Primera Guerra Mundial, sin embargo, a diferencia de lo que ocurriría en la Segunda, Gran Bretaña tenía a Italia como aliada y no como enemiga, Francia estaba activa apoyándola en el Mediterráneo y no tenía al frente a los tanques del genial “Zorro del Desierto”.

Eventualmente los Aliados y los senussi convinieron un acuerdo de paz en 1917. Con la llegada de Mussolini al poder después de la guerra, en 1922, el conflicto con los italianos se reactivó y no se detuvo hasta 1943, en plena Segunda Guerra Mundial, cuando los italianos, ahora enemigos de los británicos, firmaron un armisticio con éstos, luego de derrocar a “Il Duce”. La Orden Senussi fue muy importante en la descolonización de Libia, al punto de que su líder se convirtió en monarca del país en 1951, con el nombre de Idris I. El Rey Idris estuvo en el trono hasta que Muammar Gaddafi lo depuso mediante un golpe de estado en 1969 y murió en el exilio. En medio del desorden y la guerra civil que siguieron a la caída de Gaddafi en 2011, muchas veces se ha planteado la posibilidad de reinstaurar la monarquía como una forma de dar sentido de unidad a Libia e incluso la bandera que se adoptó luego del derrocamiento de Gaddafi corresponde a la usada por el régimen monárquico hasta 1969. No obstante, ha sido una de las tantas propuestas que se han puesto sobre la mesa para detener la violencia y la anarquía en Libia, cuyo gobierno es disputado por dos gobiernos rivales y por otras facciones que han intentado aprovechar la situación, como el “ISIS”.

En la fotografía, una columna senussi en marcha por el desierto, en algún momento entre 1915 y 1917.



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Hace 75 años. 29 de noviembre de 1940. Segunda Guerra Mundial

Hace 75 años

29 de noviembre de 1940
Segunda Guerra Mundial

El 23 de noviembre, Rumania firma el Pacto Tripartito. Al día siguiente, se repite la ceremonia con Eslovaquia. Es la tragedia de Europa Central, acorralada entre la tiranía nazi y la tiranía comunista. Occidente no supo auxiliarlos a tiempo, con valentía, y ahora, desde Londres, se ve con pesar cómo media Europa cae en una época de oscuridad sin precedentes en la historia continental. Las tinieblas no se irán sino hasta 1990.

La “Luftwaffe” y la “RAF” prosiguen su épica batalla sobre los cielos de Europa. El 29 de noviembre, Liverpool es masivamente bombardeada y el día 30, Southampton recibe el primero de dos grandes ataques nocturnos consecutivos, que causarían enormes pérdidas a la infraestructura y a la aviación británica. Las pérdidas de los alemanes, sin embargo, se vuelven cada vez mayores y no parece que la campaña aérea esté convenciendo al pueblo británico, al Rey Jorge VI o a Winston Churchill de negociar la paz con Hitler.

El 25 de noviembre, la Unión Soviética presenta los términos en que aceptaría unirse oficialmente al “Eje Roma-Berlín-Tokio”. Dichos términos incluyen grandes ganancias territoriales para Stalin. Las demandas de Moscú son intencionadamente exorbitantes, a sabiendas de que Hitler las rechazará. Stalin no tiene interés en firmar alianzas formales con nadie, por el momento. En realidad, la única alianza formal de los comunistas es consigo mismos. El “país de los soviets” lleva años preparándose para la guerra y, en sus cuarteles generales y salas de mapas, los altos mandos del Ejército Rojo han ideado planes para ir a la guerra casi con todo el mundo.

El plan original de la guerra para la que se estaba preparando Stalin consideraba a Gran Bretaña como principal enemigo, seguramente apoyada por Francia, en caso de que la poderosa izquierda francesa no consiguiera desmarcar a su gobierno de ir a la guerra contra el “paraíso socialista.” Una serie de documentos, estudiados principalmente por Viktor Suvorov y Mark Solonin, entre otros, han develado que la Unión Soviética decidió apoyar a Alemania al comienzo de la Segunda Guerra Mundial porque, a juicio de Stalin, los alemanes parecían como el bando más débil y susceptible, por tanto de ser derrotado con rapidez por las fuerzas combinadas del poderoso Ejército Francés y de la poderosa Marina Británica. El estallido de la guerra en 1939 era sólo una nueva oportunidad para aprovechar las “contradicciones entre las sociedades capitalistas”, sacar partido de sus torpes rivalidades y avanzar luego sobre las cenizas de una Europa devastada, cuyas cenicientas ruinas caerían como fruta madura en el regazo de Iosif Stalin y Cía.

La industrialización forzada, las grandes hambrunas surgidas de la colectivización agrícola, las purgas del decenio de 1930, el asesinato de millones, los campos de trabajos forzados, la persecución genocida de pueblos enteros, en fin, todas las horrendas facetas de la tiranía marxista apuntaban al mismo objetivo de convertir a la vieja Rusia en un gigantesco cuartel del socialismo, desde donde saldrían los imparables soldados de Stalin a conquistar el mundo para la dictadura global del proletariado, partiendo por Europa.

El 5 de marzo de 1940, un alto oficial de la NKVD (transliteración de la sigla rusa de “Comisariado del Pueblo para los Asuntos Internos”), la siniestra policía represiva de Stalin, de apellido Osetrov, enviaba un memorándum de queja a Kliment Voroshilov, Comisario del Pueblo para la Defensa. En el memorándumn, el camarada Osetrov se quejaba de la imprudencia de un tal general Kalinin, comandante de las fuerzas del distrito militar de Siberia, quien había pronunciado un discurso el 31 de enero de ese mismo año, afirmando la inevitabilidad de una “guerra mayor en la primavera de 1940, una guerra en la cual la Unión Soviética estará aliada con Alemania, Japón e Italia, contra la alianza anglo-francesa.” A pesar de las quejas de Osetrov, sobre la falta de tacto político del general Kalinin, este último no sólo no fue castigado, sino que siguió al mando de su distrito y pronto fue ascendido a teniente general. El alto mando naval soviético también se preparaba para la guerra con Occidente. En un documento fechado no antes de marzo de 1940, el mando de la Fuerza Aérea de la Flota del Mar Negro indicaba que “el posible enemigo es: Inglaterra, Francia, Rumania y Turquía. Las tareas de la Fuerza Aérea son: atacar blancos en aguas del Mar de Mármara y el Bósforo, y sembrar barreras de minas en el Bósforo.” Los documentos preparados por el cuerpo aéreo del Ejército Rojo señalaban como blancos militares-industriales a una serie de locaciones en colonias o en territorios con influencia británica o francesa: Turquía, Irán, Afganistán, Irak, Siria, Palestina, Egipto e India. El 10 de julio de 1940, el contraalmirante Nesvitskiy, comandante de escuadrón de la Flota del Mar Báltico, elevó un memo proponiendo “resolver la cuestión de la existencia independiente de Suecia y Finlandia para beneficio de la Unión Soviética y convertir el Mar Báltico en un mar interior.” Los planes de desarrollo naval también son significativos. En 1938, se decidió construir, en el plazo de 10 años, 15 acorazados, 35 cruceros pesados, 20 cruceros ligeros y 145 destructores. El programa fue más tarde recortado a “sólo” 6 acorazados, 21 cruceros ligeros y 98 destructores, a ser completados en un plazo de siete años. Estas fuerzas navales no podían tener otro enemigo en mente que no fuera la poderosa “Royal Navy”, apoyada por la “Marine Nationale” de Francia. Al estallar la guerra en 1939, Gran Bretaña tenía 58 submarinos, Alemania tenía 57, Italia tenía 68 y Japón tenía 63. La Unión Soviética, una potencia tradicionalmente continental, al ser atacada en junio de 1941, poseía una impresionante fuerza de submarinos que alineaba 267 unidades ¿Quién, si no Gran Bretaña, podía ser el enemigo a ser hostigado con semejante flota de sumergibles?

Otro indicativo del delirio de conquista estalinista se refleja en los tanques. Alemania reunió poco más de 3.000 tanques para conquistar Francia, Holanda, Bélgica y Luxemburgo, quienes serían apoyados por el Cuerpo Expedicionario Británico. Según documentos del Archivo Central del Ministerio de Defensa de Rusia, en junio de 1941, la Unión Soviética disponía, en los cinco distritos militares fronterizos que miraban hacia el territorio conquistador por los nazis, de 12.782 tanques. Un número importante de los blindados soviéticos estaba representado por los potentes “T-34” y “KV-1”, los más poderosos de su tiempo, para los cuales Alemania no tenía rival, tal como comprobarían cruelmente las tropas de la “Wehrmacht” cuando se dieran cuenta de que eran casi inexpugnables para su armamento antiblindaje. El resto de los tanques eran modelos más ligeros y antiguos, como los “T-26”, los “BT-5” y los “BT-7” que, no obstante, habían probado ser excelentes en su categoría, siempre que fueron desplegados en los campos de batalla. Durante la Guerra Civil Española, los “Panzer I” alemanes y los “carro veloce” italianos, operados por los “nacionales”, no tenían esperanza al luchar frontalmente contra los T-26, operados por los “republicanos”, que eran vencidos sólo gracias a que los oficiales profesionales españoles, en su gran mayoría, se plegaron a la sublevación, mientras que las unidades republicanas a menudo eran lideradas por jefes políticamente entusiastas, pero tácticamente legos. Los BT también lucharon en España, pero sus mayores hazañas se vieron en mayo de 1939, en el abrasador desierto de Mongolia, donde derrotaron completamente a las tropas japonesas, en la breve guerra fronteriza que enfrentó al Imperio Japonés con la Unión Soviética. En suma, los soviéticos llevaban años preparando una fuerza de tanques sin rival, lista para saltar sobre Europa apenas Stalin diera la orden.

Para fines de 1940, con Francia derrotada y con el Ejército Alemán revelado como el más poderoso del mundo, los planes de Stalin habían variado, de modo que ya se alistaba para atacar a Hitler, con la esperanza de adelantarse a la jugada, antes de que Hitler lo atacase a él. Pero incluso si no conseguía dar el primer golpe, el líder soviético descansaba tranquilo en la abrumadora superioridad numérica y tecnológica de sus fuerzas armadas. Lo que no había calculado era hasta qué punto los hombres y mujeres de la Unión Soviética estaban dispuestos a luchar por el Partido Comunista y por su jefe. La campaña contra la pequeña Finlandia, a la que costó tanto doblegar, luego de humillantes derrotas para los comunistas, debió poner en guardia a Stalin, pero éste, encerrado en la lógica de su megalomanía y su régimen de terror, no sacó mayores lecciones de la llamada “Guerra de Invierno”. Las consecuencias para la “Patria de los Trabajadores” serían trágicas.

Abajo, un póster propagandístico de 1935, que muestra a Stalin y Voroshilov saludando una gigantesca parada militar. En el pie de la imagen, se lee, “larga vida al Ejército Rojo de los Trabajadores y los Campesinos – Leales guardias de las fronteras soviéticas”.

Imagen tomada de http://thehollowearthinsider.com/blog/wp-content/uploads/2013/07/Russan-Parade-Poster-CREDIT-Gustav-Klutsis-SOURCE-Wikipedia-Public-Domain-203x300.jpg

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