Hace 100 años. 28 de marzo de 1915. Primera Guerra Mundial
Hace 100 años
28 de marzo de 1915
Primera Guerra Mundial
El “Falaba”, buque británico de carga y pasajeros, es hundido por un submarino alemán, provocando 100 víctimas fatales. Entre los fallecidos, se cuenta un ciudadano norteamericano. El gobierno de Wilson protesta enérgicamente y la opinión pública estadounidense se inclina cada vez más en contra de los Imperios Centrales, Austria y Alemania.
Dos días después, el África Sudoccidental Alemana es completamente ocupada por tropas sudafricanas. La actuación de los dominios británicos resultó clave en la victoria que los aliados obtuvieron en las dos guerras mundiales. El de Sudáfrica es un excelente ejemplo de las complejas relaciones de Gran Bretaña con su Imperio, especialmente con las zonas a las que había tenido que conceder gradualmente ciertos niveles de independencia.
El explorador portugués, Bartolomé Dias, fue el primer europeo en llegar a lo que sería, con el tiempo, Sudáfrica. La presencia portuguesa, sin embargo, fue reemplazada por la colonización holandesa. Los holandeses que se asentaron en la zona de El Cabo y sus descendientes serían conocidos como “Afrikaners” o “Boers” y siempre mantendrían fuertes lazos con los Países Bajos. Durante las Guerras Napoleónicas, Gran Bretaña se hizo presente en la zona de El Cabo, para evitar que Francia se apoderara de un punto tan estratégico, luego de haber ocupado el territorio holandés europeo. Sin embargo, luego de derrotar a Napoleón en Europa, los británicos permanecieron en Sudáfrica, conscientes de lo importante que podía ser controlar el extremo sur del continente africano en el despliegue de su cada vez más poderosa flota.
Los colonos y funcionarios británicos se sumaron a un complicado conflicto étnico que existía previamente entre los colonizadores Afrikaaner y los grupos étnicos locales, como los Zulúes, los Sotho y los Xhosa. Hacia fines del siglo XIX, la penetración británica había arrinconado a los Afrikaaner hacia tres pequeños estados situados en el interior, no sin sufrir sobresaltos, como las guerras con el Reino Zulú y, sobre todo, con las pequeñas, pero aguerridas repúblicas Boer de Orange, Natal y Transvaal.
En la Segunda Guerra Anglo-Boer, Gran Bretaña logró finalmente incorporar a los boer a su Imperio, pero a un costo altísimo. De hecho, bajo tutela británica, los colonos de ascendencia holandesa seguirían siendo el grupo dominante del país por mucho tiempo y destacados líderes boer, como Jan Smuts y Louis Botha, siguieron siendo prominentes figuras públicas, aunque ahora estaban al servicio del Imperio Británico y fue con esa nueva lealtad que colaboraron decisivamente en la lucha por destruir el Imperio Colonial Alemán de África.
La política de reconciliación con Gran Bretaña, sin embargo, nunca fue aceptada plenamente por todos los Boers, profundamente heridos por las brutales guerras sostenidas contra Londres. A la larga, sería ésta una de las tantas contradicciones que la sociedad sudafricana tendría que resolver durante el siglo XX, además del grave problema de la segregación racial, “Apartheid”, impuesto por la minoría blanca, especialmente Afrikaaner, a la mayoritaria población negra.
En la imagen, la bandera adoptada por la Unión Sudafricana, que es la denominación que tomó dicho dominio británico, desde 1910. Al centro, las banderas del Reino Unido, Orange y Transvaal.
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